Sep - 25 - 2015

(Extraido de http://www.npscostarica.com/2015/09/los-acuerdos-entre-las-farc-y-el.html)

 

El último acuerdo alcanzado entre las FARC y el estado colombiano probablemente sea un «parte aguas» en la situación política de la región. Las FARC, con el apoyo del gobierno cubano y venezolano, han obtenido una victoria política pues desde hace años vienen insistiendo en arreglar una paz que no les impida volver a la vida civil y -sobre todo- poder ser actores políticos en Colombia.

También para el gobierno colombiano es una victoria pues acalla a toda la oposición agrupada alrededor de Alvaro Uribe, que se ha opuesto a las negociación con la guerrilla.

Después de décadas de conflicto militar no va a faltar en Colombia quien, sin ser parte directo del conflicto, va a celebrar el acuerdo. Vivir en un estado de temor perpetuo no debe ser para nada agradable.

Entonces se podría pensar que el acuerdo es un punto de apoyo para una “nueva” Colombia y en muchos sentidos lo va a ser, una suerte de nuevo régimen político se podría abrir en la realidad colombiana una vez las FARC dejen las armas y se incorporen a la vida civil.

Sin embargo hay que hilar más.

De parte del gobierno colombiano se lleva adelante una orientación que viene de su amo perpetuo: el imperialismo norteamericano que, en manos de Obama, ha tenido una orientación para «normalizar» las relaciones políticas en la región, cuyos principales objetivos pasan por restaurar el capitalismo en Cuba concediendo derecho de existencia a los dirigentes burócratas cubanos, lograr una transición «sin sangre» en Venezuela y consolidar una especie de reforma democrática en Colombia. Obama quiere una dominación democrática de la región. La visita del Papa a Cuba/Washington se mueve, también, dentro de éstos márgenes de la política imperialista.

De parte de las FARC se consolida un proyecto político dentro del capitalismo colombiano, que está de la mano con el giro capitalista que ha tenido la dirección cubana en manos de Raúl Castro. Su objetivo consiste en que los viejos guerrilleros sean asimilados como parte del statu quo burgués, tal como logró el FSLN en Nicaragua o el FMLN en El Salvador.

Es así como detrás de los viejos revolucionarios guerrilleros aparece ahora el político democrático burgués.

Por supuesto, todo esto está por confirmarse aún. Falta unos largos meses donde otros actores procurarán intervenir en el acuerdo e incluso podrían tirarlo abajo. Por ejemplo las facciones más reaccionarias del imperialismo norteamericano, las autodefensas colombianas, la gusanería cubana, etc.

Lo que en todo caso queda absolutamente claro es que la victoria política que podría estar obteniendo el alto mando guerrillero ha tenido un precio muy grande.

Las FARC han intercambiado la victoria política por la estrategia de décadas: las principales guerrillas de la región se preparan para desaparecer. El método guerrillero, que implica toda una orientación estratégica es ahora dejado de lado.

Después de décadas de aislarse de las ciudades, de separarse de la clase obrera, se demuestra que el método guerrillero no permite alcanzar ninguna victoria que sea un paso adelante hacia el socialismo, sino que, a lo más que avanzó, fue consolidar un estado (¡en una isla!) que expropió burgueses pero no construyó el socialismo.

Las FARC, el FSLN, el FMLN ni siquiera llegaron a ello y se han conformado los últimos con administrar el estado burgués y la primera con ser una parte de él, un partido que tendrá que dar duras batallas para acceder a… dirigir el estado de la burguesía.

El fallo histórico de la estrategia guerrillera es ahora completo.

Tal y como hemos señalado en la Corriente Socialismo o Barbarie sólo la clase trabajadora, con sus partidos y sus organismos de poder es una alternativa de fondo al capitalismo.

Todos los experimentos políticos que no tengan como eje a la clase trabajadora han quedado condenados a la más triste historia: la pura administración de los negocios de la burguesía a través del control político del estado burgués.

Se mantienen en pie las guerrillas mexicanas, sin embargo lo más probable es que al menor movimiento de la clase obrera mexicana -enchalecada desde siempre por burócratas y representantes políticos de la burguesía o, en otros tiempos, los defensores de la URSS- esas guerrillas sean barridas de la región.

Es que en el fondo la proletarización forzada que el capitalismo ha hecho de millones de campesinos en la región le ha quitado el sustento histórico a las guerrillas. Entramos, de alguna manera, en una faceta en que se jugará en la región cuál es la estrategia política que deberán llevar adelante los revolucionarios en la región para luchar contra el capitalismo, una fase que será el día después del «comandante ordene», una suerte de redefinición estratégica de las jóvenes generaciones

Como militantes trotskistas estamos confiados en la potencia de nuestra teoría y por ello confiamos en que las nuevas generaciones encontrarán así un referente teórico que explique tanto los acontecimientos del siglo XX como los de inicio de siglo.

Después de ello, tendremos un partido para la revolución socialista.

Por Esteban Fernández, Socialismo o Barbarie, 24/9/15

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