Perú

Sobre la rebelión nacionalista

Juventud Socialista – LS
Cusco,  03/01/05

Compañeros trabajadores, jóvenes, licenciados de las FFAA, campesinos pobres, pueblo en general, frente a los sucesos ocurridos nada más al empezar este año en la provincia de Andahuaylas queremos manifestar lo siguiente:

1.- El mayor del ejército Antauro Humala en una acción deliberadamente aventurera se rebeló en Andahuaylas, tomando como acto simbólico de su rebelión una comisaría del lugar. Como cualquier hecho de sangre éste torna en lamentable el alzamiento etnocacerista. La reacción del gobierno fue lenta y reveló que fue tomado por sorpresa. Este hecho demostró un hecho evidente e inocultable ante el país, el apoyo de un sector de la población. Sin embargo, no se entiende bien el valor estratégico o si hubo algún plan insurgente. Tampoco se entiende el linchamiento mediático a través de todos los medios con una furia dictada por el miedo y por un apego interesado al status quo. Más que un real alzamiento armado, se trata de un acto aislado que (en la medida que la mayoría de los peruanos rechaza las instituciones del régimen neoliberal), ha encontrado apoyo en sectores de la población. La existencia de un ambiente político en que crecientes sectores sociales que creen que las vías legales para promover un cambio sociopolítico le son ajenas dentro de los marcos de la “democracia” actual ha sido utilizada por los rebeldes. Es a todas luces claro que el sector más depauperado, más abandonado y vulnerable de la sociedad, junto con los trabajadores del campo y la ciudad  vienen experimentando un divorcio con el actual estado burgués corrupto y decadente.

2.- Lo simbólico del acto y de sus connotaciones políticas sacude la conciencia social de los sectores populares y provincianos. Más allá de la respuesta que le dé el sistema (vale decir, el gobierno, sus funcionarios, la partidocracia junto con la prensa de los grandes medios), creemos que ningún alzamiento armado a espaldas del pueblo se justifica. El arma de la rebelión es la movilización del pueblo organizado, dirigido por la clase trabajadora revolucionaria. Sin embargo, la rebelión del mayor del ejército, Antauro Humala, es una expresión patente de la crisis del Estado burgués peruano cuyo responsable político es el gobierno de Alejandro Toledo por sus errores, su falta de capacidad moral y porque está asociado a casos de corrupción en su entorno y en las principales instituciones estatales, entre ellas el ejército y la policía.

3.- La defensa de nuestra identidad socio cultural y la perspectiva de nuestro desarrollo futuro no está en la lucha fraticida entre chilenos, ecuatorianos, peruanos o de cualquier otra nación de América Latina, sino entre el capital y el trabajo. La lucha es contra el capitalismo salvaje que nos impone la burguesía nacional y las grandes corporaciones a través de gobiernos y políticos peleles, surgidos de elecciones amañadas muy bien por el sistema imperante. Verdaderos aprovechadores, succionadores del erario nacional.

La sociedad, organizada desde abajo, desde los trabajadores y los sectores más miserables son quienes tienen y deben articular un cambio de rumbo a nuestra historia. Los dirigentes de los partidos de izquierda (del PCP, de Patria Roja, etc.), los dirigentes de los trabajadores de la CGTP, entre otros están ubicados a espaldas de la clase trabajadora, del campo y la ciudad. Estos dirigentes, que fungen de opositores, deberían rechazar el Acuerdo Nacional, deberían abandonar su postura electorera y oportunista como estrategia central. Declaramos que la estrategia electoral como base para los cambios que demanda el país es cretinismo oportunista de la peor especie desde el punto de vista de los intereses de la clase trabajadora y de los sectores más olvidados del país, de los más pobres. Con su política de apoyo rastrero al régimen y al gobierno abandonan a la mayoría de la población a manos de sectores militaristas y aventureros radicalizados que  seducen con su discurso nacionalista a la población.

4.- se hace imperativo una salida masiva, popular y organizada frente a las crisis social, política y económica, preparando inmediatamente una medida nacional basada en un claro e inequívoco programa de lucha que plantee como primera medida que se vaya Toledo, un programa económico social de marcada orientación popular, que rechace categóricamente el neoliberalismo y el TLC, que plantee una salida política a la rebelión del mayor Antauro Humala. Es necesario realizar un paro nacional de 48 horas para doblegar  la voluntad de Toledo contraria a los intereses de las mayorías y del país.  Más que una salida mesiánica, militarista y aventurera como las de Antauro Humala, es imperativo recuperar la democracia, la combatividad y capacidad de lucha de las organizaciones populares. La insurgencia armada está condenada al fracaso si no la apoya la clase de los pobres, los trabajadores y las organizaciones populares. Es difícil más no imposible.

5.- El calendario del 2004 fue testigo de insurrecciones populares como la de Ilave, Ayacucho, Cajamarca y Yurimaguas. Este año comenzó con una rebelión. Ante esta situación que agrava la situación política manifestamos una vez más que sólo la organización política independiente y los métodos de lucha de los trabajadores y el pueblo organizado podrán lograr cambios efectivos construyendo una democracia nueva y genuinamente popular, sólo desde una democracia popular conseguiremos justicia y paz.