América Latina

9º Congreso de la PIT–CNT

Los trabajadores a la intemperie: Sin programa
de clase, ni plan de lucha

Entrevista a Isabel Koifmann
Correspondencia de Prensa, 18/10/06

Durante tres días (6–7–8 de octubre) sesionó el 9º Congreso del PIT–CNT, central sindical única. Tanto los medios de prensa oficialistas como los de la derecha ofrecieron una amplia cobertura y, más allá de ciertos matices, coincidieron en el enfoque: triunfaron las corrientes asociadas al gobierno de Tabaré Vázquez. Poco antes (22–23–24 de setiembre) había sido el turno del 1er Congreso de la Tendencia Clasista y Combativa, que reunió a los militantes sindicales cuya lucha contrasta, radicalmente, con la estrategia del "sindicalismo gubernamental". De ambas instancias participó la compañera Isabel Koifmann, integrante de la Agremiación de Funcionarios de Cooperativas de Consumo (AFCC) y del Colectivo Militante. (1). Con ella repasamos los principales rasgos del Congreso del PIT–CNT, el actual momento de luchas defensivas de los trabajadores y la perspectiva de un sindicalismo clasista. (Entrevista de Ernesto Herrera)

– En este congreso del PIT–CNT participaron más de 700 delegados en representación de 140 mil afiliados, también algunas decenas de nuevos sindicatos, esto significa un cambio respecto al congreso anterior donde la pérdida de adhesión a los sindicatos era evidente ¿a qué razones atribuyes esta situación?

– Hay un crecimiento de las afiliaciones y se crearon nuevos sindicatos, especialmente en el área de los servicios, como ser empresas subcontratistas de limpieza, hotelería vinculada al turismo, supermercados, comercio minorista, también en la enseñanza, pública y privada, en pequeñas unidades productivas de la industria y entre los asalariados rurales. Lo más importante es que el 50% de estas nuevas afiliaciones a los sindicatos corresponden a trabajadores jóvenes, menores de 30 años, que hacen su primera experiencia en el campo sindical.

Las razones de este cambio son diversas, aunque la que más resalta es la posibilidad de integrar la mesa de los Consejos de Salarios, mecanismo de negociación que este gobierno restableció a partir del año pasado. Si tienes un sindicato en tu lugar de trabajo no solo cuentas con una herramienta para defender tus derechos laborales, sino que puedes intervenir en la discusión sobre el aumento de los salarios, y la demanda salarial es, actualmente, la principal necesidad de los trabajadores que cuentan con un empleo. No hay que olvidar que entre los años 2000–2004, el salario real tuvo una caída del 30%.

De todas maneras, el resultado de los Consejos de Salarios no ha conducido a una "recuperación" del salario confiscado durante los gobiernos de la derecha. Como promedio, la "recuperación" salarial no alcanza al 5%. Y en muchos sectores, al no haber acuerdo entre los sindicatos y las cámaras empresariales, el Ministerio de Trabajo terminó laudando un porcentaje de aumento más cercano al que ofrecían los patrones. Solamente en dos ramas (construcción y salud privada) se logró superar la pauta salarial fijada por el Ministerio de Trabajo. En general, los Consejos de Salarios no favorecieron  a los trabajadores.

– ¿Este crecimiento de la sindicalización que significa en términos de los asalariados del país?

– Algo así como el 12%, en cuanto a la composición de esta sindicalización, los empleados públicos continúan siendo la mayoría, con casi un 60% de los afiliados, cuando el sector público emplea al 18% de la fuerza de trabajo.

– Las delegaciones participantes en el congreso del PIT–CNT ¿eran representativas de esta nueva realidad del movimiento sindical?

– Para nada. Los jóvenes eran una minoría y los nuevos afiliados estuvieron por lo general ausentes. Esto se explica por la forma burocrática como fue preparado este congreso. No hubo una discusión democrática en la base de los sindicatos y la inmensa mayoría de los trabajadores ni siquiera sabía que se trataba o proponía. En el congreso, las delegaciones estaban compuestas por las direcciones sindicales que ya venían actuando y por miembros afines a las corrientes mayoritarias de cada federación o sindicato. En algunos casos, como en la federación del trasporte, ni siquiera permitieron que una minoría representada por el sindicato de taximetristas, pudiera estar en el congreso. Además, el congreso no tuvo en cuenta a los trabajadores desocupados, ni a los trabajadores de la llamada "economía informal". Para dar un ejemplo, a la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD), que es una pequeña organización que trabaja con familias de desocupados en algunos barrios, se le ha negado sistemáticamente la afiliación al PIT–CNT.

– ¿Tu sindicato cuantos afiliados tiene, como eligieron la delegación al congreso?

– Tenemos cerca de mil afiliados, muchos se incorporaron recientemente, provienen de nuevos sindicatos creados en las cooperativas. Nosotros en la AFCC hicimos un congreso participativo y ante los  Consejos de Salarios discutimos la cuestión del salario, las categorías, las condiciones de trabajo, una plataforma programática y un plan de movilizaciones que estamos aplicando en talleres abiertos y con muy buena concurrencia. Fue en nuestro congreso que elegimos una delegación de cinco compañeras para el PIT–CNT (cuyo reglamento exige un delegado cada doscientos afiliados). Podría decir que fuimos, lamentablemente, unas de las pocas excepciones, hasta por el hecho de llevar una delegación compuesta solo por mujeres.

– En los últimos meses, la dirección del PIT–CNT fue endureciendo su posición en relación a la política económica del gobierno del Frente Amplio. Incluso se convocaron algunos paros parciales reclamando un "cambio de rumbo". En particular, el énfasis crítico pone en tela de juicio los pagos por adelantado al FMI y la eventualidad de un TLC con Estados Unidos. ¿En el congreso, este descontento se manifestó de alguna forma, se expresó en demandas concretas?

– Lo que se fue "endureciendo" fue el discurso. Que apunta las baterías sobre el "equipo económico" del gobierno y contra las patronales "reaccionarias". Es una vía de escape oportunista de eludir el cuestionamiento global de la política económica del gobierno, que no es otra que la certificada en la Carta de Intención del FMI.  Al mismo tiempo, este "endurecimiento" coincide en el tiempo con una cierta ofensiva de los partidos tradicionales de la burguesía (Colorado y Nacional) y de las corporaciones empresariales. Estos presionan al gobierno para que gire más a la derecha, interpelan ministros, exigen la firma de un TLC con EEUU, en definitiva, le exigen mayores concesiones a las clases propietarias.

Este tono "confrontativo" de la dirección del PIT–CNT (que a veces combina un discurso máximo con programa mínimo), se viene extiendiendo también en el plano de las relaciones internacionales. Reaparece entonces una retórica antiimperialista más dura. Por ello el discurso a favor del MERCOSUR y en contra de los TLCs. Pero es una idea de "integración latinoamericana" despegada de toda perspectiva anticapitalista y socialista. Por el contrario, se insiste con la "burguesía nacional" y las "concertaciones" productivas.

– Es una nueva versión de "campismo".

– Algo parecido. Un nuevo "campismo" donde predomina la denuncia del imperialismo norteamericano (el imperialismo europeo, por ejemplo, casi no se menciona) y el apoyo a cualquier variante burguesa de "nacionalismo" o "progresismo". Se trata de un discurso puramente ideológico, sin delimitaciones programáticas de clase, donde la mira se apunta en el "enemigo principal" (como en la antigua teoría estalinista de la revolución por etapas). Y en el paisaje se entreveran todos los colores: desde Fidel Castro, Chávez y Evo Morales, hasta Lula, Tabaré Vázquez, Kirchner, Bachelet, López Obrador y el Movimiento de Países No alineados.

– En términos programáticos ¿se dieron modificaciones sustanciales respecto a los congresos anteriores?

– Se concretó un retroceso brutal. La renuncia programática fue sin atenuantes. No tiene antecedentes en la historia del movimiento obrero uruguayo, lo que deja a los trabajadores a la intemperie, sin programa de clase, ni plan de lucha para frenar la ofensiva patronal y conquistar las reivindicaciones. Todo lo demás entra en el terreno de lo anecdotario. Hasta la tan publicitada cuestión de la "histórica unidad sindical". El mantenimiento o no de la unidad orgánica del movimiento sindical nunca estuvo en la agenda del congreso. Nadie colocó el tema en ningún momento, ni nadie fue con la idea de una ruptura.  Por eso, el énfasis que ponen las corrientes mayoritarias y la prensa oficialista, es pura intoxicación mediática, una coartada política para evitar la cuestión central: el programa de clase y el plan de lucha de los trabajadores.

– Sobre este "patrimonio" que es la unidad de los trabajadores, también insistieron algunos de los mensajes de saludo de las centrales sindicales de otros países.

– Es cierto, en particular los de Cuba y Brasil. Pero sus propias realidades son más que discutibles. En el caso de la CTC porque se trata de una colateral del partido–Estado, es decir, de una organización sin ninguna autonomía de clase frente a las decisiones del gobierno, y esto lo digo con todo el respeto y la solidaridad que me merece la revolución cubana. El caso de la CUT es intolerable, no solo porque ha sido cómplice de las contrarreformas neoliberales del gobierno Lula, sino porque la CUT es hoy, antes que nada, un ámbito para los negocios, el enriquecimiento personal, la corrupción y el carrerismo político de los dirigentes sindicales. Entonces, esas opiniones tienen una escasa credibilidad.

– ¿Pero ustedes reivindican la importancia estratégica de la unidad sindical de los trabajadores o solamente lo consideran como un aspecto circunstancial, táctico?

– Nosotros le damos importancia desde una perspectiva de acumulación de fuerzas, de lucha de clases contra la apropiación privada del trabajo social. En ese sentido, la unidad tiene valor estratégico para el horizonte emancipatorio de la clase trabajadora. Pero no convertimos la unidad en un fetiche. Esta sirve cuando está en función de las necesidades sociales básicas de los trabajadores y de la disputa estratégica, revolucionaria, anticapitalista. Cuando la unidad solo cumple el papel de pantalla para justificar el reparto de espacios de poder entre fracciones sindicales o para encubrir una política conciliadora con las clases propietarias o la subordinación al gobierno "progresista", ya no sirve, es una cáscara vacía. Categóricamente no, nosotros no hacemos de la unidad sindical un fin en si mismo.

– El PIT–CNT al tiempo que defiende la unidad, también insiste sobre la autonomía del movimiento sindical respeto al gobierno, incluso esto fue votado por el congreso.

– Vamos a ver, el Secretariado Ejecutivo quedó constituido por 14 miembros (todos hombres, aunque del total de afiliados a los sindicatos más del 40% son mujeres). Todos ellos pertenecen a partidos del Frente Amplio que cuentan con cargos remunerados en el gobierno nacional y las administraciones municipales.  Estos 14 miembros del Secretariado Ejecutivo son militantes y/o dirigentes de esas fuerzas políticas (Partido Socialista, Partido Comunista, Movimiento de Participación Popular, Tupamaros, Vertiente Artiguista, Asamblea Uruguay, Alianza Progresista, Partido Por la Victoria del Pueblo), que tienen ministros, vice–ministros, directores de empresas públicas y bancos estatales, cargos ejecutivos municipales, etc. Es decir, integran el núcleo de "confianza política" que aplica el programa de gobierno. ¿De cuál autonomía hablamos entonces? De ninguna.

La dependencia política (y material) respecto al gobierno (y al aparato del Estado) es total. En todo caso, el discurso de la autonomía no pasa de una hipocresía litúrgica y la razón es muy sencilla: la burocracia del PIT–CNT está asociada, entrelazada, con las políticas del "progresismo". Por eso, esta burocracia tiene todas las características de un sindicalismo gubernamental que, reciclándose en un lenguaje "propositivo", convierte a las organizaciones de trabajadores en filiales de las decisiones estratégicas del gobierno frenteamplista. Esto nos conduce a una conclusión: el PIT–CNT, en cuanto estructura y dirección actual, ya no es un instrumento capaz de ser el centro unificador de la hegemonía de clase de los trabajadores.

– Recién hablabas de la renuncia programática sin atenuantes, de un retroceso histórico ¿en qué cuestiones esto se manifestó más claramente?

– Ni que decir que demandas tan actuales y necesarias como la reforma agraria, la estatización del sistema financiero, la reforma urbana o la re–estatización del sector de la seguridad social que está en manos de fondos de pensión privados, pasaron al baúl de los recuerdos en el programa de la central sindical.

Pero este congreso terminó por liquidar toda demanda programática que pusiera un freno al saqueo del país. Una amplia mayoría de los delegados votó la propuesta de la dirección del PIT–CNT de seguir pagando, como hasta ahora, los intereses de la deuda externa. Es decir, continuar aceptando la transferencia de riqueza, de valor, de trabajo, hacia los banqueros internacionales.

El presupuesto nacional aprobado por el parlamento (con el voto de toda la bancada del Frente Amplio) dice que en los próximos cinco años se destinará el 24% del presupuesto a servir los intereses de la deuda externa. Como si fuera poco, el gobierno "adelanto pagos" al FMI, el Banco Mundial y el BID, por más de 1.200 millones de dólares. Esto equivale a 12 veces más de lo que se destina a la emergencia social y a "combatir la pobreza". Ante esta verdadera estafa, el PIT–CNT propone realizar "una auditoria ciudadana de la deuda pública" para "analizar la génesis de la deuda del capital financiero; como se contrajo la deuda, etc."  Apenas eso. Es decir, el congreso decidió continuar aceptando el pillaje que programan las instituciones financieras internacionales. Por eso no hay ninguna mención a la necesidad impostergable de romper con el FMI y desconocer la Carta de Intención firmada en Washington en junio 2005.

Por otro lado, en la plataforma del PIT–CNT, no hay ni una sola exigencia salarial. El objetivo de "recuperar" lo confiscado, queda reducido a la negociación en los Consejos de Salarios. Ni siquiera se plantea un aumento del salario mínimo, actualmente ubicado en los 130 dólares mensuales. Ya la dirección del PIT–CNT había renegado de la demanda de un salario mínimo de 200 dólares, ahora terminan aceptando la cifra miserable fijada por decreto. Esto es casi patético, ni siquiera se animaron a tomar en cuenta la coyuntura económica favorable, de aumento del precio de las materias primas que se exportan, la baja del precio del petróleo que se importa y cosas por el estilo. Los únicos que ganan son los banqueros, los exportadores agrarios y empresarios de la industria manufacturera que, mientras vieron crecer la "productividad del trabajo" en un 23%...concedieron ajustes salariales que solo cubren el aumento del IPC.  Esto es una prueba contundente que, más allá de la retórica crítica hacia la política económica, la burocracia sindical no tiene ninguna intención de pararse contra el programa conservador del gobierno.

Por último, vino el abandono de una solidaridad de clase efectiva. No hay en el documento aprobado por mayoría, nada parecido a una convocatoria de apoyo a los sindicatos en conflicto, a los trabajadores en lucha, a las obras, fábricas y tierras ocupadas. De allí que no aparezca en el congreso ni un esbozo de plan de lucha.

Tampoco hay ninguna propuesta de movilización contra la instalación de las multinacionales papeleras. Peor todavía: se pasó de la crítica (casi pasiva) del 8º Congreso, al actual apoyo a la instalación de las papeleras, con el solo "alerta" sobre la contaminación medioambiental. Por eso, no puede sorprender que una delegación del Secretariado Ejecutivo del PIT–CNT viaje a Buenos Aires para negociar con la CTA y con la patota mafiosa de la CGT, para ver como frenan los piquetes y cortes de ruta en Gualeguaychú. A todas estas burocracias les aterra la movilización popular y la auto–organización.

La lógica del PIT–CNT, se adapta completamente al cliché gubernamental de "país productivo" y, por lo tanto, a la estrategia de garantizar un "buen clima de negocios" para las "inversiones" capitalistas que "generan empleo".

Te diría que, como un premio consuelo, mantuvieron la propuesta de anular la Ley de Impunidad y de hacer una campaña de "sensibilización" popular sobre el tema de los derechos humanos. Aunque se negaron incluir la exigencia de desmantelar el aparato represivo.

Por estas y otras razones nosotros no votamos el documento mayoritario, ni pedimos un desglose por puntos. Presentamos una alternativa, una Moción de Resolución radicalmente distinta (ver texto adjunto) que tiene el carácter de un plan inmediato de urgencia social. Y la pusimos a votación, integralmente, como contrapuesta a la que venía cocinada desde la dirección del PIT–CNT.

– ¿Quiénes apoyaron esa moción alternativa?

– La presentamos cuatro sindicatos: la Agremiación de Funcionarios de Cooperativas de Consumo, el Sindicato de Artes Gráficas, el Sindicato Único de Obreros Rurales Asalariados y el Sindicato de Trabajadores de la Industria Química. Y la apoyaron delegados de otros sindicatos. Obtuvimos 97 votos, lo que en términos aritméticos representa cerca de 20 mil afiliados a la central. El documento de la dirección fue votado por 415 votos, o sea, en representación de 83 mil afiliados. Esa cantidad de delegados eran los que estaban presentes en el plenario al momento de la votación.

– ¿Los votos a favor de esta moción alternativa corresponden al peso de los delegados de la Tendencia Clasista y Combativa en el congreso?

– No, en absoluto. Si bien conseguimos actuar con un cierto nivel de coordinación entre nosotros, los delegados de la Tendencia en el congreso éramos pocos,  no superábamos los 60 compañeros. Esto quiere decir que muchos delegados, incluso de sindicatos hegemonizados por el sindicalismo gubernamental, apoyaron una plataforma clasista, combativa y le dieron respaldo a un plan de lucha. Algo parecido ocurrió cuando se votó lo de la deuda externa: la propuesta de auditoria obtuvo unos 450 votos, mientras que la propuesta de suspensión inmediata del pago, obtuvo casi 200 votos.

– Esta coordinación de los delegados de la Tendencia ¿es consecuencia de las definiciones adoptadas por la instancia que ustedes realizaron en setiembre y que denominaron "Las trabajadoras y los trabajadores del sindicalismo clasista en Congreso"?

– En parte sí, aunque la coordinación de los militantes de la izquierda sindical clasista viene de lejos y no solo se da en instancias congresales, sino en las luchas populares, en las acciones de solidaridad, en las ocupaciones, en las marchas contra la impunidad, en las manifestaciones a favor del pueblo palestino, en contra del ALCA y los TLCs, en repudio a las guerras imperialistas.

De todas maneras, la realización de nuestro congreso fue un paso importante, aunque al decir de un compañero, sería mejor definirlo como "una asamblea de luchadores y luchadoras". El título de congreso es demasiado pretencioso y puede llevar a una actitud autocomplaciente. Y la verdad es que nuestra debilidad política, programática  y organizativa todavía es enorme. A lo que se le añade nuestros frágiles lazos con el movimiento de los trabajadores, con los desocupados, con los barrios más pobres, con el interior del país.

– ¿Quiénes participaron entonces de la asamblea?

– Cerca de 200 militantes y dirigentes de 38 sindicatos. También de otros movimientos sociales, como la Plenaria Memoria y Justicia y la Unión de Trabajadores Desocupados. Funcionamos en cuatro talleres: 1) coyuntura nacional e internacional, caracterización de la etapa y el gobierno; 2) construcción y organización de la Tendencia y relacionamiento con otros movimientos sociales; 3) programa, plataforma y plan de lucha; 4) derechos humanos. Luego, una comisión votada expresamente redactó una declaración pública, "A los trabajadores. A los delegados del IX Congreso del PIT–CNT", que difundimos masivamente. Ahora mantenemos una mesa coordinadora semanal (que es abierta a todos los compañeros de la Tendencia que quieran participar) y hacemos plenarios una vez al mes. Desde el 1º de mayo de este año, estamos editando "Un lugar de lucha", con un tiraje de cuatro mil ejemplares, es la publicación que nos identifica como Tendencia Clasista y Combativa.

– ¿Tuvieron alguna adhesión internacional?

– Bueno, sí. Un mensaje muy fraternal de apoyo de James Petras y también de agrupaciones piqueteras de Argentina. Además, estuvo presente en el congreso el compañero José María Almeida (Ze María), dirigente metalúrgico de larga trayectoria  en Brasil, y uno de los principales referentes de la  Conlutas (Coordinación Nacional de Luchas), la nueva central sindical y popular creada hace unos meses. Su presencia fue muy importante, no solo porque describió de forma clara y pedagógica la experiencia que ellos están haciendo (insistiendo sobre la particularidad de la misma para no caer en la tentación de copiar "modelos"), sino porque su participación abrió la posibilidad de iniciar una coordinación con otras fuerzas del sindicalismo clasista en la región.

– Los desafíos de la Tendencia en una relación de fuerzas desfavorable para la izquierda anticapitalista y cuando un amplio sector de trabajadores mantiene un grado importante de confianza en el gobierno de Tabaré Vázquez ¿están plenamente asumidos?

– Pienso que sí.al menos se intenta tener una lectura de la situación política y de la realidad socio–económica mucho más razonable y menos sectaria. Aunque todavía persiste una carga ideologizada y unilateral en muchos de los análisis.

En cuanto a los desafíos parecen ineludibles: intervenir en el proceso de (re)construcción de una estrategia y un programa de los trabajadores, que vaya tomando cuerpo en las luchas populares y en la propia auto–actividad organizada de los asalariados, los únicos productores de la riqueza social.  Esto exige, indefectiblemente, pegarse a todas las movilizaciones, a todas las acciones de resistencia, para promover la organización conciente.  Porque si bien es cierto que una franja muy importante del movimiento popular considera al gobierno de Tabaré Vázquez como un avance, como muy distinto a los gobiernos neoliberales que le precedieron, también es verdad que hay sectores de la clase trabajadora y de la militancia de izquierda, que no aceptan resignarse a la pasividad del "cambio posible". De allí que las luchas sindicales y populares, todavía en una dimensión defensiva, hayan adquirido en los últimos meses una mayor intensidad y visibilidad.

Es en este proceso, que una izquierda sindical clasista y revolucionaria (de la cual la Tendencia es un importante pero pequeño componente), puede contribuir a que los trabajadores y, en general, los explotados, consigan doblegar las dificultades, superar las derrotas, y unificar las luchas.


Nota:

1) El Colectivo Militante (CM) participa de la Coordinadora de Unidad Revolucionaria (CUR) que también integran el Movimiento Revolucionario Oriental (MRO) y el Frente Revolucionario Por Una Alternativa Socialista (FRAS). Este reagrupamiento de la izquierda radical, edita el mensuario Construyendo.