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Feb - 13 - 2015

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El 29 de enero, las tropas kurdas del YPG/YPJ[1] anunciaron la completa liberación de la ciudad de Kobane de las garras del “Estado Islámico” (EI), luego de 4 meses de asedio y durísimos combates. Luego de ello, avanzaron en la reconquista de gran parte de la periferia rural de Kobane, expulsando de ella a los agresores del EI.

El triunfo de Kobane tiene un valor estratégico hacia la derrota del ultrarreaccionario “Estado Islámico” en Siria.  Se trata del primer gran fracaso del EI en ese país, costándole miles de combatientes y sobre todo, poniendo fin a su aura de invencibilidad. Kobane puede funcionar en este sentido como una especie de “Stalingrado”, la batalla de la Segunda Guerra Mundial en la que los soviéticos quebraron la ofensiva nazi y cambiaron la ola de la guerra.

Más aún, el triunfo de Kobane abre importantes perspectivas en el terreno militar en el mediano plazo: la posibilidad de sellar la frontera turco-siria, cortándole al EI una de sus principales fuentes de soldados y de suministros. Y la posibilidad de reagrupar a las fuerzas opositoras a dicha organización (especialmente a las fuerzas árabes del “Ejército Sirio Libre” [2] y lanzar una ofensiva a gran escala en todo el norte de Siria para expulsar al EI de la región.

La derrota del Estado Islámico en Siria a manos de los kurdos y de los árabes que se oponen a las tiranías, tendría a la vez un enorme valor político. El EI se ha dedicado a masacrar al activismo democrático y laico (al igual que a las mujeres, las minorías religiosas y sexuales, etc.) en los territorios que llegó a dominar, cumpliendo una función contrarrevolucionaria[3].

Esta función fue aprovechada propagandísticamente por la dictadura de Al Assad para fortalecerse como supuesta “alternativa” frente a la barbarie y la tiranía religiosa. Una impostura cínica al extremo, ya que el régimen de Al Assad es el mayor masacrador de activistas, civiles, etc. de todo el mundo árabe: más de doscientas mil personas fueron asesinadas en manos del régimen o como producto de su política, y las cárceles sirias se encuentran atiborradas de opositores (muchos de los cuales son torturados hasta la muerte).

Es importante señalar también que al Assad no le impuso al EI ninguna derrota significativa en el transcurso de la guerra civil siria. Por el contrario, durante gran parte de ella le permitió crecer en importantes regiones del país, en una especie de “tregua de hecho”. El objetivo de ello era alentar que el EI funcionara como una especie de “cáncer” que devorara a las zonas opositoras desde adentro, dividiera a la insurgencia y horrorizara a la población civil. Esta estrategia le rindió inicialmente importantes frutos, llegando a desmoralizar a gran parte del activismo de la “Primavera Árabe” siria y contribuyendo a la asfixia de las brigadas rebeldes relativamente más “moderadas” y democráticas. Pero en términos estratégicos todavía está por verse su efectividad, especialmente si las fuerzas kurdas y rebeldes consiguen expulsar al EI de Siria.

En cambio, quien sí pudo infringirle esta importantísima derrota al EI es una fuerza político-social con un contenido muy diferente al de las decadentes tiranías árabes. Esto es lo que desarrollaremos a continuación.

La “revolución de Rojava”

Un aspecto central del triunfo de Kobane es quiénes son los vencedores de la batalla. Los kurdos de Kobane son parte de una experiencia política de mayor alcance, que abarca a todo el Kurdistán sirio (denominada “Rojava” por los kurdos).

La “revolución de Rojava” es un proceso de transformación social iniciado en 2012 en el marco de la guerra civil siria y de la “Primavera Árabe”. Cuando las tropas de Al Assad abandonaron la región, los kurdos tomaron en sus manos la administración y el control militar en ella.

En las zonas liberadas no solo establecieron el auto-gobierno de una minoría étnica oprimida, sino que avanzaron en importantes transformaciones en todos los aspectos de la sociedad. El aspecto más visible y remarcado de dicha experiencia es el protagonismo de las mujeres, que forman parte central de las milicias del YPG, y tienen además una milicia específica femenina, las YPJ. Las mujeres kurdas consideran su autodefensa como parte integral del programa de emancipación femenina frente a toda forma de opresión. Por eso han jugado un rol de primer orden en la expulsión del EI de Kobane, que las habría reducido prácticamente a la esclavitud.

Pero otros aspectos menos conocidos hacen a la forma de organización política y económica de Rojava. En ella se han establecido tres “cantones” o regiones autónomas (Kobane, Efrin y Jazira), cuyas constituciones establecen formas de gobierno de tipo comunales[4]: asambleas barriales, protagonismo de todo tipo de organizaciones populares, etc. Intentan poner en pie formas de “democracia desde abajo” que superen los límites no solo de las dictaduras, monarquías y teocracias de la región, sino también de las decadentes democracias liberales occidentales.

En el aspecto económico, la experiencia de Rojava apuesta por la formación de cooperativas de pequeña escala, que permitan organizar la producción y distribución en una región agraria y atrasada. En este sentido, los kurdos de Siria rechazan seguir una vía capitalista de acumulación. La renta petrolera es utilizada para financiar gastos sociales, de administración y de autodefensa.

En otros aspectos sociales, Rojava impulsa el laicismo (es decir, la no intromisión de la religión –cualquiera que ella sea- en la vida pública), la convivencia de los diversos grupos étnicos-nacionales-religiosos, la reformulación de la educación, entre otras medidas muy progresivas para la región.

En suma, se trata de una experiencia de enorme valor político, especialmente en el marco de la reaccionaria situación regional: mientras en todo Medio Oriente desfilan las dictaduras contrarrevolucionarias nacionalistas, el “fascismo” islamista, las monarquías petroleras o los desabridos “liberales” proimperialistas, los kurdos de Rojava revolucionan la sociedad desde sus cimientos en un sentido de emancipación de los explotados y oprimidos.

Por ello la defensa de Kobane frente al “Estado Islámico” no se trató solamente de la defensa de la autodeterminación kurda, y ni siquiera de la defensa universal de los valores de la democracia frente a la tiranía (lo que ya de por sí tendría un importante valor). Se trató de la defensa de una revolución social (aunque no obrera ni socialista, por sus protagonistas y su programa[5][5]) enormemente progresiva, frente a la barbarie contrarrevolucionaria.

El triunfo de Kobane, por lo tanto, tiene también un importante valor ideológico, que debe servir para impulsar la revolución de Rojava y “contagiarla” a los árabes y otros grupos étnicos-nacionales de Medio Oriente. El hecho de haber logrado lo que el régimen sirio nunca logró (ni intentó seriamente), la derrota del “Estado Islámico”, les da a los revolucionarios de Rojava un enorme prestigio para llevar adelante esta tarea. La expulsión del E.I de Siria, la derrota del régimen de los Al Assad y la transformación social desde abajo deben ir unidas de manera indisoluble, para comenzar a darle una salida histórica progresiva a la profundísima crisis de Siria y de todo Medio Oriente.

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[1].- YPG e YPJ son las siglas en kurdo de “Unidades de Protección del Pueblo” y “Unidades de Protección de las Mujeres”. Se trata de las fuerzas de autodefensa de las zonas kurdas autogobernadas dentro de Siria.

[2].- El E.S.L es un conglomerado de fuerzas insurgentes que se oponen al régimen sirio de Al-Assad, y también a la tiranía del “Estado Islámico” y otros grupos islamistas. Se encuentra en disgregación en la mayor parte de Siria, pero puede comenzar a reagruparse a partir de los éxitos de los kurdos  en el norte del país.

[3].- Gran parte de las zonas dominadas por el EI habían sido arrancadas previamente por los “rebeldes” sirios o por los kurdos de las manos del régimen sirio, y eran por lo tanto bastiones del activismo democrático antes de la llegada de la tiranía islamista.

[4].- No disponemos de reflejos directos sobre el terreno que permitan comprobar los verdaderos alcances de esta forma de organización, pero ya su mera formulación como programa es enormemente progresiva. Sería imprudente, sin embargo, dar por sentada su aplicación real y generalizada sin pruebas suficientes. Esto es especialmente válido en lo que respecta al funcionamiento interno de esos organismos de base, la existencia de un auténtico pluripartidismo que permita la libre lucha de tendencias en su interior, etc.

[5].- Por un lado, Rojava se trata de un conjunto de regiones agrarias y no industrializadas (ya que el régimen de los Al Assad rechazó cualquier posible desarrollo regional), lo cual lleva a la ausencia de un fuerte proletariado con rasgos propios. Por otro lado, el programa y la dirección de la experiencia son de un marcado carácter autonomista, con concepciones similares a las del EZLN mexicano.

Por Ale Kur, Socialismo o Barbarie, 12/02/2015

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