Jun - 15 - 2017

La resistencia abierta con las manifestaciones del 15 de marzo y con la huelga general del 24 de abril demuestran que el avance de la contraofensiva reaccionaria no impuso una derrota estructural a los trabajadores y la juventud, pues no perdieron la capacidad de resistencia o incluso de revertir la correlación de fuerzas desde el punto de vista del ciclo de polarización social abierto en junio de 2013. Estamos en los estertores de una definición para un lado o para el otro, manteniéndose Temer en el poder o imponiéndose las contrarreformas a través de un gobierno fruto de una elección indirecta, una derrota estructural podría imponerse. Por eso es fundamental superar las maniobras de la burocracia y construir inmediatamente una nueva huelga general por “Fuera Temer”, por “ningún derecho menos”, elecciones directas en todos los niveles y una constituyente democrática y soberana.

El 15 de mayo ocurrió una Jornada de Movilizaciones que entró en la historia. Manifestaciones masivas por todo el país contra la «reforma de la previsión» que hace que la coyuntura política empiece a cambiar de forma favorable a los trabajadores. Se produjeron huelgas, actos y enfrentamientos masivos con las fuerzas represivas en todas las capitales. Además de las acciones concretas de ese día, se produce un cambio importante en la conciencia de amplias capas de los trabajadores, reiterando que el gobierno pierde la batalla ideológica entre las masas, abriendo una coyuntura más favorable para la lucha de los trabajadores y de la juventud.

A pesar de no haber sido suficiente para derrotar definitivamente a Temer, esa jornada de luchas obligó al gobierno a hacer ajustes en su propuesta de «reforma de la previsión». Se retiró a los profesores del proyecto, estableció diferencias de edad entre hombres y mujeres y entre trabajadores urbanos y rurales para que el grueso de los ataques contenidos en esa «reforma» pueda ser aprobado en el Congreso.

A partir del balance del 15M, las centrales sindicales no pudieron más asegurar la convocatoria de una huelga general. Así, el 28 de abril se produjo una paralización que contó con la participación de cerca de 50 millones de trabajadores, actos masivos, bloqueo de carreteras y enfrentamientos con las fuerzas represivas. La que fue la más importante huelga general desde la de 14 y 15 de marzo de 1989, contó con una amplia participación de los trabajadores, importante acción del movimiento popular y grandes actos en las calles. Sin embargo, las contrarreformas son fundamentales para la clase dominante, lo que requiere para derrotarlas acciones más amplias y que contengan también huelgas más amplias y con acciones directas de la clase obrera.

Después del 28 de abril, organizaciones políticas, sindicales, populares y estudiantiles, realizaron el 24 de mayo una marcha gigantesca a Brasilia que reunió a 150 mil manifestantes para derrotar definitivamente al gobierno Temer y sus contrarreformas. Manifestación que fue cobardemente reprimida por la Policía Militar. Pero la combatividad de la clase trabajadora y de la juventud permitió que los manifestantes se quedaran por horas resistiendo bajo los gases lacrimógenos y las balas de goma disparadas por las fuerzas represivas, causando 49 heridos y 8 detenidos. El gobierno ilegítimo, corrupto, reaccionario y defensor de retrocesos históricos para los trabajadores autoriza el empleo de las Fuerzas Armadas para reprimir el movimiento en la tarde de ese mismo día. Pero en la mañana del día siguiente, ante la repercusión negativa se vio obligado a retroceder de la medida.

Sólo la movilización masiva puede desequilibrar el juego

Yendo a un momento más coyuntural de la política nacional, a partir de la revelación de la conversación entre Temer con uno de los dueños de JBS[1], además de la crisis que ya estaba abierta con las Jornadas de Lucha del 15 de marzo y la Huelga General del 28 de abril se abrió una crisis aguda del gobierno con rupturas en su base de sustentación parlamentaria, clara división de la clase dominante en torno a la continuidad o no del gobierno y congelación momentánea de la tramitación de las contrarreformas en el Congreso Nacional. El gobierno pasa, así, a dedicarse centralmente a la tarea de mantenerse en el poder y enfrentar tormentas políticas semana a semana.

La primera prueba fue la votación del juicio a la lista presidencial Dilma-Temer de 2014 en el Tribunal Superior Electoral (TSE) por abuso de poder económico y corrupción. Pero, incluso con innumerables pruebas de que el dinero de la campaña presidencial de 2014 tiene su origen en el esquema de corrupción que involucra a Petrobras y en las grandes contratistas, por 4 a 3 votos el TSE absolvió la lista. El próximo paso será el de la denuncia que la Fiscalía General de la Unión (PGU) ofrecerá al Supremo Tribunal Federal (STF) con el fin de juzgar a Temer debido a la participación en el esquema de corrupción de JBS. Si es procesado por el STF, será expulsado de la presidencia durante el juicio, la cuestión es que para ser juzgado antes tiene que ser aprobado por 2/3 de los votos en la Cámara de Diputados, instancia en la que aún tiene mayoría. Como se puede observar, la lucha por arriba continuará proporcionando elementos de crisis política.

Con la burguesía y las instituciones divididas en torno a la permanencia o no de Temer al frente del gobierno, la acción directa de los trabajadores y de la juventud será fundamental para un desenlace de la crisis. Pero, incluso con la posible caída de Temer por renuncia, debido a la pérdida de base de sustentación, o por alejamiento si es juzgado en el STF, sin el protagonismo de la clase trabajadora y de la juventud, la situación acabará en elección indirecta de un nuevo presidente que dará continuidad a las contrarreformas y alejará aún más a las masas de las decisiones políticas.

Un desenlace positivo para los trabajadores en esta situación presenta algunas dificultades. Parte de la base aliada en el Congreso Nacional rompió con Temer, la clase dominante está dividida ante la continuidad del gobierno y el descontento popular sigue latente. Se planteó la expectativa de la caída inmediata del gobierno, sin embargo, ese es un proceso contradictorio porque los dueños del dinero no quieren una aventura, o sea, quieren que una posible caída sea negociada, la mayoría de los partidos todavía lo apoyan y la burguesía no tiene un sector predominante y sigue estando muy dividida.

Desde el punto de vista de la clase, tenemos una situación compleja. Ante el poderoso Día Nacional de Luchas el 15 de marzo contra la «reforma previsional», el gobierno trató de hacer ajustes en su propuesta de reforma para dividir a la clase obrera y aliviar la presión política creciente al conceder tiempo diferenciado para profesores, edad diferenciada para las mujeres y los trabajadores rurales.

Además, la burocracia de las centrales sindicales, como en todo proceso de crecimiento de la movilización, en vez de establecer un calendario de luchas que favorezcan esa dinámica marca acciones extremadamente escasas y sin continuidad, haciendo que el gobierno tenga tiempo para recomponerse.

Es justamente eso lo que está ocurriendo en este momento, en lugar de organizar efectivamente la huelga general el 30 de junio para derrotar definitivamente a Temer, la burocracia sindical pasa a llamar «una jornada de luchas» que iría del 20 al 30 de junio en un criminal retroceso ante la posibilidad de votar en los próximos días la «reforma laboral». Por supuesto que todo ello se relega a negociaciones con algunas centrales para mantener el impuesto sindical obligatorio, fuente importante de financiación de las centrales carneras.

Por otro lado, hay un elemento subjetivo, pero fundamental para movilización popular en la actual coyuntura. La clase trabajadora, a pesar de importantes luchas que viene desarrollando presenta límites para imponer la caída definitiva del gobierno y una alternativa suya para el desenlace de la crisis, pues hay un serio problema político a enfrentar que pesa en la movilización por la caída del gobierno.

La izquierda socialista necesita superar la inercia política

Estamos ante una apabullante ausencia de alternativa política para la clase trabajadora con la debacle del PT y de Lula. Hecho que se agrava con la inercia, hasta el momento, de la izquierda socialista ante la necesidad urgente de presentar un programa y figuras alternativas. Así, sin una alternativa al lulismo, ¿por qué las masas obreras y estudiantiles se entusiasmarían en luchar por elecciones directas? De ahí la importancia de construir un frente de izquierda nacional que presente una plataforma socialista para la crisis y figuras públicas construidas colectivamente y que sean alternativas para las elecciones directas en todos los niveles.

La primera y gran tarea sigue siendo derrotar definitivamente a ese gobierno y sus contrarreformas. Pero no podemos dejar de construir junto a los trabajadores una salida política a través de la construcción de un candidato o una candidata para la elección directa a presidente. Por eso es fundamental un encuentro nacional de la izquierda socialista para construir esa plataforma y sacar una lista común para ser una alternativa a Temer independiente de la burocracia.

Necesitamos organizar una masiva y activa huelga general para derrotar definitivamente a Temer y construir una alternativa política de los trabajadores de acuerdo con esta coyuntura concreta. Negarse a luchar por elecciones directas para presidente de forma combinada con elecciones generales, como hacen algunas corrientes, especialmente el PSTU, es un tremendo equívoco sectario. Por supuesto que sólo la elección directa para presidente es insuficiente para dar cuenta de la necesidad de la construcción de una salida política de los trabajadores a la crisis. Por eso, para barrer el Congreso Nacional de los lacayos corruptos de la burguesía es necesario luchar por elecciones generales para todos los niveles.

Pero, con la necesidad de hacer retroceder los recientes ataques de Temer -como también de Dilma, no olvidemos la ley antiterrorismo, por ejemplo- y avanzar hacia la reforma agraria y urbana bajo control de los trabajadores, el no pago de los intereses de la deuda, la reducción de la jornada de trabajo sin reducción de salario, la legalización del aborto, la estatización de las empresas corruptas, etc., necesitamos un gobierno comprometido con ese programa y de una instancia de movilización política del conjunto de los trabajadores.

Esto sólo lo podemos lograr con una masiva y permanente movilización nacional, en primer lugar por “Fuera Temer” y por elecciones directas en todos los niveles. Sin embargo, sin una instancia política nacional y que pueda ser organizada efectivamente por las masas hoy, ningún gobierno electo puede sostener el necesario programa anticapitalista para la crisis.

En la actual situación no podemos hacerlo a través de los soviets, como propone el PSTU, pues estamos a años luz de ese nivel de organización de los trabajadores y polarización política. Por eso es necesario comenzar la discusión amplia sobre la necesidad de una nueva Constituyente elegida de forma democrática y que sus decisiones sean soberanas a partir de una amplia movilización de los trabajadores desde abajo, ninguna propuesta de transformación radical puede ocurrir de otra forma.

[1] JBS S.A. es una empresa de alimentación Brasileña, es actualmente el mayor frigorífico de Latinoamérica.

Por Antonio Soler, 15/06/17

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