África

Ascenso de la guerrilla islamista

El nuevo frente somalí

Por Txente Rekondo [1]
Diagonal, 06/07/06

La reciente conquista de la capital somalí por parte de la Unión de Tribunales Islámicos ha supuesto un fuerte golpe para la política de EEUU en la zona, que había basado su estrategia en el apoyo a los diversos señores de la guerra.

Hace años que Somalia se convirtió en una espina clavada en el corazón del militarismo estadounidense. En la década de los '90 la intervención occidental en el país africano, bajo el manto de una 'operación humanitaria', acabó en desastre para Washington.

El 3 de octubre de 1993 es recordado en Somalia como 'Malinti Rangers' (el día de los Rangers). Ese día ha sido la excusa para que en Occidente se produzcan una novela y una película en torno al derribo de dos helicópteros de EE UU y la muerte de 18 soldados, obviando la pérdida de cientos de vidas somalíes.

Aquella intervención fue un absoluto fracaso, no logró restaurar la paz ni desarmar a las diferentes facciones. Tampoco asentó las bases para una reconciliación ni facilitó la instauración y reconstrucción de un Estado en el país.

Además, su mayor error fue que impulsó aún más el conflicto, consolidando a las facciones de clanes.

La foto del embajador de EE UU con los líderes de esos grupos, los presentó a éstos como una parte legítima del conflicto, e implícitamente ante los somalíes significó un apoyo a los desmanes cometidos y que seguirían cometiendo.

El vacío de poder que ha vivido Somalia en los últimos años ha sido aprovechado por los movimientos islamistas que ante el colapso de los servicios públicos han creado escuelas y una importante red de asistencia sanitaria. Además han desarrollado un sistema judicial basado en la sharia, y todo ello junto a un aumento considerable del sentimiento antioccidental.

Los rápidos acontecimientos de este mes han pillado desprevenidos a la mayoría de actores locales y extranjeros, que se han visto obligados a recolocarse ante el ascenso de la Unión de Tribunales Islámicos.

EE UU no ha tardado en reaccionar, y lo ha vuelto a hacer mal. Su apuesta es un Grupo de Contacto (GC) formado por estados europeos y Tanzania, otorgando a la ONU y a la Unión Africana el papel de observadores.

No obstante ha sido la Liga Árabe, excluida por Washington del GC, la que ha logrado un primer acuerdo en el país.

El 22 de junio el llamado Gobierno Federal Transitorio (GFT) y la Unión de Tribunales Islámicos firmaron un acuerdo que fija el 17 de julio como la fecha para negociar el reparto del poder.

Este compromiso supone aceptar la representación formal del movimiento islamista, lo que preocupa en los despachos de Washington. Paralelamente, los islamistas se han reorganizado creando una estructura más institucional, el Consejo Supremo de Tribunales Islámicos de Somalia, de 88 miembros, representando a clérigos y a los ancianos de los clanes, y nombrando un comité ejecutivo encabezado por el sheik Hassan Dahir Aweys, la nueva 'bestia negra' de EE UU.

La supuesta victoria de los 'radicales' sobre los moderados dentro de este consejo es un factor que Washington pretende explotar para maniobrar contra los islamistas.

Los estrategas norteamericanos han utilizado en los pasados meses diferentes fórmulas para frenar el avance islamista. Así, a través de Etiopía han suministrado armas y dinero a los llamados "señores de la guerra", al tiempo que buscaban desacreditar a la Unión de Tribunales Islámicos (alegando lazos con al Qaeda). El pasado mes de febrero, el antiguo director de la CIA, Porter Goss, visitó Kenia para coordinar una campaña contra los islamistas, con el apoyo de las facciones armadas.

Estas maniobras han sido rechazadas por el GFT, quien se ha tenido que pronunciar ante el descrédito de esos movimientos entre la población somalí.

Las próximas semanas Somalia asistirá a la formación de un nuevo tablero de relaciones. EE UU sigue apostando por influir en el país, y ahora puede optar por apoyar momentáneamente al GFT, mientras que prepara una nueva ofensiva de los 'señores de la guerra'. Sus planes pueden volver a chocar violentamente con la compleja realidad somalí, algo que en los despachos de la Casa Blanca parecen no comprender, y los últimos acontecimientos son buena prueba de ello.


[1].- Txente Rekondo es miembro del Gabinete Vasco de Análisis Internacional.