Cumbre de la Unasur
sobre las bases
yanquis en Colombia

La Unasur aceptó las bases en Colombia

Por Pablo Biffi
Enviado especial a Bariloche
Clarín, 29/08/09

Son las siete bases cedidas por Bogotá a las fuerzas militares de EE.UU. Los mandatarios sudamericanos discutieron con el colombiano Uribe. Pero no condenaron la iniciativa. Reclamaron que no se amenace la soberanía de otros.

Con aspereza en el debate, pero también con momentos de distensión y bromas entre los presidentes, la cumbre extraordinaria de Unasur aceptó ayer de mala gana la presencia de bases extranjeras en la región, aunque puso condiciones que, al decir del ecuatoriano Rafael Correa, serán difíciles de llevar adelante.

Bajo una lluvia fría que no amainó en todo el día en Bariloche, los 10 presidentes del organismo regional apenas pudieron emitir un "Proyecto de Decisión" final en el que ni se condena ni se rechaza la instalación de al menos siete bases de EE.UU. en Colombia. Y más aún: de cara al futuro, cualquier país podría tener tropas extranjeras en su territorio siempre y cuando no amenace la soberanía e integridad territorial de los miembros de la región, según reza el punto tres del texto final, leído "a dos voces" –en medio del apuro del brasileño Lula da Silva para marcharse– por la presidente argentina, Cristina Kirchner en su carácter de anfitriona, y Correa, como titular "pro tempore" de la Unasur.

Tras siete horas de debate en vivo y en directo, sin almuerzo tal como estaba programado –mientras el colombiano Alvaro Uribe hablaba, Lula le daba duro y parejo a una tablita de fiambres acomodada a su derecha– y con el lago Nahuel Huapi como telón de fondo, la declaración final puede ser leída con optimismo o pesimismo, algo que hicieron tanto Correa como Kirchner en la conferencia de prensa posterior, en un amplio salón del hotel Llao Llao.

El documento final de la cumbre de Bariloche "es muy importante porque proponemos mecanismos de verificación que permitirán recuperar la confianza" –una palabra repetida hasta el cansancio por todos los presidentes– entre los países de la región, destacó Cristina. "Quizás alguien esperaba que esta reunión volara por los aires, pero por el contrario fue importante lo que hemos logrado, porque fijamos una hoja de ruta", agregó al caer la tarde, visiblemente cansada, cuando ya la bruma y la noche cubrían los cerros nevados.

La presidente hacía referencia a que en la cumbre no habían soplado aquellos "vientos de guerra" que auguraba el venezolano Hugo Chávez, y que primó el diálogo, áspero a veces, pero franco y respetuoso. Y también, se refería a las condiciones que deberán cumplir estas "bases colombianas" –como las llama Uribe– para no afectar a terceros países.

El vaso medio vacío sobre este punto lo vio Correa y lo explicó sin rodeos. "Será muy difícil controlar a los aviones norteamericanos" si se dedican a realizar tareas de espionaje sobre países vecinos, por falta de recursos tecnológicos. Un tema sensible para Ecuador, Venezuela y Brasil, que cree que su Amazonia está en la mira.

La mañana había comenzado con Uribe tratando de explicar que las siete bases en cuestión no serán de EE.UU., sino colombianas y que es una decisión soberana de Bogotá para combatir narcotráfico y "narcoterrorismo", como llama a la guerrilla de las FARC, y a los paramilitares de ultraderecha. Se cuidó, eso sí, de aclarar a Brasil que nada de los que se hiciera en territorio colombiano estaría destinado a afectar a terceros países.

"El artículo tercero del acuerdo dispone que no se puede utilizar (el entendimiento) para intervención en asuntos internos de otros estados", dijo Uribe en una de sus dos participaciones, lo que no evitó que varios de sus colegas lo criticaran con dureza y le exigieran –como el peruano Alan García– que les hiciera llegar una copia del acuerdo para saber de qué estaban hablando. Uribe no sólo evitó la respuesta, sino que el texto acordado entre Colombia y EE.UU. no apareció por ningún lado.

"El acceso de los Estados Unidos en la lucha contra el narcoterrorismo es un acceso sin renuncia de Colombia a la soberanía sobre un milímetro de territorio", agregó Uribe. Algo fastidiado por el tiempo que ya llevaba la reunión y con un pedazo de pan en la mano, Lula le respondió: "Respetamos el acuerdo, pero queremos resguardarnos. Tener cuidado y tomar sopa no le hace mal a nadie", dijo al tiempo que exigía "garantías jurídicas" en el marco de las leyes internacionales.

Tal fue el desconcierto por la ausencia del documento, que Chávez especuló con un paper del Comando Sur de los EE.UU. y su estrategia global y regional, y con una nota periodística de El Tiempo de Bogotá del 16 de agosto en el que se revelaban los supuestos 20 puntos del pacto.

Mientras los leía, Uribe movía la cabeza negando su veracidad. Finalmente, ese documento del Comando Sur será analizado por el Consejo de Defensa Sudamericano y –aunque no prosperó la propuesta de Lula– se le tratará de pedir explicaciones a Barak Obama sobre las intenciones de Washington en la región.


Una victoria para Uribe, que logró neutralizar
la ofensiva en su contra

Por Pablo Biffi
Enviado especial a Bariloche
Clarín, 29/08/09

Esta cumbre extraordinaria de presidentes de Unasur para tratar la instalación de al menos siete bases de los Estados Unidos en Colombia dejó triunfos, empates y derrotas, según las aspiraciones de cada uno de los protagonistas. "Para nosotros salió todo como lo esperábamos. Nos vamos muy conformes con el resultado", dijo a Clarín una fuente de la cancillería colombiana.

Y es que, siguiendo con su costumbre, el presidente colombiano ha ganado otra partida: al igual que en Santo Domingo en marzo de 2008, tras el bombardeo colombiano a Ecuador para ultimar al número dos de las guerrillas de las FARC, Raúl Reyes, Alvaro Uribe llega a las citas como el blanco de las acusaciones más severas y de los cuestionamientos más profundos y se va con la certeza de haber "aplacado a las fieras" y evitado una condena.

Así ocurrió en Dominicana, cuando, luego de pedir perdón a Ecuador por el ataque, aquella asamblea del Grupo Río ni siquiera pudo condenar a Colombia y apenas se limitó a "rechazar" el operativo. Como buen pragmático que es, Uribe primero golpea y luego da explicaciones: una clara política de "hechos consumados".

Antes de esta cumbre de Bariloche, el subcontinente parecía en llamas: Uribe no fue a la cumbre de Ecuador el 10 de agosto pasado "por obvias razones" –según le explicó a sus colegas–, todos los jefes de Estado rechazaban la presencia de las bases, se cruzaban acusaciones por los medios de comunicación en todos los calibres y hasta el venezolano Hugo Chávez habló de "vientos de guerra" en el continente y amenazó con romper relaciones con Colombia. Todo parecía dispuesto para que Bariloche fuera el verdadero campo de combate y la ruptura de Unasur estaba latente.

Pero si algo hay que reconocerle a la diplomacia colombiana es su habilidad para moverse en terreno pantanoso. Antes de la cumbre de Quito, Uribe hizo una gira relámpago por siete países de la región para explicar lo inexplicable: el anacronismo que significan en estos tiempos las bases militares. Mal no le fue, porque además logró ampliar el debate a la carrera armamentista en la región, la lucha contra el narcotráfico y poner en discusión todos los tratados de los países con potencias ajenas a la región.

"Ante el hecho consumado, no podíamos dejar de emitir una declaración que nos mostrara unidos. Era más importante la unión y el futuro de Unasur que una resolución que no fuera unánime o que motivara la ruptura con Colombia", confió a Clarín un diplomático del gobierno ecuatoriano de Rafael Correa.

Y Uribe supo sacar provecho de eso. Así "leyó" las gestiones que Lula da Silva y Cristina Kirchner hicieron fundamentalmente con Chávez, Evo Morales y Correa para que la sangre no llegara al río. Y hasta le concedieron un último deseo: todo el debate se pudo ver en vivo y en directo por la TV pese al evidente disgusto que eso le provocaba al presidente brasileño.

En estos términos, Uribe fue el gran ganador. Pese a que en las intervenciones todos los presidentes rechazaron y condenaron la presencia de tropas extranjeras, en el "Proyecto de decisión" final ninguna de las dos palabras aparecen en el texto. Sólo en el punto tres, se expresa que la presencia de fuerzas extranjeras no puede amenazar la soberanía e integridad de cualquier nación sudamericana y en consecuencia la paz y la seguridad de la región. Esto y aceptar el "hecho consumado" es la misma cosa.

Por el mismo motivo –apostar a que no se rompa la unidad de la región– Brasil y Argentina bien pueden estar en el podio de los triunfadores, claro que un escalón por debajo del líder colombiano.

Evo y Chávez, los más virulentos opositores e impulsores de la condena y el rechazo se quedaron con las manos vacías, al menos en la declaración final. Correa –que pudo decirle en la cara a Uribe todo lo que quiso– y el resto de los presidentes se llevaron un empate decoroso.