África

Las corporaciones promueven matanzas étnicas para 'limpiar' tierras de Etiopía ricas en petróleo y oro

Economía política del genocidio

Por Keith Harmon Snow
Proyecto Censurado (*) / Argenpress, 12/03/06
Traducción de Ernesto Carmona (**)

Soldados del ejército y milicias de colonos “montañeses” de Etiopía dieron muerte a miles de civiles de la etnia anuak, denunció un informe de Keith Harmon Snow, quien realizó una investigación en el terreno para las organizaciones Genocide Watch (Observatorio de Genocidio) y Survivor’s Rights International (Derechos Internacionales del Sobreviviente), con sede en EEUU. El informe fue difundido en febrero de 2004.

Etiopía, uno de los aliados más recientes de EEUU en su 'guerra contra el terrorismo', extermina a sus propios nativos anuak, cuyo territorio –rico en petróleo y oro– despierta la codicia de las grandes corporaciones. Los soldados del Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF, sigla en inglés) y los colonos asentados en las montañas etíopes iniciaron una campaña de masacres, represiones y violación total, apuntando deliberadamente a destruir la minoría étnica anuak. Los colonos montañeses, establecidos en territorio anuak desde 1974, pertenecen predominantemente a las etnias tigray y amhara.

Snow reseñó que el gobierno de EEUU fue informado sobre los despliegues de violencia en la región anuak de Gambella tan temprano como el 16 de diciembre de 2003. Según el informe, las masacres fueron ordenadas, por el comandante del ejército etíope en Gambella, Nagu Beyene, con la autorización de Gebrehad Barnabas, ministro de Asuntos Regionales del gobierno etíope.

Según fuentes anuak confiables, simpatizantes de la oposición al interior del régimen, los planes del EPRDF para hacerse del petróleo de Gambella fueron aprobados en una reunión a nivel superior del gabinete en Addis Ababa, la capital de Etiopía, en septiembre de 2003. El primer ministro Meles Zenawi presidió el encuentro en que se discutió abiertamente –según se informó– la limpieza étnica de militantes anuak. El 13 de diciembre de 2003 marcó el comienzo de una acción militar coordinada para eliminar sistemáticamente a los anuak, bajo el nombre de “Operación Asolear la Montaña”, según fuentes al interior de la policía del gobierno militar y redes de inteligencia.

¿Atentado fabricado?

La chispa del reciente conflicto fue la masacre de ocho funcionarios de la ONU y oficiales del gobierno etíope, cuya furgoneta fue emboscada el 13 de diciembre de 2003. Aunque no hay evidencia específica sobre la pertenencia étnica de los asesinos, el blanco de los ataques han sidol principalmente los anuaks. Después de ese atentado, los soldados del EPRDF utilizaron armas automáticas y granadas de mano en razzias sobre aldeas anuak, ejecutando sumariamente a los civiles, incendiando viviendas –a veces con gente dentro– y saqueando los bienes. Se informó que mataron a 424 anuak e hirieron a más de 200.

Numerosas fuentes informaron que hubo masacres regulares de la etnia anuak desde 1980. La discriminación contra los anuaks está descrita en seis informes del Trimestre Cultural de la Supervivencia que comenzó a publicarse en 1981(ver e.g.: 'Desarrollo petrolero en Etiopía: Una amenaza para el anuak de Gambilla”, edición del 25.3, 2001). No hay evidencia de violencia comunal previa entre dos grupos étnicos locales (anuak y nuer) como fue afirmado por el New York, Times, por otros medios y por el gobierno del EPRDF.

En ataques más recientes han muerto por lo menos 1.500, y quizás tanto como 2.500, civiles anuak. El blanco intencionado han sido intelectuales, líderes, estudiantes y otros sectores educados, a la vez que siguen siendo inexplicables centenares de 'desapariciones' demasiado misteriosas de personas. Se informó que han sido incendiados miles, y quizás diez millares, de hogares anuak.

Los hombres anuak han sido muertos, arrestados o desplazados, dejando vulnerables a millares de mujeres y niños. Las fuerzas del EPRDF rutinariamente violan a las mujeres y muchachas anuak, a menudo ultrajadas por grupos de soldados que luego las mantienen secuestradas como esclavas sexuales. El reporte indica que los soldados dispararon sobre muchachas que resistieron la violación y ejecutaron sumariamente a numerosas jóvenes después de haberlas sometido a largos períodos de cautiverio sexual.

Informes de oficiales no–anuak de la policía de Gambella indican un promedio de hasta siete violaciones por día, pero éstas continúan siendo sub–denunciadas debido al aislamiento en que viven las –mujeres adultas y muchachas– de las áreas rurales. Unos 6.000 a 8.000 anuaks permanecen en campos de refugiados en Pochalla, Sudán, y se estima que otros 1.000 huyen cada año a Kenia. Hasta agosto de 2004, había sido desplazada cerca del 25% de la población de Gambilla, aproximadamente unas 50.000 personas.

Presencia militar y corporativa de EEUU

El gobierno del primer ministro Meles Zenawi (1) es una despiadada dictadura militar, para los anuaks y alguna gente de otras etnias del sudeste de Etiopía, quienes en su mayoría vinculan 'el problema' al petróleo de Gambella. 'Desde ‘el problema’, no podemos cultivar ni pescar”, dijo un sobreviviente anuak que fue tiroteado tres veces. Es tímido, pero enseñó por dónde entró y salió una bala en su muñeca, el 13 de diciembre de 2003, día en que el EPRDF y las milicias montañesas locales comenzaron su guerra genocida contra los anuaks.

“Muchos hombres arrancaron lejos entre los arbustos, pero fueron muertos desde que comenzó ‘el problema’”, dijo un testigo. 'Están violando a muchas muchachas y secuestran a otras mujeres por la fuerza”. La violencia interrumpió casi totalmente la temporada de siembras este año [2004] y la gente cree que en los meses del próximo invierno –octubre–marzo de 2005– el hambre será exacerbada por la destrucción de máquinas de molienda y de depósitos de alimentos.

En agosto de 2003, EEUU destinó 28 millones de dólares a fortalecer sus “negocios” internacionales con Etiopía. Al comenzar julio de 2003, la Fuerza de Tarea Combinada del Pentágono – Cuerno de Africa (CJTF–HOA) celebró un ejercicio bilateral de tres meses con las fuerzas etíopes en el campo de entrenamiento de Hurso, al noroeste de Dire Dawa. La 10ª División de Montaña del Ejército estadounidense terminó recientemente un programa de entrenamiento de tres meses para capacitar a una división del ejército etíope en combate contra el terrorismo. Las operaciones se coordinaron a través de la base regional de la CJTF–HOA en Djibouti, donde el primer contratista es la KBR, una subsidiaria de Halliburton.

Puesto que Etiopía se considera un socio esencial de EEUU en su 'guerra al terrorismo”, Washington le proporcionó un millón 835 mil dólares en programas de Entrenamiento Militar y Educativo Internacional (IMET) entre 1995–2000. Además, unos 115 oficiales etíopes recibieron entrenamiento bajo programas del IMET entre 1991–2001, en tanto cerca de 4.000 soldados etíopes han participado en el IMET y en Programas de Ventas y Entregas Militares al Extranjero. Tropas etíopes también han sido equipadas, entrenadas y apoyadas por EEUU bajo el Programa Pacificador Regional de Africa. Etiopía sigue siendo un participante del programa del IMET en 2000–2004. Esta ayuda a Etiopía fue descrita como una 'prioridad superior' de la administración de Bush por un funcionario de la Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional (USAID, en inglés) que respondió a las preguntas de un representante del Congreso durante la aprobación de 80 millones de dólares en financiamientos para Etiopía con cargo al presupuesto del ejercicio fiscal 2005.

En 2000, Sicor Inc. de Texas firmó un aporte de 1.400 millones de dólares para 'Gazoil', una empresa a riesgo compartido [joint venture] con Etiopía para la explotación del petróleo y gas en Ogaden Basin, en el sudeste. También está involucrada en Ogaden Basin la compañía Hunt Oil Co. de Dallas, Texas, a través de su subsidiaria Ethiopia Hunt Oil Company. El presidente del directorio y gerente general de Hunt Oil es Ray L. Hunt, quien también es director de la Halliburton Company. La estadounidense Cal Tech International Corp. también está negociando –según se informa– una empresa a riesgo compartido con la China National Petroleum Corp. para operar en las mismas regiones. Los anuaks también son mineros del oro en el distrito de Gambella. Canyon Resources de EEUU tiene operaciones de oro en el sur de Etiopía. El interés de las corporaciones multinacionales del oro y del petróleo indicaría motivos para la campaña del terror contra los anuaks.

Fuentes anuaks de Gambilla dijeron: 'La gente anuak no ha estado implicada en discusiones sobre el petróleo. Nuestros líderes no han participado en estos proyectos, que no darán empleo a ningún anuak en sus trabajos. Si algún anuak dijera cualquier cosa sobre el petróleo sería arrestado”.

Actualización de Keith Harmon Snow: Es importante reconocer que el público de EEUU está sometido a una institucionalización en marcha de la 'verdad' y la 'realidad' que presupone una guerra total de la información. En ninguna parte esto es tan rígidamente evidente como en los estereotipos, las mitologías y los engaños distribuidos entre el público de EEUU a propósito de Africa (el mundo árabe y lo islámico, marchan juntos). Esto incluye reportajes en la gran prensa, debate político, periódicos de estudiante, tabloides, programas de radio y publicación de magazines como el National Geographic. Esto es también evidente en supuestas fuentes 'alternativas' a los grandes medios como The Nation y películas como Hotel Rwanda.

Entonces ¿qué?¿Alternativas? Virtualmente todos los medios disponibles crean una matriz de opinión que elude los grandes asuntos y donde existe una aparente tolerancia que permite un 'debate sano”, donde a lo sumo se asoma la percepción de una cierta 'hostilidad' (por lo qué la gente de otros países está llamando el imperio).

Por lo tanto tenemos a un Seymour Hersh (2) ofreciéndonos revelaciones sobre torturas en Abu Ghraib, pero nada dice sobre los beneficios obtenidos –sobre los cadáveres– por los patrocinadores estadounidenses de las operaciones secretas de desestabilización en el Congo desde el régimen de Clinton.

La editora de The Nation (3) Katrina Van de Heuvel escruta con agudeza cualquier desafío a las acciones 'humanitarias' del Comité Internacional de Rescate (IRC, en inglés) y en los recientes esfuerzos de lobby masivo propuso con energía una intervención militar –aliada con las otras dos grandes agencias humanitarias, CARE y Refugiados Internacionales– a fin de 'parar el genocidio' en Darfur, Sudán. ¿Hay genocidio en Darfur? Si es así, o aún si no fuera así, ¿por qué ha recibido la atención abrumadora de la prensa mientras que el genocidio de anuaks no ha recibido ninguna? ¿Qué hay sobre el próximo en el Congo? ¿Y Rwanda?

Van de Heuvel tiene lazos con Henry Kissinger, miembro del consejo del IRC, y uno de los pocos funcionarios de EEUU etiquetados pública e internacionalmente como criminal de guerra. El IRC es un factor de gran poder en Congo, Rwanda y Sudán, y los congoleses los acusan de espionaje. Los “socios” de CARE incluyen a la corporación aeroespacial y de defensa Lockheed–Martin, que también es un accionista importante del Atlantic Monthly, la revista defensora de la guerra que acoge regularmente los escritos de Seymour Hersh.

Un periodista verdaderamente 'investigador' habría descubierto la propaganda del Hotel Rwanda para conseguir a la Metro Goldwyn Meyer, casa matriz de Artistas Unidos, cuyos directores –y no asombra– no cuentan en la película acerca que entre los patrocinadores de EEUU de la invasión a Rwanda (1990–1994), estuvo Alexander Haig, general retirado de EEUU que todavía es consejero de United Technologies. Recuérdese Al Haig sirvió bajo un actor de Hollywood llamado Ronald Reagan.

Guerras “civilizadoras”

El Hotel Rwanda se inspiró en el ahora celebrado, pero enteramente mitologizado, libro “Lamentamos informarle que nos matarán mañana”, de Philip Gourevitch, “premier” africanista del New Yorker y cuyo cuñado, Jamie Rubin, fue hombre principal de Madeleine Albright. The Nation cultiva disparates absurdos sobre Rwanda, generalmente escritos por Victoria Britain. Otra partidaria de la intervención militar en Darfur es Samantha Power, quien seguramente podría satisfacer a The Nation, por el periodismo selectivo y patriótico que hizo en Rwanda y los Balcanes, que la llevaron a ganarse un Pulitzer.

Detrás de la histeria masiva que azotó a EEUU después del 11 de septiembre emergieron las sucias pequeñas guerras secretas –y las no tan pequeñas– llevadas a cabo en defensa del capitalismo rapaz y del imperio en lugares 'incivilizados' y 'salvajes' como Djibouti, Sudán, Sierra Leona, Liberia, Congo y (Gambella) Etiopía.

Antes del 21 de febrero de 2002, el ministerio de Defensa de EEUU ya había comprado en General Atomics 79 RQ–1 Predators Drones [significa abejorros depredadores”] por un precio unitario cercano a siete millones de dólares y un total de 553 millones. El 'Terrorismo de Estado en Etiopía' fue el primer informe –y WW4 Report su primer difusor– en iluminar la colaboración militar secreta de EEUU con el régimen etíope y la base regional de operaciones encubiertas de EEUU en Hurso, Etiopía, así como la presencia de los RQ–1 Predator Drones que comenzaban a ser operados en toda la región del Cuerno de Africa por la Agencia Central de Inteligencia. Los estudiantes de la Universidad Smith, que recientemente llamaron a 'para parar el genocidio' en Darfur, montaron una campaña de cartas exigiendo que George Bush autorizara lanzar indiscriminadamente al robot–abejón asesino impersonal contra árabes a caballo y otros blancos 'indefinidos' en Darfur.

Emprender una guerra requiere más de una parte. De Chad, Uganda y Etiopía llegaron las armas y la ayuda logística para los enemigos del régimen islámico de Khartoum. Y simultáneamente, la pandilla de Bush proclamó que el gobierno de Sudán se había “aliado” en la 'guerra al terrorismo', si creemos la 'exposición' de Ken Silverstein en Los Angeles Times (quien simplemente dice una verdad convenida). Cualquier cuestionamiento a los regímenes de terror de EEUU en Uganda o Camerún, por ejemplo, está fuera de agenda, o el apoyo de EEUU al Ejército Popular de Liberación de Sudán y otras milicias y facciones que guerrean en Darfur, Chad, Etiopía, Somalia y Congo.

Como el cercano Chad, Etiopía se ha convertido en un territorio favorecido donde los intereses corporativos transnacionales pueden servirse lanzando operaciones clandestinas de terrorismo contra los gobiernos islámicos, el fantasma de Al Queda y otros enemigos hostiles. La última categoría, por supuesto, incluye a “árabes montados a caballo”, hutus armados de machetes, o Mai–Mai con “accesorios de cuarto de baño” en sus cabezas, hombres y mujeres inocentes de toda el Africa. Y, por supuesto, los anuaks de Etiopía, así como los ogonis de Nigeria y los fur de Darfur tienen la audacia de vivir sobre alguna napa de petróleo.

Los medios hacen coro a las corporaciones

Poco después que 'Terrorismo de Estado en Etiopía' apareciera en el informe de WW4 y Z Magazine, Marc Lacey, el jefe de la oficina en Nairobi del New York Times, manipuló los daños y despachó desde Gambella una pequeña historia repugnante sobre la culpa de las víctimas, para desviar la atención de los detalles indeseables: 'En medio de la distensión de Etiopía, un punto altera la paz' (New York Times, 6/11/04).

No había una palabra sobre los intereses petroleros de EEUU. Lacey adornó la historia para sugerir que la paz había vuelto a Gambella, un área con animosidad tribal antigua, donde los anuaks 'iban desnudo y y alguna vez comieron ratas”. (Curiosamente, hoy no hay ningún vínculo activo con esta historia del New York Times Internet, quizás fue borrando electrónicamente porque ha sido extensamente acusado de racismo).

El informe Doug McGill ha hecho un trabajo ciertamente maravilloso y consistente para divulgar la historia sobre los anuaks. El informe de World War 4 Report también publicó por segunda vez una historia titulada “Limpieza ética en Etiopía”. Poco después, Human Rights Watch finalmente publicó un informe importante sobre el genocidio anuak basado en las investigaciones de campo 'Hoy es día de matanzas anuak' y “¿Operación Montaña Asoleada?” (emprendidas por este autor para Survivor’s Rights International y Genocide Watch, como voluntario sin pago). Aunque su investigador recibió una copia de la 'Operación Montaña Asoleada” varios meses antes de su lanzamiento formal y antes de viajar a Etiopía, Human Rights Watch nunca citó sus fuentes o contactos.

Es inminente que el régimen de Meles Zenawi en Etiopía decline, a pesar del apoyo de EEUU, por la extensión de la disensión doméstica y la escalada de protestas, que siguen siendo sub–informadas, pero se ampliarán más en el futuro. En junio 2005 se registró una represión masiva del gobierno, con acometidas de tropas contra las muchedumbres y la tortura se esparció a través de Etiopía después que la gente protestó por el obvio fraude electoral (sancionado por Jimmy Carter y los observadores que monitorearon la elección). La guerra de Etiopía (2000) contra Eritrea, patrocinada en secreto por EEUU, desestabilizó la región de la frontera, causando incontables muertes y desesperación. Y continúan los asesinatos, ejecuciones extrajudiciales, violaciones, desapariciones, detenciones y encarcelamiento de anuaks, oromos, nuers y de otras etnias etíopes. A despecho del 'Terrorismo de Estado en Etiopía', sólo se hicieron conmovedoras historias del genocidio y crímenes contra la humanidad en Darfur –que recibió una extensa atención– y sobre el Congo, que está siempre instalado en la agenda de los medios.

En Darfur, realmente no hubo una acción de genocidio, ni ninguna cosa parecida a 'humanitaria', pero muchos ya murieron y otros seguirán muriendo porque cierta gente hará cualquier cosa por conseguir que apoyemos el cambio de régimen.

En el Congo, el peaje de la muerte ha cobrado siete millones de víctimas desde que comenzó la invasión patrocinada por EEUU y mientras se encendía la guerra, las facciones de Clinton y de Bush se beneficiaban de los diamantes, el oro y otros hurtos por cientos de millones de dólares al mes. Al lado de las santas guerras del Congo y de Darfur, los anuaks son una pequeña espina en el costado del imperio. Tal es la economía política del genocidio.

Notas del traductor:

(*) El Proyecto Censurado (Project Censored) es un programa de la Universidad Sonoma State, California, que todos los años emite un estudio sobre 25 grandes noticias ocultadas por la gran prensa de EEUU. Estas “25 historias top” sobre grandes temas sustraídos del debate periodístico ofrecen una radiografía actualizada de la sociedad estadounidense, cuyo conocimiento permite comprender mejor los designios del imperio. Los textos completos pueden verse (en inglés) en www.projectcensored.org/censored_2006/index.htm#1

(**) Títulos y subtítulos del traductor.

1) Meles Zenawi, de la etnia tigrina, gobierna Etiopía desde 1991. Siendo estudiante de medicina, se alió temprano a Mengistu Haile Mariam, líder del levantamiento militar que depuso al emperador Haile Selassie y estableció un gobierno izquierdista en 1974, pero lo traicionó, se levantó en armas y terminó venciéndolo, en 1991, con fuerzas apoyada por EEUU. Colaboró con las tropas enviadas por EEUU a Somalía, en 1992, con 'propósitos humanitarios' y facilitó el bochornoso reembarque de la expedición en 1994, cuando gobernaba Bill Clinton. Etiopía vive en guerra hace más de 30 años.

2) Seymour Myron Hersh, 69 años, periodista y autor de investigaciones de la revista New Yorker, denunció en 1969 la masacre de My Lai, en Vietnam, que le mereció reconocimiento y el Pulitzer 1970. En 2004 denunció las torturas militares de EEUU en Abu Ghraib

3) The Nation tiene el perfil de una revista liberal (progresista o de “izquierda”, en EEUU).

Fuentes:

World War 4 Report, Issue 97, April 2004

“State Terror in Ethiopia: Another Secret War for Oil?”

http://www.ww4report.com/97.html

http://www.allthingspass.com

Z Magazine Online, May 2004

Author: Keith Harmon Ssnow

Faculty Evaluator: Tom Lough, Ph.D.

Student Researcher: Thedoria Grayson