América Latina

Saqueo imperialista, destrucción de la naturaleza y
envenenamiento de las poblaciones

La cuestión de la megaminería

Por Martiniano Rodríguez
Para Socialismo o Barbarie, 10/02/2012

Desde fines del 2011 se puede ver en Latinoamérica un fenómeno no nuevo, pero si mayor y más visible. Los pueblos de distintos países se movilizaron contra proyectos mineros, petroleros y otros que afectan el medio ambiente, en especial el agua y la tierra.

Este fenómeno ya existía en realidad. Basta recordar los indígenas muertos en la represión del gobierno de Alan García en Perú o las protestas de algunos pueblos en Argentina afectados por las mineras que nunca llegaron al plano nacional o las protestas continuas de los mapuches contra ciertos proyectos petroleros en Chile y Argentina. Pero las protestas que aún hoy recorren varios países de Sudamérica han cobrado mayor trascendencia dentro y fuera del país en el que sucedían. A tal punto que directamente afectaron a los gobiernos nacionales, la mayoría considerados progresistas.

En algunos países, la población indígena se destaca en las protestas, por ser la más directamente dañada por la destrucción del medio ambiente. Esto viene desde que la población descendiente de los europeos les quitó sus tierras para explotar sus recursos naturales, en un comienzo los forestales principalmente y los mineros. Pero luego se vieron afectados por la extracción de petróleo, la construcción de represas, y otros proyectos que les quitaban la tierra y/o destruían parte importante del hábitat del cual dependían para conseguir alimentos o materias primas.

Valorización de nuevas áreas de explotación

En los últimos años, el aumento de los precios internacionales de las materias primas, la necesidad de energía y minerales acotada por el agotamiento de sus reservas, y las reglamentaciones ambientalistas “molestas” que aplican muchos países centrales, hacen preferible explotar (y contaminar) a los países “subdesarrollados”. Como dijo cínicamente Larry Summers –secretario del Tesoro de Clinton– en un “Memo”, las actividades contaminantes hay que mandarlas al sur, donde la gente igual se morirá más joven...

Esto hace que muchos países periféricos tengan para explotar zonas que antes no eran rentables económicamente. Países que aseguran la inversión, mano de obra barata, y un estado que piensa más en los impuestos (y sobornos) que va a dejar la empresa, que en el medio ambiente y la población. Latinoamérica es vista como un buen lugar para extraer energía y minerales, y obtener grandes ganancias. Es por eso que los capitales canadienses, estadounidenses, chinos y otros buscan asegurarse proyectos de explotación.

La minería a cielo abierto es quizás la que más perjudica la zona, deja agujeros gigantes en el suelo, destruye cerros enteros, utiliza mucho agua y la que queda la contamina, despide gases tóxicos, si es en medio de la selva desmonta, etc.

Pero algunos proyectos petroleros también contaminan y destruyen el medio que lo rodea, algunas represas aparte de inundar zonas agrícolas desvían el agua o inundan bosques y selvas de donde se extraen recursos para los habitantes de la zona.

Todo esto deja muy pocos beneficios para el sitio donde se encuentra la mina o el pozo petrolero, deja algo para las arcas del estado (que después usa a su antojo) y para las cuentas en Suiza de los gobernantes... y nada para el futuro. Las empresas multinacionales se van del país con la mayor parte de las ganancias y dejan atrás huecos en el suelo y contaminación.

Frente a este desastre es que los pueblos se están movilizando, no quieren ser más los que ponen todo por unos poco empleos, algún camino pavimentado y nada más. No quieren pan para hoy, hambre para mañana. Se cansaron de no ser escuchados, de ser perjudicados.

El primer conflicto que toma estado público nacional e internacional es el del TIPNIS, Bolivia. En esa reserva donde viven y de la que viven miles de aborígenes se iba a ver afectada por el desmonte necesario para la construcción de una carretera. El desmonte perjudicaría el hábitat y por lo tanto la caza, a parte del problema de la perdida de árboles. Los aborígenes se organizaron y marcharon hasta La Paz, se enfrentaron al gobierno que los calificó de golpistas.[[1]] Pero se pudo frenar el proyecto. Evo Morales salió bastante perjudicado de este embrollo.

Luego apareció en Perú otro movimiento de protesta frente a un nuevo proyecto en la región de Cajamarca que utilizaría el agua en perjuicio de los habitantes de la zona, sin mencionar que tendría que secar cuatro lagunas para acceder al metal. En este país había conflictos anteriores, pero pocos habían llegado a ser un problema nacional. Aquí también los habitantes originarios marcharon a la capital, la “marcha del agua y la vida” la llamaron, para reflejar lo que podía pasar. También este conflicto llevó a la pelea contra el gobierno de Humala, que se vio claramente involucrado.

Casi al mismo tiempo, en Catamarca (Argentina) pueblos enteros salieron a protestar contra las mineras de la zona por la contaminación que generaban y los problemas de salud que traían. El gobierno de Cristina Fernández reprimió duramente a los manifestantes lo que hizo de esta causa un problema nacional que involucraba directamente al gobierno nacional y sus socios provinciales.

La lista sigue. En Panamá hubo muertos, luego de que el gobierno mandara a reprimir a manifestantes contra una mina de cobre, en Chile conflictos menores, y en Ecuador una nueva marcha de los aborígenes por un proyecto minero en la zona amazónica que los enfrentó a Correa.

Estos países son diferentes entre sí, pero el reclamo es muy parecido en todos los casos: no a la contaminación y destrucción del entorno, no a la utilización indiscriminada del agua en beneficio de unos pocos.

Estos reclamos no es solo por el desastre ambiental que producen estas explotaciones, es también por los problemas de salud que traen y por que ellos dependen de la tierra y agua para poder sobrevivir. No es casual que estos conflictos estallen donde el agua y la tierra son recursos importantes para la subsistencia agrícola de los lugareños, no solo es por la salud y la naturaleza, es también por que en muchos casos de ello depende que puedan seguir viviendo de la tierra.

Otro problema importante es la forma en que se decidieron los proyectos, nunca reconsultó a los habitantes del lugar ni se respetó las leyes sobre las tierras de los habitantes originarios. Los que iban a ser más perjudicados nunca fueron consultados, luego no fueron escuchados.

En lo político, hay también diferencias. Tanto Bolivia, Ecuador como Argentina vienen de vivir hace algunos años rebeliones populares que pusieron gobiernos que aparecen como “progresistas” y “nacionalistas”, en especial en Bolivia. Y estos frenos y límites, persisten aún hoy (sea en la memoria, como en cosas concretas). Son poblaciones que recuerdan que fueron ellos los que voltearon a presidentes e impusieron cosas a los que les siguieron. Algunos de sus reclamos debieron ser escuchados y respondidos distorsionadamente...

Entre ellos, estaban en algunos países el tema de los recursos naturales (como en Bolivia el tema del gas y los hidrocarburos) con un sesgo nacionalista moderado. Morales debió cambiar las reglas de juego en este tema, debió poner algunos limites a la explotación del gas y los hidrocarburos, y obtener más tributación de las multinacionales.

Pero de todos modos, estos cambios –ni en Bolivia ni en los otros países– fueron de un nacionalismo burgués radical, como los del siglo XX: no hubo expropiaciones ni estatizaciones, sino renegociaciones en los términos de la explotación.

En Perú, no hubo rebelión popular, pero lo afecto indirectamente el clima político de la región. Humala cuando asumió debió mostrarse como de “izquierda”,[[2]] y los reclamos contra las mineras eran un tema importante en la agenda nacional.

Vuelta atrás

A años de estos procesos, los gobiernos surgidos de ellas creyeron que podrían volver sobre sus propios pasos. Acuciados por la crisis mundial y la posibilidad de hacer grandes negocios, no sólo no escucharon los reclamos sino que los atacaron y los reprimieron. No solo morales acusó de golpistas a los manifestantes, también lo hizo Correa,[[3]] y aquí Fernández reprimió más de una vez a los manifestantes de Catamarca. Una actitud no muy democrática para gobiernos que se dicen del pueblo. Pero además defendieron directamente o indirectamente a empresas imperialistas, a pesar de definirse en sus discursos como antiimperialistas. Y pesar de esto, en algunos casos al menos se logró frenar los nuevos proyectos.

Por un lado, estas manifestaciones que alcanzaron estado nacional pusieron sobre la mesa la otra vez el camino de la lucha como forma real y legal de conseguir lo que los gobiernos se niegan a ver o escuchar. Pero por el otro muestran algo interesante. En la mayoría de los casos los manifestantes pertenecen a los sectores sociales que son la base de estos “gobiernos progresistas”. Aquellos que antes eran aliados de los gobiernos, ahora se enfrentan directamente a él.

Los casos más claros son los de Correa y Morales. Ambos llegaron a ser presidentes por el apoyo masivo de los aborígenes, llegaron diciendo que venían a defenderlos, a representarlos. Pero cuando estos mismos presidentes tomaron medidas sin consultarlos y que los perjudicaba grandemente, salieron a las calles y se enfrentaron a las fuerzas que el gobierno mandaba para reprimir o ocuparon las capitales con sus reclamos haciendo responsables a los gobiernos nacionales.

Evo Morales que reformó la Constitución,[[4]] supuestamente para favorecer a los aborígenes, que se llena la boca hablando de que él es un hermano aborigen, etc, no tembló al enfrentar a los aborígenes del TIPNIS, sus supuestos hermanos, que pedían en primer ser consultados como establece la constitución que él mismo reformó y segundo lugar que no se perjudique su fuente de alimento, leña, etc.

En Ecuador, la marcha contra el proyecto minero en Zamora Chichipe y el gobierno fue encabezada por la CONAIE (la organización que nuclea la mayoría de los aborígenes del país), la misma que encabezó la destitución de dos presidentes y que apoyó a Correa. Pero que hoy ante la sordera del gobierno marcha por el agua y la vida (al igual que lo hacen en Perú).

En Perú la situación es parecida. Humala habría contado con el apoyo de estos sectores desfavorecidos, pero en estos momentos marchan contra él a pesar de todo. En cambio en Argentina, especialmente luego de la represión, fue la clase media la que protestó contra el gobierno y las empresas multinacionales, la misma que en el 2001 echó al presidente De la Rua y atacó los bancos internacionales. En todos los casos el fuego de las rebeliones sigue vivo.

Esto demuestra como sectores cada vez más grandes que antes apoyaban sin chistar a estos gobiernos supuestamente progresistas y antiimperialistas, ahora salen a la calle a reclamarles y a enfrentarlos. En Ecuador y Bolivia es bien claro, los aborígenes que vienen luchando por que se les reconozcan sus derechos no son escuchados como antes de las rebeliones, y son los que más sufren la falta y contaminación del agua por que de ello dependen sus cosechas. Quizás en esto es diferente Argentina, donde no hay un gran sector aborigen perjudicado pero si el agua en Catamarca no es un bien precisamente abundante.

Luego de las rebeliones populares de principios de siglo, las multinacionales y las potencias imperialistas vuelven a tener limites, pero no gracias al accionar y la pelea de Morales, Fernández o Correa, sino de los pueblos que salen a luchar y defender los recursos naturales del país. No es la burguesía la que protesta por la explotación salvaje de recursos escasos como el agua, son los trabajadores y los sectores populares los que defienden las riquezas de Latinoamérica.


[1] “Ahora tengo mayor información; cuando llegaron a la plaza Murillo decían que debo dar un paso al costado” afirmó Morales. Diario Opinión, en www.opinion.com.bo

[2] Se lo llamó el nuevo Chávez como dice El Mundo (5/4/2011)

[3] La oficialista Alianza País comenzó a desparramar el rumor de que la alianza tiene fines golpistas, El Telegrafo 13/3/2012

[4] Si esa reforma sirvió para algo o fue solo maquillaje es otra discusión. Pero a pesar de todo es un triunfo del pueblo.