Dic - 31 - 2016

El primer año del gobierno de Cambiemos con el Ingeniero Mauricio Macri a la cabeza, termina con claros signos de crisis en su interior en medio de un creciente descontento popular. El repentino despido de Alfonso Prat-Gay al frente del ministerio de Hacienda, así como el no menos inesperado alejamiento de  Isela Costantini de la presidencia de Aerolíneas Argentinas, son la expresión de esta crisis y de los problemas que se vienen acumulando a un plan de ajuste que aunque con muchas dificultades se vino desarrollando durante este año. La expulsión de la primera figura del equipo económico no es un dato menor que se pueda disimular mediante frases livianas respecto a problemas de “carácter” o de “entendimiento”.

Prat-Gay era el niño mimado de establisment económico: fue el responsable de la devaluación de fines del año pasado con el objetivo de levantar el llamado cepo cambiario; de la baja de impuestos a la renta agraria y minera; y de la negociación con los fondos buitres, la que concluyó con el pago en efectivo de 10.000 millones de dólares a los usureros imperialistas. Para poder llevar acabo toda esta trasferencia de recursos en beneficio de los sectores más concentrados de la economía y del imperialismo, Alfonso Prat- Gay endeudó al país en la majestuosa cifra de 30.000 millones de dólares, impulsó junto con todo el gobierno PRO el aumento de tarifas a los servicios públicos y el transporte, y como frutilla del postre permitió la mega estafa del blanqueo de capitales: un regalo de navidad para la burguesía argentina caracterizada por ser una banda de vaciadores, evasores y estafadores. Todo esto en solo un año.

Este despilfarro de recursos en beneficio de unos pocos tuvo como contrapartida una inflación del 43% anual, una caída de la economía del 4,7% producto de una recesión que aún no tiene fin, una pérdida del salario real del 10%, así como un salto en el nivel de desocupación entre los trabajadores registrados, y peor aún entre quienes se encuentran en negro. Todo esto no pudo tener otra consecuencia que un criminal incremento en los niveles de pobreza que afectan a millones de personas.

Si este presente económico es malo, el horizonte que se presenta es peor. La fragilidad económica en que se encuentra la Argentina se ve empeorada por la situación internacional. La económica mundial viene arrastrando penosamente desde hace ocho años una larga recesión a la cual no se le ven signos de revitalización. A esta larguísima letanía, se le suma la llegada de Donald Trump a la presidencia de EE.UU., quien amenaza con aplicar una serie de medidas de proteccionismo imperialista las cuales de realizarse, al menos en parte, complicarán aún más la situación de los países como el nuestro. Este marco internacional pone grises nubarrones en el horizonte económico argentino: la tan proclamada “lluvia de inversiones” que nunca llegó, difícilmente riegue estas praderas; y el endeudamiento público (principal vía de ingresos de dólares al país) se encarecerá. A pesar de que continuará con su política de endeudamiento descarado, el gobierno necesita avanzar con más ajuste para bajar drásticamente el déficit y el gasto estatal. Los encargados de llevar adelante esta nueva etapa de su plan son las nuevas “adquisiciones” del equipo económico: Dujovne en Hacienda y Caputo en Finanzas. Así se desprende de las indicaciones que el mismo Macri viene dando en los últimos días en dirección a un achicamiento en los gastos de casi todos los ministerios y dependencias nacionales.

Parte de esto ha sido la política de vaciamiento del CONICET en donde le negaron el ingreso a la carrera de investigación a 508 científicos (conflicto que permanece abierto), quienes oportunamente se vieron obligados a tomar las sedes del Consejo e hicieron sentir la fuerza de las trabajadoras y los trabajadores. Lo mismo está ocurriendo en estos momentos en el Ministerio de Educación de la Nación, en donde los trabajadores han decidido tomar las instalaciones del mismo en protesta por el despido de 3000 trabajadores relacionados con los programas de formación docente. En estos y otros hechos se ven dos cuestiones que se combinan; el intento del gobierno de avanzar con el ajuste y la decisión y lucha de miles que lo hace a veces retroceder, aunque en ocasiones sea parcialmente a causa de las direcciones sindicales que no están a la altura de lo que hace falta. No es casual que a 15 años del Argentinazo, el régimen y sus medios afines hayan mostrado preocupación y temor porque, a futuro, situaciones así se repitan. Saben que la población trabajadora tiene disposición de lucha y que nada para ellos será fácil.

El cambio ministerial en economía es una constatación de que el plan de ajuste está en problemas, debido a que ha costado que pase por la resistencia social, y a la vez de que Macri va a intentar avanzar con la mayor fuerza que pueda porque no tiene otro camino; habrá entonces un trato más duro con los trabajadores y sectores populares. Durante todo este primer año, Macri ha intentado aplicar su política de ajuste pactando con dirigentes sindicales traidores, con organizaciones sociales orientadas por la iglesia que le dieron aire al gobierno y con la oposición política patronal, que apoyó sin tapujos la “gobernabilidad” del régimen, dándole la espalda a los intereses de los trabajadores y el pueblo en general. Ahora el gobierno seguirá apoyándose en estos sectores, que le son cómplices (incluyendo en esto los K, aunque posen de opositores), y a la vez tratará de avanzar aún más en un ataque directo en el que los diversos pasos del brutal plan de ajuste del gobierno de los CEO ponen su centro en el achique del Estado mediante despidos y la rebaja de salarios, y en una subejecución de las ya ajustadas partidas presupuestarias. Todo como parte de un ataque al salario y las condiciones de trabajo de todos los trabajadores; es decir, también en el sector privado, donde el gobierno quiere satisfacer los reclamos empresariales de “bajar el costo laboral”, poner en discusión los convenios colectivos de trabajo, considerados “obsoletos”.

Debido a esto, será muy necesario que las trabajadoras y los trabajadores endurezcan sus métodos de lucha, confiando sólo en sus propias fuerzas y en sus decisiones democráticas, superando la complicidad de direcciones traidoras o vacilantes. No ponemos ninguna confianza en la CGT, que traicionó su compromiso de convocar al paro general a lo largo del 2016; ni en las CTA, que tampoco han estado a la altura de la respuesta al ajuste que hace falta, como quedó claro en sus principales gremios: docentes y estatales.

Frente al ajuste que viene, tenemos confianza en los miles y miles de trabajadores, mujeres y en la juventud que han luchado en diversas formas durante el 2016, y que seguramente saldrán de nuevo a la calle en este año que comienza. Sobre esa base, insistimos en la necesidad de masificar y endurecer los métodos de lucha desde abajo y apoyar e impulsar más que nunca la democracia de las bases, proponer la más amplia coordinación de todo el sindicalismo clasista y trabajar por imponerle a los dirigentes sindicales entreguistas la convocatoria urgente a un paro general que le pare la mano al gobierno reaccionario de Macri, como lo planteamos en el acto unitario del 20/12 en Plaza de Mayo. El compromiso de nuestro frente es impulsar y apoyar con toda nuestra fuerza cada una de las luchas en curso y de las que vendrán los próximos meses.

Al mismo tiempo, todo esto muestra la necesidad imperiosa de fortalecer una alternativa política independiente y de izquierda para que la crisis la paguen los capitalistas peleando por el rechazo a los despidos, el pase a planta de todos los contratados en el Estado, la reapertura de paritarias con salarios acordes a la inflación indexados trimestralmente, la defensa de los convenios y el rechazo a los aumentos por productividad, la nacionalización de la banca y el comercio exterior, el no pago de la deuda externa ni la toma de nueva deudas con organismos internacionales de crédito, la anulación del impuesto al salario y del IVA a los productos de la canasta familiar, el cobro de fuertes impuestos a los grandes empresarios y corporaciones, el fin de los negocios de las concesiones privadas y la reestatización bajo control de los trabajadores y usuarios de todos los servicios públicos, del petróleo y de todas las riquezas energéticas y estratégicas, y aumentos urgentes en los presupuestos de salud y educación pública, en vivienda y planes de trabajo genuino. Con estas y otras medidas en igual sentido se puede salir de esta crisis.

Para estas tareas de lucha y con estas propuestas nuestro compromiso desde IZQUIERDA AL FRENTE por el socialismo, es trabajar con la más amplia unidad de acción en la calle contra el ajuste macrista.

Mesa Nacional de IZQUIERDA AL FRENTE por el socialismo, 30 de diciembre de 2016

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