Chile

Bachelet, el neoliberalismo y la corrupción

Por Eduardo Andrade Bone
Enviado por el autor, 05/11/06

En Chile una vez más asistimos a diversos tipos de denuncias que están relacionadas con la corrupción en las altas esferas del poder político, económico y en los servicios públicos. También altamente cuestionados permanentemente son el poder judicial, la policía de investigaciones, los municipios y los ministerios.

Pero esta grave situación que corroe el alma de Chile, tiene su origen en la existencia misma de la dictadura de Pinochet y el modelo económico vigente. Los chilenos son conocedores de cómo el ex dictador, los militares asesinaron y robaron mientras se mantuvieron en el poder. Pero también tiene su origen en el modelo neoliberal de desarrollo que impera desde la época de la dictadura y que se ha extendido hasta nuestros días, allí precisamente está el caldo de cultivo de la corrupción que crece y crece en Chile.

Sin embargo si bien es cierto, que se suele asociar a la corrupción como una cuestión inherente al régimen militar, lo cierto es que poco se habla de cómo se corrompieron los altos mandos de la Fuerzas Armadas y los civiles ligados a la dictadura militar que pertenecían y pertenecen a quienes tienen el poder económico en el país, y que en gran mayoría están ligados políticamente a la Alianza por Chile (UDI-RN), que además es un trabajo digno de ser investigado, puesto que poco se habla de todo lo que robaron los civiles que apoyaron el régimen militar y los otros altos mandos de las FF.AA.

Otro elemento a tener en cuenta de porque en Chile, se ha extendido como un reguero de pólvora la corrupción, es la existencia de la Constitución de la dictadura y la falta de una democracia real, en donde el pueblo chileno pueda ejercer su plena soberanía y vigilancia sobre los diversos poderes del Estado y las instituciones privadas que están ligadas a negocios con el Estado chileno, en un país además, donde no existe la transparencia de las instituciones públicas, todo es posible. El mantener un sistema electoral antidemocrático como el existente en Chile, es una buena garantía para los corruptos.

En el gobierno de unos de los especialistas en el tráfico de influencias, el ex presidente Ricardo Lagos, el pueblo chileno pudo conocer de diversos escándalos que están relacionados precisamente con la corrupción en las altas esferas de poder, que continúan siendo investigados y en donde la “justicia”, aún no da su última palabra.

La propia prensa chilena da cuenta de la corrupción, en el denominado caso GATE-MOP, el diario La Tercera (07-04-2006 ) informa que…” ex jefe de gabinete de Lagos recibió $ 7 millones de pesos, por pedir a la empresa Cygsa dineros para pagar sobresueldos, en su resolución la ministra Gloria Ana Chevesich volvió a acercarse al entorno de Ricardo Lagos: detalló que el ex jefe de gabinete del ex Presidente Enrique Paris recibió $ 7.700.000 como honorarios en el MOP. Paris se desempeñó como jefe de Finanzas de Concesiones entre octubre de 2001 y febrero de 2002, época en que recibió pagos de Cygsa, firma con vínculos con el MOP”. Sin embargo hay algunos otros personeros de gobiernos, ligados al entorno más cercano a Lagos, que están han estado involucrados en conductas corruptivas, algunos otros incluso, fueron premiados por el ex presidente enviándolos de embajadores.

En esa misma edición se informa además que “Codelco pagó como gratificación el año pasado a altos ejecutivos y que en promedio ascienden a 22 millones de pesos” . En donde se exceden de todas las reglas que están relacionadas con una administración correcta de las empresas públicas.

Como podemos apreciar la actualidad de ayer y de hoy, está cada vez más llena de escándalos y corrupciones. Asistimos, con mayor o menor resignación o indiferencia, a los comportamientos corruptos de personajes que, desde la clase política y el interior del aparato del Estado u otros, bien por iniciativa propia o por granjerías externas, se dejan llevar por los estímulos económicos, de los que piensan que más vale una soborno oportuno que la sumisión a las reglas establecidas. El problema no es, en sí mismo, la corrupción, sino la alteración de las relaciones de poder y las reglas de la transparencia de una democracia restringida como la chilena, introduciendo elementos de distorsión que gangrenan la moral individual y colectiva.

Sin embargo otros de los grandes factores que contribuyen al crecimiento de la corrupción en Chile, es la existencia misma del modelo económico capitalista neoliberal, que ha transformado a Chile, junto con México y Brasil, en los países con mayores índices de desigualdad social y corrupción, en donde la clase trabajadora en un 70% observa anonada, como unos pocos (10%) goza de todas las granjerías del “crecimiento económico”, mientras que la gran mayoría vive con ingresos de sobre vivencia y endeudados hasta el cuello.

El capital neoliberal y toda la política continuista de los gobiernos de la Concertación han generados grandes ambiciones personales en la elite política chilena , lo que le permite tener nexos con aquellos que controlan el poder económico, y a su vez, ponerse al servicio cual lacayos de ese poder. Ahora las diversas instancias del poder político y económico del neoliberalismo, no quieren perder sus privilegios, de allí que a través de la corrupción, se retroalimentan unos a otros. En la gestión pública, la elite compuesta por la Concertación y la Alianza por Chile se encuentran corruptas, puesto que el modelo económico vigente y toda la legalidad creada por la dictadura así lo permite.

Ahora la corrupción que genera el cúmulo de actividades de los funcionarios públicos, de la clase política y de las empresas e instituciones privadas, solo merece una pena dura y ejemplar, es urgente y necesario que el sistema reaccione de forma enérgica utilizando fuertes penas de prisión. Una democracia complaciente y restringida como la chilena, es insensible o incapaz de atajar estas lacras de forma rápida y eficaz está abocada a que sus espacios de poder sean ocupados por personas que, valiéndose de los procedimientos seudo democráticos de la Constitución de la dictadura, la vacíen de contenido y valores convirtiéndola en una máscara que representa al poder pero carente de legitimación ética soberana y democrática, de allí que en Chile la corrupción está institucionalizada.

El órgano oficial de la CIA en Chile, el diario golpista EL Mercurio a propósito de la corrupción, en su edición del sábado 8 de julio de 2006 publicaba que unos 90 mil dólares costó gira parlamentaria a Kenya y luego agrega… “a cuenta del Congreso, cada legislador dispuso de unos 11 mil dólares (en pasaje y viático) para unirse al polémico periplo. Cerca de 90 mil dólares tuvo que desembolsar hace ya dos meses el Congreso Nacional para financiar el polémico viaje de nueve parlamentarios a Nairobi, Kenya, para participar de un encuentro de la Unión Interparlamentaria Mundial. De acuerdo con información aportada por los mismos integrantes de la comitiva que estuvo en tierras africanas entre los días 7 y 12 de mayo pasado, la cifra se debe a que la corporación destinó para cada legislador 8 mil dólares por concepto de pasajes en clase bussines y unos 2.000 en viático”. Este es precisamente la esencia y el reflejo de lo que es la corrupción en el Chile de la Concertación y la Alianza por Chile.

Otro reflejo de la corrupción son los exorbitantes ingresos que perciben los altos funcionarios de gobierno, y otras instituciones públicas, en comparación a los magros salarios que recibe la gran mayoría de los chilenos. Que pública al respecto el diario gobiernista La Nación en su edición del 10 de agosto 2006…”los ministros de la Corte Suprema aspiran a que el Gobierno les suba el sueldo para igualar su salario al que reciben actualmente los ministros de Estado, porque desde 2002 ganan alrededor de un millón de pesos menos. Así, mientras un supremo gana bruto poco más de 4 millones 300 mil pesos(8182 dólares), un ministro de Estado bordea los 5 millones 300 mil pesos (10.100 dólares), lo que se traduce en que los jueces del máximo tribunal ganan menos que un subsecretario que recibe mensualmente un pago cercano a los 4 millones 800 mil pesos”.

Mientras tanto el promedio de la clase trabajadora gana 305 dólares al mes, un trabajador que percibe los ingresos mínimos gana 258 dls. al mes. Un ministro de Estado percibe 14.270 dólares, un parlamentario con todas las granjerías perciben ingresos por 20.930 dólares, lo que constituyen ingresos del más alto nivel de corrupción.

Pensemos que un parlamentario de la Unión Europea recibe un sueldo neto de 7 mil euros (8900 dólares) al mes, pero la media de un trabajador de la UE percibe 1275 dólares al mes, o sea un parlamentario de la UE gana 5,5 veces más que un trabajador común y corriente, , y la diferencia no suele ser tan fantástica como ocurre e Chile, en donde un parlamentario gana 68 veces más que un trabajador del mismo nivel que en la UE, esto no tiene otro nombre que corrupción al más alto nivel, como suelen decir los diputados de la UE refiriéndose a Chile y otros países latinoamericanos.

Los últimos escándalos de corrupción que están relacionados con Chiledeportes, y en donde están involucrados funcionarios públicos de la Concertación, además de parlamentarios y ex candidatos presidenciales proveniente de las filas de los partidos de gobierno y de la extrema derecha representada por Renovación Nacional, son una muestra más de lo que han generados las políticas económicas continuistas de los gobiernos concertacionistas, la legalidad de la Constitución de la dictadura y del cogobierno con el pinochetismo (UDI-RN), entes altamente corruptos.

Lo que llama la atención además de toda está situación, que observan impávidos los chilenos, es que la primera mandataria trate de minimizar la corrupción y sus efectos colaterales, además de tratar de buscar acuerdos de solución a los escándalos con el pinochetismo, a espalda de todos los chilenos. Los funcionarios más cercanos a la presidenta, sus asesores y colaboradores, poco o nada le interesan los problemas reales del pueblo chileno. Ellos viven en una burbuja que nada tiene que ver con la sobre vivencia diaria de la gran mayoría de los trabajadores de este país. Estos funcionarios creen que el Estado es un botín, de allí que están más preocupados de trepar en las diversas esferas del poder para alcanzar sus objetivos personales, compuesta por aduladores, oportunistas, arribistas y corruptos de los más diversos linajes, esa es la realidad que viene viviendo Chile desde la instauración de la dictadura hasta nuestros días. Se suele decir que la política es el arte de gobernar en bien del pueblo pero ahora se han dedicado seudo políticos a vivir de ella, olvidando el bien común, y el bienestar de todos los chilenos.

De allí, que no es raro que la gran mayoría del pueblo chileno, independientemente de que haya entregado su voto a la Concertación, éste no tiene ninguna confianza en general con la clase política chilena, la que se encuentra profundamente desprestigiada, y cada vez más asociada al tráfico de influencias y la corrupción.

En Chile, ya lo hemos dicho otra veces, se viene anidando un alto grado de descontento de frustración, de desencanto, ante lo que han sido las promesas demagógicas de quienes vienen gobernando ya por cuatro períodos consecutivos, y que solo han elaborado políticas de parche y entregado migajas al pueblo chileno, sin ir a los problemas de fondo, o por lo menos a reformas de mayor trascendencia. Ello porque no están dispuestos a tocar los intereses de quienes controlan el poder económicos en el país.

Ahora los grave de esta situación , es que ese descontento y desencanto que viven los chilenos con la elite política, se han transformado en una situación de auto represión y que no logra encontrar todavía su propio cauce y que puede estallar de cualquier forma, con las consecuencias pertinentes, pues siempre la respuesta de quienes se encuentra en las altas esferas del poder y el gobierno, no es otra que la represión. El pueblo ve, oye, no dice nada, discute, intercambia opiniones, se ríe de la manipulación de las encuestas que esconden como se va acumulando la frustración y la rabia, pero en el momento oportuno y adecuado se incorpora a la movilización y la protesta. Así ocurrió en dictadura, todo comenzó con pequeñas acciones de protesta, para luego transformarse en grandes protestas nacionales que terminaron poniendo en jaque a la dictadura, así habrá de ocurrir en el futuro inmediato, mientras tanto vamos acumulando rabia.

Finalmente, cabe destacar que durante el último periodo del gobierno de la Unidad Popular, la extrema derecha, la Democracia Cristiana y los sectores golpistas impulsaron precisamente la consigna denominada “Junten rabia chilenos”. Hoy al calor de los grandes desencantos que viven los chilenos, y los escándalos sucesivos de corrupción y otras lacras propias del capitalismo neoliberal y de gobiernos de centro derecha, no cabe otra cosa, que volver a retomar dicha consigna, pero para decirle basta a la Concertación y la extrema derecha compuesta por la Alianza por Chile, que han usufructuado del país y de la confianza de la clase trabajadora y de todo el pueblo chileno.