Oct - 23 - 2014

.

La situación política que se vive hoy en Catalunya se encuentra marcada por el desarrollo del llamado “proceso soberanista”, sobre el cual quisiéramos expresar nuestras opiniones y reflexiones para aportar al debate en curso y sentar posición e intervenir en el mismo desde una perspectiva independiente, clasista y socialista.

En primer lugar, se trata de un proceso que responde al legítimo deseo y derecho de autodeterminación del pueblo catalán; segundo, al hartazgo social ante la política del actual gobierno central y del conjunto de los poderes del Estado tendiente a echar sobre las espaldas de las clases populares el coste de la actual crisis económica; y tercero, al agotamiento del régimen nacido de la transición a la muerte del dictador, un régimen identificado correctamente como corrupto y antidemocrático que consagra la desigualdad social y tiene a su cabeza una institución tan denostada como la monarquía.

Después de la inmensa manifestación de la gran “V” del pasado 11 de septiembre, el Parlament catalán votaba la Ley de Convocatoria a la consulta del 9N y se conformaba la Comisión de Control. Casi en paralelo y cumpliendo con su palabra, el Gobierno de Rajoy impugnó la convocatoria. Como se esperaba también, el Tribunal Constitucional admitió a trámite el recurso del Gobierno central y suspendió cautelarmente la Ley de Consulta catalana y la Convocatoria al 9N.

La respuesta de la Generalitat fue, en primer término, acatar la medida, y haciendo caso de la orden paralizó “de manera cautelar y temporal” los preparativos y la campaña institucional sobre la consulta, para luego informar por los medios de comunicación indicando que “La consulta popular no referendaria sobre el futuro político de Catalunya ha sido impugnada a instancias del Gobierno español” y que “El gobierno catalán ha acordado promover las iniciativas legales, políticas e institucionales para garantizar el ejercicio del derecho a decidir el futuro político de Catalunya”

Pero lo cierto es que el gobierno catalán acató la decisión del TC. Y acatar esta medida en el marco del proceso abierto, quiere decir, en los hechos, cumplir, respetar, someterse y doblegarse a la “legalidad” impuesta por las instituciones del régimen del Estado español, heredero de la transición, con su podrida monarquía a la cabeza y por esto mismo defensores de la unidad de esta España tal cual es y acérrimos e intransigentes enemigos de la autodeterminación del pueblo catalán y de cualquier otro.

Recordemos que el actual Estado monárquico es descendiente directo del franquismo. O, más precisamente, es producto de la infame capitulación del PSOE, el Partido Comunista Español y los partidos “nacionalistas” (catalán, vasco, gallego, etc.) a la monarquía designada por Franco para sucederlo y al personal político del franquismo que se recicló en lo que hoy es el PP. Por esto, la decisión de Artur Mas de acatar la medida, sabiendo que el Gobierno de Madrid “recurrirá” todo y que el TC “dará lugar a todo” para impedir la consulta, es una trampa, una maniobra que desvía y lleva a un callejón sin salida el legítimo deseo de los catalanes de votar el 9N y decidir su relación con España como estaba previsto en la Ley de Convocatoria antes de ser recurrida por el Gobierno central, suspendida por el TC y obedecida por Artur Mas.

Frente a este panorama, mientras el calendario apretaba y los plazos se vencían, los partidos integrantes del bloque soberanista (CiU, ERC, ICV-EUiA y la CUP) dieron muestras de no estar dispuestos a ir hasta el final en el proceso de autodeterminación. Más bien todo lo contrario: la “unidad” que demostraron y que tanto pregonaron sólo ha servido para sostener a Mas, ganar tiempo y negociar una salida desde arriba. Cosa que nada tiene que ver con el inicial y auténtico deseo de los catalanes de votar el 9N como estaba previsto.

Es que la “Desobediencia” de la que tanto hablan ERC y CUP, si verdaderamente va hasta el final y no sólo es declarativa y simbólica, acarrea sus consecuencias que, eventualmente, podrían desencadenar una ruptura “desordenada” y violenta de la España de hoy, heredera del régimen del ’78. Pero esto es algo que no desean ni Rajoy en Madrid, ni Mas y Junqueras en Barcelona. Por más nacionalistas que se reclamen, deberían estar dispuestos a un durísimo enfrentamiento con Madrid en todos los terrenos… y no lo están.

Ya no cabe albergar duda alguna: la consulta prevista hasta hace pocos días para el 9N no se celebrará; en su lugar tendremos un “proceso participativo”, algo así como una gran encuesta popular con papeletas de voto y urnas pero sin censo, sin garantías de neutralidad y sin verdadero debate político sobre las posibles alternativas. La consulta del 9N no se celebrará porque el gobierno del PP y el Tribunal constitucional que le es fiel la prohibieron, y si alguien esperaba lo contrario no sólo peca de ingenuo sino que lamentablemente continúa creyendo que este régimen es una democracia.

Pero también, no habrá consulta porque Artur Mas no lo ha querido y el accionar del bloque soberanista es funcional a esto. Para rematar la cuestión y devaluar aún más el 9N, se nos dice que no es sino la “primera vuelta” de unas inminentes elecciones plebiscitarias en las que una lista unitaria, encabezada, cómo no, por Artur Mas, “proclamaría sin duda alguna la independencia”…

No nos engañemos: lo que Mas quiere es un cheque en blanco para seguir gobernando con el aval del independentismo y el bloque soberanista. Para seguir gobernando, y lo dice claramente: si queréis independencia “tendréis que votarme a mí”.

Dicho lo anterior, es preciso anotar que se trata de un proceso encabezado por el actual gobierno de la Generalitat, los partidos burgueses que lo sustentan (CiU y Ezquerra) y las organizaciones para nada de izquierdas que se están levantando (como la ANC y Ómnium). Todos defensores de una política igual o similar a la del gobierno central. Son ejecutores de los recortes en Catalunya y defensores también de la legalidad constitucional (por eso han hecho una ley de consultas “ajustada a la actual Constitución”), silenciosos con la corrupción ejemplificada maravillosamente en el ex padre de la patria catalana Jordi Pujol, y por supuesto defensores todos también del orden burgués, del pago de la deuda y de la supeditación a la UE de Bruselas.

Estas organizaciones están utilizando, y con amplio éxito, su dominio sobre el proceso soberanista como cortina de humo tendiente a ocultar su política y desviar el justo malestar social provocado por sus recortes en educación, su exclusión sanitaria, su euro por receta, sus desalojos de centros ocupados… ¿Cómo si no puede explicarse que el mismo Artur Mas, que tuvo que descender en helicóptero acobardado por el boicot masivo al Parlament durante el 15M, sea hoy ovacionado prácticamente sin fisuras? ¿Por qué los mismos diputados de ERC que consintieron y apoyaron con su voto la política de recortes y que también entraron en aquel parlamento protegidos por los mossos (que hoy también se dicen por la independencia), son hoy los más electoralmente beneficiados del proceso?

Todo esto nos obliga a criticar abiertamente las falencias democráticas del proceso soberanista y decir claramente que este no se llevará a cabo bajo su dirección actual, CiU, que con el silencio más o menos cómplice de todos los demás, lo viene traicionado.

Asimismo, es importante precisar que tal como está concebido y por su contenido, reflejado en la campaña por el SI-SI que impulsa el Govern y la mayoría de los partidos proconsulta, el proceso soberanista catalán, a diferencia de la reciente campaña vivida en Escocia, está dominado por criterios identitarios, nacionalistas, patrioteros en el peor sentido de la palabra, sin vinculación alguna con las motivaciones de emancipación económica y social.

Por otro lado, las discusiones sobre ampliación de derechos, sobre un nuevo Estado catalán sin monarquía, sobre el derecho a decidirlo todo, a romper con la UE y abrir un proceso constituyente, son ampliamente minoritarios y acallados las más de las veces por el fervor nacionalista.

Con dos preguntas, no se pregunta más que una sola cosa: la independencia de España, no la independencia de la UE ni del euro. El planteo de independencia que propone Artur Mas responde a criterios egoístas y a los intereses de la burguesía catalana. Basado en el hecho real de que Catalunya es una de las regiones más ricas del Estado español y frente a la crisis y los brutales ajustes impuestos desde Madrid y Bruselas, plantea la “separación” de España y la constitución de un nuevo estado, alimentando así la ilusión de que “decir adiós a España es decir adiós a la crisis”. A la vez, este planteo de independencia, al no cuestionar ni un ápice a la España tal cual es hoy, con su monarquía y sus instituciones, excluye y se olvida del resto de los trabajadores del territorio del estado que continuarían bajo su yugo.

Defendemos el derecho a la autodeterminación, pero estamos por una federación de repúblicas ibéricas, obrera y socialista

Defendemos incondicionalmente el derecho a la autodeterminación de catalanes, vascos, gallegos y demás nacionalidades, incluyendo su derecho a separarse del actual Estado español si así lo deciden democráticamente. Pero la salida no es establecer mini-estados burgueses en el marco opresor de la Unión Europea. No queremos un estado catalán sin rey pero bajo el poder político de la burguesía catalana, y esto casa mal con un nuevo estado capitalista catalán que es lo que defiende la propuesta de independencia que se promueve desde el gobierno o el parlament. Además, un mini-estado catalán en el marco de la Unión Europea, estaría sometido a los diktats de Berlín y Bruselas tanto como ahora a los de Madrid. Este es el espejismo cultivado por sectores de la burguesía que hasta no hace mucho eran incondicionales de Madrid.

Las clases explotadoras españolas –aristocrática y luego burguesa– y sus instituciones –monárquicas, republicanas o fascistas– fueron históricamente incapaces de resolver la cuestión nacional, y la dictadura fascista de Franco, con su consigna “España una”, reprimiendo brutalmente a quien se atrevía a hablar en catalán o euskera, sólo consiguió atizar las divisiones. Y esta no es la “unidad” que queremos: no queremos la unidad de la España actual. ¡Estamos por una República Federal, Obrera y Socialista, donde se unan libremente los trabajadores y pueblos de la región!

Como dijimos, apoyamos incondicionalmente el derecho a la autodeterminación. Queremos romper con el Estado actual y con su monarquía. ¡Pero con la misma claridad debemos decir que no hay que hacerse ilusiones! Frente a la catástrofe de España y en el marco de la crisis de la Unión Europea, la única salida realista es la unidad de los trabajadores de toda la región para combatir contra los distintos gobiernos y el sometimiento a la UE. En esa perspectiva revolucionaria, sostenemos como salida de fondo la libre federación de nuestros pueblos en una República Obrera y Socialista.

El 9N: con la movilización en las calles exijamos el derecho a decidir

El pueblo catalán ha demostrado repetidas veces que quiere decidir sobre su futuro y tiene derecho a ello. Tiene derecho a un auténtico referéndum vinculante de autodeterminación y la única garantía para que no se vea frustrada la voluntad del pueblo catalán de ejercer su derecho a decidir el 9N es con la movilización independiente en las calles. Esto implica enfrentar en serio al gobierno central de Madrid que le niega al pueblo catalán su derecho a la autodeterminación. Pero también hacer frente a las maniobras de CiU-ERC, representantes de la burguesía catalana.

Esto significa defender e imponer con la movilización la realización el 9N de un referéndum “decisorio”, sin exclusiones, en el que puedan votar en pie de igualdad todas las personas que viven y trabajan en Catalunya y pelear para que se convoque a una Asamblea Constituyente Revolucionaria donde sea el pueblo soberano verdaderamente el que decida sobre su futuro y sobre cómo ha de ser el nuevo estado.

Decidir sobre nuestro futuro es mucho más que votar en unas elecciones un programa que solo diga “independencia”. Es decidir si queremos o no independizarnos del estado español. Pero sobre todo, cómo queremos que sea la nueva Catalunya. Si queremos o no mantenernos en la UE bajo la disciplina de la troika, si queremos o no pagar la deuda, si queremos acabar con la política de recortes en la enseñanza, si queremos o no una sanidad digna y gratuita para todos. Si queremos un estado que persiga a los inmigrantes y los encierre en cárceles hasta su deportación…

Decidir nuestro futuro en libertad es iniciar un proceso constituyente y eso sólo es posible con un referéndum de autodeterminación libre, con garantías democráticas, donde la opción de la independencia o la del mantenimiento dentro del estado español se puedan debatir por igual y donde no olvidemos que los trabajadores y el pueblo español son los únicos y verdaderos aliados del pueblo catalán y de sus ansias de libertad, mientras que Rajoy y Artur Mas no lo son.

A las calles el 9N por el derecho a la autodeterminación del pueblo catalán.

Por la libre asociación de los pueblos en una República Federal, Obrera y Socialista.

Abajo la monarquía y la España de la transición.

Asamblea Constituyente Revolucionaria para discutir y decidir.

Socialismo o Barbarie – Estado español, 20/10/2014 - http://sobesp.wordpress.com/

Categoría: Estado español, Europa Etiquetas: