Mar - 16 - 2015

Las manifestaciones del domingo 15 de marzo reafirman que hemos entrado en una nueva situación que requiere de un esfuerzo de la izquierda por superar la inercia política, si no quiere ser superada totalmente por la realidad.

Los actos de la derecha movilizan a millones en todo el país

Se estima que alrededor de 2 millones de personas estuvieron presentes en los actos de oposición al gobierno. En los 26 estados, 160 ciudades y en algunas ciudades fuera del país, hubo manifestaciones que levantaron la bandera de la lucha contra la corrupción a Petrobras y el juicio político a Dilma Rousseff. Las grandes manifestaciones tuvieron lugar en varias capitales: datos de la Policía Militar (PM) – poco confiables – Dan cuenta de 80 mil manifestantes en Curitiba, 40 mil en Brasilia, 24 mil en Belo Horizonte y 15 mil en Río de Janeiro. En otras ciudades la concentración fue menor. En San Pablo fue la movilización más numerosa. Con una diferencia metodológica de conteo la PM dio 1 millón de personas y el Instituto Data Folha dio 210 mil. Estos actos, a pesar del pleno apoyo político, no fueron llamados directamente por los partidos de la oposición burguesa (PSDB o DEM), sino por las redes sociales a través de los movimientos neoconservadores llamados «Libre Brasil», «Ven a la calle» y otros. Es innegable la participación de los medios de comunicación, que han apoyando las convocatorias.

El domingo por la noche, después de las manifestaciones, dos ministros de Dilma Rousseff, Miguel Rossetto (Secretario General) y José Eduardo Cardoso (Justicia), convocaron para dar una conferencia de prensa sobre las protestas. El centro de las declaraciones fue decir que las manifestaciones provienen de sectores que no habían votado a Dilma, que el gobierno apoya las investigaciones de corrupción, que está abierto al diálogo con todos los sectores, que enviará al Congreso un paquete de lucha contra la corrupción y la impunidad. Al igual que el domingo pasado, cuando Dilma habló de la Red Nacional de Radio y Televisión, durante la rueda de prensa acontecían cacerolazos en varias ciudades. Ante el impacto de los acontecimientos, el lunes 16 la presidenta, después de un acto oficial para anunciar el nuevo Código Civil, dio una conferencia de prensa sobre el tema. Reafirmó el discurso de los Ministros del domingo y añadió que el ajuste fiscal era esencial para Brasil y que en breve anunciará medidas para luchar contra la corrupción.

La polarización política que tiene como telón de fondo el agotamiento del “pacto lulista”

La derrota de la huelga de los trabajadores del metro (subte), la dura represión policial de las manifestaciones en la Copa del Mundo y el proceso electoral, cumplieron el papel de enfriar las movilizaciones populares. Pero a pesar de la ofensiva del gobierno y la patronal contra los trabajadores durante el Mundial y que ganara Dilma de forma ajustadísima las elecciones, los problemas políticos sólo siguieron acumulándose.

Después de las elecciones, en las que el gobierno fue reelegido con un estrecho margen de votos con el argumento de que la oposición aplicaría políticas neoliberales, el primer paso del gobierno fue elevar la tasa de interés. Luego fue nombrado el famoso economista neoliberal Joaquim Levy como Ministro de Hacienda, quien anunció un paquete que restringe el acceso al seguro de desempleo, a la pensión por fallecimiento y otras prestaciones. Para completar la línea abiertamente neoliberal, el gobierno a fin de año recorto el 30% del presupuesto federal.

Además de los problemas económicos, el gobierno esta perdiendo sistemáticamente su base política. La recesión, junto con el alta inflacionaria y la devaluación, con un rápido crecimiento del desempleo[1], forman un componente potencialmente explosivo. Ahora, además de las denuncias de corrupción en Petrobras que afectan directamente a líderes del PT y la pérdida de control del gobierno en el Congreso, el gobierno se enfrenta a millones que piden su destitución en las calles.

Las manifestaciones del domingo fueron de una composición social de clase media, en su mayoría votantes de la oposición burguesa (en Data Folha de São Paulo los datos dieron que el 82% de los participantes votó por Aécio Neves en las últimas elecciones presidenciales) que fueron movilizados por el pedido de juicio político y con un programa conservador contra la corrupción.

Por razones obvias, los organizadores del 15M y los medios de comunicación querían darle un carácter «no partidista» a las manifestaciones. No hubo espacio para figuras de ultraderecha como el Sr. Jair Bolsonaro (PP), que fue abucheado y se le impidió hablar durante el acto en Río de Janeiro. Tampoco pudieron hablar otros representantes de los partidos burgueses.

A pesar del disfraz «democrático» y «en contra del gobierno», los acontecimientos del domingo llevan agua al molino del sector más conservador de la escena política nacional. También para fortalecer la línea del gobierno para imponer duras medidas contra los derechos de los trabajadores, como los recortes presupuestarios y el congelamiento de salarios de los empleados públicos. No fue casualidad que el centro de lo que dijo Dilma Rousseff en la conferencia de prensa del lunes fuera que la política de ajuste fiscal es crucial para el país. El gobierno, paradójicamente, se basa en las manifestaciones conservadoras para fortalecerse en el Congreso y aprobar el ajuste fiscal que, como se señaló anteriormente, tiene un carácter de clase centralmente anti obrero.

Romper la inercia de la izquierda socialista es decisivo

La coyuntura actual mantiene una preocupación importante, porque sin la intervención política de la clase obrera y la juventud existe el riesgo de que la situación de mayor polarización y politización abierta en junio / 2013 tienda a ser absorbida por la derecha. Esto, en nuestra opinión, es el principal problema que debe preocupar a la izquierda independiente.

Se pudo ver en las calles parte del fenómeno de las últimas elecciones, en las que el PT perdió apoyo electoral en todas las regiones de trabajadores. Sectores de la clase obrera descontenta también se manifestaron por las redes sociales y los medios para los actos del domingo pasado.

Por otra parte, desde el inicio del año una serie de luchas obreras se produce en todo el país. Podemos mencionar brevemente las huelgas, con ocupación parcial de las fábricas: VW metalúrgica (Sao Bernardo do Campo) y GM (São José dos Campos) en contra de los despidos masivos. Las huelgas y las luchas de los trabajadores de la construcción, huelga de profesores radicalizados de Paraná, la actual huelga de profesores de São Paulo, los barrenderos de Rio y otras luchas. Incluso en la manifestación en defensa de Petrobras y en contra de la acusación el pasado 13 de marzo fue laborioso para la CUT ocultar el descontento con las medidas de ajuste que el gobierno quiere imponer.

El problema que tenemos aquí es que a pesar de haberse movilizado la clase obrera, incluso utilizando métodos radicalizados de lucha, no tenemos todavía un instrumento capaz de organizar el descontento de las masas trabajadoras amplias y sectores populares con el gobierno por la izquierda, con un programa político independiente de los empresarios y del gobierno.

Lo dramático del momento actual es que en esta situación en la que las fuerzas reaccionarias pueden poner a millones en las calles, mientras la izquierda pone pocos cientos, no es por razones de orden objetivo, o por la derrota de la clase o de la falta de condiciones. Amplios sectores de las masas trabajadoras ya están en marcha contra los ataques de sus condiciones de vida: en las huelgas por empleo, salario o derechos. Por lo tanto, es necesaria la construcción de un espacio de movilización política que sea independiente de los empresarios y del gobierno. Un espacio que aglutine a los sectores que se movilizan y a los que quieren hacerlo, para preparar acciones políticas que puedan presentar una alternativa a los sectores de la clase obrera que están siendo disputados por la derecha.

La situación política tiende a dilatarse, no se visualiza una solución rápida para un lado ni para el otro debido a las condiciones económicas y políticas. La polarización entre el gobierno y la oposición de derecha marcará la escena política nacional en los próximos meses. Lo que no podemos permitir es que los trabajadores se encuentran atrapados o incluso siendo acorralados por el gobierno o por la derecha tradicional, sin una alternativa de clase que sea construida en una época de efervescencia de las luchas.

Las mayores organizaciones de izquierda como el PSTU y el PSOL, tienen una gran responsabilidad en la tarea de luchar por la construcción de una amplia alternativa de clase de los trabajadores y la juventud combativa. Tenemos que romper la inercia y tomar medidas concretas para este momento, el de crear un amplio frente de lucha y una plataforma política que represente los intereses fundamentales de la clase obrera.

No podemos pasar por alto lo que hoy es la Central Única de los Trabajadores que conduce la gran mayoría de los sindicatos y los sectores más importantes de trabajadores. En un momento de polarización por la derecha los trabajadores tenemos que exigir que la burocracia rompa con la política del gobierno y salir a defender los intereses de la clase. Sabemos que esta burocracia ligada al gobierno tendrá que dar alguna satisfacción a su base frente a los despidos, reducción de salarios y pérdida de derechos. Pero no hay que hacer un pedido diplomático a la CUT para movilizarnos contra los ataques, tenemos que hacer que este pedido directamente en su base, en las fábricas, en los lugares de trabajo y de estudio.

Es necesaria la creación de una herramienta para movilizar a las capas más amplias de trabajadores y jóvenes, para poder exigir a los principales sindicatos que luchen contra los ataques del gobierno. Para crear las condiciones necesarias y disputar desde las bases a la CUT y al PT; el CSP-Conlutas, la Intersindical y otras organizaciones independientes deben convocar a una reunión urgente para organizar un calendario de lucha y una plataforma política mínima como alternativa al avance de la derecha.

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[1] Las tasas de bajas desempleo fueron un pilar de apoyo del gobierno entre las masas trabajadoras.

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