México

Comenzando 2008...

Calderón va por todo

Por Manuel Aguilar Mora (*)
Correspondencia de Prensa, 24/01/08

Una política de choque

En México el año conmemorativo del 40 aniversario del heroico Movimiento Estudiantil–Popular de 1968, desgraciadamente conocido al nivel  mundial ante todo por su trágico final con motivo de la masacre de Tlatelolco del 2 de octubre, se ha iniciado con anuncios muy evidentes de confrontaciones sociales entre el gobierno reaccionario y proimperialista del segundo presidente del PAN, Felipe Calderón y el amplio movimiento de masas trabajadoras y populares que terca y firmemente vienen resistiendo los planes de los capitalistas "nacionales" de convertir a México en una colonia anexada al vecino del norte.

Decisiones fundamentales tomadas por el presidente impuesto por el escandaloso fraude del 2 de julio de 2006, en los primeros días del año confirman las tendencias de un curso político desnacionalizador y de entrega cruda e incondicional que los gobiernos neoliberales vienen aplicando desde hace más de 25 años. Al parecer este año se darán acontecimientos decisivos de esta confrontación histórica que ha definido la lucha de clases de México en dicho periodo.

Precisamente en los primeros días del nuevo año se han registrado acontecimientos que subrayan la profundización de una tendencia cada vez más agresiva y de preparación de grandes ataques a las conquistas populares. Así las consecuencias de la descomposición del régimen y su confrontación con la resistencia popular se agravarán.

Dos procesos destacaron con mucho en los días iniciales de enero de 2008. En primer lugar, una serie de actos que señalan una mayor demostración de cerrazón del gobierno de Calderón. Aquí el despido de Carmen Aristegui de la XEW radio, una notable periodista crítica de acciones represivas del gobierno, cuyo programa en dicha radiodifusora se había convertido en uno de los más escuchados del país, es ominosamente sintomático de la política de censura y domesticación completa de los medios de difusión a la propaganda gubernamental que impone el gobierno derechista. En este acto de represión de la libertad de expresión de los medios de comunicación de masas, Calderón, cuya antipatía hacia la mencionada periodista ya era ampliamente conocida, contó con la complicidad de los dueños de la estación radiofónica: Televisa y el grupo transnacional de origen español PRISA (editor del diario El País y propietario de empresas del más variado rango, en especial de un enorme emporio editorial que publica millones de libros en España y América Latina, ante todo debido a sus conexiones gubernamentales). Ante el escándalo mediático provocado por el caso, Televisa anunció públicamente que el despido de Aristegui no era de su responsabilidad, achacándole toda ella a su socio el grupo PRISA. Extraña sociedad en que no existe acuerdo de los integrantes.

Dentro de este proceso podemos incluir los cambios gubernamentales con los que se inició el año. De ellos, por supuesto, el emblemático y más significativo es el que tuvo lugar en la Secretaria de Gobernación en donde Juan Camilo Mouriño, un íntimo colaborador de Calderón, sustituyó al incapaz y represor Francisco Ramírez Acuña, ex gobernador de Jalisco cuyo único merecimiento en realidad era el haber sido quién destapó a Calderón como candidato presidencial del PAN en su rancho. La llegada a la primera escena de la política nacional del joven (tiene 36 años) hijo de uno de los más ricos propietarios de gasolineras del país y de empresas enrgéticas, de origen español y notorio prestanombres del ex presidente Fox, es una señal más que inequívoca de los planes privatizadores de Pemex, la CFE y la compañía LyFC, crudamente demostrados con esta nominación. El nuevo secretario tiene el agravante de que su nacionalidad mexicana está en entredicho y sólo se basa en declaraciones de que su madre fue mexicana y que el día de su nacimiento en Madrid, España, fue registrado en el consulado mexicano de la ciudad. Un auténtico escándalo que sólo los insensibles y descaradamente proimperialistas políticos panistas que hoy gobiernan el país se hubieran atrevido a realizar.

Ciertamente que la proverbial torpeza política de Ramírez Acuña había sido más que demostrada en el año en que ocupó la vieja casona de Bucareli en la Ciudad de México, la cual en la mayor parte del tiempo de su estancia se mantuvo rodeada por legiones de granaderos que la "protegían" de las manifestaciones de protestas de maestros, campesinos y pueblo en general. Mouriño, cuyas vinculaciones con el reaccionario y derechista Partido Popular español han salido a flote, no es menos partidario de una política férrea y antipopular que el crudo ranchero que ha sustituido. Su acervo es su mayor cercanía con Calderón y sus vinculaciones con las transnacionales españolas que están en la primera fila de los postores que esperan ansiosos la completa privatización de Pemex.

Mouriño tiene la tarea de lograr el acuerdo con el PRI y con los que en el PRD están dispuestos a colaborar con las contrarreformas fundamentales que los capitalistas nacionales y extranjeros exigen al gobierno: la energética y la laboral, fundamentalmente. En el PRI está ya acordada mayoritariamente la entrega de parte de Pemex a los capitales privados. En el PRD está latente una división que Mouriño tiene el encargo de acelerar. Igualmente con los líderes sindicales será necesario llegar a un acuerdo que las posturas cavernícolas de su antecesor impedían.

Resistencia popular

A la cerrazón reaccionaria que se da en el gobierno federal panista corresponde del lado opuesto una revitalización de la resistencia popular. Este es el otro proceso que ha destacado rápidamente apenas entrado el año. Dos grandes expresiones de este malestar popular que se manifiestan en movilizaciones y huelgas son las del movimiento campesino y la de los trabajadores mineros.

En este año está calendarizada la desregulación completa de la economía agropecuaria en el clausulado del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Durante más de diez años se ha venido preparando esta desregulación total con los resultados terribles que se conocen: miseria atroz, desempleo creciente, emigración millonaria a las ciudades y a Estados Unidos (EUA) de la población del campo mexicano (¡más de tres millones durante el sexenio foxista!) "El campo no aguanta más", "Sin maíz no hay país, ni tampoco sin frijol", son los emblemas de un movimiento heterogéneo en el que incluso participan líderes venales, pero que el descontento y la urgencia y emergencia de la situación en que encuentran sus vidas, obligan a las fuerzas campesinas a movilizarse. Lo que está en juego es, ni más ni menos su existencia misma. Diversas iniciativas de diferentes organizaciones están preparándose y se desarrollan desde hoy. Destaca, por ejemplo, la marcha campesina en defensa de la soberanía y contra el TLC que partió hace unos días desde la frontera en Ciudad Juárez hacia la Ciudad de México para participar en la gran manifestación que se preparar para el 31 de enero.

El otro gran movimiento que ha despuntado es el de los trabajadores, ejemplificado por su sector minero. Desde 2006 el conflicto de la dirección del Sindicato Nacional de Trabajadores de Mineros, Metalúrgicos y Siderúrgicos de la República Mexicana (SNTMMSRM) con el gobierno de Fox, que obligó a su líder Napoleón Gómez Urrutia, a refugiarse en EUA, inició un proceso de radicalización de los sectores más combativos. En enero, iniciada con el ejemplo de los mineros de Cananea, Sonora, más diez mil mineros en toda la república, del norte y centro del país, realizaron una huelga parcial que cimbra a las burocracias del Sindicato y de la Secretaria del Trabajo y que representa un difícil reto para Calderón y su nuevo secretario de Gobernación.

Días decisivos

La manifestación del 31 de enero anunciada por diversas organizaciones, destacadamente por el bloque que agrupa las fuerzas que han venido luchando desde 1999 contra la privatización de la industria energética (¡el petróleo y la electricidad!), en donde el Sindicato Mexicano de Electricistas es protagonista central, se ha visto reforzado con la posición de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que convoca igualmente a una movilización popular conjunta para impedir la privatización total de Pemex.

AMLO en sus innumerables y constantes mítines que viene organizando en su campaña de denuncia del gobierno impostor de Calderón por toda la República, ha expresado en declaraciones fulminantes su absoluta oposición a los planes oficiales ya bien preparados de votar en el Congreso las contrarreformas que "legalicen" las mencionadas privatizaciones. Señaló como "traidores a la patria", además de Calderón y su impuesto Mouriño, a los líderes del Congreso Santiago Creel, Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa Patrón y al presidente de la Comisión de Energía del Senado, Francisco Labastida Ochoa, el encargado de presentar el proyecto privatizador para su aprobación por el PRIAN, como se llama popularmente a la coalición de facto que integran el PRI y el PAN en el Congreso de la Unión cuando se trata de poner en práctica las políticas propuestas por el FMI, el BM y el propio gobierno de EUA.

También prometió, textualmente, "movilizar a todo el pueblo de México" contra la ominosa privatización de la industria energética que se anuncia. 2008, un año de conmemoraciones históricas, incluye el 70 aniversario de la nacionalización de la industria petrolera realizada por el presidente Lázaro Cárdenas el 18 de marzo de 1938. Para ese día conmemorativo se preparan cientos miles de organizaciones de todo el país para manifestarse contra los planes del gobierno panista, aliado con el PRI. AMLO ha convocado a una movilización gigantesca para ese día que se propone adelantar si la alianza de Calderón y el PRI intentan aprobar su ley privatizadora antes del 18 de marzo.

La tradición populista de la Revolución Mexicana que determinó la política del país durante todo el siglo XX, se niega a morir. La traición del PRI a su propia trayectoria y la soberbia y arrogante postura de los tecnócratas y burócratas gobernantes panistas que, obedientes e insensibles, aplican a ciegas y cada vez más recurriendo sólo a la represión, los dictados de las finanzas imperialistas, han polarizado las posturas en la vida política nacional.

Ciertamente, el ejemplo más notable de esta supervivencia populista es el propio AMLO y el heterogéneo movimiento que encabeza. Esta contradicción evidente, está vigente y es la causa de la gran confusión ideológica prevaleciente en el momento actual, confusión que se agrega al desastre de la izquierda política tradicional. AMLO es un dirigente que viene del PRI, al cual abandonó después de 1988, o sea, participó todavía como priista en el año del quiebre histórico de este partido. Posteriormente, integrado al PRD (que se fundó en 1989), destacó cada vez más hasta convertirse en el líder que opacó y desbancó al así considerado dirigente histórico y "moral", Cuauhtémoc Cárdenas. Desde 2003, AMLO se convirtió en la figura política más importante del país después del presidente, precisamente como depositario y encarnación de esa tradición rota brutalmente por los neoliberales desde los años ochenta.

Los principales dirigentes del bloque que apoya a AMLO, centrado en el PRD, el llamado Frente Amplio Progresista, son en su abrumadora mayoría antiguos y conspicuos priistas. Esta situación, en la que AMLO se desenvuelve naturalmente, es indudablemente el factor negativo definitorio de una contradicción que estallará irremediablemente. Sólo un amplio, intransigente y decidido movimiento del pueblo mexicano contra la política del imperialismo y sus socios nacionales podrá conseguir el triunfo. pa ra ello, esta dirección actual de antiguos priistas no sólo es por completo inadecuada, lleva en su seno la semilla de la traición.

AMLO ha designado como líder del bloque FAP a Porfirio Muñoz Ledo, un viejo político que lleva cincuenta años participando en el estira–y–afloja de las cúpulas gobernantes federales. Muñoz Ledo ha sido de todo: funcionario burocrático, secretario de Estado con los presidentes Echeverría y López Portillo, presidente del PRI, embajador en la ONU y en la Unión Europea, fundador del PRD, diputado y senador por este partido y antes de aliarse con AMLO, había sido jefe del proyecto de "Reforma del Estado" y embajador del gobierno de Fox. ¿Será posible que este personaje pueda ser el dirigente, sólo inferior a AMLO, del movimiento popular que se anuncia? Obviamente que no.

La contradicción está allí y estallará. La decisión de AMLO, pues él es quien determinó que Muñoz Ledo fuera el coordinador del bloque del FAP, se inserta en esta contradicción. En uno de los mítines multitudinarios en el Zócalo de la Ciudad de México de la movilización contra el fraude de 2006, se constató el repudio sonoro y escandaloso de cientos de miles de asistentes a Muñoz Ledo cuando tomó la palabra. AMLO, quien lo había invitado al micrófono, debió también retirarlo ante la protesta multitudinaria.

Es en este ambiente contradictorio en el que van surgiendo nuevas protestas, se consolidan otros procesos anteriores y se gesta en la población de la nación un descontento cada vez mayor, en donde actúan los grupos socialistas y revolucionarios, promoviendo su programa y tejiendo su organización, programa y organización democrática, independiente e internacionalista cuya presencia será fundamental para garantizar el éxito de las luchas que se avecinan en México.

México, D.F. 23 de enero de 2008


(*) Intelectual marxista, director de la revista Unidad Socialista, publicación de la Liga de Unidad Socialista (LUS).