América Latina

El Pentágono busca hacer negocios con radares y scanners para la lucha contra la droga. El Comando Sur y el fantasma del “terrorismo”. ¿Alvaro Uribe narcotraficante?

Los “narcointereses” que persigue Washington

APM (Agencia Periodística del Mercosur), 23/06/05

Durante el primer semestre del corriente año la cuestión del narcotráfico en Argentina fue un tema de gran seguimiento. Los grandes medios de comunicación, organismos internacionales, y Estados Unidos pusieron en alerta al país austral no solo como una posible ruta de transito de la droga, sino también como productor.

Desde hace años se señala que Argentina es una ruta cada vez más utilizada para transportar droga desde las zonas productoras hacia Europa y los Estados Unidos y que los países que comienzan siendo de tránsito terminan como asientos de la producción y del consumo.

Según el informe anual sobre drogas, presentado en el mes de marzo por del Departamento de Estado de Estados Unidos, el Cono Sur es una región 'puente' para el transporte de droga a Europa y Estados Unidos.

El informe afirma que Brasil ejerció un papel de líder en la lucha contra los narcóticos a nivel regional. Entre sus logros cita la mayor cooperación de su gobierno con los países vecinos para controlar las zonas fronterizas por donde entra y sale la droga.

El escrito destacó que la cuenca amazónica sigue siendo difícil de controlar, indicando que la cocaína colombiana que entra en Brasil escondida en contenedores se destina a Europa, mientras que la que lo hace por los ríos amazónicos se dirige al mercado doméstico.

También se dijo que el suelo paraguayo es usado por la guerrilla colombiana de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para intercambiar cocaína por armas.

Más precisamente, en Argentina, días antes de la visita del secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, las presiones ejercidas por el gobierno de Estados Unidos a partir del escándalo de las 'narcovalijas' no sólo se limitaron a las insistentes declaraciones del embajador estadounidense, Lino Gutiérrez. El Departamento de Estado dio a conocer un informe que resalta el crecimiento del contrabando de drogas en el país.

Lejos de disimular sus intenciones, Rumsfeld aprovechó ese documento para arremeter una vez más en la necesidad de reafirmar la presencia de las fuerzas de seguridad.

El informe, en este sentido, no hizo alusión directa al caso de las 'narcovalijas', pero incluyó a las aerolíneas y cruceros comerciales entre las formas de transporte de sustancias ilegales.

A este documento se suma una reunión que mantuvieron en marzo, Lino Gutiérrez junto a un hombre de la DEA (Agencia antidrogas de Estados Unidos) y el ministro del interior argentino, Aníbal Fernández. Desde el ministerio del Interior informaron que en la charla se había analizado la coordinación de las fuerzas antidrogas de ambos países. Después admitieron, contrariamente con lo que dijeron antes, que Washington estaba preocupado por el caso Southern Winds ('narcovalijas' llegadas a Madrid, desde Buenos Aires).

Pero los intereses del gobierno de George W. Bush incluyeron también algunas demandas puntuales. Uno de los reclamos fue la permanencia en la Aduana local de dos hombres con excelentes vínculos con la DEA: el ex jefe de Drogas Peligrosas Juan José Isola y su segundo, Daniel Paso, ambos muy defendidos por la administración Bush.

Cuando Rumsfeld piso suelo argentino en el mes de marzo la cuestión del narcotráfico tomó otro sentido: más que preocuparse por el narcotráfico, el funcionario estadounidense aprovecho la oportunidad para hacer buenos negocios que favorezcan los intereses estratégicos y económicos de su país.

Con el fantasma de que Argentina es un foco potencial para grandes rutas de la droga, el enviado de Washington sacó a relucir el tema de la radarización a su par argentino, José Pampuro.

El rico y largo negocio de poner radares en tierra y en el aire es un objetivo vital para el país del Norte. Por su parte la empresa argentina INVAP está trabajando en los radares secundarios, pero la parte del león son los modelos 3D, mucho más caros. Las firmas estadounidenses Raytheon y Northrop presionan a través de su gobierno para lograr que la operación quede en sus manos.

Hasta ahora, las empresas estadounidenses quedaron fuera del negocio porque el gobierno argentino contrató a INVAP para el desarrollo, en una primera etapa, de once radares secundarios. Estados Unidos pretende reabrir el juego para los radares primarios 3D, cuyos costos son diez veces superiores.

Para ejercer una presión más sutil en pos de sus negocios, la delegación del hombre del Pentágono se encargó de abrir un poco más el terreno. 'Un fenómeno que hemos visto en la región es que a medida que Colombia y Brasil son más exitosos en interceptar aviones, los narcotraficantes están tratando de enviar sus aviones a otros lugares. Por lo tanto creo que a Argentina le preocupa eso', afirmo un funcionario que acompañó a Rumsfeld.

Es más, en reiteradas oportunidades el jefe del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, el general, Bantz Craddock, manifestó que el terrorismo y narcotráfico están en la mira militar de su país, respecto de Latinoamérica.

Durante una audiencia en el Comité de los Servicios Armados del Senado de Estados Unidos, meses atrás, Craddock elogió el éxito obtenido por las fuerzas armadas colombianas en su lucha contra el 'narcoterrorismo'.

De ese modo, Washington se encargó de presionar a Argentina tanto como le fue necesario.

El 31 de marzo pasado, el Congreso argentino ratifico dos convenios internacionales para 'la represión del terrorismo', pedidos expresamente por Estados Unidos. En un caso, convirtió en ley el Convenio Internacional para la Represión del Financiamiento al Terrorismo, adoptado por la Asamblea de Naciones Unidas (ONU), en diciembre de 1999. La segunda ley adoptó la Convención Interamericana Contra el Terrorismo, signada por la Asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA), en Bridgetown, Barbados, en junio de 2002.

Influyeron la reciente visita a Buenos Aires del secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, y una llamada telefónica del presidente George Bush a su homólogo local Néstor Kirchner. Todo ello sucedió antes del viaje del canciller argentino, Rafael Bielsa, a Washington, para reunirse con su par estadounidense, Condoleezza Rice.

El 9 mayo, Argentina y Estados Unidos firmaron un convenio para la aplicación de un sistema estadounidense de control aduanero de los contenedores en el puerto de Buenos Aires.

Agentes estadounidenses trabajarán en el puerto de Buenos Aires para controlar la mercancía con destino a su país, mientras que los argentinos harán lo mismo en los puntos de Estados Unidos, desde donde se despachan mercancías hacia Argentina.

El administrador de Ingresos Públicos de Argentina, Alberto Abad, dijo que en una primera etapa este país licitará la compra de nueve escáners móviles y ambos países 'trabajarán en un análisis de riesgo compartido' sobre el control aduanero.

Esta medida fue adoptada luego de que la DEA expresara su preocupación por el aumento del tráfico de drogas por vía marítima con destino a ese país. Como consecuencia de este convenio, personal de la DEA actuará junto al personal de Aduanas y la Prefectura argentinas, para incrementar los controles en el puerto de Buenos Aires.

El 9 de junio el Senado argentino sancionó una ley pedida por Estados Unidos. La norma establece la obligación de registrarse ante el Estado a aquellas empresas que desarrollen cualquier tipo de tareas con elementos químicos que sirvan para la elaboración de estupefacientes, conocidos como precursores químicos.

A esto se suma que una evaluación internacional exige al país una ley más dura contra el lavado de dinero. El Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) podría aplicar sanciones. La instrumentación de multas podría implicar un eventual recorte de la línea de créditos.

En febrero pasado, el GAFI advirtió que el país debía ratificar la convención internacional para la represión del financiamiento al terrorismo de Naciones Unidas y el convenio contra el terrorismo de la OEA.

El 9 de junio concluyó en la capital argentina una denominada Primera Conferencia de Defensa del Cono Sur, con participación de altos jerarcas militares de la región y de Estados Unidos.

En esa oportunidad se destacó la presencia del general Ben Craddock, quien levantó justificadas suspicacias.

Ello se debió a que la agenda de la Conferencia estuvo centrada en el incremento del trabajo de los estados mayores conjuntos en ejercicios militares combinados de los países miembros (Argentina, Brasil, Chile y Paraguay) y en la situación de Haití, asuntos de interés del Pentágono. Por supuesto también se tocó el asunto radares.

Por otra lado, algunos medios de comunicación argentinos acompañan a Estados Unidos en las amenazas desatadas. Desde el diario de derecha Infobae afirman en que en Argentina creció la producción de cocaína y se desbarataron 20 laboratorios en 2004. Son más del doble de los nueve que se habían descubierto en 2003.

También el diario ultraconservador La Nación, publicó que fuentes oficiales argentinas aseguran que narcotraficantes colombianos ya tienen redes armadas en nuestro país y también siguen con preocupación la acción del narcotráfico brasileño, que 'ya tomó fuertes posiciones en Paraguay'.

Sin embargo, la lucha contra el narcotráfico que encabeza Washington, principalmente en Colombia, y que se jacta de hacerlo con éxito tiene otros matices que demuestran todo lo contrario.

El periodista y escritor argentino, Víctor Ego Ductrot señala en un artículo periodístico que Estados Unidos financia sus aventuras militares con el dinero de la droga, mediante el lavado de dinero.

'Hay serias pistas, conocidas en ámbitos políticos y diplomáticos latinoamericanos aunque muy bien mantenidas en reserva o en el anonimato, de que la articulación del entramado financiero ilegal del Plan Colombia tiene epicentro en la DEA, como controladora de la parte del león del tráfico de drogas en ese país, y en una red de bancos tanto colombianos y ecuatorianos vinculados a Alvaro Uribe, a los 'paramilitares' colombianos, a la Mossad israelí y a la ultraderecha de la Iglesia Católica nucleada en el Opus Dei', señaló Ducrot en el artículo 'Los banqueros del Plan Colombia'.

El verdadero objetivo de la secretaría del Tesoro no es impedir el lavado de dinero proveniente del narcotráfico y de otras actividades ilegales sino asegurarse de que el mismo se realice dentro de las estructuras financieras controladas por ese organismo, preferentemente a través de instituciones de crédito de matriz estadounidense, afirma la misma nota.

En este mismo sentido, existen investigaciones que comprueban cómo militares y diplomáticos estadounidenses junto a presidentes colombianos llegarían a integrar carteles de la droga.

En abril del presente año, el periodista español Pascual Serrano manifestó que el diario progubernamental colombiano El Tiempo ha reconocido que en el mes de marzo, fueron requisados 16 kilos de cocaína por valor de medio millón de dólares a unos soldados estadounidenses que llegaban a Texas procedentes de Colombia.

Esos soldados pertenecían al cuerpo de instructores que supuestamente entrenan al ejército colombiano para combatir la guerrilla y el narcotráfico.

El diario reconoció que 'la experiencia nacional con funcionarios estadounidenses que sucumbieron a la tentación del narcotráfico es poco alentadora'. En 1999, la esposa del coronel James Hiett, miembro de la embajada de Estados Unidos en Bogotá, fue acusada de enviar droga por valija diplomática con conocimiento de su marido y con ayuda del conductor colombiano adscrito al cargo.

Pascual Serrano también menciona a candidatos presidenciales colombianos, que posteriormente fueron elegidos presidentes. 'Estos recibían el dinero caliente del narcotráfico, como Ernesto Samper, o pertenecientes a los carteles, como el caso de presidente Uribe Vélez, miembro del Cartel de Medellín, según consta en un informe del Pentágono de 1991, develado por la revista Newsweek. Todo ello consta en el libro 'Biografía No Autorizada de Alvaro Uribe Vélez', de Joseph Contreras y Fernando Garavito', señaló el periodista.

Cabe destacar también, que después de invertir 3 mil millones de dólares en la realización del Plan Colombia, Estados Unidos no logró disminuir la oferta de drogas en su país. Colombia continúa abasteciendo el 90 por ciento del mercado estadounidense.

Sin ninguna intención en el combate a las drogas, la operación en Colombia continúa, porque su objetivo es el combate a las guerrillas. El objetivo real de las inversiones millonarias realizadas por Washington en ese país, intensificando el foco de los enfrentamientos violentos y haciendo de Colombia el país más violento y alterado del continente, es la de tener un acceso directo para una futura militarización de Sudamérica en torno a sus propósitos estratégicos.

Entonces, ¿en qué medida beneficia a Estados Unidos que se agite el fantasma del 'narcoterrorismo' en la región? El objetivo del país del Norte no es sólo el hacer buenos negocios con le venta de radares, sino que mediante la excusa de la lucha contra el narcotráfico le es mas fácil presionar a los gobiernos latinoamericanos a favor de la militarización del continente. Una vez logrado este propósito podrá controlar los recursos naturales y energéticos que posee la región.

Por tanto, si bien no se niega la existencia del narcotráfico es fundamental que el estado argentino tenga la capacidad de mejorar la eficiencia policial en el combate al tráfico de tóxicos, incluyendo el combate a la corrupción policial. Es preciso identificar al grupo de riesgo involucrado en este tipo de actividades e implementar planes de empleo y educación destinados a prevenir su entrada en sectores de la economía subterránea.

Esta posible amenaza es peligrosa en el marco de cuestiones de seguridad y relaciones internacionales, ya que ofrece elementos a organismos internacionales y en especial a Estados Unidos para presionar diplomática y políticamente sobre el Estado argentino y el conjunto de los países latinoamericanos.