Perú

Sangrienta represión

A Humala se le cayó la careta

Por Oscar Alba
Socialismo o Barbarie, periódico, 07/06/2012

El giro del gobierno de Humala a la derecha no parece tener límites. Ahora nuevamente se ha embarcado en una escandalosa represión en defensa de las mineras. El seguimiento de la política de su gobierno tiene aun más importancia, porque desde sectores de la izquierda (como el MST de Argentina y el MES (PsoL) de Brasil, que están en una misma corriente internacional), no solamente se llamó a votar a Humala sino que se llegó a integrar al partido oficialista a sus militantes en Perú: ¡un abandono total de la independencia de clase! También la LIT y el PSTU llamaron a votar por Humala, pero en su caso desde afuera y sin integrar su fuerza.

La llegada a la presidencia de Ollanta Humala, un oficial de 48 años, venía precedida de un importante crecimiento económico del país. Los empresarios y el gobierno llegaron a hablar de “milagro peruano”. Pero, como sabemos, en el sistema capitalista “crecimiento económico” no es sinónimo de mayor bienestar para el movimiento de masas. En la mayor parte de los casos significa lisa y llanamente mayor superexplotación y pobreza del movimiento de masas.

Perú está entre los países de la región con las mejores cifras de crecimiento económico -el año 2010 creció 8,9 por ciento-, pero está entre los últimos en desarrollo humano. Poco más de un tercio de los peruanos vive en la pobreza y más del 10 por ciento en la pobreza extrema. Y en las zonas rurales, la pobreza supera al 50 por ciento de la población.

Las utilidades de las empresas se han multiplicado, pero los salarios permanecen congelados hace varios años, el empleo se ha precarizado, los derechos laborales de los trabajadores formales se han reducido y cerca del 80 por ciento de los trabajadores labora en la informalidad sin ningún derecho ni seguro social.” [1]

En ese período precisamente, hay que anotar que las empresas mineras trasnacionales crecieron entre 35% y 40% pero el conjunto del aparato productivo no generó el empleo necesario.

La lucha contra los intereses megamineros

El lunes 28 de mayo, la policía de Humala reprimió violentamente a los pobladores de Espinar, en la región del Cusco, que protestaban por los efectos ambientales de la mina Tintay, del grupo suizo Xstrata. El saldo del enfrentamiento entre manifestantes y policías fue de dos muertos y más de cien heridos de bala. Por su parte los manifestantes quemaron un local de la mina y el coche de un fiscal.

De esta manera el presidente Humala sigue los pasos de sus antecesores en los métodos represivos para contener los reclamos de los trabajadores y la población pobre de Perú. Alberto Fujimori, presidente durante la década de los 90, terminó acusado por delitos de lesa humanidad, y Alan García, luego, llevó adelante una feroz represión contra las poblaciones indígenas de la Amazonia cuando estas reclamaron en defensa del medio ambiente, ante la depredación y la superexplotación que arreciaban en esa región por parte de las empresas.

En los últimos diez meses de gobierno de Humala ya se registra la muerte de una docena de manifestantes bajo la represión policial. Generalmente ha sido en conflictos entre campesinos y empresarios mineros.

En Espinar, el lunes por la noche, luego del ataque policial a los manifestantes, el gobierno decretó el estado de emergencia, que anula las garantías constitucionales. Detuvo a Herbert Huamán, presidente del Frente de Defensa de Espinar. Dos días después también fue detenido Oscar Mollohuanca, alcalde de Espinar, por respaldar la protesta campesina.

Las protestas en el Cusco se dan ante la proximidad del plazo que les dieron las autoridades y la población de Cajamarca, zona cercana al límite con Ecuador, al gobierno para que cancele por su alto costo ambiental el proyecto Conga. Este es un proyecto de explotación aurífera por parte de la trasnacional Yanacocha, que tiene como una de sus principales accionistas a la empresa norteamericana Newmont.

Luego de una semana de protestas en Cajamarca se resolvió un paro general indefinido hasta terminar con el proyecto. “Las protestas que arrecian desde hace siete días en la región Cajamarca contra el inicio del proyecto Conga, han ocasionado a esta ciudad pérdidas que ascienden en unos 7 millones de soles. Se trata, en promedio, de un millón de soles al día, que no ingresan a las arcas del empresariado, micro empresariado y otras actividades en Cajamarca.

"Los datos fueron proporcionados por el presidente de la Cámara de Comercio de Cajamarca, Jorge Vergara, quien detalló que las actividades en diversos rubros no se pueden reiniciar con normalidad pues se desconoce cuándo comenzarán a azotar la ciudad más actos violentos” [2]. En el sector transportista, por ejemplo, se dejaron de percibir 170 mil soles diarios. Esto provoca el enojo de las patronales de la región. Por otro lado, el presidente regional de Cajamarca ha planteado públicamente que hay que sacar a Humala de la presidencia de la Nación, por el incumplimiento de sus promesas electorales. Su llamado fue repudiado por el resto de los presidentes regionales del país.

Ante la fuerte presión de las acciones emprendidas por los pobladores de las zonas afectadas por este proyecto megaminero, Ollanta Humala tuvo que ordenar un nuevo peritaje de los efectos ambientales (contaminación del agua), tras lo cual planteó nuevas condiciones a la empresa para poner en marcha dicho proyecto. Estas nuevas condiciones centralmente son cuadruplicar las reservas de agua, establecer un fondo social y crear 10.000 puestos de trabajo. Por su parte, el presidente de Newmont, Richard O’Brien, estimó que la empresa bajará en dos tercios las estimaciones de inversión para el período 2012-2013.

Las nuevas condiciones puestas por Humala para el proyecto no son garantía para campesinos y pobladores de Cajamarca de que el riesgo ambiental no continúe afectando la vida de los lugareños y trabajadores de la mina.  Desde el Cusco hasta Cajamarca la megaminería es un frente de lucha más de campesinos y pobladores contra las apetencias capitalistas que no miden más riesgos que las pérdidas o ganancias que se cuentan en sus bolsillos. El populismo nacionalista de Humala es una careta que se cayó justamente en las zonas donde mayor apoyo popular tuvo para llegar al gobierno. La movilización volteó esa careta y mostró el verdadero rostro de este fiel representante y defensor de los intereses de las trasnacionales. Y apoyamos la movilización y las medidas que los trabajadores y el pueblo peruano lleven adelante contra el régimen de Ollanta en camino a echarlo del gobierno para seguir avanzando.


Notas:

1- Carlos Noriega, Página 12, 11/4/11.

2- El Comercio, 7/6/2012.