América Latina

La estrategia de Washington para proteger a sus soldados

La inmunidad de EE.UU. enoja a países de la región

Washington ya sancionó a doce naciones por negarla

Por Juan Forero
The New York Times / La Nación, 21/08/05
Traducción, Mirta Rosenberg

Bogotá. Hace tres años la administración Bush empezó a instar a muchos países a que protegieran a los estadounidenses de la recién creada Corte Criminal Internacional de La Haya, que tiene por objetivo convertirse en el primer tribunal permanente destinado a procesar delitos tales como el genocidio.

Desde entonces, Estados Unidos canceló la ayuda a unas dos docenas de naciones que se negaron a firmar los acuerdos de inmunidad, que, según dicen los funcionarios estadounidenses, tienen el fin de proteger a los soldados y políticos estadounidenses de los procesos judiciales instigados por razones políticas.

Para la administración Bush, la suspensión de la ayuda es el precio que deben pagar los gobiernos por negarse a ofrecer apoyo en un área que dicha administración considera especialmente vulnerable para Estados Unidos, cuyo ejército está presente en todo el globo.

Pero particularmente en América latina y el Caribe, donde se encuentran 12 de las naciones penalizadas, la eliminación de la ayuda ha generado un intenso resentimiento, ya que muchos la consideran, según declaraciones de funcionarios y diplomáticos de siete países, una dura actitud diplomática.

Incluso algunos funcionarios estadounidenses han empezado a cuestionar esa decisión política, ya que los líderes políticos y militares de esa región se quejan de que la eliminación de la ayuda atenta contra la buena voluntad y dificulta su capacidad para cooperar en la campaña contra las drogas y el terrorismo.

En un testimonio ante el Congreso durante el mes de marzo, el general Bantz J. Craddock, comandante de las fuerzas militares estadounidenses en América latina, dijo que las sanciones habían excluido a los oficiales latinoamericanos de los programas de entrenamiento de Estados Unidos, y que podrían permitir que China llenara ese vacío. "Nos arriesgamos a perder contacto con una generación de colegas militares de muchas naciones de esa región", afirmó.

Casi todas las penalidades, bosquejadas en una ley que entró en vigor en 2003, han adoptado la forma de recortes del entrenamiento militar y otras clases de ayuda en el campo de seguridad. Pero una ley de presupuesto sancionada en diciembre permite nuevas reducciones en programas sociales y de salud, como la educación y prevención del sida y el mantenimiento de la paz, la asistencia a refugiados y las reformas judiciales.

Aunque esas sumas suelen ser relativamente desdeñables para Washington, su pérdida sí se siente en los países pequeños. En un exabrupto, en junio pasado, el presidente de Ecuador, Alfredo Palacio, declaró a un canal de televisión de Quito que no se rendiría ante Washington. "Absolutamente nadie conseguirá que yo agache la cabeza", dijo.

Su país tiene una de las bases militares estadounidenses más grandes de la región y se ha vuelto un enclave cada vez más importante para que Estados Unidos lleve a cabo el control y la vigilancia en varios campos, desde el tráfico de cocaína hasta la inmigración ilegal. Sin embargo, Ecuador ha perdido 15 millones de dólares de subsidios desde 2003 y puede perder otros 7 millones este año.

En total, 53 países, desde Kenya, pasando por Ecuador, hasta algunas naciones europeas, se han negado a firmar los acuerdos, alegando que Washington vulnera el compromiso que han contraído con la corte internacional. No todos ellos han sido penalizados y algunos, como Paraguay y Dominica, han acabado por rendirse ante la presión de Estados Unidos y han firmado los acuerdos.

Mal trago

En América latina, los acuerdos de inmunidad y las sanciones han sido un trago más amargo para los gobiernos que se inclinan hacia la izquierda y que han llegado al poder en los últimos años gracias a su rechazo a las políticas económicas respaldadas por Estados Unidos. Los registros presupuestarios de Estados Unidos revelan que Uruguay, cuyo gobierno de izquierda se negó a firmar un acuerdo de inmunidad, ha perdido un millón y medio de dólares desde 2003. Costa Rica perdió alrededor de 500.000 dólares, y la inestable Bolivia, 1,5 millones.

Además, el programa internacional de Educación y Entrenamiento Militar, que financia a los militares latinoamericanos para que estudien en Estados Unidos, ha recortado su capacidad a 770 oficiales por año. El promedio anterior era de 3000 oficiales por año, según afirmaron fuentes militares.

Casi todas las naciones han perdido dinero y están muy apretadas, como Dominica, una isla caribeña que perdió 400.000 dólares y quedó sin posibilidades de hacer funcionar su única embarcación del servicio de guardacostas durante un lapso de dos años. Perú, un estrecho aliado de la administración Bush, ha perdido alrededor de 4 millones en subsidios.

En Colombia, donde el ejército de Estados Unidos ha hecho rotar a 8000 soldados durante los últimos cinco años como parte de su misión más amplia en la región, un nuevo tratado de inmunidad de hace dos años ha enojado a algunos. Colombia ya había firmado en 1974 un tratado que protegía a los soldados estadounidenses. "Estos tratados dicen que en Colombia todo el mundo debe respetar la ley –dijo Jimmy Chamorro, un senador colombiano que considera ilegales esos acuerdos–. Todo el mundo, excepto los estadounidenses."