Feb - 6 - 2014

El j’accuse contra el Vaticano de parte de la ONU, un documento con el peso y la autoridad de un órgano internacional, dice muchas cosas que ya desde hace tiempo se saben y que las víctimas de abusos desde hace años denuncian. Pero confirma también que, si bien durante el pontificado de Benedicto XVI el Vaticano comenzó a tomar en serio este escándalo, poniendo en marcha políticas de «tolerancia cero», la cuestión aún es uno de los máximos desafíos para Francisco.

Consciente de que está en juego la credibilidad misma de la Iglesia Católica, institución manchada como nunca por estos crímenes, el papa argentino creó en diciembre pasado una comisión especial para la protección de los chicos -que la ONU consideró un elemento positivo en su durísimo informe-, cuya composición aún se desconoce y sobre la que hay inmensa expectativa.

Pero muchos creen que la decisión de Francisco de crear esta comisión no es suficiente. «Al papa Francisco le corresponde la tarea de ser intransigente en tiempos inmediatos. Es necesaria una directiva que imponga a los episcopados transparencia y publicidad, siempre, así como la denuncia a las autoridades judiciales de los presuntos culpables», indicó Vittorio Bellavite, del movimiento católico progresista Nosotros Somos Iglesia.

Como muchos otros, Bellavite destacó que este último compromiso de denunciar a la justicia a los presuntos culpables aún es rechazado por algunos episcopados, entre ellos el italiano, pese a que en la península se registraron varios casos de pedofilia.

Si bien el mismo informe de la ONU destacó que por primera vez el Vaticano dio la cara el mes pasado y, por otra parte, implementó medidas legislativas que van en la justa dirección, su «talón de Aquiles» es el hecho de que sigue sin castigar a los obispos encubridores. Por ejemplo, Robert Finn, obispo de Kansas City-St Joseph (Estados Unidos), que en 2011 fue condenado por no haber denunciado a un cura sospechoso de abusos, sigue en su cargo.

Siendo el escándalo de abusos sexuales -en su mayoría cometidos en los años 60 y 70- una verdadera «papa caliente» para Francisco, según expertos su mayor prueba de fuego será cómo resuelve el futuro de los Legionarios de Cristo. Es decir, de la congregación ultraconservadora fundada en 1941 por el mexicano Marcial Maciel, que hace unos años se hundió al salir a la luz que junto a un grupo de secuaces robaban y abusaban de menores, incluidos sus propios hijos, bajo la protección de su poder.

Desde el 8 de enero pasado, los Legionarios se encuentran reunidos para cerrar, con la revisión de sus estatutos y la elección de un nuevo gobierno, el proceso de renovación ordenado en 2010 por Benedicto XVI, bajo la batuta del cardenal Velasio De Paolis. Aunque la pregunta que muchos se hacen es si una congregación cuyo fundador tenía mujeres y abusaba de sus propios hijos, y que contó con la protección de las máximas esferas del Vaticano, que desestimó las denuncias de las víctimas, puede seguir existiendo.

El informe del comité de la ONU mencionó a los Legionarios de Cristo en su apartado número 50, al destacar su preocupación por «los adolescentes reclutados» por ellos y «por otras instituciones católicas que son progresivamente separados de sus familias y aislados del mundo».

Por Elisabetta Piqué, desde Roma, La Nación, 06/02/2014

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