Oct - 10 - 2014

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Después de casi una semana de movilizaciones principalmente juveniles pero en la que se produjo también una huelga general de 24 horas de la HKCTU (Confederación de Sindicatos de Hong Kong), el movimiento comenzó a retroceder. Un elemento clave de este retroceso, es que no ha logrado extenderse al resto de China.

Durante el pico de las movilizaciones, Hong Kong quedó prácticamente paralizado, especialmente en su centro vital, su corazón financiero y administrativo, donde se entretejen los negocios y relaciones de la burguesía billonaria de Pekín, la oligarquía de Hong Kong y el gran capital de Asia, Europa y EEUU.

Se trata de un retroceso, no de una derrota, y ni mucho menos de una derrota aplastante como la de Tien’anmen en 1989. Sin embargo, esto no implica que haya que subestimarlo. Por el contrario, el movimiento y sobre todo sus activistas están ante el desafío de sacar las lecciones de este retroceso y obrar en consecuencia. Esto implica, como de costumbre, encarar los temas cruciales de programa, política y organización.

Asimismo, hay que subrayar que la rebelión de Hong Kong –en sus virtudes y defectos, en sus lados fuertes y débiles– se ratifica como otra expresión de un fenómeno mundial que hemos visto desde las rebeliones sudamericanas de la década pasada, luego Occupy en EEUU, los Indignados de Puerta del Sol y la Plaza Tahrir de El Cairo y tantos otros ejemplos.

Es el fenómeno de las rebeliones populares, que apuntan a que se reabra una nueva “época de crisis, guerras y revoluciones”.A finales del siglo XX, con el derrumbe de la Unión Soviética, la restauración capitalista en China y las derrotas generalizadas de la clase trabajadora y el movimiento obrero en todo el mundo, el capitalismo creyó definitivamente enterrada esa alternativa. Pero su gran capacidad para hacer cada vez más insoportableslas condiciones de vida y las relaciones sociales y políticas, está alentando las protestas desde abajo en todos lados… hasta llegar a estallidos masivos, como el de Hong Kong. La cuestión es cómo todo eso se convierte en verdaderas revoluciones.

Veamos más en detalle, en el caso de Hong Kong, algunos aspectos y elementos que señalamos.

La clave de la extensión al resto del país

En nuestro artículo de la semana pasada [“Rebelión en Hong Kong”, SoB Nº 307], decíamos que la cuestión clave era “si la protesta política se extenderá al resto de China”. Eso no sucedió… por lo menos todavía.

Allí subrayábamos las dificultades para que eso sucediese. Hay un desarrollo desigual muy grande entre las condiciones políticas de Hong Kong y del resto del país, una desigualdad que tiene además bases sociales importantes.

En el resto de China, en los últimos años, como se explicaba allí y también en el artículo de Au Loong-Yu [“La burocracia china ha privatizado el Estado”, SoB Nº 307], en el resto de China ha surgido una nueva y enorme clase obrera y trabajadora, superexplotada pero que está desarrollando luchas crecientes. Pero esta nueva clase obrera está fragmentada. En buena parte es de origen campesino. Ese sector no sólo viene con una conciencia política muy atrasada. También es sometido a un sistema de discriminación y apartheid socialque le niega su residencia permanente en las ciudadesy dificulta su fusión en una sola clase trabajadora urbana y moderna.

Las luchas son crecientes y se van endureciendo, pero todavía son por empresas y “sindicalistas” (aunque tengan un importante significado político “objetivo”, porque se enfrentan con las autoridades, porque se dan por fuera de los sindicatos oficiales, porque en ellas surgen nuevas direcciones independientes del PCC, etc.)En contraste con eso, la lucha de Hong Kong es por una reivindicación clara y abiertamente política: el derecho democrático en las elecciones a presentar candidatos que no sean exclusivamente los designados “a dedo” por el PCC.

Pero los problemas no se presentan sólo por el lado de las masas de China continental. En el mismo movimiento de Hong Kong,no hubo una política de apelar a las masas obreras y populares del resto del país, como cuestión de importancia central,estratégica.

La larga separación que implicó la colonización británica, primero, y luego el régimen de “un país, dos sistemas”, generaron diferencias culturales y sociales que han sido inteligentemente cultivadas tanto por la oligarquía de Hong Kong como por sus pares de Pekín, en el sentido de alentar regionalismos que dividan a las masas populares. ¡Una maniobra antiquísima, pero que sigue dando resultado!

En este caso, su expresión más extrema fue la aparición en el movimiento de grupos que se dicen “anarquistas” y “antipartido”, y se proclaman “nativistas”. O sea, predican la “independencia de Hong Kong”. Los grupúsculos “nativistas” recibieron una masiva publicidad en los medios, especialmente en los controlados por Pekín. Objetivamente, actuaron como provocadores que sirvieron a Pekín y al gobierno de Hong Kong para presentar a las masas del resto de China una imagen absolutamente distorsionada y falsa del movimiento.

Pero lograron eso aprovechando un vacío: que las heterogéneas direcciones del movimiento, en primer lugar las de “Occupy con Paz y Amor”, no tuvieron tampoco una política de apelar a las masas trabajadoras y populares de toda China.

Palo y zanahoria… y las diferencias con Tien’anmen

La rebelión de Tien’anmen de 1989 fue aplastada a sangre y fuego. Para hacer frente a la rebelión de Hong Kong, Pekín adoptó otra estrategia después de algunos momentos de vacilaciones.

El primer reflejo de su hombre en Hong Kong, el “Jefe Ejecutivo” Leung Chun-ying, fue reprimir. Mandó la policía a dar palos y más palos y gasear a los manifestantes… Aunque sin ametrallarlos ni aplastarlos con tanques como en Tien’anmen. Pero esa represiónresultó un tiro por la culata. El resultadofue masificar el movimiento, volcando a la opinión pública a su favor y empujando a la central obrera, la HKCTU, a disponer un paro de 24 horas.

Esto determinó un giro estratégico, con dos facetas fundamentales: 1) Por un lado, una política de palo y zanahoria… es decir, de acciones represivas puntuales y en su mayoría “extraoficiales”, combinada con el ofrecimiento de negociaciones y toda clase de promesas… 2) Por otro lado, se fue estructurando un amplio “frente único” pro “normalización” y “negociaciones”.

Así la represión pasó fundamentalmente de la policía a manos de las “tríadas” (las mafias chinas) y otros grupos de matones reclutados al efecto. Esto además podía hacerse pasar en los medios como “enfrentamientos políticos” de otros sectores populares en desacuerdo con el movimiento.Uno de esas pandillas opera desde hace mucho como una organización racista de extrema derecha, llamada “Cuidando el Poder de Hong Kong”. Similar a “Amanecer Dorado” de Grecia, practica el racismo antiinmigrante (enHong Kong, contra indonesios y otros extranjeros).[1] Así, en un solo día, el viernes 3, los ataques de estos grupos dejaron 50 heridos entre los que acampaban.

Otra táctica fue la de amenazar a las mujeres: “Si vas a las manifestaciones, serás violada”, se les advertía. Asimismo, otros grupos de matones, entre ellos el Heung Yee Kuk, una colateral del PCC en los medios rurales, se dedicaron a agredir a los activistas obreros de la HKCTU en castigo por la convocatoria a la huelga general.[Cit.]

La otra cara de la moneda fue la zanahoria de ofrecer “negociaciones” a las direcciones del movimiento Occupy por la Paz y el Amor, que son esencialmente “democratistas” y no socialistas revolucionarias.

En esto fue decisivo el amplísimo “frente único” por la desmovilización que alentó el gobierno. Este incluyó no sólo a Pekín y al Ejecutivo de la Región Administrativa Especial;también integró a los magnates de Hong Kong, a las entidades y cámaras patronales, a los políticos y parlamentarios “democráticos” de “oposición”, a sectores medios que comenzaron simpatizando con Occupy pero que luego le dieron la espalda al sentirse perjudicados por los acampes en sus distritos comerciales, etc., etc.

En esto hay que subrayar el pérfido papel de los partidos políticos “opositores” y de casi todos sus diputados en el Legislative Council (parlamento de Hong Kong). Comenzaron aplaudiendo el movimiento, para terminar exigiendo que los manifestantesse fuesen a sus casas y se resignaran a negociar.

Este frente por la desmovilización recibió también amplio apoyo internacional, en primer lugar de la Unión Europea, que el 2 de octubre, desde Bruselas, llamóoficialmente a “restringir las protestas” y “negociar una solución constructiva”[2] o sea casi textualmente lo que predicaban Pekín, su Ejecutivo de Hong Kong y los diputados de todos los colores.

Todo esto fue corroyendo por fuera el apoyo popular al movimiento, mientras, por dentro comenzaron las divisiones. Finalmente, sus principales figuras se acomodaron a la negociación, especialmente dirigentes de organizaciones estudiantiles que se alguna manera finalmente primaron sobre los iniciales núcleos de Occupy.

Por supuesto, los socialistas revolucionarios no compartimos las tonterías ultraizquierdistas de que jamás hay que negociar. Pero, en este caso, hay que tener claro dos cosas: 1) que desmovilizar primero para negociar después, es la mejor forma de no lograr nada; 2) que el punto de negociación –elecciones donde también puedan presentarse candidatos que no sean del PCC– es muy difícil que sea concedido por las buenas. Sería una bomba de tiempo para Pekín: tarde o temprano, el resto de China exigiría lo mismo.

Lo de siempre: dirección, organización y programa

Lo importante es que si bien hubo un retroceso cuyas consecuencias más precisas son difíciles de medir, no se produjo una derrota aplastante. El activismo juvenil y de trabajadores que protagonizaron las ocupaciones y la huelga general que paralizaron Hong Kong, no fue masacrado.

Ahora, tiene el desafío de sacar las conclusiones de esta colosal experiencia, que son muchas. Será la mejor manera de hacer frente al derrotismo que ya ha comenzado a predicarse desde los medios.

Una de ellas es, obviamente, la necesidad de una total independencia respecto a todos los partidos burgueses; no sólo del partido de los billonarios(ex)“maoístas” del PCC, sino también de los que se presentan como “democráticos”, en primer lugar la coalición de diputados “Pandemócratas”, que en el parlamento de Hong Kong, asume el rol de “leal oposición de Su Majestad”, casi sin excepciones.

Las otras tienen que ver con superar las ilusiones posmodernas, autonomistas ylas tonterías “antipolíticas” o apolíticas, cuidadosamente cultivadas en todo el mundo para mellar los movimientos, tanto juveniles y populares, como de la clase trabajadora.

Para luchar, y luchar en serio, hoy como ayer son imprescindibles fuertes movimientos y organizaciones de masas, pero también organizaciones políticas de sus vanguardias, que sean independientes de la burguesía, socialistas y revolucionarias; organizaciones de combate para la lucha de clases. O sea, partido, partido y partido!!!

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[1].- Au Loong-Yu, “Chinese Government Sends in its Mafia”, International Viewpoint, October 4 2014, y Dikang, “Pro-regime thugs attack protesters”, Socialist Action (CWI Hong Kong), 06/10/2014.

[2].- “EU urges restraint over Hong Kong protests”, Reuters, Brussels, October 2, 2014.

Por Claudio Testa, Socialismo o Barbarie, 09/10/2014

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