África

Congo

¿Conflicto interno o intervención extranjera?

Por Tony Busselen (*)
lapresselibre.blogspot, 23/11/08
Tlaxcala, 27/11/08
Traducido por Beatriz Morales Bastos

La guerra en el este de Congo causa estragos. Intervención ruandesa, dice Kinshasa. Problemas internos congoleños, replica Kigali. ¿Por qué esta guerra? ¿Por qué ahora? ¿Es Laurent Nkunda un rebelde? ¿Qué intereses defienden los antagonistas? ¿Vamos hacia una nueva guerra regional? Mientras tanto, quienes lo pagan son los civiles.

¿Qué ocurre al norte de Kivu–Norte?

Desde que las tropas del señor de la guerra Laurent Nkunda reiniciaron la guerra el 28 de agosto 250.000 civiles han sido expulsados de sus hogares. El 28 de octubre, los nkundistas lanzaron una ofensiva a partir de la región de Virunga y desde el campo de refugiados en Mugunga. La MONUC [la fuerza de la ONU en Congo, ndlr] ha reconocido que esta operación ha provocado en un día el desplazamiento de 45.000 personas, una parte hacia Goma en el sur y otra a Rutshuru y Kiwanja en el norte.

Los nkundistes han utilizado estas oleadas de refugiados como escudo humano para acercarse a Goma y ocupar el centro de Rutshuru y la ciudad de Kiwanja. Los 30.000 habitantes de Kiwanja han sido testigos de la llegada de las tropas de Nkunda. Lugareños con los que se ha contactado por teléfono testimonian que el núcleo duro de las fuerzas nkundistas son soldados y mercenarios ruandeses y extranjeros bien equipados, que poco después de la conquista de la ciudad han continuado su avance dejando tras de sí soldados del propio Nkunda. Jóvenes del pueblo han querido defenderse y han atacado a los nkundistas con armas tomadas de la comisaría de la policía local. Pero al parecer los cascos azules acuartelados en Kiwanja dispersaron a los jóvenes con lo que dejaron vía libre a los excesos de los nkundistas.

Limpieza étnica

En Kiwanja viven muchos miembros de la etnia comerciante de los Banande, instalados en la región desde hace una generación o más tiempo. Son originarios de la región de Butembo, al norte. Ellos han sido el objetivo preferido de los obuses de los nkundistas. El único hotel del pueblo, el hotel Grefamu, propiedad de una familia de la etnia de los Nande, ha sido destruido con sus ocupantes. Cinco mil personas han encontrado entonces refugio junto a los cascos azules y 15.000 en la parroquia del pueblo. Otros han huido a la selva. Un primer balance de la masacre era de 217 cadáveres contabilizados en el hospital, pero por el momento nadie puede calcular la magnitud real de esta masacre. Unos testigos informan que el 13 de noviembre las personas que volvían a sus casas iban encontrando cadáveres ocultos a los ojos de los periodistas.

Casi todas las familias Banande que pudieron escapar a la masacre han huido hacia la región de origen de Butembo. Pero los banyabwisha (hutus congoleños) que viven aquí desde siempre no tienen adonde ir. Bajo la mirada de la MONUC y de las cámaras de la prensa internacional los nkundistas los han reunido a la fuerza en el estadio local para hacerles cantar “la gloria del CNDP” [el movimiento de Laurent Nkunda, ndlr].

¿Quiénes se enfrentan en Congo? Laurent Nkunda, el peon de Ruanda

Laurent Nkunda es un tutsi congoleño enrolado en el ejército de Paul Kagame [actual presidente de Ruanda, ndlr] en 1994 en su lucha contra los genocidas hutus.

En 1998 se une como oficial a la “rebelión” pro–ruandesa, el RCD [Formación congoleña por la democracia, ndlr], en Congo. Ha cometido varios crímenes de guerra, entre otros, en mayo de2002 en Kisangani y en junio de 2004 en Bukavu. A continuación se integra en el ejército congoleño, según los acuerdos aplicados a partir de 2003. Pero en 2004 emprende una sublevación contra el gobierno congoleño. Ruanda niega apoyar a Nkunda, sin embargo, muchas pruebas confirmadas por periodistas, por la Organización Americana de Defensa de los Derechos Humanos, por Human Rights Watch y por el ministerio de Asuntos Exteriores burundés contradicen a Kigali. Laurent Nkunda está financiado por hombres de negocios cercanos a Paul Kagame, como los hermanos Alexis y Modeste Makabuza, y el hombre más rico de Ruanda, Tribert Rujugiro. Uganda, aliado de Ruanda durante la guerra de agresión contra Congo en 1998–2003, lo aprovisiona de hombres y de material. Además, Uganda ha vuelto a amenazar recientemente con volver a emprender la guerra a causa de una discrepancia sobre la explotación del algo Alberto.

La intervención de Ruanda y Uganda está en contradicción con la Carta de la ONU y las reglas de las relaciones internacionales que exigen respeto a la soberanía y la integridad territorial de cada país miembro de la ONU. Ruanda y Uganda son aliados preferenciales de Estados Unidos y de Gran Bretaña en la región.

La República Democrática de Congo y la SADC

La mayoría de los congoleños votó a Joseph Kabila, el actual presidente, durante las elecciones. El ejército congoleño está “en construcción” desde 2003 según un sistema de mezclas de las diferentes milicias que lucharon durante la guerra de 1998–2003. Esta mezcla ha sido impuesta por occidente y hace que la división y la corrupción sigan debilitando al ejército congoleño. Desde 1997 y bajo Laurent Kabila, padre del actual presidente, Congo se convirtió en miembro de la SADC (Comunidad de Desarrollo de África Austral). La SADC es uno de los órganos de cooperación regional más importantes de África. Entre sus miembros están Angola, Zimbabwe, Mozambique y Sudáfrica. Los miembros de la SADC tienen un acuerdo de ayuda mutua en caso de agresión de uno de sus miembros, lo cual hace que una intervención de las tropas de los países miembros de la SADC al lado del ejército congoleño sea perfectamente legal y justificada. No es justo decir que con semejante intervención el conflicto se convertiría en una guerra internacional porque es Ruanda la que ha agredido a Congo.

¿Cuáles son los retos de la guerra?

Las riquezas locales de Kivu permiten a las milicias, a Ruanda y a Uganda financiar la inestabilidad y la agresión que hunden a millones de congoleños en la inestabilidad. Esta situación sólo es posible gracias a la complicidad tácita de la MONUC, de Estados Unidos y de los Estados miembro de la Unión Europea.

La cuestión clave para comprender esta guerra es la siguiente: ¿de dónde procede esta actitud complaciente de Estados Unidos en relación a la agresión de Ruanda y Uganda, así como la hostilidad de algunos políticos belgas, como Karel De Gucht, ministro de Asuntos Exteriores, hacia el gobierno congoleño? La respuesta es clara. El gobierno congoleño y el presidente Joseph Kabila están en contradicción con los intereses de las multinacionales y de los gobiernos estadounidense y europeos. Existen tres puntos de discordia.

Un gobierno demasiado independiente

Congo es demasiado importante para las multinacionales como para dejar que se desarrolle fuera de la tutela occidental. Estados Unidos y Europa no aceptan que Joseph Kabila haya constituido un gobierno en base a una mayoría parlamentaria sin representantes de los ex–rebeldes pro–ruandeses o pro–ugandeses. A los estadounidenses y a los europeos les habría gustado un gobierno más híbrido, compuesto de diversas fuerzas opuestas unas a otras en cuyo seno las diversas potencias podría reclutar a sus peones.

El gran rival chino

Las multinacionales y los gobiernos estadounidense y europeos han acogido muy mal la firma de un contrato con China sobre el intercambio de infraestructuras por cobre y cobalto por un total de 9.000 millones de dólares. Se trata de un terremoto en lo que hasta entonces era el coto vedado de occidente.

Contratos revisados y corregidos

El gobierno congoleño ha decidido revisar los términos de los 60 contratos mineros más importantes. Inaceptable para las multinacionales occidentales. El Estado congoleño se enfrenta a la mayor multinacional activa en el sector del cobre: Freeport McMoran. Según el gobierno congoleño, Freeport ha obtenido de forma indebida la mayoría de las acciones en la sociedad minera congoleña Tenke Fungurume. Obscuras maquinaciones redujeron las participaciones de la sociedad congoleña del 48 al 14 %. Kinshasa da a elegir entre anular y revisar el contrato. Una blasfemia en la iglesia del neo–colonialismo.

¿Cómo acabar con los genocidas ruandeses?

Sobre la base de la ideología racista de los colonizadores, durante la colonización se creó en Ruanda la ideología etno–racista fomentando y desarrollando concepciones y prácticas discriminatorias que existían en la cultura pre–colonial. A continuación estas ideas se exportaron a Congo tras su independencia.

Es una ideología que desde 1959 ha hecho posibles las masacres de civiles tutsis en nombre de la autodefensa de los hutus y las mascres de civiles hutus en nombre de la autodefensa de los tutsis. Estados Unidos y Francia utilizaron esta ideología genocida en los años noventa para llevar a cabo una guerra por el control de África central a través de fuerzas africanas interpuestas. Washington se basaba en la Fuerzas Patrióticas Ruandesas (FPR) de Paul Kagame [actual presidente de Ruanda, ndlr] y Francia apoyaba al ejército del ex–presidente ruandés Habyarimana y a las milicias Interahamwe responsables del genocidio en 1994.

En dos décadas esta guerra de africanos interpuestos entre Francia y Estados Unidos ha costado la vida a más de 6 millones de africanos en Ruanda, Burundi y Congo. Bajo la dirección del presidente de Ruanda, Paul Kagame, el FPR de ha convertido en el aliado principal del imperialismo esta en la región.

Promover un diálogo entre los ruandeses

El odio racista entre tutsis y hutus forma la base del poder de Paul Kagame. ¿Cómo puede pretender defender a los tutsis organizando la masacre de civiles hutus en Ruanda y Congo, y causando la muerte de millones de congoleños?

Mientras que los africanos se matan entre sí se está sirviendo únicamente a los intereses de las potencias neo–coloniales. La oposición democrática ruandesa pide un diálogo inter–ruandés. Dicho diálogo puede aislar a los extremistas propagadores de la ideología racista tanto en el seno de las FDLR [Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda, entre las que se encuentran ex–genocidas hutus, ndlr] como en el seno del FPR de Paul Kagame. Pobablemente los ruandeses no podrán realizar solos este diálogo y poner fin a la carnicería. Necesitarán la ayuda de las fuerzas nacionalistas congoleñas y africanas. Los europeos demócratas y anti–coloniales tienen el deber de apoyar a África en esta reconciliación.

Un programa para la paz

Hay que exigir a los gobiernos belga, francés, estadounidense y británico, y de la Unión Europa:

1. Que condenen al gobierno de Ruanda por violación repetida de la integridad territorial de la República Democrática de Congo (RDC) y por violación de las reglas del derecho internacional en lo que concierne a las relaciones entre Estados soberanos.

2. Que reconozcan y apoyen el derecho del gobierno legítimo de Congo a defender su soberanía y su integridad territorial, a reforzar a su ejército y a llamar a sus aliados.

3. Que reconozcan el derecho del pueblo ruandés a un diálogo de reconciliación nacional.


(*) Tony Busselen es periodista de Solidaire, publicación semanal del Partido del Trabajo de Bélgica (PTB). Además trabaja como voluntario en Kinshasa en el centro «Etoile du Sud» (EDS), un centro de coordinación de varias organizaciones de base en los barrios populares de Masina.