América Latina,
crisis y rebeliones

Las políticas globalizadoras desde
la perspectiva de América Latina

Por Óscar Ugarteche ([1]) y Fidel Aroche Reyes ([2])
La Insignia, 25/02/06

Primera parte

En el presente trabajo vamos a efectuar una revisión descriptiva de algunas variables económicas seleccionadas, para un conjunto de países, al cabo de quince años de la aplicación de reformas de mercado. Se ha tomado como muestra once países representativos de economías grandes, medianas y pequeñas de América latina y se ha escogido las variables de exportaciones de bienes y servicios, el PIB per cápita, la tasa de inversión total en el PIB, la transferencia neta de capitales definida como la suma algebraica de los créditos de largo y corto plazo más la suma algebraica de las inversiones directas netas de amortizaciones y depreciación.

Finalmente se hace una revisión sobre los elementos que más peso tienen en la balanza de pagos y en la estructura de financiamiento internacional de las economías. Se encontró que se presenta la paradoja de que no hay relación entre el PIB per cápita y las exportaciones, que la tasa de inversión es estable a pesar de la apertura de la cuenta de capitales, que los auges exportadores ocurren indistintamente al inicio de las reformas, que la apertura de los mercados de capitales no afectó positivamente la transferencia neta de capitales sino por un período breve y que las remesas de emigrantes han resultado siendo una fuente creciente de financiamiento de la balanza de pagos, ante la falta de empleo de calidad, y que los salarios no regresaron a sus niveles anteriores a 1980. El trabajo se ha efectuado con datos provistos por los indicadores de desarrollo mundial del Banco Mundial, 2004 y en lo posible se utilizó el criterio de dólares constantes de 1995.

La relación entre crecimiento del PIB y de las exportaciones

Las instituciones financieras internacionales han promocionado la adopción de estrategias de desarrollo de promoción de exportaciones a partir de la llamada crisis de la deuda de los años 1980. De este modo la práctica totalidad de los países americanos han adoptado estrategias de esta naturaleza, si bien con distinto grado de éxito y profundidad. Estas estrategias han estado acompañadas también por otras reformas que incluyen la contracción de la presencia del sector público en la economía y la preeminencia de los mecanismos de mercado sobre la regulación. Sin embargo, una revisión inicial a la hipótesis del crecimiento liderado por las exportaciones permite apreciar que en términos absolutos, en dólares constantes, no parece haber una relación significativa entre el PIB per cápita y los ingresos por exportaciones de bienes y servicios en la muestra ([3]3).

Los datos agregados de América Latina observan una tendencia del crecimiento del PIB per cápita hacia 0 desde 1970 (grafico 1).

Para comprender mejor el transito de los países latinoamericanos, se ha tomado una muestra de once países y utilizando números índices con base 1980, se ha hecho un análisis de dispersión del PIB per cápita y de las exportaciones. Los dólares utilizados son constantes de 1995 para hacer el análisis comparable. La pregunta es si los países han llegado más o menos al mismo sitio desde 19870 en términos de PIB per capita o de exportaciones o de ambos. Suponiendo un mismo punto de partida antes de la crisis de la llamada crisis de la deuda, dónde se encuentran ahora.

La evidencia del crecimiento absoluto de las exportaciones en dólares constantes de 1995 y del PIB per cápita se puede apreciar en el análisis de dispersión del gráfico 2. El lado izquierdo del gráfico muestra las cantidades del año 2002 tomando 1980 como base. El cluster se encuentra en torno a la media de 104 (sin Chile), con una mínima de 93 y una máxima de 204. Es decir Chile dobló su PIB per cápita y el resto no lo incrementó o lo hizo muy moderadamente, en dos décadas.

Las exportaciones de bienes y servicios muestran en cambio mucha mayor dispersión. En un rango que va de una mínima de 130 de Guatemala, hay una máxima de 728, que es México, y la media es de 354. Es decir, las exportaciones han crecido de manera variada en la muestra pero el PIB casi no ha crecido con una excepción. El excepcional crecimiento de las exportaciones mexicanas no se refleja en el ingreso por habitante.

El que tiene mayor índice de exportaciones es México que ha octuplicado sus exportaciones entre 1980 y 2002 y el que menos, Guatemala donde el índice es 130 el año 2002. No se observa un patrón de crecimiento de las exportaciones con el crecimiento del PIB per cápita en estas muestra de once países.

El gráfico no. 3 simplificado a dos países, México, y Perú, reflejan una tendencia logarítmica análoga en el PIB per cápita donde no se observa crecimiento, pero sí en las exportaciones. La tendencia logarítmica tendencial de las exportaciones mexicanas, primera línea tendencial, lo colocan en la expectativa de ocupar un sitial preferente mundial como exportador pero la relación con el crecimiento del PIB per capita es muy baja. El Perú, de su lado muestra una baja tendencia de crecimiento de las exportaciones, comparado a México, segunda línea tendencial y no observa una tendencia logarítmica de crecimiento del PIB per capita en el largo plazo.

El grafico no. 4 muestra las tendencias de Costa Rica y Chile donde se observa que Chile y Costa Rica tienen las tendencias logarítmicas casi idénticas de crecimiento de las exportaciones pero el crecimiento del PIB de Chile tiene una tendencia logarítmica mayor que Costa Rica que guarda una tendencia logarítmica al estancamiento, análoga a la de México y el Perú del gráfico 3.

Cuando se incorpora a Brasil y Argentina al análisis se constata que las tres mayores economías de América Latina tienen crecimiento de las exportaciones, pero que esto no se ve reflejado en al PIB per cápita.

Cuando se complican los gráficos 3 y 4 con los datos del gráfico 2 se aprecian dos tendencias en la región. Hay países con una relación positiva fuerte entre las exportaciones y el PIB y hay otros, la mayoría, donde dicha relación es tenue. ¿Qué se necesita para que exista la relación? La interrogante es por qué hay relación en Chile (una excepción), pero no en ninguno de los otros países lideres regionales de exportaciones: México, Costa Rica y Brasil.

Segunda parte

Notas sobre integración a partir del TLCAN ([4] )

La discusión acerca de la internacionalización de las economías latinoamericanas y la formación de bloques comerciales ocurre en medio de procesos de reformas económicas en cada país y de diversa profundidad, iniciados a partir de los años 1980. Se ha argumentado que tales reformas son un requisito para recuperar la capacidad de crecimiento rápido y sostenido, puesto que la estrategia de crecimiento basada en el mercado interno, practicada por todos estos países desde por lo menos la década de 1950, generó aparatos productivos no competitivos, donde los empresarios no han tomado las decisiones más eficientes, generando estructuras de mercado que amaga la competencia, ya que propician que pocos agentes gocen de grandes cuotas y poder de mercado; tales estructuras no garantizan la mejor asignación de recursos.

Así, los empresarios imponen precios superiores a los internacionales y extraen parte del excedente del consumidor, gozando de cuasi-rentas cuyo coste social es superior a los beneficios de la protección. Además, dado este medio ambiente artificial en el que viven los empresarios, éstos no tienen incentivos para especializar a la economía de acuerdo con sus ventajas comparativas, por lo que el crecimiento es insostenible. Luego -sigue el argumento- el bienestar y el crecimiento en el largo plazo se maximizan ceteris paribus abriendo la economía al mercado internacional puesto que los precios internos convergen con los internacionales.

Paradójicamente sin embargo, a pesar de las reformas, las economías americanas muestran distintos grados de inestabilidad y el crecimiento no parece recuperar su dinamismo, como se muestra en el cuadro 3. En efecto, para las economías en la muestra, que incluye Canadá, Estados Unidos y Argentina, Brasil y México, entre los años 1970 y 2000 las tasas de crecimiento promedio más altas se dieron entre 1970 y 1979, al igual que en el gráfico 2 para América latina, y todas, excepto EEUU, muestran una creciente volatilidad (medida por el coeficiente de variación de las series -cuadro 5-).

Distintos modelos macroeconómicos para cada país han explicado esta situación, al tiempo que se han practicado diversas políticas macroeconómicas en los distintos países, que han privilegiado la privatización de las empresas públicas y la liberalización de los mercados, lo cual también ha contribuido a la formación de los mencionados bloques comerciales. Llama la atención que mientras para la Argentina, el crecimiento medio de la década del 90 es mayor que para las dos décadas anteriores, ni siquiera Estados Unidos regresó a su tasa anterior de 3.27% en la década del 70. En la muestra de países lo que se observa es que los latinoamericanos se recuperan con relación a la década del 80 pero no de la década del 70. De los angloamericanos, Canadá continuó su descenso de crecimiento mientras Estados Unidos estuvo, en promedio con la misma tasa de crecimiento que en la década anterior, levemente por debajo de la década de 1970.

Una cuestión en este punto es la probable conexión existente entre los procesos de integración externa y tales dinámicas macroeconómicas y entre aquella y las estructuras productivas de los países. Como se verá más adelante, es probable que la internacionalización de los procesos productivos debilite a los sectores productivos, en especial si la economía carece de ventajas comparativas y de un perfil de especialización definido. En ese caso, los beneficios esperados de la internacionalización se desdibujan, puesto que los productores internos son incapaces de competir ya sea en los mercados internos o en los internacionales.

Una explicación posible para este debilitamiento es que cuando la producción nacional de bienes intermedios es incapaz de competir los procesos productivos y de acumulación interna se fracturan, por lo que los impulsos al crecimiento se exportan, amenazando la estabilidad de la economía interna. No obstante, la causalidad puede ser la inversa, es decir, la volatilidad creciente explica los menores flujos de inversión y un proceso de acumulación disminuido. No obstante, en esta explicación del orden de las cosas no se explica el origen de la volatilidad. La pregunta entonces es si es posible la integración en algún bloque y que los países retengan su capacidad de crecer de forma estable.

En este punto pueden tomarse en cuenta tres elementos respecto de las relaciones entre integración y crecimiento, primero, las economías latinoamericanas han mostrado las mayores tasas de crecimiento durante un periodo más largo mientras se industrializaban y, al mismo tiempo, sus estructuras económicas se integraban verticalmente. Segundo, tomando a Canadá como ejemplo, que es un país que ha seguido un proceso de desarrollo muy distinto al de sus vecinos del sur y es una economía mucho más desarrollada, parece crecer a tasas menores y con menor estabilidad a partir de la mayor apertura y la internacionalización de su economía (Vid. cuadro 5); es decir, este país parece seguir un patrón común con el resto de las economías de la muestra. Tercero, EEUU es el único país que ha mantenido un crecimiento mayor durante un período más largo, y ésta es la economía menos afectada por la integración (Aroche, 2002).

México observó un peso creciente de las exportaciones en el PIB, que remontó de 5,5% a 16,6% promedio entre las décadas del 80 y 90, manteniéndose un crecimiento medio bajo y no habiendo una relación de causalidad entre una cosa y la otra muy fuerte, como se explica por el r2 de 0,4095 para la década del 90. Si bien es cierto que ha crecido la causalidad entre la década del 80 y del 90, dista ser la causa principal del crecimiento o la única causa.

Las formas de exportación y de inversión en México tras el acuerdo del NAFTA consisten en maquilar los productos de manera que se importan las partes y piezas, se les agrega mano de obra en zonas de procesamiento industrial que no contribuyen ni impuestos ni una masa salarial importante, y luego son exportados de regreso. Así, crecieron las importaciones de la mano con las exportaciones, por la razón señalada, y la diferencia que se observa equivale a la diferencia en valor de los productos terminados. De todos modos y volviendo al cuadro 1, esta variable no consigue sostener la dinámica de estas economías.

Tercera parte

Ahora bien, las reformas económicas, particularmente la reducción del tamaño relativo del Estado y la apertura de las economías se han justificado también como estrategias para brindar un medio ambiente más favorable a la actividad de los agentes privados quienes deberían tomar las nuevas oportunidades de crecimiento, modificando el patrón tecnológico y de especialización mediante un renovado flujo de inversiones.

En la muestra seleccionada, Argentina y el Perú serían los que más se acercaron a esto; la causalidad entre crecimiento exportador y crecimiento del PIB se explica por una relación de causalidad de 0,7165, lo cual la hace la razón principal para la Argentina. Para el Perú es aún mayor, de 0,8276. Los otros quedaron sin mayor relación de causalidad. La tasa de crecimiento de la tasa de formación de capital recuperó una dinámica importante en ambos países por las razones señaladas en el Perú. Brasil, dentro de esta muestra expresa las mismas dificultades con las exportaciones como motor del crecimiento. Si bien ha crecido la relación de causalidad, y el r2 ha aumentado de 0,0587 a 0,257, esto no transforma las exportaciones en la causa principal ni mayor del crecimiento.

No obstante, al observar las cifras de formación bruta de capital en el cuadro 6 como proporción del PIB, aparece que esta variable ha permanecido estable a lo largo de las tres últimas décadas para todos los países seleccionados, si bien entre 1975 y 1984 aparecen las mayores cifras. Asimismo, Argentina, Brasil y Canadá muestran la tendencia más marcada a disminuir esta proporción después de 1979. México, Perú y EEUU, por el contrario, muestran alguna tendencia a recuperar esta variable. En el caso peruano tiene que ver con la formación de capital en telecomunicaciones y minería, centralmente. En México así como en los otros países tiene que ver con el proceso de modernización del aparato productivo y de servicios, fruto de las reformas económicas. En Estados Unidos tiene que ver con el cambio técnico y la necesidad de estar en mejor posición de competencia con las otras economías lideres.

Tomando las tasas de crecimiento promedio de la formación bruta de capital para estos países en el mismo cuadro 2, se observa una notable inestabilidad y, al mismo tiempo, la correlación entre esta variable el crecimiento del producto es reducida excepto para EEUU (cuadro 3) A partir de estos resultados parece que los agentes económicos no modificaron su conducta de largo plazo y no parecen haber encontrado razones para invertir y recuperar el crecimiento de las economías.

Ahora bien, el destino de los flujos de inversión por sector económico de actividad determina la composición del producto en una economía, así como los diferenciales en el ritmo de crecimiento entre sectores y en la velocidad de incorporación de nuevas tecnologías. Ello, a su vez explica la evolución estructural de la economía entendida por las relaciones económicas entre sectores, por ejemplo, los flujos de demanda y oferta de insumos que determinan la integración interindustrial.

Desde el punto de vista estructural, a mayor integración entre las actividades económicas, mayor es la complejidad del sistema económico, lo cual significa que son más intensos los intercambios de bienes entre industrias y se espera que a medida que una economía se desarrolla se torna más compleja. (Carter, 1970) A partir de la matriz de insumo-producto de los países seleccionados se han identificado los "coeficientes importantes" definidos como aquellas relaciones directas entre dos sectores que involucran un mayor número de relaciones indirectas entre industrias (Forsell, 1983, Skolka, 1983). Así, a medida que un sistema económico se hace más complejo, el número de coeficientes importantes aumenta (Aroche-Reyes, 1996).

Al parecer (Aroche-Reyes, 2002) los indicadores de complejidad de los sistemas incluidos en la sub muestra de Estados Unidos, Canadá, Argentina, Brasil y México indican que existe una tendencia a relajar las relaciones entre las industrias, excepto para EEUU y en alguna medida para Brasil. Ello ocurre particularmente entre los productores nacionales, dado que, por un lado las importaciones de bienes intermedios han desplazado a la producción interna y, por otra parte, existen segmentos productivos que han desaparecido en algunas economías, que también han sido sustituidos por importaciones a veces de bienes terminados.

Este resultado puede también ligarse con la falta de dinamismo de la inversión, dado que los productores nacionales son incapaces de competir con las importaciones, donde un patrón de inversiones inestable en un medio ambiente crecientemente competitivo se traduce en un patrón de desintegración del aparato productivo, que a su vez se torna más dependiente de las importaciones. Ello podría significar ganancias en la eficiencia de las líneas de producción supervivientes; no obstante, a la luz del comportamiento de las exportaciones y del producto, la integración con el exterior de las economías no parece justificar ganancias en el bienestar de la población. Una vez más parece necesario considerar si es posible conciliar la mayor integración con el exterior y un mejor comportamiento de la economía.

Al parecer las reformas han tenido resultados mixtos en cuanto imprimir un perfil más internacional a las economías, puesto que no han conseguido que las exportaciones se conviertan en el motor de crecimiento para estas economías. Esta constatación desdice lo que se ha dicho en la literatura especialmente del Banco Mundial y del Fondo Monetario desde la década del 80. Hasta la llegada de la recesión mundial que vino a eliminar las certidumbres sobre la teoría de crecimiento exportador, no hay muchas pruebas de que haya funcionado en la década del 90 en los países de la muestra.

Al contrario, la apertura implica la fractura de los procesos productivos internos, y la integración de éstos con la economía internacional. Lo que se ha observado es un proceso de desindustrialización en algunos casos (Aroche Reyes, 1996) sin que se constate una redinamización de la tasa de formación de capital que permita una nueva articulación de la economía interna moderna con la externa.

Al mismo tiempo ni las reformas ni la integración de las economías a los distintos bloques económicos consiguen modificar las conductas de los agentes inversionistas ni tampoco regresan a las economías a sendas de crecimiento estable. Probablemente la integración con el exterior constituya un obstáculo para que los agentes privados nacionales inviertan en actividades productivas y estabilicen a las economías. En todo caso, los esquemas de integración no han logrado que los países más próximos se conviertan en los mercados más importantes de los socios comerciales. Las grandes excepciones son México y Canadá, para quienes Estados Unidos fue siempre su principal socio comercial.

Dentro del MERCOSUR, en promedio en la década, los dos socios comerciales más importantes tuvieron más comercio con Estados Unidos (NAFTA) y Europa (Unión Europea) que con el resto de América Latina sumada. Estados Unidos, a partir del NAFTA, proporcionalmente, le exporta más a sus dos vecinos, hasta un tercio de sus exportaciones, mientras que sus importaciones han crecido muy poco. El objeto es mejorar sus condiciones exportadoras antes que al revés. Parte del crecimiento de las exportaciones tiene que ver con las zonas de procesamiento exportador donde se maquila y se regresa el bien. En cifras netas, las exportaciones de bienes terminados de Estados Unidos a México han crecido mientras que proporcionalmente las importaciones extra maquiladoras no.

El anterior es un caso donde las estructuras y las instituciones existentes en las economías no permiten que las reformas actúen del modo previsto por la teoría, puesto que al observar las conductas de los agentes, revelan que no perciben las oportunidades de inversión ni parecen estar conformando una estructura productiva acorde con las ventajas comparativas. El tamaño diferenciado de las economías que juegan en los procesos de integración puede ser un elemento a tomar en cuenta para explicar este fenómeno. Los grandes empresarios de los países mayores están en mejores condiciones de aprovechar los nuevos espacios económicos. Ello sería un argumento a favor de la integración entre economías simétricas antes que entre desiguales. Es más posible la convergencia de economías con niveles similares de ingresos por habitantes y estructuras productivas con igual grado de complejidad que entre economías grandes y complejas, con economías pequeñas y simples. La integración de México con Estados Unidos, por ejemplo, ha dado pie, una simplificación del aparato productivo con una reducción de los eslabonamientos productivos. Lo mismo es cierto para Canadá. De los tres países, Estados Unidos es el que logró incrementar su complejidad (Aroche Reyes, 2003 a,b, c, 1996).

El aumento de las exportaciones de bienes no primarios no es un resultado ni automático ni deseado del modelo. La evidencia que la realidad muestra es que cuanto mayor es el grado de valor agregado, mayores los aranceles en la Unión Europea y en Estados Unidos, y mayores las barreras no arancelarias. Esto indica que la relación entre las economías mayores y las economías periféricas es de productos terminados de alto contenido tecnológico frente a materias primas o de bajo contenido tecnológico.

En cuanto la convergencia de precios y la mejoría del bienestar de los consumidores, siguiendo la ley de un solo precio que debería de aplicarse perfectamente cuando las economías están perfectamente abiertas, no se observa que la apertura comercial haya conducido a la prevalencia de un solo precio. Al parecer, las estructuras de mercado han sobrevivido a las reformas económicas, de modo que los distribuidores fijan los precios en cada mercado nacional al margen de que la información fluya entre los agentes. Probablemente estemos ante un caso de fragmentación del mercado, producto de los altos niveles de concentración del ingreso existente en la región, que algunos señalan que se ha agravado en la década de 1990.

Cuarta parte

La apertura de los mercados financieros y la inversión real

El sentido de la apertura de los mercados de capitales era que el costo del dinero convergiera entre los mercados más desarrollados y los mercados emergentes y que se abaratara en los mercados emergentes el costo de capital, sin restricciones a los movimientos y sin impuestos que graven las transacciones. El efecto existente y estudiado es que en todos los países se produjo una burbuja financiera por un exceso de créditos de corto plazo interbancarios y que los bancos prestaron hasta el punto de explosión de la burbuja. Era más rentable tomar dinero prestado del exterior que recibir depósitos que deberían de encajar en el Banco Central y de cuyas utilidades deberían de pagar impuestos. De este modo un auge de banco privatizados y liberados de restricciones al movimiento de capital que debería de haber llevado a un alza de la tasa de formación bruta de capital, llevó en realidad a la quiebra bancaria, a rescates de banqueros a un costo alto del erario nacional pero más, a un estancamiento de la tasa de formación bruta de capital en el PIB en alrededor del 20% del PIB.

Los capitales que ingresaron a los países lo hicieron para comprar empresas publicas y privadas pero evidentemente no para aumentar la capacidad productiva, como se anticipó. El incremento de las exportaciones ocurre sin una importante mejora en la tasa de FBK/PIB salvo en el caso de Chile. Cuando hay un incremento en la tasa de FBK/PIB también se observa que hay una mejora del PIB per capita cuando aumentan las exportaciones. En los otros cuatro casos esto no ocurre.

En el cuadro siguiente se aprecia que Brasil, Chile, Ecuador, Guatemala y Honduras tienen una relación FBK/PBI mayor en el periodo 2001-2003 que en el periodo de inicios de la crisis 1980-85. Sin embrago, los otros seis países, incluyendo los mayores, tienen una relación FBK/ PIB menor en el periodo 2001- 2003 que en 1980. La tendencia de la relación FBK/PIB a partir de 1995 en todos los países es descendente, incluido Chile que llegó a la cima en 1995 y desde entonces observa una lento deterioro. La tasa más baja la refleja Argentina en el 2002, esperable por el momento de su crisis económica; seguida de Bolivia y Colombia.

En general, para el grupo de países seleccionados grandes, medianos y pequeños de América Latina, la tasa de FBK/ PIB fue de 22% en promedio en 1980-85 y permanece estable en 22,4% en 2001-2003. En el agregado, no parece haber cambios no obstante las diferencias entre unos y otros países en el ultimo cuarto de siglo. Es decir, las reformas no han tenido una incidencia homogénea en la tasa de inversión. Más aún, la liberalización de capitales no impactó sobre la tasa de inversión durante los años 90 sino sobre la propiedad de los activos esencialmente.

La transferencia neta de recursos

Para restituir el equilibrio de los pagos internacionales durante la década de los años 80, los países latinoamericanos disminuyeron el nivel de actividad económica y las importaciones. Los acuerdos que se realizaron con el FMI para conseguir un financiamiento transitorio para facilitar el ajuste, se comprometían a aplicar políticas restrictivas del gasto público y a devaluar las monedas para modificar los precios relativos en favor de las exportaciones y frenar la inflación. Por ser diagnosticados como internos los problemas de pagos, las estrategias de ajuste en gran parte tuvieron éxito en restablecer el equilibrio, aunque a un costo social considerable. Las economías desde entonces parecen haber perdido el impulso del crecimiento en términos reales no obstante la apertura de capitales y su efecto teórico sobre las tasas de inversión real.

Los datos agregados de la región indican que la transferencia neta de recursos es abiertamente negativa entre 1980 y 2004. Para este trabajo, se ha escogido a las economías mayores de América latina, Argentina, Brasil y México y luego se han agregado las economías de la Comunidad Andina y salta a la vista que los flujos siguen la misma tendencia en todos los casos siendo los países mayores más tardíos que las economías medianas y pequeñas de la CAN.

Es interesante ver que el gráfico anterior reúne a todas las economías con las mismas tendencias sin excepción, incluida Chile. Todo indica que a partir de 1998 los flujos de capitales regresaron a su tendencia negativa de la década del 80, en toda la región, menos en los países mayores. México mantuvo los flujos positivos no obstante su falta de crecimiento económico. Los flujos no parecen incidiir en la tasa de crecimiento. México muestra que ni los flujos de capital positivos ni las exportaciones le impactan al crecimiento de forma importante. Las diferencias significativas están en que Ecuador, y Venezuela traen TNR negativas toda la década y media desde 1991 consistentemente; Chile desde 1998;. Colombia y el Perú desde 1999; .Argentina desde el 2001 y Brasil desde el 2002. El flujo negativo de Venezuela es preocupante pero al ser un país exportador de petróleo puede más que compensarlo con el superávit de balanza de pagos.

El crecimiento del PIB per Cápita de estas economías al final de veintidós años de transferencias de capitales primero inclinadas a negativas por la deuda internacional, y luego por la inversión directa es nulo, y la región es una exportadora neta de capitales por estos dos conceptos, reflejándose los flujos de IDE en un traslado de propiedad en general del sector público al privado y del sector privado nacional al internacional sin que se refleje, a la fecha mejoras en los ingresos per cápita. Esta sería la base del efecto indeseado de las emigraciones.

Empleo y emigración

La insuficiencia y precariedad del empleo en los países de la muestra después de la flexibilización laboral ha llevado. al revés de lo esperado, no a un aumento del empleo sino a un incremento de la migración de profesionales y de obreros calificados. El impacto se puede apreciar en las remesas, donde se aprecia su crecimiento exponencial a partir de 1998, cuando por una parte la tasa de crecimiento económica descendió, y por otra los efectos de la crisis asiática sobre América Latina impactaron sobre la estabilidad bancaria y sobre las transferencias netas de recursos. Este es un efecto no deseado de las reformas que además tiene significación río abajo en la medida en que el personal que emigra incluye personal de alta calificación, en general.

La diferencia en la relación de los gobiernos con las instituciones financieras internacionales (IFI) entre inicios de los 80 y la actualidad es que los gobiernos entonces recuperaban la autonomía de sus políticas económicas al cabo de tres años porque los acuerdos con el FMI implicaban compromisos de corto plazo; por lo tanto, los países latinoamericanos no se subordinaban a plazos indefinidos ni entregaban sus estrategias de desarrollo y de inserción internacional. Con la instalación de las políticas de ajuste estructural y las condiciones impuestas en las reformas económicas, las políticas se han vuelto irreversibles.

La experiencia del FMI y del Banco Mundial en Bolivia entre 1985 y 1987 donde se aplicaron un conjunto de medidas para estabilizar la inflación y reestructurar la economía fue el laboratorio para que el Banco Mundial decidiera que dicho paquete de medidas fuera el indicado para todos los países publicándolas en 1987 en su Informe de desarrollo mundial (BM, 1987). De este modo el BM se transformó de prestamista basado en proyectos a prestamista basado en políticas (Mosley, Harrigan and Toye, 1992) y pasó a prestar sobre todo a partir de reformas económicas que asegurasen dichas medidas que en 1989 se vieron refrendadas por Consenso de Washington. (Williamson, 1990) El remate fue el acuerdo de Marrakech para la creación de la OMC dónde se establece la armonización de políticas como un objetivo de la OMC. Es decir, que las políticas del BM son seguidas por todos los organismos internacionales y están entrelazadas, siendo condición su adherencia para que los países interactúen en todas las instituciones. El fracaso de las políticas, por tanto, requiere de cambios en la arquitectura financiera internacional y en los modos como, a futuro se establecerán los créditos.

La idea medular de la estrategia del Consenso de Washington es que se podría estabilizar las economías en desarrollo si se llevaban a cabo las reformas económicas de mercado y que los nuevos flujos de capitales se alisarían generando condiciones de crecimiento. Era un asunto de seguir las recetas al pie de la letra para asegurar el crecimiento, adelgazando el Estado, privatizando las actividades públicas y eliminando todas las distorsiones del merado al mismo tiempo que se vuelca el crecimiento hacia el exterior.

No hubo entonces, ni hay ahora, ningún reconocimiento de las condicionantes internacionales que determinaron la crisis de América latina de los 80, ni de la obsolescencia de la arquitectura financiera internacional que debió de haber evitado, para mantener la estabilidad de la economía mundial, que Estados Unidos generara un déficit externo y fiscal que afectó negativamente la marcha de la economía del resto del mundo y sumergió la economía de América Latina y África en una depresión económica al trasladarse de las regiones proporciones sustantivas de ahorro interno, lo que deprimió la tasa de inversión interna.

Tampoco hubo, ni hay, ningún reconocimiento de que si no se articula el mercado interno, eventualmente se va a polarizar el ingreso, con los problemas de allí derivados, de gobernabilidad. Menos aún hay un reconocimiento que las exportaciones no arrastran el crecimiento por razones que van desde las exoneraciones tributarias hasta la naturaleza primaria de las mismas.

Finalmente, la falta de encadenamientos en México, país exportador de bienes industriales a Estados Unidos y su rearticulación con las líneas de producción de EEUU (Aroche, 1996) ha llevado a su desindustrialización. El Banco Mundial ha fracasado con sus políticas como se aprecia en la falta de relación entre crecimiento de las exportaciones y PIB y la apertura de capitales y la tasa de formación de capital, o en el auge indeseado de los emigrantes, pero los enllavamientos impiden explorar otras posibilidades.

La paradoja es que en el agregado, a partir de 1998, el rubro de remesas de trabajadores emigrantes se ha transformado en una fuente importante de recursos para las balanzas de pagos de los países latinoamericanos que con transferencia neta de recursos negativas, ven hoy en esta fuente, una de las bases para la estabilidad del tipo de cambio y para financiar los déficit en cuenta corriente. Una discusión contemporánea es cómo canalizar estos recursos para que beneficien a la economía en su conjunto, en vista de que ni las políticas cumplen con su objetivo de crecimiento liderado por las exportaciones, ni los capitales extranjeros aseguran el crecimiento de la economía, de la inversión ni de empleo.

Crecimiento y distribución del ingreso

En suma:

1. No parece existir una relación inmediata entre crecimiento de las exportaciones y crecimiento de la economía salvo en el caso de Chile. Se podía sugerir que en Chile hay condiciones que no existen en otras partes para que la relación ocurra que merecerían ser estudiadas.

2. Alguna relación existe entre crecimiento de las exportaciones y crecimiento de la tasa de inversión real cuando se ve el impacto sobre el PIB per capita.

3. Parece haber mayor volatilidad inclusive en las economía lideres del hemisferio en su crecimiento entre 1990 y 2000 que en la década del 80. El aumento de la volatilidad indica que la apertura de todas las economías las ha convertido en más vulnerables menos a Estados Unidos.

4. Los procesos de integración de Canadá y México no han tenido un impacto positivo en la tasa de formación bruta de capital entre 1994 y el año 2002. No hay evidencia que la tasa de formación bruta de capital haya sufrido variaciones significativas con la apertura financiera tampoco, observándose más bien el traslado de propiedad de empresas públicas y privadas nacionales al capital extranjero sin el segundo paso anticipado del proceso.

5. La tasa de crecimiento del PIB per cápita de América latina tiende a cero asintótico habiendo comenzado en 1970 en 3,5% per cápita y dicha tendencia no se ha visto modificada por las reformas económicas para todos los países en su conjunto.

6. La transferencia neta de recursos es negativa para América latina cuando se consideran los créditos de corto y largo plazo más la inversión directa extranjera entre 1980 y 2003 salvo entre 1991 y 1997 cuando ocurrieron las privatizaciones. La evidencia muestra que la apertura de los mercados de capitales han reforzado la salida de capitales en particular de 1998 en adelante y que esto es verdad para todos los países sin excepción dada la precariedad de la economía mundial.

7. Las medición del financiamiento externo de América Latina del Banco Mundial indica que losa flujos netos de inversión directa se han recudido a la mitad entre 1999 y 2004 y que incluso cuando estaban en el auge, no estuvieron ligadas a la tasa de formación de capital real estrechamente. Parecen ser compras de empresas nacionales en alguna medida y ingresos a sectores de baja formación de capitales relacionados a las exportaciones (banca y servicios).

8. Los flujos oficiales de capitales se han reducido y los flujos privados están liderados por las inversiones directas. Las emisiones de bonos, como forma de créditos de largo plazo han recuperado actividad en los últimos años pero parecen ser reperfilamientos de los bonos Brady. No hay un impacto significativo de esto en la FBK/PIB.

9. El crecimiento de las exportaciones de América Latina va acompañado de emigración sustancial que ha convertido a las remesas de trabajadores emigrantes en la segunda principal fuente de financiamiento de la balanza de pagos después de la inversión directa. De mantenerse las tendencias, serán la fuente principal en el corto plazo.

10. El objetivo del crecimiento liderado por las exportaciones era mejorar los niveles de actividad económica y el empleo dentro de los países. Esto no se ha logrado y la emigración genera ingresos que hoy asisten en el financiamiento del desarrollo ante la falta de recursos oficiales (BM/BID/Gobiernos G/) y la falta de impacto de los créditos en el crecimiento del PIB y de la FBK. Las políticas de la globalización no obtienen los resultados manifiestos en la teoría.

Referencias:

* Aroche-Reyes F. (1996) 'Important Coefficients and Structural Change: A Multi-layer Approach' in Economic Systems Research Vol. 8 pp. 235-246.

* (2003) " La Integración Económica, la Apertura Externa y la Apertura reciente de México" en Nueva Sociedad, Caracas, Julio-agosto, 2003, No. 186 pp. 158-172.

* Aroche Fidel y Oscar Ugarteche, (2003)

* "Integración Regional, Integración Continental: Notas para el Análisis de la Integración entre la CAN y el MERCOSUR." documento presentado en la conferencia Reggen 2003, septiembre, Río de Janeiro, publicado en

* Banco Mundial

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Notas:

[1].- Investigador Titular del Instituto De Investigaciones Económicas, UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México).

[2].- Profesor Titular de la Facultad de Economía, UNAM.

[3].- La base de datos es el WDI del Banco Mundial 2004. La muestra incluye: Argentina, Brasil y México; Colombia, Perú y Chile; Ecuador y Bolivia; Honduras, Guatemala y Costa Rica.

[4].- El TLCAN, Tratado de Libre Comercio de América del Norte, más conocido por su sigla en inglés, NAFTA, incluye a EEUU, Canadá y México. (Nota de Sob).