Mar - 21 - 2014

La prensa internacional miente. Por ejemplo, El País,[1] de Madrid, continúa publicando que las cacerolas se escuchan en Caracas, que las protestas prosiguen. Yo vivo en el centro de Caracas, en una zona bastante popular y de clase “media”, casas de funcionarios, maestros por ejemplo. Pero no he escuchado ni un cacelorazo.

Los desórdenes ocurren en los barrios “chics”, en el municipio Chacao, tradicionalmente de la rancia burguesía y de gente que “gana” muy bien su vida, que se han beneficiado del Estado petrolero durante décadas. Siempre alrededor de la misma Plaza Altamira, donde unos muchachos se reunían todas las tardes para juntar basura y trancar el tráfico de la muy elegante plaza. Hoy el ejército ocupa la plaza, donde continúan manifestaciones pacíficas alrededor de una señoras que rezan el rosario “para que vuelva la paz”

El diario El País cuenta que desde hace un mes hay manifestaciones, que la tendencia es hacia la agravación del conflicto en Venezuela. Es cierto que en febrero había un ambiente de angustia, de incertidumbre. Pero está claro que los desórdenes son obra de pequeños grupos.

Esto provoca la impresión de un país dividido, donde alcaldes de derecha permiten y hasta evidentemente fomentan desórdenes extraños. Y da también la impresión de un gobierno débil, que no se atreve sino a amenazar. ¡Después llama a los empresarios, les ofrece ventajas contantes y sonantes… ofrece dólares a la pequeña burguesía…!

Mientras tanto, el pueblo sólo piensa en cómo comprar lo necesario para comer. Esa es la conversación que se oye por todas partes: ¿dónde conseguir leche, aceite, café? La falta de medicinas por momentos es dramática.

Parece que lo que se ha logrado es que el pueblo trabajador de las grandes ciudades se acostumbre a una situación de penuria que se parece a la cubana.

Claro, en Cuba es muchísimo más grave. Acá todavía se pueden comer vegetales, frutas. Pollo, huevos también hay. En los restaurantes, no falta ningún plato. En las cafeterías no falta café ni leche, hay jugos, pan. Se ve que sólo hay escasez para los trabajadores y el pueblo, esos que no tienen “negocios”. En las ciudades de provincia y litoral no hay mucha escasez, hasta carne hay. Es en las ciudades más grandes, la zona capital, Valencia, Maracaibo y la de la frontera con Colombia donde faltan más productos de consumo.

De 19 municipios sumidos en los desórdenes en febrero, quedan sólo seis. Todos de clase media o media alta, gobernados por alcaldes de derecha que protegen y fomentan la violencia.

Los manifestantes se presentan como estudiantes, pero luego son suplantados por adultos, encapuchados y marginales. Pagar o aupar marginales para sabotear manifestaciones de izquierda es una práctica común. Acá cierta derecha los utiliza para provocar violencia cuando realizan sus propias manifestaciones: destruyen árboles, instalaciones eléctricas, edificios y transporte. Estos grupos amenazan, agreden y asesinan con disparos en la cabeza, tiros por la espalda, saquean y cobran peaje. No parecen tener otra finalidad que la de crear un ambiente de guerra civil.[2]

Haciendo una larga cola para comprar aceite escuche a mujeres y hombres presentes que decían apoyar a Maduro contra los adinerados del este.

A quien le pregunto en este lado de la ciudad me dice: “estamos cansados, a esos guarimberos lo que les interesa son los dólares, ¡no sabemos por qué Maduro no pone orden!”. Un taxista me explica: “yo soy independiente, no soy chavista, pero más nunca votaré por la derecha, son capaces de cualquier cosa por tumbar este gobierno”.

Maduro se conforma con llamar de cuando en cuando a alguna manifestación. Eso sí, está todos los días en la televisión, se llena la boca hablando de Chávez y de la Venezuela productiva que no necesitará de importar alimentos… mientras permite que los importadores sigan el inmenso negociado de facturas infladas. El gobierno les da millones de dólares, para que se hagan ricos y traigan muchos menos productos que los que declaran. Maduro lo sabe… y sus funcionarios cobran por toda esa enorme estafa al pueblo trabajador.

Oigo en la radio que Kerry –el secretario de Estado de EEUU– exige a Maduro que “respete al pueblo”. Después viene la publicidad: “coma la carne más exquisita en el mejor ambiente”. Verdaderamente sería divertido sino fuera indignante. Un gobierno que hace todo para calmar y proteger a la derecha proimperialista, cuando tendría que llamar seriamente a derrotarla.

No me parece que el pueblo trabajador apoye ciegamente a Maduro. Lo que sí es seguro es que con la derecha perderemos las conquistas logradas. Por ejemplo, la atención médica de proximidad, las viviendas… En todo el país vemos los edificios construidos por las empresas chinas para los trabajadores, es verdaderamente impresionante. Durante 40 años de “democracia” adeco-copeyana y durante los nueve primeros años de Chávez, prácticamente nada se había construido.

Los estudiantes, o sus voceros más conocidos, continúan amenazando con manifestaciones. Es reflejo del descontento de clases medias empobrecidas por la inflación galopante.

El desastre es que no hay una alternativa de izquierda, y este descontento en las universidades, que antes del chavismo producían gran cantidad de militantes de izquierda radicales, ahora es aprovechado por la derecha. Como yo les decía a unos militantes de Antarsya: El problema en Venezuela es que hemos tenido un Chávez-Syriza, pero no ha habido Antarsya en Venezuela. Es decir, una alternativa a la izquierda del gobierno, radical, independiente.



[1].- “Maduro promete ‘medidas drásticas’ para extinguir las protestas”, El País, Madrid, 13/03/2014.

[2].- Ver “Últimas Noticias”, Caracas, artículos del 16/03/2014.

Por María Lionza, desde Caracas para Socialismo o Barbarie, 18/03/2014

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