Jun - 8 - 2017

El fin de semana del 27 y 28 de mayo se realizó un Plenario Nacional de Cuadros de nuestro partido donde se resolvió el giro 180 grados a la campaña electoral con el objetivo de quebrar las PASO proscriptivas. Presentamos a continuación el cierre del punto político.

Voy a intentar resumir algunas cuestiones. Hay algunas cosas que son de orden, aunque la parte del análisis no la voy a desarrollar. Hay una cuestión que es irreductible, que es hacer la experiencia. Aunque uno se ponga ansioso, nervioso. Es como que haría falta un micrómetro, un calibre para medir el “espesor” de los interrogantes políticos que deparan estas elecciones. ¿Quién va a ganar las elecciones? No sabemos, es complejo. El problema es que vota todo el mundo, la estadística es infernal, mucho más difícil que cuando se trata de entidades más concretas como son las luchas. “En mi trabajo reflejo esto”, “en mi trabajo esto otro”… Todavía no podemos trazar una “estadística” de experiencia del partido, porque no es lo suficientemente sistemática, recién estamos comenzando la campaña electoral.

El solo hecho que no podamos decir quién va a ganar las elecciones ya nos presenta un problema. Porque es muy difícil. No es solamente que nosotros no sabemos quién va a ganar las elecciones. Nadie sabe quién se impondrá; este es uno de los condimentos principales de la actual coyuntura política.

Entonces, la “medida” y el “ancho” de la vacancia política remite al propio curso de desarrollo de los últimos meses, a una serie de fenómenos que es difícil establecer; aunque algunos compañeros dijeron que se trata de un fenómeno más general, incluso que remite a algo más concreto que es la bronca contra el gobierno por la situación de la economía.

¿Por qué hablamos de vacancia política? Es un fenómeno universal. Voy a mezclar reformistas y revolucionarios. Hablamos de Sanders, hablamos de Corbyn. Son burgueses, reformistas. Hablamos de Pablito Iglesias de Podemos, recontra reformista. Pero hablamos de ellos porque reflejan distorsionadamente un fenómeno más general.

Ese fenómeno que en USA, Gran Bretaña, España, se canaliza de manera reformista; que expresa una dinámica progresiva pero todavía sin real radicalización.

Pero en la Argentina lo específico es que una parte de este fenómeno –que es mundial- lo está agarrando la izquierda roja. Una parte menor, claro está, porque la gente que recién nombré tienen porcentajes de votos de dos dígitos (agreguemos aquí también a Melenchon de Francia).

Un compañero recién decía que no veía mucha vacancia en la Argentina, que la izquierda podría sacar “el 5 o 10%”… ¡Por favor! ¡Si sacamos el 10% entre toda la izquierda nos agarramos una borrachera general! En Argentina, el trotskismo no tiene tradición ni del 1,5%. En la Argentina del peronismo, el que opacó la experiencia del anarquismo, del socialismo, del Partido Comunista de la primera mitad del siglo pasado, que se hable que la izquierda tiene un 4, 5 o 6%, es muy grande.

No hay esa tradición; no es un país de tradición socialista. Es un espacio de representación política, de vacancia, de crisis de alternativas que tiene su importancia. ¿Pero cuánto va a tener? No sabemos. Por eso les señalo un parámetro: hay que ir a hacer la actividad, la experiencia de la campaña electoral, y ahí podremos ponerle realmente medida a las cosas; a priori lo que está claro es que existe una vacancia masiva en la juventud, que ahí hay que apuntar nuestros principales cañones: a la juventud trabajadora y estudiantil además de los trabajadores en general y el movimiento de mujeres y todo el universo de votantes que van de la centro izquierda hacia la izquierda y el universo mismo de la izquierda.

Quiero colocar dos ideas más en este punto: el Plenario sirve para armar una especie de “organigrama de interrogantes”: hagamos la experiencia de la campaña y empecemos a “tildar”. El debate llega hasta acá. No podemos resolver todos los interrogantes –incluso los interrogantes que tiene la propia burguesía- con la estadística de un partido pequeño que todavía no se ha lanzado a pleno a la campaña. Seguramente podemos discutir mil veces mejor una huelga, un paro general, el #NiUnaMenos, la elección docente. Obvio, son unidades más concretas donde el partido interviene. Las elecciones es muchísimo más complejo porque los procesos políticos son más mediados y la “muestra” es muchísimo mayor: Engels decía que las elecciones son una “estadística política” que miden de manera “estática” el fenómeno dinámico de la evolución política de la sociedad.  Pero para adelantar algunas precisiones se trata justamente de largar la campaña, de ver qué “reflejos” nos devuelve la misma.

Lo segundo que es fundamental, también es una cuestión de método, y es que por la suma del conjunto de determinaciones que están en obra, es factible que el partido haciendo campaña electoral produzca una modificación en la realidad.

Por ejemplo, a priori, en el Gran Buenos Aires, a Manuela recién la comenzamos a “instalar” y sin embargo parece haber ya un “piso” de cierta importancia. El tema es que es muy factible, y eso lo vamos a verificar en la experiencia real, que si el partido sale con todo a la campaña, haga una diferencia.

Después hay que identificar tres o cuatro definiciones claras. Una objetiva muy importante: hay bronca. Posiblemente también confusión. Pero hay una especie de desengaño entre los trabajadores en la expectativa “boba” de los globitos amarillos. R. lo dice de manera brutal, pero es real. Hay bronca porque Macri les pinchó el globo. Y hay un dato que decían varios compañeros. ¿Se traduce esta bronca en apatía política? Tengo muchas dudas. ¿Se traduce en desmoralización? Tengo dudas. Más bien me parece que es una bronca activa, aunque no se traduzca todo el tiempo en movilizaciones, ni todos se movilicen, obviamente.

No es casual que hayan estado las jornadas de marzo, abril y mayo. Porque hay veces que la bronca que se traduce en apatía, es pasiva. Pero el país no viene pasivo, y no siento que haya un clima de derrota. Hay una bronca que se expresa de manera muy ciega, quizás. No se expresa con conclusiones más claras; mucho menos con radicalización política. Es como decir: “qué porquería que es esto”, se expresa ciegamente.

Hay bronca y no hay apatía política, sino condiciones dinámicas, aunque sea medio “ciego”. Porque no hay radicalización política, aunque hay un “espacio” para la izquierda. También por eso cuesta que se acumulen las experiencias más allá de las nuevas generaciones, militantes, etc., porque no están todavía las conclusiones de las cosas.

Eso número uno. Es una definición que coloca el interrogante vacancia política versus polarización. Y que se resuelve con otra definición: que hay que hacer un giro, compañeros. Sería ciego, sordo y mudo no combinar el ataque a Macri con “fusilar” al kirchnerismo, porque te va a correr por “izquierda”. “El kirchnerismo lucha contra el ajuste”, dice Cristina. ¿Dónde? Eso es un elemento nuevo del plenario. Como elemento objetivo, el kirchnerismo te plantea un problema terrible. La campaña tiene elementos “ni-ni” en el sentido de que gobierna Macri y tiene unidad burguesa; te lo plantea en el sentido de la independencia de clase, de denunciar la falsa “oposición” K, es una campaña de clase.

Como campaña de independencia política es contra los dos sectores políticos burgueses. Porque el empresariado está con Macri. Pero el kirchnerismo se postula para volver a ganar sus favores y, además, es un formidable adversario político. No es que cogobierne; eso es una estupidez. El macrismo no necesita por ahora ningún cogobierno, aunque lo de Santa Cruz es muy ilustrativo de que sí necesitan “cogobierno” los K; fue muy interesante la intervención del compañero de Río Gallegos.

La campaña es de clase siempre por principios. Pero además tenés que pegarle al kirchnerismo, no hay ninguna duda. Todos los periodistas que estaban sentados con Cristina el otro día, son los mismos que reciben a Manuela en sus programas. Saben que Manuela es de izquierda ¿Pero imagínensela sentada con Víctor Hugo y no darle palos al kirchnerismo? Si hoy criticás a Macri y no le pegás a Cristina, hacés campaña para Cristina.

Así de concretas son las cosas. Y para criticar a Cristina va a haber que “agitarse”, y no por abajo sino por arriba. Manuela empezó a twittear contra Cristina y toda la chorrera de simpatizantes K empezó a decir “Manuela, te equivocaste en esta”…

Por eso la campaña es anticapitalista. El perfil anticapitalista se concreta a partir de ofrecer una alternativa al neoliberalismo de Macri y el capitalismo “progresista” de Cristina. Cristina se presenta “contra el ajuste”, para “ponerle un freno en el Congreso”, ¡que pícara! Se presenta como “anti-neoliberal”, total no tiene que gobernar, es gratis.

El anticapitalismo es la única manera de correr por la izquierda a Macri y a Cristina simultáneamente. Hay una alternativa desde los trabajadores, las mujeres y la juventud. Una alternativa global para una discusión global. Porque el debate planteado en la campaña: “el mañana versus el pasado”, “parar el ajuste en el Congreso”, etcétera, los propios candidatos burgueses lo plantean como global; ¡la izquierda revolucionaria no puede quedar detrás de esa globalidad!

Por eso el Plan B es global. El Plan B es global y no es sólo parlamentario, aunque pueda tener una faceta parlamentaria, proyecto de leyes, etcétera. Porque es un plan que sólo se puede imponer mediante la lucha. Y que además puede tener expresiones de propuestas.

No está nada claro que el PTS y el PO presenten un programa global. Capaz que sí y me equivoco. Lo de las 6 horas es muy simpático para la juventud, pero no es un programa global. Lo de programa global tiene tradición en el marxismo. El marxismo dice lo siguiente: cuando no podés presentar una alternativa de clase global, de gobierno de los trabajadores, porque es abstracto, porque no está planteando colocar el abajo el gobierno actual, el gobierno burgués, presentás un plan global que sea un sucedáneo de un gobierno de los trabajadores. La idea tiene esa profundidad. El plan de emergencia económico-social es el sucedáneo de un gobierno de los trabajadores en condiciones de estabilidad. Porque en la Argentina, a pesar de todos los pesares, hay por ahora condiciones de estabilidad.

Otra cuestión. El planteo pedagógico de M. de contraponer “Plan A” y “Plan B”. El Plan A es el de ellos, el de Macri y Cristina, que igual tienen matices, obvio, aunque no son diferencias de clases: son distintas maneras de defender a los capitalistas.

Por ejemplo: en su entrevista televisiva Cristina defendió el impuesto al trabajo. Ese es un punto clave: tenés que agarrar ese ángulo y mostrar cómo Cristina defiende a los capitalistas. Plan A / Plan B es pedagógico, hay que ver cómo lo armamos. Después tenés el tema mujer. Las Rojas tienen su conocimiento público, su enorme instalación, hay que ver cómo se aprovecha en la campaña, tiene su especificidad en la vida del partido. Aparte es un tema transversal que afecta a todos los sectores, no sólo a las mujeres de vanguardia.

Y a no olvidarnos de la juventud, de la juventud trabajadora, cuestión a la que debemos darle inmensa jerarquía en la campaña que se viene.

Quiero agregar una cosa que no está dicha: el tema de la burocracia sindical. Es fundamental, porque une el tema electoral con la lucha de clases. Hay que hacer una campaña específica que desarrolle el odio contra la burocracia, porque ese es un factor dinámico entre la clase trabajadora y la juventud trabajadora. Hay que agarrar con todo el tema de la burocracia sindical. Manuela lo sabe agarrar bien.

Después está el tema del FIT. La campaña arranca de lo general pero es muy factible que tengamos que hacer un material específico para el FIT porque, ubicado en su lugar, tenés una doble pelea. Es contradictorio porque una de las cosas que le vas a decir al FIT es: “¿quién no quiere la unidad?” en la izquierda clasista, porque no queremos la unidad con cualquiera.

Y lo vas a correr por otro tema de concepción: que los tipos dividen todo: colocan siempre a la secta y el mini-aparato por encima de la lucha de clases. Entre otras tantas cosas por eso la izquierda tiene que renovar sus fuerzas; porque el FIT es menos que una cooperativa electoral: un armado que profundiza sus rasgos oportunistas al servicio de una construcción de sectas.

El frente con el MST. Hay una cosa que ya estamos haciendo y otra que no. El frente con el MST, en tanto experiencia de unidad y frente único en la vanguardia, lo estamos aprovechando muy bien: con declaraciones políticas que nos colocan en un escalón superior al FIT, con columnas conjuntas, en general muy buenas. Muy bien con el cartel frente a AGR, etcétera.

¿Qué es lo que todavía no sabemos hacer? Campaña electoral. No es fácil. Estamos siendo muy cuidadosos. El MST viene muy desprestigiado. El nuestro es un frente electoral: algo más que una cooperativa electoral. Pero existen diferencias profundas y no aspiramos a una unidad que vaya más allá. Queremos tener puras ganancias y nada de pérdidas ¿Cómo lo hacemos? Bueno, ese es el desafío. De ahí que prefiramos ser cuidadosos.

Existe una última cuestión que es a dónde dirigimos la campaña, política y orgánicamente. La llevamos a Manuela a provincia porque es el distrito más estratégico, es una decisión audaz. Una compañera joven que puede establecer un diálogo con amplios sectores de los trabajadores.

Creo que en el partido todos estamos entusiasmados. Es una pelea dificilísima. Pero avanzamos kilómetros en la instalación de Manuela y lo hicimos sin tener cargos parlamentarios, lo que le otorga más mérito a la cosa. Ahora salimos con todo a la campaña electoral, a una campaña electoral que combinará criterios constructivos y electorales: ampliar el radio de acción del partido y sacar votos. Agitar, aprender a realizar un diálogo mucho más amplio y construirnos en donde no estamos, salir de la campaña de las PASO con un partido más grande.

Y agarrar con todo la definición de que el partido puede hacer la diferencia; si las condiciones objetivas están, si el voto para la izquierda no se reduce; si, incluso, llegara a ampliarse por el carácter de elección de medio término en relación a una presidencial, es factible quebrar el 1.5%, repartir en alguna proporción los votos de la izquierda con el FIT, romper su monopolio artificial y electoralista sobre los mismos y abrir un nuevo capítulo en la historia de la izquierda y el partido; un nuevo capítulo electoral, lo que es algo muy importante pero táctico, al servicio de un nuevo capítulo en lo que es más estratégico e importante: la construcción orgánica del partido entre franjas más amplias de los trabajadores y la juventud.

¡Pero para esto ahora hay que jugarse a quebrar las PASO!

Muchas gracias compañeros.

Por Roberto Sáenz, Cierre del Plenario Nacional de Cuadros del Nuevo MAS, mayo 2017

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