América Latina

Uruguay: el Frente Amplio en el gobierno

Continuidad sin sorpresas

Por Marcelo Yunes
Socialismo o Barbarie, periódico, 28/11/04

Muchos uruguayos y también argentinos vieron con simpatía el triunfo del Frente Amplio en las últimas elecciones presidenciales. Lo ven como un triunfo “popular” contra el histórico sistema bipartidista (blancos y colorados) del vecino país, y hay quienes recuerdan con nostalgia aspectos programáticos del FA de los 70 que tenían un cierto contenido anticapitalista.

Sin embargo, no hay ninguna base sobre la cual sostener seriamente esas expectativas. El Frente Amplio actual ha dado suficientes garantías y salvaguardas tanto a la burguesía uruguaya como al imperialismo de que no habrá ninguna sorpresa desagradable para ellos. En todo caso, lo que veremos será otro gobierno en América Latina del estilo Lula–Kirchner. Es decir, gobiernos que suben con un discurso “antineoliberal” (aunque ya muy desteñido), para después continuar y profundizar el curso antiobrero y antipopular de sumisión al FMI y al gran capital nacional y extranjero. Pero, como se dicen “de izquierda”, la “naturalización de la miseria” será matizada –según recomienda el Banco Mundial– con algo de asistencialismo barato, estilo Plan Hambre Cero de Lula.

Esto puede parecer aguafiestas, después de ver las manifestaciones de júbilo en Montevideo con motivo del triunfo frenteamplista. Pero los marxistas no podemos ni debemos dejarnos llevar por ilusiones, aun si esas ilusiones fueran de masas. Es nuestra obligación decir la verdad tal como es. Y no ésa una tarea difícil que requiera sofisticados análisis políticos: basta con repasar las declaraciones públicas del ahora presidente electo, Tabaré Vázquez, y en particular del flamante ministro de Economía, Danilo Astori.

Por ejemplo, el diario La Nación, insospechable de simpatías izquierdistas, se entusiasmaba con las declaraciones de Tabaré en el sentido de que impulsará, “sin pretender clonaciones, un modelo similar” al de Lula, que ha batido todos los récords de neoliberalismo “progre”, y constata que Tabaré “promete poner en marcha un gobierno de izquierda con fomento a la inversión y (...) si hay un interlocutor que va a tener buen diálogo con los empresarios es (Tabaré) Vázquez”. Y se resaltó que Tabaré “durante toda la campaña, buscó dar señales de tranquilidad a quienes temen un cambio total de las reglas de juego” (La Nación, 30-10-04).

La burguesía no sólo no tiene la menor sombra de inquietud, sino que muchos capitalistas, como el presidente de Buquebús, apoyaron la candidatura de Tabaré. El asesor empresario Miguel Mena, por ejemplo, dijo que "los empresarios esperan un modelo similar al de Lula. O sea, un gobierno de izquierda que aplique políticas económicas para favorecer la inversión privada y un modo de relacionamiento con la clase empresarial que tradicionalmente no aceptaba" (La Nación, 30-10-04)

Por supuesto, una de las piedras de toque de la estructura económica uruguaya es su sistema financiero, que incluye el secreto bancario, es decir, el paraíso de los capitalistas corruptos y evasores, muchos de ellos argentinos. Pues bien, Astori tranquilizó a todos diciendo que el secreto bancario quedará tal cual.

La burguesía uruguaya no duda en absoluto de las intenciones de Tabaré. Si algo le genera inquietud es su capacidad para controlar la situación social. En ese sentido, el ex presidente de la Cámara de Industria del Uruguay, Jacinto Muxi, dijo a La Nación que "puede ser un problema para un gobierno del Frente Amplio no poder satisfacer pronto las demandas de la población, porque hay una enorme expectativa que puede frustrarse rápidamente" (Idem).

En todo caso, si hay algo que está fuera de duda es el carácter continuista que tendrá la gestión frenteamplista, aspecto que el propio Astori se encargó de recalcar ante cuanto micrófono le pusieron por delante. Y esto incluye, por supuesto, no moverse ni medio milímetro de los marcos de la democracia capitalista: “Hay que saber que somos parte del sistema y que en ese sistema están nuestros adversarios, que nosotros y ellos formamos todos parte de una sociedad democrática, que todos pertenecemos a una sociedad en la cual hay que alternarse de acuerdo a las decisiones de la ciudadanía”. Y Astori se ya se ataja de las próximas agachadas frentistas diciendo que “vamos a aprender desde el gobierno aristas que antes no veíamos y vamos a comprender visiones que antes criticábamos. Y las vamos a ver porque estaremos en el gobierno con la responsabilidad de decidir, la mayoría de las veces sin opciones o con pocas opciones” (Búsqueda, 21-10-04).

En cuanto al programa económico, es decir, su área de acción, Astori no puede ser más claro: “Este país precisa una suerte de modelo de especialización productiva que sea apoyado por políticas públicas permanentes. (...) Necesitamos un mercado de capitales, ojalá crecientemente en moneda nacional, de mediano y largo plazo. Y eso no se hace de un día para otro. Tenemos que hacer una reforma del Estado monumental (...) necesitamos políticas de Estado o, por lo menos, lineamientos que se mantengan más allá de los recambios en el gobierno, con una base de sustentación acordada por todo el sistema político. Si no, es imposible y, además, el Uruguay no será un país creíble”.

Inclusive, Astori felicitó al ministro de Economía colorado, Alejandro Atchugarry, por su actuación cuando la crisis del 2002 (inmediatamente posterior a la de Argentina), y dijo que “si la decisión hubiera estado en mis manos, yo hubiera hecho exactamente lo mismo". Cabe recordar que como resultado de esas “decisiones”, la pobreza y la desocupación escalaron a niveles inéditos en el Uruguay.

El modelo en el que se mira el FA está muy definido: es el Brasil de Lula y su política responsable. Se entusiasma Astori: “Brasil es un ejemplo de transición política que ojalá pueda ser aplicado aquí en el Uruguay. Lo que hicieron Cardoso-Lula o Lula-Cardoso fue magistral como transición política. (...) La frase de Lula a los inversores es imponente como síntesis política: ‘señores, inviertan porque los únicos riesgos que van a correr son los del capitalismo’. ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir: ‘conmigo no tienen problemas. Ahora, no los voy a salvar si pierden’. Eso es una lección política. (...) ¿Qué pasó con el partido de Lula después de que éste se instaló en el gobierno? Tuvo algunas pequeñas escisiones. Yo aspiro a que nosotros no tengamos ninguna. (...) En estos días, hay algunos sectores del Frente que, efectivamente, han impreso en folletos la consigna de no pagar la deuda externa. Pero eso no está en el programa del Frente” (Idem).

Se entiende la admiración por Lula, porque Astori pertenece a la “izquierda responsable” que se ha bajado incluso de la pretensión del reformismo más moderado. Así, se muestra partidario de anunciar la buena nueva a los izquierdistas anquilosados que todavía creen en las viejas monsergas del antiimperialismo y el anticapitalismo (ni hablar de revolución o socialismo). Según Astori, “hay que explicar que romper con el FMI y repudiar la deuda externa significa aislarse e ir a una suerte de africanización" (Búsqueda, 21-10-04). ¡Bonita manera de alentar expectativas entre la población pobre uruguaya: o nos sometemos al FMI o no les van a quedar ni las migajas!

Siguen las lecciones magistrales: “Hay que explicar que estatizar la banca es una consigna barrida por la historia porque ya no hay más bancos nacionales privados. Y, obviamente, si a alguien se le ocurre que el Uruguay debe estatizar el Citibank o el BankBoston o el Santander o el ABN–Amro, lo único que logrará es que esos bancos huyan del país, lo cual muestra lo absurdo del planteo. (...) hay que reforzar la explicación y que hay que explicar bien todo esto, porque hay mucha gente de buena fe que a veces no entiende actitudes políticas, precisamente porque no tiene los fundamentos de por qué se toman” (Idem). ¡La “gente de buena fe”, por supuesto, no es más que una referencia a los incautos votantes del FA, que “no entiende” por qué el FA va a hacer exactamente lo contrario de lo que ellos esperan.

Y Astori se vanagloria de que “hemos avanzado mucho. Uno va hoy a una reunión con frentistas a un acto y nadie postula la ruptura con el FMI o no pagar la deuda. (...) Si uno rompe con el FMI, no paga la deuda y rompe con el mundo, no viene nada de inversión y se va para otro lado. Entonces no podemos generar fuentes de trabajo y el millón de pobres que tenemos hoy seguirá allí y aumentando” (Idem).

Si alguien puede encontrar alguna diferencia con el verso neoliberal más rancio, que nos mande una notita a la redacción...