Terremoto en Chile

La destrucción en zonas pobres contrasta con los menores daños en las más ricas

El seísmo saca a la luz las desigualdades en el país

Por Abel Gilbert
Desde Santiago
El Periódico, Barcelona, 02/03/10

«Las infraestructuras que son antisísmicas en general han pasado bien la prueba», dijo el secretario general de la Presidencia, José Antonio Viera Gallo. Pero en Chile –donde en los últimos 100 años han tenido lugar 16 intensos terremotos, entre ellos uno de 9,6 grados en 1960–, no todos han estado en estas horas dramáticas bajo el mismo cobijo. El seísmo no tuvo piedad de las construcciones que, por su precariedad, no estaban preparadas para afrontar semejante capacidad de daño.

Las sucesivas desgracias han generado en este país una fuerte cultura preventiva y, a la vez, una sensación de inminente fatalidad. Eso ha permitido a los chilenos al menos eludir el reciente y atroz destino haitiano. «Este ha sido uno de los seísmos más grandes que ha sufrido la humanidad, y nuestro país ha resistido básicamente bien», señaló Viera Gallo. Sin embargo, las imágenes posteriores al desastre dan cuenta de que las diferencias entre Santiago y las regiones al sur no solo son geográficas. El terremoto también ha dejado ver su marca social en Concepción y la región del Maule.

El diario conservador El Mercurio dio cuenta de esta paradoja en su editorial. «Hay edificaciones e infraestructuras recientes que no resistieron como cabía esperar, y es probable que haya más víctimas y daños en numerosas localidades menores campesinas y costeras, muy vulnerables por su pobreza y aislamiento».

En las dos últimas décadas, Chile ha dado muestras de una enorme pujanza económica. Pero la distribución de los ingresos queda como asignatura pendiente. El sector más rico del país concentra el 51,03% del ingreso total, cifra 9,5 veces superior a la del más pobre, que es del 5,38% del ingreso total. El 54% de los trabajadores ganan 355 euros al mes.

Dualidad social

El Chile dual exhibió otra vez su rostro tras el cataclismo. El edificio Titanium de Santiago, en la vanguardia de los diseños antisísmicos, no sufrió rasguños, cumpliendo las predicciones hechas años atrás por Augusto Holmberg, el gerente general del Instituto del Cemento y el Hormigón (ICH), sobre la fortaleza de las construcciones capitalinas: «Es más seguro pasar un terremoto dentro de un edificio que en el exterior, porque es difícil que se derrumben los muros pero pueden caer los elementos de la fachada».

En noviembre, una misión de arquitectos chilenos viajó a China para promocionar sus proyectos a prueba de seísmos. «La geografía nos ha enseñado a ser buenos arquitectos», destacó en su momento Fernando Marín. No hablaba de las casitas de madera y techo de zinc.