Jul - 7 - 2016

“No dije que todo estaría resuelto en el segundo semestre” (Mauricio Macri)

En el comienzo del segundo semestre del año, el gobierno sigue dominando la agenda política. Desde la traición de la burocracia sindical, Macri se ha fortalecido. Goza de un amplio apoyo entre los de arriba (la patronal, Massa, el peronismo no K, el imperialismo y la burocracia sindical), al tiempo que entre los de abajo prevalece la fragmentación. Entre los trabajadores reina la confusión: hay preocupación por el costo de vida, pero el grueso de la clase obrera no ha pasado a la oposición.

Sin embargo, no todas son rosas para Macri. Uno de los temas más comentados los últimos días ha sido la desmentida de las promesas paradisíacas del equipo económico para la segunda mitad del año. El segundo semestre ya comenzó, y lo que se espera para los próximos meses es una profundización de la recesión: el producto caería en el 2016 entre un 1 y 2%; una dinámica comenzada bajo los K, pero consolidada por el actual gobierno.

¿Cristina presa?

Los últimos días han seguido dominados por las tribulaciones judiciales de los ex funcionarios K. Lázaro Báez sigue preso, José López también, De Vido ha sido citado de declarar. Además, acaba de ser extraditado al país (luego de una ardua negociación con el gobierno) el narcotraficante y presunto asesino Pérez Corradi, quien ha prometido que hará “explosivas” denuncias del gobierno anterior…

El interrogante más importante es si Cristina Kirchner irá presa, tal cual denuncia ella que sería la intensión del gobierno. A decir verdad, la causa que le sigue Bonadío por los dólares a futuro es la más endeble de las que se le siguen. Es una causa demasiado politizada donde ella podrá fácilmente argumentar que se trató de una medida de política económica para mantener controlado el tipo de cambio.

Pero la ola de las acusaciones la está impactando en hechos mucho más graves: la evidencia del cobro de retornos por obra pública. Es visible su enriquecimiento al calor del poder: 25 años continuados de gestión al frente de la municipalidad y la gobernación de Santa Cruz sumados a los gobiernos nacionales de los dos esposos, el carácter de testaferros de Báez y tantos otros personajes que hicieron el recorrido de mendigos a millonarios de la mano de los K.

De todos modos, no está claro que meterla presa sea del interés de Cambiemos; el juego que les conviene es el de mantener la polarización sin que la sangre llegue del todo al río. Es que el gobierno podría estar jugando con fuego: el precedente de una ex presidenta presa –que por lo demás entregó el país en orden y dirige todavía un importante movimiento político– tendría consecuencias impredecibles. Si en estos momentos la campaña “anticorrupción” se dirige contra los K, casos como los Panama Papers podrían demostrar frente al amplio público que ninguna de las fuerzas patronales tiene las manos limpias…

Por ahora las cosas aparecen más controladas que en Brasil. En el país hermano las acusaciones de corrupción están fuera de control: afectan de manera indiscriminada a todas las fuerzas patronales. Puede haber presos de un lado, pero también del otro. Dilma Rousseff enfrenta un juicio político que apunta a dejarla fuera del poder. Milton Temer, hoy al frente de un gobierno provisional, también podría ser afectado por las denuncias de corrupción (obligándose en ese caso a convocar a elecciones anticipadas).

La diferencia entre Argentina y Brasil es simplemente política: mientras en la Argentina Macri fue consagrado presidente antes de que estallaran los casos de corrupción, la transición gubernamental en Brasil no está resuelta; de ahí que el proceso político se desarrolle de una manera mucho más traumática. 

Por ahora, la “coyuntura judicializada” le sirve a Macri para legitimarse. La reducción de la política a un mero hecho “criminal” lo beneficia en su objetivo de despolitizar los asuntos: gobernar sería un acto puramente “técnico”; las cosas son así y no podrían ser de otra manera, la política es “sucia”, la gestión no.

Por ahora Macri puede festejar: la desbandada de los K (¡que no impide que Cristina afirme que “desea que al gobierno le vaya bien”!), así como la borrada olímpica de la burocracia sindical, le han dejado el campo abierto. Ejemplo de esto último lo podemos ver en la reciente movilización del SMATA, que llevó al Congreso a miles de trabajadores del gremio mecánico para realizar un acto –¡no una jornada de lucha!– en apoyo a una ley patronal defendida por el oficialismo: créditos impositivos para las terminales que utilicen más autopartes producidas en el país.   

La falta de plan estratégico

Sin embargo, decíamos al comienzo de este editorial que no todas son rosas para Macri. Llegó el segundo semestre y la economía no hace más que deteriorarse. El país está en recesión, la inflación no se modera (el propio Prat Gay, que solo meses atrás afirmaba que no iba a pasar el 25% este año, ahora reconoció que estará en alrededor del 42%), los empresarios comienzan a hablar de que el dólar estaría nuevamente “atrasado” y los despidos están llegando a los niveles que el gobierno desmentía cuando estaba en discusión la fallida ley antidespidos.

Ahora resulta que el INDEC ha reconocido que hasta mayo se registraron 40.000 despidos en el sector privado formal. Pero esta medición no tiene en cuenta los despidos en el sector privado informal, ni suman los del sector público. Todo junto supera ya largamente los 100.000 despidos que denunció oportunamente nuestra compañera Manuela Castañeira en varios programas de TV. Con la profundización de la recesión en el segundo semestre, seguramente los despidos se multiplicarán.

Pero el principal problema viene de la falta de estrategia económica por parte del gobierno. Durante la década kirchnerista, el aumento de los precios de las materias primas, sumado a la bonanza de la producción automotriz, fueron los factores dinámicos de la economía. ¿Cuáles serán los factores económicos dinámicos bajo Macri? El campo se está recuperando, pero de todas maneras no atañe más que al 15% de la economía (además, las materias primas han recuperado en algo sus precios, pero no llegan a los récords de sus mejores años anteriores). De la producción automotriz mejor no hablar: ¡no se espera que Brasil se recupere ni siquiera en el 2017! Tampoco se puede hablar de un despegue hidrocarburífero: el petróleo se recuperó en algo, pero no lo suficiente para explotar los yacimientos no convencionales de Neuquén en los que tantas esperanzas se cifraban.

De ahí que el gobierno diga que su apuesta es la llegada de inversiones extranjeras y en la infraestructura. Pero aquí hay enormes falacias. En materia de inversiones productivas (las financieras pueden llegar, pero son pan para hoy y hambre para mañana), una cosa ya está clara: los empresarios han dicho que podrían llegar “cuando la confianza en el nuevo gobierno se asiente”, cuando no queden dudas acerca de la “estabilidad de los asuntos”. No son marxistas, pero tampoco comen vidrio: quieren pruebas en la lucha de clases: que la Argentina deje de ser un país movilizado. Volveremos más abajo sobre esto.

Por otra parte, las inversiones en infraestructura son de largo aliento. Se las llama inversiones de “capital social general”: hacen a la reproducción capitalista de conjunto de la economía. Pero por eso mismo requieren de enormes sumas de dinero que retornan a lo largo de muchos años. De ahí que en general, en este tipo de inversiones tenga mucho peso el Estado. Pero el Estado argentino –un Estado débil de un país dependiente– no está en condiciones de afrontar este tipo de gastos estratégicos: ¡no ocurrió bajo los K, menos ocurrirá bajo Macri!

De esta manera se agotan los factores dinámicos de la economía. Queda solo uno del cual Macri está haciendo uso discrecional: el endeudamiento externo del país. Es verdad que los K dejaron la Argentina con un bajo nivel de deuda. Lo hicieron pagando 200.000 millones en dólares contantes y sonantes a los acreedores internacionales (“comprando soberanía” dijeron…). Ahora resulta que Macri puede usar esto a su favor volviendo a hipotecar el país, reiniciando un nuevo ciclo de endeudamiento.

Ahí comienza y termina todo su “arte” en materia económica. Difícilmente Macri encuentre otro factor dinámico en lo inmediato, sumado esto a la incertidumbre que reina en la economía mundial, multiplicada por el Grexit. Un nuevo ciclo de endeudamiento que, a mediano plazo, colocará al país frente a la eventualidad de una nueva bancarrota.

Es hora de superar el posibilismo

Mientras por arriba los sectores dominantes están unidos en su apoyo al gobierno, por abajo domina la fragmentación de las luchas. Luego del arrugue de la burocracia, los sindicalistas se dedicaron a firmar paritarias por separado. Casi no hubo conflictos. Se firmó en varios casos un poco por arriba de lo que el gobierno quería inicialmente, pero en definitiva por debajo de la inflación real que se proyecta para el año.

Cuando la movilización del 29 de abril, porciones de los trabajadores comenzaban a sacar conclusiones contra Macri: se decía que se iría en helicóptero y eso era bastante plausible: un paro general contundente a solo pocos meses de asumir lo hubiera colocado contra las cuerdas. Pero los sindicalistas le salvaron la vida, y el creciente ánimo contra Macri comenzó a diluirse.

Así las cosas, la situación entre los trabajadores es contradictoria. Un dato fundamental es que no ha habido grandes derrotas, más allá del aumento del desempleo y de la caída del salario real, procesos que se han ido imponiendo por “acumulación” pero sin la magnitud suficiente para significar un retroceso de envergadura. Prueba de lo que señalamos es que el protocolo contra la protesta no ha podido implementarse todavía. No lo decimos nosotros: lo afirman los empresarios, que para otorgarle confianza plena al gobierno quieren ver una caída cualitativa en el nivel de conflictividad social.

Por el otro lado, si bien entre los trabajadores crece la preocupación por el deterioro del nivel de vida (la conversación en todos lados es el aumento de los precios y que el salario no alcanza), al mismo tiempo no se puede decir que hayan sacado conclusiones de conjunto: la clase obrera no se ha pasado aun a la oposición a Macri. De ser esto así, la dinámica política del país sería muy distinta de la “calma chicha” actual.

En todo caso, donde el proceso político es más rico para la izquierda es entre las porciones de las clases medias progresistas y la juventud en crisis de confianza por la bancarrota moral de los K.

Estos sectores rechazan claramente al gobierno reaccionario de Macri. Pero al mismo tiempo escuchan a Cristina decir que “quiere que le vaya bien a Macri”, no ven al kirchnerismo mover un dedo contra el gobierno, al tiempo que rechazan la idea de que, en fin, los K “robaron pero hicieron”…

La semana pasada, emitimos una carta abierta de Manuela Castañeira que impactó entre amplios sectores, razón por la cual comenzaremos a volantearla en los lugares de trabajo, barrios, colegios, universidades, etcétera, planteando que frente al gobierno empresarial y la dramática crisis K, es hora de girar a la izquierda.

Nuestras tareas

Lamentablemente, una parte de la izquierda no está a la altura de las circunstancias. El FIT se dedicó a hundir el encuentro de Racing a comienzos del año, colaborando de esta manera a la fragmentación de las luchas. Algunos de sus integrantes “teorizan” ridículamente contra la unidad de acción en las luchas; otros autoproclaman sus “verdades” en vez de establecer un diálogo fraterno con aquellos sectores que pueden estar evolucionando hacia la izquierda.

Por nuestra parte, opinamos que todavía la coyuntura no está del todo decidida. La actividad de la izquierda seguirá siendo de “doble carril”: apostando a una recuperación de las luchas en los próximos meses mediante el planteo de la necesidad de realizar una jornada nacional de lucha organizada desde abajo. Pero también dando pasos preparatorios en el terreno político electoral, como es en nuestro caso la tarea de la defensa de nuestras legalidades.

Parte de estas actividades, que incluyen la consolidación de toda una nueva camada de militantes en el partido, es la organización de una Jornada del Pensamiento Socialista el domingo 14 de agosto en el Hotel Bauen, a la que invitaremos a participar ampliamente, no solamente a nuestros amigos y simpatizantes sino a amplios sectores de la juventud, del movimiento de mujeres y de trabajadores.

Nuestra principal tarea será, como siempre, estar alertas para impulsar cada lucha que se desarrolle; pero también redoblar la pelea por una alternativa socialista contra el gobierno reaccionario y frente a la bancarrota del posibilismo capitalista K.

Por José Luis Rojo - Editorial SoB n° 387, 7/7/16

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