América Latina

Uruguay: una enfermera y tres jóvenes estudiantes están presos por "sedición" en Cárcel Central y Cabildo. Ninguno tenía el rostro cubierto cuando fue detenido, no portaban piedras, ni "miguelitos" y los cuatro fueron salvajemente golpeados por la Policía. Éstos y otros detalles que no le pudieron contar al juez que los procesó, fueron narrados a Brecha por algunos de ellos, sus familiares y amigos.

La represión policial relatada por los "sediciosos"

Por Pablo Alfano
Brecha, Montevideo, 11/11/05
Reproducido por Rodelu.net

En la plaza Matriz el clima era de fiesta. Faltaba poco para la hora 16 del viernes 4 y un nutrido grupo de personas realizaba pequeñas performances teatrales. Luego vino la música. Ignacio Corrales (20) tocaba los platillos que le había prestado un amigo que lo acompañaba con un acordeón. Su madre, María Delia Cúneo, era la encargada de llevar el ritmo con el redoblante.

La música y los cánticos contra el presidente estadounidense George W Bush se vieron interrumpidos por una "lluvia de piedras". Ignacio, de gran estatura pero muy delgado, comenzó a utilizar los platillos como escudo. Era la única forma de parar los cascotes que, increíblemente, provenían de la zona donde estaba apostada la Policía.

Es que a esa hora decenas de jóvenes que cubrían su rostro con pañuelos y pasamontañas habían comenzado a arrojar "bombas de alquitrán" (que en realidad eran pequeñas botellas de vidrio con pintura roja), realizar grafitis con consignas antimperialistas y a provocar destrozos en vidrios de autos, comercios, bancos y edificios públicos, principalmente en la cuadra ubicada en Cerrito entre Misiones y Zabala.

La violencia de los "encapuchados" fue correspondida por los granaderos, coraceros, "pumas" y efectivos de la Seccional 1a.. Pero hubo otro factor que nadie tuvo en cuenta: muchos civiles –propietarios de los coches dañados, empleados bancarios y hasta cuidacoches– la emprendieron a pedradas contra los manifestantes gracias a la vista gorda de la Policía (veánse fotos adjuntas).

Pero en ese momento Ignacio desconocía todo esto. Por eso no entendía cómo civiles junto con policías uniformados y de particular les lanzaban piedras, y menos aun por qué un "puma" (de la Guardia Metropolitana) arremetía con su moto contra la multitud.

Con una precisión milimétrica el "puma" atropelló a Fiorella Joséndez (20). El policía y la joven terminaron en el suelo, narró a Brecha la madre de Ignacio, quien además de presenciar el incidente también terminó detenida, aunque luego recuperó la libertad.

Con Fiorella reducida en el suelo (lo cual fue registrado por la reportera gráfica de la agencia de noticias Associated Press Matilde Campodónico), tres efectivos de la Guardia Metropolitana se dedicaron a pegarle hasta el cansancio.

Paralelamente, un policía hizo cuatro disparos al aire, según el relato de los amigos de Ignacio consultados por Brecha. En tanto, Fiorella seguía en el piso recibiendo palos y patadas. "Vo, paren la mano, patoteros", atinó a decir Ignacio, que intentó acercarse a Fiorella, bastante temeroso, para recoger un cinturón de tachas que se le había caído durante la golpiza.

De inmediato, un policía lo señaló y al grito de "es él" comenzó a perseguirlo. Ignacio comenzó a correr, pero detrás de los arbustos que hay en la plaza Matriz emergió un bastón policial que acertó en una de sus piernas. Ya en el piso, recibió palazos y patadas de los policías a discreción. Pero un civil de chaleco y corbata que aparece en varias fotografías publicadas en esta edición de Brecha y en videos emitidos por Canal 12 fue el que más le pegó.

"El pobre Nacho no cambia más. Mientras lo tenían en el piso pegándole de todos lados él gritaba que no le rompieran los platillos que eran prestados", comentó a Brecha una de sus amigas que participó en la manifestación. El reclamo sirvió de poco: uno de los policías estampó su bota contra los platillos.

"Curioso" interrogatorio

Cuando Ignacio llegó a la Seccional 1a. comenzó el segundo capítulo de su calvario. La recepción en la comisaría no era lo que esperaba. "Armaron como una especie de pasarela, como un túnel, y cada vez que pasaba entre ellos le pegaban piñas en el estómago. Luego lo llevaron a un cuartito y uno de los policías le hizo una zancadilla y lo tiró al suelo. Al rato aparecen otros ‘tiras’ de civil, creo que de Inteligencia, con una cámara y le hicieron un interrogatorio. Antes de irse y entre risas le dijeron: ‘Nos vamos a volver a ver’. Él no lo podía creer", comentó a Brecha un amigo de Ignacio que estaba junto a él en esos momentos.

Finalmente, Ignacio fue llevado ante el juez Juan Carlos Fernández Lecchini, quien durante todo el interrogatorio estuvo más preocupado en conocer la ideología de los detenidos que en saber si habían participado o no en los destrozos. "¿Cuál es su filiación política? ¿La organización a la que pertenece su madre es capitalista o antimperialista?", le preguntó el juez en varias oportunidades. "Nunca nos preguntaron sobre los incidentes, nos interrogaba sobre nuestra ideología y manera de pensar", dijo a Brecha la madre de Ignacio.

Para llegar al procesamiento, el juez Fernández Lecchini apeló a videos de Inteligencia policial, de Canal 12 y de las cámaras de seguridad del Bank Boston y del Lloyds Bank. Y por supuesto al testimonio de los policías.

Cuando Ignacio estaba siendo interrogado el juez hizo pasar a un policía para el reconocimiento. Éste no pudo hacerlo. El segundo uniformado tampoco lo reconoció. Entonces el magistrado, según el relato de varios detenidos, le dijo a la actuaria: "Que vayan pasando todos juntos hasta que alguno lo reconozca". Al ingresar los seis policías restantes, todos juntos, iban complementando su testimonio sobre la peligrosidad y violencia de Nacho. Algo que no concuerda con el perfil de este joven estudiante de Secundaria que ha recibido en prisión decenas de visitas, entre ellas las de algunos de sus profesores de liceo.

Por su parte Fiorella, la joven a la que intentó defender Ignacio, también terminó procesada por "sedición". Los palazos policiales que recibió en la cabeza le valieron una visita al hospital Maciel, donde le dieron dos puntos. Eso sin contar contusiones en los riñones y en las piernas. Fiorella es estudiante y trabaja en el centro social El Galpón de Korrales, una institución que regentea un merendero y un lugar para alojar indigentes en la zona de Villa Española. Allí se encarga de coordinar talleres de artes plásticas y forma parte de la comisión de cultura de esa institución, ubicada en camino Corrales.

Si bien esta agrupación es catalogada por la Policía y algunos medios de prensa como de pura cepa anarquista, sus propios integrantes, consultados por Brecha, entienden que el centro social es un espacio de participación donde cada integrante, desde su posición y disposición, puede intervenir en forma horizontal e igualitaria.

Las embarazadas también

Luego de que la marcha se fue diluyendo por la represión policial, los manifestantes corrieron en su mayoría por Rincón hacia la plaza Independencia. Allí se produjeron nuevos incidentes y arrestos.

Lucía Abi Saab era una de las tantas jóvenes que buscaba salir de la Ciudad Vieja cuando al llegar a las inmediaciones de 18 de Julio y Convención fue detenida por la Policía. Una vez en el suelo le "plantaron" una bolsa con cócteles molotov, de acuerdo al relato de varios testigos. Desde lo alto de un edificio Carlos Arévalo vio toda la escena y bajó corriendo en defensa de Abi Saab. Terminó apaleado y esposado en el suelo, al igual que ella.

A todo esto, Claudio Piñeiro (24) y su novia Natalia Jaluff –con un embarazo de varios meses– venían huyendo de la represión cuando presenciaron el frustrado intento de Arévalo de rescatar a Lucía de la agresión policial.

Pero a Piñeiro lo sorprendió un "puma" de atrás y comenzó a asfixiarlo, mientras otros policías iniciaron el ritual de los palazos en el piso. Mientras tanto, su novia Natalia también fue retenida por un efectivo policial que la asfixiaba con sus manos. "Yo pensé que como estoy embarazada a mí no me iban a tocar", explicó Natalia a Brecha.

Arévalo y Abi Saab fueron detenidos y liberados dos días después, pero Piñeiro está desde el lunes 7 junto a Ignacio Corrales en el sexto piso de Cárcel Central. Como estudiante del IPA, Piñeiro integra el gremio estudiantil, además de ser un activo militante del sindicato de taximetristas (SUATT), ya que trabaja en una parada de taxis.

Tanto él como Ignacio tienen una hora de patio cinco veces por semana y derecho a una llamada de tres minutos que, en raras oportunidades, se extiende a cuatro.

La cuarta procesada es Lilián Bogado (49), una enfermera del CASMU que estaba en las inmediaciones de la plaza Matriz cuando fue detenida. Su arresto fue el más publicitado en la tapa de casi todos los diarios. En una foto (tomada también por Matilde Campodónico de la agencia AP) aparece un policía empuñando un arma automática con una mano, mientras que con la otra tiene agarrada de los pelos a Lilián, que está hincada en el suelo.

Lilián está en la cárcel de Cabildo –junto a Fiorella– con un brazo enyesado. Tiene fractura de radio del brazo izquierdo, múltiples heridas en la espalda y en las piernas debido a la andanda de golpes recibidos durante su detención.

Además de ser presentada como la más violenta de los cuatro procesados, entre otras cosas le dijeron en el juzgado que ella se abalanzó sobre uno de los "pumas" motorizados y no sólo logró tirarlo al piso, sino que además lo redujo. Algo difícil de creer, según sus amigos, si se tiene en cuenta la complexión física de esta mujer de 49 años y la de un policía de un cuerpo de elite entrenado hasta para intervenir en toma de rehenes. nInteligencia puede mentir, los videos que filmaron no

Sobre el operativo para reprimir los disturbios de la Ciudad Vieja muy pocos policías se animan a hablar con franqueza. Porque hay algo que está claro: la Policía detectó acciones que indicaban que podría haber violencia casi una hora antes de la marcha y no hizo nada al respecto.

En los videos que filmó la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (dnii) a la hora 15 con 26 minutos y 59 segundos aparece claramente un grupo de jóvenes cargando sus mochilas con piedras y cascotes. Los incidentes comenzaron entre las 16.15 y las 16.30, o sea casi una hora después.

El contenido de los videos –algunos de ellos pudieron ser vistos por Brecha parcialmente– fue difundido por el abogado de los cuatro procesados, Gustavo Salles, y emitido en el programa Zona Urbana del miércoles 9.

El director de la dnii, el inspector general (r) Sidney Ribeiro, aseguró que su repartición no le informó a la Jefatura de Policía de Montevideo de estos movimientos. Ribeiro dijo a radio Carve que el trabajo policial está, en cierta forma, compartimentado. Unos filman, otros patrullan en moto o a pie, otros atienden la radio, pero eso no quiere decir que todos estén coordinados.

"La dependencia que dirijo no remitió en ningún momento un alerta de esa naturaleza. Además, si eso hubiera sucedido en forma automática se habría activado una serie de mecanismos de prevención junto a la Jefatura de Policía de Montevideo y otras dependencias del Ministerio del Interior", sostuvo Ribeiro (La República, miércoles 9).

El jefe de Policía de Montevideo, inspector principal (r) Ricardo Bernal, también aseguró que "no existió ningún alerta de la dnii de que la marcha iba a ser violenta". Bernal dijo que "frente a un alerta de esa magnitud la Ciudad Vieja hubiera sido literalmente cercada en menos de diez minutos por varios grupos de choque, como está previsto para contingencias de alto riesgo".

Lo peor, según el abogado Salles, es que en esos videos no aparece ninguno de los cuatro procesados, por lo que "el juez no tiene pruebas" contra ellos. La pregunta que surge entonces es para qué filmaron los servicios de inteligencia. La respuesta oficial es probable que nunca llegue. nSin comerla ni beberla

Guillermo tiene 23 años y con su amiga Natalia iban a la marcha contra Bush el viernes 4, pero llegaron tarde. Eran casi las cinco de la tarde cuando al llegar a la puerta de la Ciudadela varios jóvenes que venían corriendo los alertaron: "Váyanse que vienen los milicos en motos a reprimir". Para cuando cayeron en la cuenta, "dos motos de los ‘pumas’ nos estaban atropellando, ahí, en plena plaza Independencia", relató Guillermo a Brecha.

El joven recibió "patadas de todos los colores" pero lo peor fue la fractura del dedo mayor de su mano derecha a consecuencia de un palazo. "Me operaron porque el hueso estaba lleno de astillas y tuvieron que ponerme tornillos. Lo peor es que yo toco la guitarra y voy a clases en Bellas Artes, y justo con la mano derecha rota se me complica."

A Natalia, su amiga, las cosas tampoco le fueron fáciles. En varias imágenes de los informativos de televisión aparece cuando es detenida y esposada, "pero nunca muestran cuando nos cagan a palos", explicó Guillermo. Natalia estuvo detenida desde la tarde del viernes 4 hasta el domingo 6, cuando fue liberada junto a otros 15 manifestantes. Pero debido a su exposición en los canales de televisión perdió su trabajo en un local gastronómico. Ahora Natalia y su familia piensan la posibilidad de iniciarle un juicio al Estado por daños y perjuicios.