América Latina

Los TLC de EEUU con Colombia y Perú

Más reglas de inversión adversas

Por Sarah Anderson y Sara Grusky (*)
Foreign Policy In Focus, 18/12/16
Enviado por Correspondencia de Prensa, 20/12/06

Ahora que ambas cámaras del Congreso de los Estados Unidos se encuentran bajo el control de los demócratas, la administración del Presidente Bush se enfrenta con una batalla aun mas difícil para obtener la aprobación de los tratados de libre comercio con Colombia y Perú que se encuentran paralizados. Enseguida después de la victoria que los demócratas obtuvieron en las elecciones de noviembre, unos miembros clave de la cámara de representantes enviaron una carta al representante de Comercio de los Estados Unidos para solicitar que ambos tratados fueran negociados nuevamente.

Sin embargo, esta carta se enfocó mayormente en el tema preocupante de los derechos laborales. "No podemos creer que la administración se haya negado continuamente a dar unos simples pasos necesarios para dirigirse a nuestra mayor preocupación, la cual sigue siendo los estándares laborales," afirmaron el representante Charles Rangel (D–NY) y otros lideres demócratas.

Si bien el tema relacionado con los derechos del trabajador es un tema crucial, la inserción de una cláusula laboral no será suficiente para confrontar la enrome repercusión contra la manera en que el gobierno de los Estados Unidos ha lidiado con el libre comercio, tanto aquí como en el exterior. Se necesita una revisión completa.

La agenda comercial de los Estados Unidos, basada en el modelo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) de 1994, esta diseñada para incrementar las ganancias de grandes corporaciones al restringir la autoridad que poseen los gobiernos de asegurarse de que el comercio y la inversión beneficien a toda la sociedad. Como resultado, es probable que en los países que firman el tratado los obreros trabajen bajo condiciones precarias, que aumente la explotación dañina de los recursos naturales, que los pequeños agricultores sean desplazados al no poder competir con gigantes de la industria agropecuaria, y que el poder de las empresas farmacéuticas limiten el acceso a los medicamentos genéricos.

Se necesita una inspección detallada

Las reglas de inversión en los tratados con Colombia y Perú necesitan una inspección detallada. Estas otorgan protecciones a inversionistas privados extranjeros que son virtualmente idénticas a las protecciones otorgadas por el TLCAN, el Tratado de Libre Comercio de América Central y la República Dominicana, (CAFTA–DR en inglés) y varios otros acuerdos bilaterales que han sido firmados en el transcurso de las dos últimas décadas. Y aun así se les solicita a estos países que firmen en un momento en que el conocimiento del daño que estas reglas pueden llegar a causar ha crecido enormemente. Varios funcionarios electos, desde legisladores estatales en California hasta el Presidente de Argentina Néstor Kirchner, denuncian estos tratados por ser una amenaza a la soberanía. Varios gobiernos de países en vía de desarrollo han logrado obstruir, con la ayuda substancial de organizaciones de la sociedad civil, los esfuerzos estadounidenses de imponer dichas reglas a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC). En el 2004 Australia se convirtió en el primer país en rechazar elementos claves de la agenda de protección al inversor durante la negociación de un tratado de libre comercio bilateral con Estados Unidos.

A medida que crece la repercusión contra estas protecciones a los inversionistas, la administración de Bush pretende finalizar las negociaciones con Colombia y Perú para poder lograr continuar con su agenda.

No se han aprendido las lecciones

Algunas de las reglas de inversión que el gobierno de Estados Unidos está promoviendo, en realidad hacen lucir al Fondo Monetario Internacional (FMI) como una institución progresista. Estas reglas prohibirían el tipo de control sobre el capital que había ayudado a algunos países a escapar la peor crisis financiera global de fines de los años noventa. Malaysia y Chile, por ejemplo, salieron relativamente ilesos gracias al uso eficaz de dichos controles, mientras que países vecinos sufrieron las consecuencias devastadoras de la pérdida de miles de millones de dólares en la rápida fuga de fondos. El Ex Economista Principal del Banco Mundial Joseph Stiglitz afirmó que la falta de restricciones en el flujo de capital fue el factor principal que llevo a la crisis.

Desde entonces el FMI ha dejado de exigir que los gobiernos se deshagan de los controles del flujo de capital. Sin embargo, los anticuados funcionarios en la oficina del representante de Comercio de los EEUU han continuado utilizando tratados como el de Colombia y Perú para que los gobiernos se deshagan de esta simple herramienta necesaria para proteger a sus poblaciones de la volatilidad del sistema financiero.

Los gobiernos que aceptan estas condiciones ponen a un lado a otras herramientas de desarrollo económico, como el requerir a inversionistas extranjeros que utilicen un porcentaje especifico de inversión local en la producción o la transferencia de tecnología. Peor aun, estas regulaciones limitan la autoridad que poseen estos gobiernos de llevar a cabo "expropiaciones indirectas" interpretada como cualquier acción que disminuya el valor de una inversión extranjera, incluyendo la adopción de regulaciones ambientales y con respecto a la salud pública.

El poder de la demanda

Los inversionistas pueden requerir una compensación por la violación de cualquiera de los derechos mencionados en estos acuerdos a través de un proceso de resolución de disputas entre "estado–inversionista." Esto les permite evitar tribunales domésticos y demandar a gobiernos directamente a través de tribunales internacionales. Se han llevado a cabo mas de dos docenas de demandas como estas por miles de millones de dolares solicitando compensación bajo el TLCAN contra los Estados Unidos, México y Canadá. A nivel global, quien se encarga de manejar este tipo de casos de estado–inversionista es el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), con sede en el Banco Mundial. Actualmente, el Centro cuenta con mas de 100 casos pendientes en contra de alrededor de cuarenta países.

Colombia y Perú son tan solo dos de la larga lista de países en América Latina que no poseen aun un acuerdo de protección de inversionistas con Estados Unidos. Costa Rica podría estar atada pronto a través de un acuerdo comercial que ha firmado pero no ha ratificado. Por lo tanto, quedan solamente Brasil, Paraguay y Venezuela en la región sin tener ni un acuerdo comercial ni un tratado de inversión bilateral con Estados Unidos.

Una vez que estos tratados son ratificados funcionan como camisas de fuerza. En el caso de los acuerdos de Estados Unidos con Perú y con Colombia, estos gobiernos podrían optar por rescindir el contrato con seis meses de aviso. Pero la realidad es que es extremadamente difícil rescindir de estos acuerdos comerciales política y económicamente ya que cubren casi todos los aspectos de la economía. Es típico que se requiera que en los tratados de inversión bilaterales menos amplios se mantengan las protecciones por un periodo de diez a quince años luego de que un gobierno comunique que desea salirse.

Uno no debe alarmarse con que el Presidente Boliviano Evo Morales haya dicho a la televisora británica BBC que se siente "prisionero" en el palacio presidencial debido a dichas reglas. Gobiernos bolivianos anteriores firmaron una cantidad de tratados de inversión bilaterales, incluyendo uno con Estados Unidos en 1998. Por lo tanto, a pesar de que Morales condujo una campaña electoral con la promesa de redistribuir los ingresos para los bolivianos obtenida de la explotación de los recursos naturales, el llevar a cabo estas promesas podría resultar en una ola de demandas altamente costosas de parte de empresas mineras y de gas.

Los bolivianos están muy al tanto del peligro de las demandas del tipo estado–inversionistas luego del famoso caso de la "guerra del agua." En el 2000 los residentes de Cochabamba se levantaron para protestar contra los disparatados precios del agua que la corporación Bechtel con sede en Estados Unidos había impuesto; como lo hicieron también otros miembros de un consorcio que había privatizado el sistema del agua de la ciudad. Luego de abandonar el contrato, el consorcio demandó al gobierno boliviano pidiendo una compensación de alrededor de $50 millones de dólares. Una campaña de activismo internacional presionó a Bechtel para que aceptara la demanda por una suma simbólica poco antes de que Morales asumió la presidencia. Pero ya para ese momento el gobierno boliviano careciente de efectivo había gastado cerca de $1 millón de dólares en gastos para su defensa legal durante cuatro años de arbitraje.

Argentina sufrirá

Argentina sufrirá enormemente a causa de estas reglas de inversión tan injustas. Existen treinta y cuatro casos; casi un tercio de todos los casos pendientes del CIADI lidian con Argentina. Un miembro del tribunal del CIADI Felix Peña calcula que si los inversionistas ganaran todos sus casos, la cuenta para los contribuyentes en Argentina podría resultar hasta $15 mil millones de dólares. Esta situación agravaría la crisis de la deuda externa de Argentina, beneficiaría a los bolsillos de las corporaciones multinacionales y deprivaría a los ciudadanos argentinos de la inversión tan necesaria en servicios públicos, como las escuelas, clínicas, calles, y agua potable.

Como se llegó a esta situación? Durante los años noventa Argentina firmo mas de 51 acuerdos de inversión bilaterales tanto con países industrializados como con países en vías de desarrollo –mas que cualquier otro país de América Latina. Estos acuerdos cerraron la camisa de fuerza jurídica que permitió que surgiera esta ola de demandas de inversionistas. Luego de la crisis financiera que sufrió Argentina a fines de 2001, el gobierno adoptó medidas de emergencia que estaban, en parte, diseñadas para proteger a los ciudadanos de una inflación fuera de control. Inversores extranjeros criticaron dichas medidas porque implicaba una reducción en sus ganancias, y recurrieron a fuentes legales. Entre quienes presentaron cargos estaban empresas globales de agua, gas y electricidad como Nerón, Exxon Mobil, Suez, y la Corporación AES que había llegado durante la ola de privatizaciones en Argentina en los años noventa.

Hasta este momento, los tribunales del CIADI han fallado en contra de Argentina en dos casos relacionados con las políticas del gobierno en respuesta a la crisis, de los cuales el mas reciente es el caso presentado por la empresa energética LG&E, con base en Louisville, Kentucky, por habérsele exigido reducir los precios al consumidor por el gas natural. Además, un tribunal del CIADI otorgó $165.2 millones de dólares a Azurix, subsidiaria de agua de la empresa Enron en el mes de julio de este año con respecto a acciones llevadas a cabo por reguladores provinciales de Buenos Aires antes de la crisis financiera. Aunque la suma fue menos de lo que la compañía exigía, fue un caso polémico ya que los consumidores tuvieron que hervir el agua potable durante un brote incontrolable de algas de en el año 2000.

En ambos países, Bolivia y Argentina, varios activistas y algunos oficiales de gobierno están cuestionando la constitucionalidad de las demandas del tipo estado–inversionista. En Bolivia hay varios críticos que se encuentran ejerciendo presión política en la Asamblea Constitucional, la cual se encuentra en el proceso de redactar nuevamente la constitución del país, para resaltar que los inversionistas extranjeros deben obedecer las leyes nacionales y utilizar tribunales nacionales para resolver disputas. Se considera que es probable que se lleve a cabo una revisión por el tribunal constitucional de Argentina.

Pero aun si tribunales domésticos deciden que las demandas del tipo estado–inversionista violan las constituciones nacionales, es probable que los inversionistas argumenten que los tratados internacionales aun son vinculantes y que tomen medidas represalias si los gobiernos se rehúsan a pagar. Si bien la fuente de sus recursos son legalmente cuestionables, algunos expertos han sugerido que los inversionistas podrían ejercer presión política en sus propios gobiernos para llevar el caso a la Corte Internacional en La Haya, o incluso a tomar a la fuerza el capital del gobierno ofensor.

Respuesta del gobierno de Estados Unidos

Al promover la agenda de protección a inversores, funcionarios estadounidenses ponen énfasis en los beneficios de inversores estadounidenses en el exterior. También argumentan, a pesar de que no poseen mucha evidencia, que dichas reglas ayudan a que los países en vías de desarrollo atraigan mas inversión del exterior. Lo que tienden a olvidar es el hecho de que estos tratados dan un poder sin precedente también a inversionistas que provienen de otros países, en los Estados Unidos. Por ello, fue una verdadera revelación cuando en 1999 la empresa Methanex de Canadá hizo uso de las reglas de inversión del TLCAN para demandar al gobierno de Estados Unidos por cerca de mil millones de dólares por un reglamento de salud pública en el estado de California. El caso terminó siendo descartado, pero durante seis años involucró a funcionarios estadounidense en un proceso de arbitraje que envió un mensaje escalofriante a otros legisladores. El caso de Methanex y otros casos que se dirigen a leyes estadounidenses han impulsado a varias organizaciones que representan a funcionarios subfederales a que se opongan a estas reglas, incluyendo la Conferencia Nacional de Legisladores Estatales y la Liga Nacional de Ciudades.

La administración de Bush ha respondido a las críticas cediendo un poco, pero tan solo en el área de transparencia. Un ejemplo es que los tratados que han sido negociados recientemente requieren que los tribunales permitan intervenciones amicus curiae (presentaciones que pueden realizar terceros ajenos a una disputa judicial) y que las audiencias sean públicas. No ha habido ningun cambio que limite la amenaza que representan los inversores sobre la soberanía estatal y local.

Varios oficiales de gobierno alrededor del mundo están comenzando a darse cuenta de que las protecciones a los inversores que son promovidas por el gobierno de Estados Unidos es uno de los ejemplos mas extremos del exceso del poder corporativo. En una era de flexibilización y privatización, estas protecciones constituyen una de las armas mas potentes que amenazan el papel que posee el gobierno en el mantenimiento social y ambiental.

Alternativa boliviana

El hecho de que la administración de Bush tuvo que negociar acuerdos bilaterales con economías relativamente pequeñas como Perú y Colombia refleja la falla de su agenda comercial para el hemisferio. Desde un principio, el plan se trataba de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), la cual incluiría 34 países de la región. Pero esta gran iniciativa parece haber quedado en el olvido luego de tantos años de rechazo debido a la oposición que demostraron varias de las economías mas grandes de la región, sobre todo Brasil, Argentina y Venezuela.

En vez de insistir con una agenda que ha fallado, la Casa Blanca y el Congreso deberían considerar las diferentes alternativas de políticas de comercio e inversión creadas por organizaciones de la sociedad y algunos gobiernos. Por ejemplo, el gobierno Boliviano ha puesto en circulación unas pautas para un tratado de cooperación justo y productivo con Estados Unidos que abren las puertas al comercio internacional y a la inversión del extranjero, siempre y cuando no ponga límites a la autoridad del gobierno nacional para que lleve a cabo sus propias estrategias para el desarrollo. Dicho plan difiere del modelo comercial de Estados Unidos en varias formas. Permitiría, por ejemplo al gobierno Boliviano que garantizase el acceso a medicamentos generales de bajo costo, prohibiría el patentado de plantas y animales, y mantendría programas que beneficien a productores locales. Con respecto al tema de la inversión, se reservaría el derecho de requerir que inversores extranjeros transfieran tecnologías y que utilizaran productos y mano de obra local. Como es lógico, rechaza el concepto de la solución de disputas del tipo estado–inversionista y en vez de ello requiere que inversores extranjeros resuelvan disputas a través de mecanismos nacionales.

La propuesta boliviana refleja algunas de las demandas de una sociedad civil crítica del libre comercio, aunque dichas demandas sobrepasan un énfasis en la soberanía nacional y además se enfocan en la necesidad de adoptar estándares internacionales. Dado que los gobiernos nacionales van y vienen, los ciudadanos pueden obtener ciertas protecciones contra los caprichos del poder político mediante el requerimiento de que los gobiernos firmen pactos comerciales para defender derechos laborales internacionales básicos y respetar tratados ambientales multilaterales.

No es suficiente que hayan pequeños cambios con tratados que ya han sido negociados. El Congreso debería enfocarse en comenzar un diálogo genuino que cruza las fronteras, los partidos y los sectores para lograr avanzar un camino mejor, mas equitativo y sostenible hacia la integración económica.


(*) Sarah Anderson es directora del proyecto de economía global en el Instituto de Estudios Políticos. Sara Grusky coordina el programa para Latinoamérica de Food and Water Watch. Ambas escriben para Foreign Policy in Focus.


En profundidad...

Tratados de Libre Comercio (TLCs)

Choike.org, diciembre 2006

Por medio de diversos mecanismos, en la última década y media, se han impuesto los procesos de privatización, globalización y desregulación de la economía. La Organización Mundial del Comercio (OMC) ha sido el instrumento más importante para llevar adelante estas políticas.

Sin embargo, la sociedad civil y gran parte de los gobiernos de los países en desarrollo consideran a la OMC "una de las organizaciones más faltas de transparencia", que deja fuera de sus negociaciones a los países menos desarrollados para favorecer los intereses de los países ricos. Por esas razones la OMC es uno de los organismos sobre el cual se ejerce un mayor monitoreo por parte de las organizaciones no gubernamentales. A su vez, las reuniones ministeriales –máxima instancia de toma de decisiones de la institución– se han convertido en instancias masivas de protesta por parte de los movimientos de la sociedad civil.

Acelerando los procesos

A partir de 1995, al considerar EEUU que las negociaciones de la OMC no se concretaban con la rapidez que hubiera deseado, comienza a impulsar negociaciones para la formación de áreas de libre comercio regionales. La primera de estas negociaciones que logra salir a la luz es el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en 1994. Los lineamientos de los programas económicos recomendados por el FMI y el Banco Mundial en América Latina durante la década de los noventa, han ido preparando el camino para facilitar la puesta en marcha del ALCA. Si bien el mercado norteamericano es importante para las exportaciones latinoamericanas, el problema es la cesión de soberanía en el manejo de la política económica interna que se exige a cambio.

Pocas semanas después del fracaso de la reunión de la OMC en Cancun en 2003, se realizó la reunión ministerial que negociaba el ALCA, en Miami. Una vez más la sociedad civil y sus movilizaciones fueron un actor importante: se repitieron las protestas, el espacio de maniobra y entrega se vio reducido y especialmente Brasil defendió condiciones para su industria y agricultura, imposibilitando llegar a un acuerdo.

Estados Unidos, ante este panorama, avanza poco a poco mediante otros acuerdos regionales de libre comercio más reducidos o bilaterales. Ya ha firmado tratados con México y Chile, y está negociando más aceleradamente el Tratado de Libre Comercio de América Central (CAFTA). De esta manera, se van realizando tratados paralelos que tienen el mismo formato y características de un ALCA funcional a Washington. Siguiendo este camino se puede llegar a una red de convenios que cubre toda Centroamérica y varios países andinos. Al mismo tiempo intenta desarrollar negociaciones regionales en Africa y Asia. La enfermedad del momento sería "Trataditis aguditis", según titula la organización Grain un documento que ofrecemos en este informe.

"El planeta está envuelto en una densa trama de convenios y tratados económicos y financieros internacionales, regionales y bilaterales que han subordinado o suplantado los instrumentos básicos del derecho internacional y regional de los derechos humanos (incluido el derecho a un medio ambiente sano), las Constituciones nacionales, la legislación económica orientada al desarrollo nacional y las leyes laborales y sociales tendentes a mitigar las desigualdades y la exclusión". (1)

Un ejemplo muy claro de estas afirmaciones es el uso de los TLC para la imposición de estándares de propiedad intelectual por parte de EEUU, los que favorecen los intereses comerciales de corto plazo de las empresas farmacéuticas estadounidenses a expensas de la salud pública en los países en desarrollo. La organización Oxfam compara cinco tratados con EEUU: NAFTA, Chile, Singapur, CAFTA y ALCA. innecesariamente rigurosos para los países en desarrollo que van más allá de los ya perjudiciales requisitos de las normas dispuestas por la Organización Mundial de Comercio (OMC). (2)

En estos momentos, son tantos los procesos de negociación que es dificultoso tenerlos a todos presentes, teniendo en cuenta además que generalmente se llevan a cabo en forma secreta. Sin embargo, del conocimiento de los acuerdos ya terminados se pueden analizar los objetivos y contenidos reales de los mismos.

Estos tratados no se refieren solamente a asuntos económicos, sino que también tienen un explícito contenido político donde los países en desarrollo quedan en una situación de subordinación. Hay varios ejemplos, que proporcionamos en diferentes secciones de este informe. En el tratado con Marruecos Estados Unidos se explicita su interés en "promover sociedades islámicas más tolerantes, abiertas y prósperas". Otros tratados (como con Tailandia) están explícitamente presentados como un mecanismo para reforzar vínculos militares y cooperación en "la guerra al terrorismo". (3)

Al reanudarse las negociaciones comerciales en la OMC muchos grupos exhortan a una revisión de las consecuencias de tales pactos bilaterales. Países industrializados como Estados Unidos y Japón se valen de ese instrumento para obtener de sus socios lo que no pudieron obtener en la OMC, donde los países en desarrollo han podido oponerse o resistir ciertos elementos negativos en varios acuerdos.


Notas:

(1) "Derechos humanos y tratados bilaterales". Exposición conjunta presentada por el Centro Europa Tercer Mundo, organización no gubernamental con estatuto consultivo general y la Asociación Americana de Juristas. Comisión de Derechos Humanos, 56° período de sesiones – 26 de julio al 13 de agosto de 2004.

(2) "Socavando el acceso a medicinas: comparación de cinco TLCs de los Estados Unidos". Junio 2004, Oxfam.

(3) Entre los recientes Tratados de Libre Comercio negociados por los EE.UU. tenemos EEUU–Chile (2003), EEUU–Jordania (2000), EEUU–Marruecos (2004), EEUU–Singapur (2003), y el Tratado de Libre Comercio de América Central (CAFTA–2004) que incluye a la República Dominicana. Los EE.UU. también están negociando numerosos TLCs con otros países en desarrollo, incluyendo el Área de Libre Comercio de las Américas (fecha límite del ALCA 2005), los países Andinos, Tailandia, Panamá, Bahrein y países del sur de África, quedando otros en consideración.