Argentina

Ganó la oposición de derecha en las elecciones 
de la Ciudad de Buenos Aires (Capital Federal)

El triunfo de Macri en la Capital: la estabilidad
como trasfondo

Editorial de Socialismo o Barbarie, periódico, 14/07/11

Mauricio Macri ganó las elecciones de la Capital Federal por un margen mayor al que esperaba incluso el PRO. Filmus y el kirchnerismo apenas pudieron disimular una performance que no dejó de ser vivida como una derrota, más allá de que se esforzaron por disimularlo.

Hay segunda vuelta, pero es una formalidad. Macri se impondrá fácilmente, asestándole un golpe al oficialismo K sólo dos semanas antes de las internas del 14 de agosto. La derrota capitalina abrió una crisis política en el oficialismo, poniendo sobre la mesa la discusión sobre las perspectivas electorales nacionales.

Ni lerda ni perezosa, la oposición patronal corrió a subirse al carro triunfal de Macri declarando que la elección de la Capital demostró que “Cristina no es invencible” y que podría ser “derrotada en octubre”.

Es un hecho que el gobierno quedó preocupado. El festival electoral que se avecina las próximas semanas se le presenta adverso. En las elecciones a gobernador en Santa Fe (provincia de Binner), en Córdoba (donde De la Sota no cerró con los K), y en la segunda vuelta capitalina, el escenario más probable es de derrota.

Pero atención: la elección en la CABA no es fácilmente “nacionalizable”: la oposición está demasiado fragmentada y Macri se está calzando el saco de presidenciable recién para el 2015. El kirchnerismo se va a jugar con todo para hacer de las elecciones del 14 de agosto un gran plebiscito nacional en favor de la reelección de Cristina buscando acallar las dudas que han surgido ahora.

La izquierda revolucionaria deberá hacer un gran esfuerzo por superar el piso del 1,5%, del que quedamos lejos en la Capital. La cultura del “voto útil” hizo que muchos votos de la franja “izquierdista” se los llevara Solanas, a pesar de que éste hizo una elección a kilómetros de su anunciada perspectiva de llegar a la segunda vuelta.

Volviendo a la cuestión del piso proscriptivo, se trata de un problema que solamente desde el nuevo MAS venimos combatiendo de manera consecuente. No ha ocurrido lo propio por parte del denominado “Frente de Izquierda”, que acaba de fracasar redondamente en la elección a Jefe de la Ciudad. Llevó adelante una campaña electoralista que no denunció las reglas de juego proscriptivas y pretendió ser utilizada para dirimir las relaciones de fuerza dentro de la propia izquierda, lo que a la luz de los resultados está claro que resultó infructuoso. Llegaron tan lejos en el curso oportunista que se negaron a denunciar –a diferencia de Luís Zamora, que actuó de modo principista a este respecto– que el nuevo MAS fue totalitariamente excluido por parte de las autoridades de la UBA del promocionado debate “con todos los candidatos".[1]

Cuando la economía y la política juegan a favor de los oficialismos

¿Cuál es la explicación del triunfo del macrismo por tan amplio margen? Hay tanto condimentos nacionales como locales. El nacional hace a las condiciones más generales de estabilidad económica y política que marca la coyuntura del país. La crisis económica mundial nunca impactó de lleno en la Argentina. Países como China y Brasil actuaron como “mediadores”, mercados de sostenida demanda de los productos exportables del país. Esa realidad podría comenzar a darse vuelta próximamente. La crisis de la deuda pública está estallando en estas horas en Europa y en EE.UU. crecen los síntomas de una muy probable recaída recesiva, al compás de nuevos índices de aumento del desempleo.

En lo inmediato, sin embargo, la coyuntura de bonanza económica nacional continúa. A este dato económico se le debe agregar el político: la Capital no es hoy lo que era hace diez años. Si a comienzos de los años 2000 lo que se vivía era el estallido del cuestionamiento a las instituciones del régimen de la democracia de los ricos y la multiplicación de las asambleas populares, hoy ese proceso ha sido completamente reabsorbido. Se llega al ridículo de que la “gran reforma política en la Ciudad” ha sido la creación de las comunas, que quedarán todas, luego de la elección, con mayoría absoluta del macrismo.

El hecho cierto –y paradójico, si se quiere– es que Macri se ha beneficiado de dos de los resultados más preciados del kirchnerismo: la recuperación económica, con la creación de empleo superexplotado, y la normalización política del país, donde se ha vuelto nuevamente a considerar la política según sus formas de representación tradicionales. Las cosas tiene su lógica: los “logros” de los K pavimentan el camino para la emergencia del macrismo.

Esa estabilidad es la que está por detrás del triunfo de Macri y la que seguramente estará detrás de la reelección de los principales gobernadores, como es el caso del PS en Santa Fe, del PJ en Córdoba, de Scioli en la Provincia de Buenos Aires y la propia Cristina a nivel nacional.

Un discurso que apuesta a la despolitización en el tratamiento de los asuntos públicos

A la estabilización a la que venimos haciendo referencia se le debe agregar un elemento más, específicamente del PRO. Se trata de la manera en que entiende el macrismo la normalización del país, buscando llevarla hasta su final lógico, Esto es, apostando a la despolitización de los asuntos, a la naturalización de las actuales condiciones de explotación y opresión de la Argentina capitalista.

¿Qué cambió entre la ciudad sede de las multitudinarias movilizaciones de diciembre del 2001 y la hegemonía macrista de hoy? Simplemente, la política de normalización capitalista del país llevada adelante por los Kirchner y su “refracción” particular en la Capital. Eso es lo que olvida Fito Páez en su carta profusamente difundida en estos días. No se trata de que “desde hace décadas Buenos Aires” se venga expresando políticamente como una ciudad conservadora. Esto no es así. Ahí nomás está el estallido multifacético del 2001. Se trata de que fuerzas políticas como el kirchnerismo actuaron para reabsorber el proceso de la lucha.

Es esa misma normalización K la que, en definitiva, quita justificación para la existencia de los propios “progresistas” y exige, eventualmente, gobiernos todavía más “normales”, como lo que pretende vender el proyecto macrista. Se trata de la clásica situación en que los “reformistas” (aunque los Kirchner nunca llegaron siquiera a eso) abren el camino a las expresiones políticas más a la derecha.

Aquí hay varias aspectos a destacar. Los K y Macri funcionan como espejos invertidos perfectos. Los Kirchner han buscado recuperar la especificidad de la gestión política de los asuntos, como manera de rescatar la función específica del régimen de la democracia de los ricos y sus políticos, mostrándose como alternativa frente al desnudo economicismo de los años 90. Postulan, además, una cierta intervención del Estado en la economía, y ciertas mediaciones a la aplicación del libre mercado puro y duro. Todo en aras, esto no hay que perderlo nunca de vista, de la recuperación y consolidación del capitalismo argentino.

El macrismo aparece como el opuesto perfecto a los K. Busca no politizar la sociedad sino lo contrario: hacer valer los intereses capitalistas como algo meramente “técnico”, “natural”, incuestionable, reduciendo la política a pura “gestión”, como si las relaciones sociales pudieran ser administradas desconociendo los conflictos de clase que las desgarran dramáticamente y están por detrás de cualquier asunto, por mínimo que sea.

Es ese discurso “minimalista”, que presenta las relaciones de explotación y opresión como hechos consumados sólo para hacerlas valer más plenamente, lo que viene votando en los últimos años parte importante del electorado capitalino. Se trata del voto conservador de una franja de las clases medias altas (y también de algunos de sectores plebeyos atrapados en las redes clientelares del macrismo), que funciona como un perfecto contrapeso a los “desbordes” del kirchnerismo.

El macrismo parece pretender esbozar así la realización de la perspectiva marxista pero por la vía del absurdo. Nos explicamos. Marx y Engels señalaban que la perspectiva del socialismo una vez abolida la explotación de clases era pasar “del gobierno de las personas a la administración de las cosas”. El macrismo tiene la pretensión[2] –más bien, la impostura– de que esa administración supuestamente “desnuda” de los asuntos se puede llevar adelante sin que se tratase de la gestión en uno u otro sentido de los intereses de clase (de los cuales el macrismo representa los más concentrados). No es casual que Macri, como figura política, no sea otra cosa que la directa encarnación de un empresario exitoso. Es decir, casi la negación de un político. De ahí también en parte su atractivo, como interpelando en clave conservadora el "que se vayan todos" de diez años atrás. El voto conservador del electorado pudiente y de las clases medias altas de la ciudad, refiere a que hay un sector que con su voto legitima esta impostura derechista.

El resultado electoral como espejo distorsionado de la realidad

Lejos de todo impresionismo post electoral, hay que subrayar también que el macrismo tiene sus límites. Estableció la Policía Metropolitana (cruzada por mil y un problemas y denuncias) y uno de sus principales perfiles políticos es la “seguridad”. Ha tenido éxito en desfinanciar la educación y la salud públicas. Y se ha beneficiado de proyectos de construcción faraónicos como Puerto Madero. Pero aun en las condiciones actuales de estabilidad, en ningún caso logró realmente hacer de la ciudad un lugar sin movilizaciones y luchas cotidianas, problema que es el que más preocupa al activismo. La más reciente pelea en la ciudad fue el Estudiantazo de la segunda mitad del año pasado, que terminó en un triunfo de los pibes y que en estos momentos parece estar comenzado a reverdecer ante los incumplimientos macristas.

Además, las elecciones nunca pueden indicar relaciones de fuerzas directas entre las clases. Si el voto de una porción alta del electorado porteño ha sido evidentemente conservador, eso ya ocurrió cuatro años atrás y no significó gran cosa a la hora del desarrollo de los procesos de lucha y organización en la Ciudad. En todo caso, el que impuso alguna de las más importante derrotas a las luchas en el país, y en la misma ciudad (recordamos la del Casino) ha sido siempre el ejecutivo nacional, no el gobierno de Macri, que frente a cada lucha importante siempre las ubicó como “más allá de su responsabilidad” (caso Parque Indoamericano).

En todo caso, es posible que tan amplia votación macrista tenga cierto impacto en las luchas en lo inmediato. Pero al activismo hay que decirle que, en definitiva, lo que cuentan son las relaciones de fuerzas materiales, la presión de las necesidades que obligan a salir a la pelea y no centralmente el espejo distorsionado de la realidad que da una elección.

En síntesis: el macrismo es la versión más conservadora de la normalización del país, pero ningún “huevo de la serpiente” represivo. Hoy no hay condiciones para ello, más allá, insistimos, de que en lo inmediato pueda impactar la elección del domingo pasado.

Por otro lado, el clima político–electoral de la Capital Federal no es el del país. De ninguna manera creemos que una fuerza política como el macrismo pueda alzarse con la elección presidencial. El tipo de normalización que sigue correspondiendo a las actuales relaciones de fuerzas continúa siendo la del kirchnerismo, que supone una administración de los conflictos económicos, sociales y políticos de los que está preñado el país, no su negación orientada a la “gestión” desnuda de los asuntos de tipo macrista. La perspectiva sigue siendo la reelección de Cristina.

Prepararse para lo que viene

Al cierre de esta edición, la economía europea está en tremendos problemas. También en EE.UU. las perspectivas se vuelven sombrías. El marco en el que se desenvuelve la economía nacional podría darse vuelta hacia finales de año. Muchos analistas han señalado ya que Cristina podría verse obligada a llevar adelante un ajuste económico en regla luego de su probable reelección. Y lo propio ocurriría en el muchísimo menos probable caso de que las elecciones de octubre las gane un opositor.

La crisis que se avecina supondría un cambio completo de perspectivas respecto del escenario dominante en este año electoral. Las condiciones de estabilidad le han venido como anillo al dedo a los oficialismos que se encaminan hacia su reelección. Pero si las condiciones de esa misma estabilidad se ven socavadas, eso quiere decir que en 2012, aun a pesar de que las más importantes autoridades hayan sido confirmadas en sus cargos, la situación política nacional podría dar un giro de 180 grados y desatarse una oleada de conflictividad como hace tiempo no se ve.

Para ese escenario debemos prepararnos las corrientes revolucionarias, aprovechando la palestra electoral para pelear contra nuestra “invisibilización” proscriptiva y dando pasos para preparar esa contraofensiva obrera, estudiantil y popular.


Notas:

1. Señalemos que esta situación deja lecciones acerca de cómo funcionan los medios de comunicación “públicos”: para enfrentar los monopolios privados de la información, la salida no es los medios de comunicación estatizados, sino su nacionalización pero para ponerlos bajo control de los trabajadores y demás sectores populares, so pena de que se transformen simplemente en agencias del gobierno patronal de turno, como se expresó en el reciente “debate” en la UBA. Profundizamos esta cuestión en otra nota en la presente edición.

2. Obviamente, esta afirmación es metafórica: el macrismo, en la supina indigencia teórica y cultural que lo caracteriza, no ha leído una página de Marx.


Muy baja elección de la izquierda y fracaso de la orientación electoralista del FIT

Un escenario adverso

Socialismo o Barbarie, periódico, 14/07/11

En este escenario electoral conservador, la izquierda obtuvo magros resultados. El mecanismo del voto útil jugó a favor de la adelgazada campaña de Pino Solanas dentro de la franja del voto izquierdista: supuestamente, sólo él podía “vencer a Macri”… Con un discurso ya ni siquiera “nacionalista” como los de antaño, su campaña fue “institucionalista”, centrándose en el tema de la corrupción, y llegando al extremo reaccionario de prometer "sacar las movilizaciones de las calles" para llevarlas a Plaza de Mayo, convirtiéndola en una suerte de “Sambódromo”[1] de las luchas. 

La elección porteña, aun siendo un escenario con características propias, constituye un llamado de atención para las perspectivas electorales de la izquierda en su conjunto.

De cara a las "internas" del 14 de agosto, la izquierda deberá hacer un enorme esfuerzo para superar el piso proscriptivo del 1,5% de los votantes impuesta por la antidemocrática ley electoral de los K, piso del cual se quedó muy lejos en la Capital.

Y lo lamentable es que solamente desde el Nuevo MAS hemos intentando instalar la denuncia y lucha contra este mecanismo tramposo de la democracia de los ricos.

Así, llevamos adelante en la Capital Federal una campaña militante por el derecho al aborto legal, libre, seguro y gratuito, por la independencia política de la clase obrera y el apoyo a las luchas de los trabajadores, que siguió las reglas clásicas de las campañas electorales de los revolucionarios, cuyos resultados siempre se buscan preferentemente en el terreno de la lucha real, no esencialmente de los votos. Una campaña de la que estamos orgullos aun a pesar de sus modestos resultados, desarrollada en condiciones completamente desiguales, agravadas por la gravísimo caso de discriminación política de las autoridades de la UBA en detrimento de nuestra lista, y que solamente Luís Zamora fue capaz de denunciar.[2]  

Lo contrario ha ocurrido con el denominado "Frente de Izquierda" (FIT), que no se cansó de propagandizar que "tenía un legislador adentro" y que esperaba "una votación del 3 ó 4 por ciento", sólo para fracasar con una elección marginal. Sólo atinaron a llevar a cabo una campaña "lavada", en la que no fueron capaces de decir nada sustancial, salvo venderse como "la unidad de la izquierda" expresando una adaptación electoralista a las reglas de juego del régimen burgués, para entre otras cosas, intentar usarlas, infructuosamente, para dirimir las relaciones de fuerzas contra el Nuevo MAS.

De cara a las elecciones internas del 14 de agosto, desde el Nuevo MAS ratificamos más que nunca la política que levantamos a lo largo de todo el año: contra la proscripción K, por el apoyo a las luchas, a los nuevos delegados obreros y la independencia de clase. Llamaremos a votar en provincia de Buenos Aires por nuestros candidatos: a diputado nacional, Héctor "Chino" Heberling, y a senador nacional, nuestro compañero delegado de Fate, Jorge "Chupete" Ayala, único candidato obrero a senador de esta elección. Al mismo tiempo, para unir verdaderamente a la  izquierda, llamaremos a votar estos candidatos del Nuevo MAS sumando la boleta de Altamira presidente.


Notas:

1. El sambódromo es en Río de Janeiro, Brasil, el lugar donde desfilan las escolas do samba en los carnavales. Esta promesa fue hecha en una reunión específica con los grandes capitalistas de la ciudad, de la que participaron también Macri y Filmus. Una verdadera vergüenza que no es novedad en el caso de Solanas, cuya denuncia contra la supuesta “anarquía” del estudiantazo,fue otro de sus guiños nada ingenuos hacia los empresarios. Pero a los ex izquierdistas de Vilma Ripoll y el MST no les importa nada si de esa manera sin principios pueden seguir viviendo de algún carguito legislativo.  

2. La discriminación política de nuestro partido, en el debate más visto y promocionado de la campaña, evidentemente nos colocó en peores condiciones que el resto de las listas. El FIT, en un nuevo comportamiento sin principios, no denunció la situación, sino que buscó, una vez más, aprovechar la circunstancia de nuestra proscripción a su servicio. Nos dedicamos pormenorizadamente a este comportamiento vergonzoso en otro artículo de la presente edición.


La fiebre electoralista del PO y el PTS recibió una bofetada

Con el termómetro fallado

Por Sergio Revelli
Socialismo o Barbarie, periódico, 14/07/11

El eje político de la campaña electoral del denominado Frente de Izquierda fue tan vacío que hasta un militante del PO en su propia prensa no sólo se preguntaba cuál era sino pedía tener alguno: “¡Al fin una consigna! (…) ¡Apareció la primera! (…) La consigna es: ‘Marcelo Ramal a la Legislatura - el Frente de Izquierda al parlamento de la Ciudad’. En rigor, no se trata de una consigna, es la definición de un objetivo. Y como tal, es un mensaje hacia el interior del activo, hacia los militantes. En lugar de afiches en los que sólo exhibimos el rostro de nuestro candidato, expresemos tres o cuatro consignas que nos diferencien de la charlatanería de los partidos del sistema. Estamos atrás de ellos: Macri dice que: ‘Vos sos bienvenido’; Pino dice que ‘El agua es oro’. Nosotros, al igual que Filmus, no decimos nada. (…) Insisto, se trata de llegar a cientos de miles de personas en la Ciudad de Buenos Aires, que con un golpe de vista identifiquen su problema, lo asocien con quien ofrece una solución concreta y sigan su camino, ahora con un punto de vista nuevo en su cabeza.”

La respuesta del comité de redacción del PO a Héctor, su militante de Urquiza fue: “El nombre y figura de Ramal se identifica con esas plataformas y reivindicaciones. Lo principal del planteo está en otro lado, está en invitar al elector que nos votaría al Frente de Izquierda, pero teme la victoria de Macri, a ese elector relativamente confundido, a que considere el voto al Frente en la categoría legislador”. [1]

Lo cierto es que Héctor tenía razón: la campaña pública del Frente de Izquierda no se distinguía de ninguna otra por su contenido político.

Los carteles son el mensaje central de toda campaña política electoral, y los del Frente de Izquierda estuvieron vacíos de cualquier consigna: el único mensaje implícito era “votá a la izquierda que se une”.

Al respecto, fue llamativa la última prensa del PTS antes de la elecciones cuyo título de tapa fue “Pegue con la izquierda”, y en la misma sintonía que el PO, no fue acompañado de ningún contenido.

Quienes puedan recordar las campañas del MST cuando estaba en su frente con el PC, eran justamente consignas por el estilo, acompañadas por el logo de Izquierda Unida. A buen entendedor, pocas palabras; sólo dejemos anotado que el deslizamiento oportunista del PTS en el último período ¡parece ir a la velocidad del sonido!

Pero la respuesta al Correo de lectores por parte de la redacción de Prensa Obrera encierra otra discusión política: el PO se puso como eje entrar a la Legislatura porteña a cualquier precio, y ya no importaba a quién votara a Jefe de Gobierno cualquier trabajador, estudiante o vecino de la Capital, sino que el voto a legislador sea a Ramal. Un oportunismo electoral que contrasta blanco sobre negro con el enojo de Altamira, cuando hace sólo algunas semanas sostuvo que no quería el voto democrático para pasar el piso del 1,5% sino que el voto al frente debía ser algo cuasi de “principios”.

Mientras esté Ramal en el sobre…

Necesitamos un voto progresista, pero no para Solanas, cuyo frente con la Mesa (chica) de Enlace fracasó a nivel nacional, pero subsiste en la Ciudad. Después de condenar a los que manifiestan y a los alumnos que luchan, Solanas no es una alternativa progresista. ¿Cómo debe votar la inmensa población progresista de la Ciudad? En la primera vuelta se eligen también 30 legisladores. Se trata de una gran oportunidad para hacer ingresar en la Legislatura a los luchadores sociales y políticos de la Ciudad, en la teoría y en los hechos.” [2]

¿Hace falta explicar que esto es un llamado abierto a votar a Ramal junto a Solanas?

Este oportunismo que llega a ser burdo se repitió en múltiples pasajes, y no sólo respecto al candidato sojero. Ramal también “le tiró un centro” a los votantes de Filmus: “Muchos que votan a los opositores a Macri ‘con la nariz tapada’ han planteado la posibilidad de cortar boleta por el Frente de Izquierda. (…) Los tres días que restan -de discusiones cara a cara, de conquista de fiscales, de batalla por las paredes- pueden ser los decisivos. ¡Con más fuerza que nunca, para que el Frente conquiste una bancada en el centro político del país!”[3]

Ya está, a esta altura el PO te invitaba a votar a los K, a la Mesa de Enlace o quizás a Telerman a Jefe de Gobierno, eso no importaba demasiado, lo que sí había que sumar porotos de “voto útil” (?) para que Ramal “entre”. Por más que este objetivo haya sido acolchonado por palabras “dificultad”, lo cierto es que su campaña política no introdujo ningún debate en la Capital y todo se resumió a juntar votos para que Ramal gane un cargo legislativo. No por casualidad, quien escribe estas líneas intercambió impresiones con un fiscal de escuela del PO, conocido de la militancia cotidiana, y el primer comentario fue “lo importante es que entre Ramal”.

¿En qué planeta viven?

Marcelo Ramal, vocero del Frente, ha hecho una campaña muy rica en la que ha derrotado polémicamente a todos sus contendedores. Los últimos días de esta campaña deben ser consagrados a la conquista de voto por voto para buscar el difícil ingreso del Frente de Izquierda y de los Trabajadores a la Legislatura de la Ciudad. Sabremos usar la tribuna parlamentaria para desarrollar la conciencia y organización de los explotados y acelerar el fin de la dictadura capitalista.” [4]

Con estas palabras, el propio Altamira subrayaba que el Frente de Izquierda había “aplastado” a todos sus rivales y, usando un “difícil” sólo para “cuidar las formas”, en realidad le daba duro al parche con meter un cargo en la Legislatura, y hasta soñaba cómo iba a ser el momento de la entrada.

A la fiebre de “los pasamos a todos por arriba” se sumó el PTS, que en su última prensa tituló un tan gigantesco como ridículo y fuera de todas las proporciones políticas: “El Frente de Izquierda se impuso en el debate”.

En dicha nota sostienen que “nuestra participación mostró la solidez de las posiciones del PTS y el Frente de Izquierda ante el conjunto de los candidatos del régimen. El Frente de Izquierda se impuso en el debate, lo que fue reflejado no sólo en los distintos medios de prensa, sino también tuvo gran repercusión en los foros de facebook y en twitter”  [5].

Cualquier lector que no haya visto los resultados, pensará que el FIT se “comió a los chicos crudos” en la Capital. La última vez que un candidato se impuso en un debate televisivo, como lo hizo Solanas en el 2009, logró un segundo puesto con el 24% de los votos. Bueno… en este caso, el 0,77% de los votos parece un poquito pobre para una campaña que no sólo “había pulverizado a todo lo que se le cruzaba”, sino que al tiempo lavaba los contenidos en su búsqueda de votos para acceder a cargos.

Quedó en evidencia que las impresiones del PO y el PTS fueron más autobombo y autorreferencias que análisis objetivos; esto sin menoscabo de recordar que en dicho debate, en el cual Myriam Bregman habría salido “triunfadora” (¡vaya payasada!), la misma no tuvo una palabra para denunciar la proscripción de nuestra lista en el mismo: un comportamiento sin principios dirigido por la fiebre electoral.

Contra el electoralismo barato, el Nuevo MAS se propuso instalar dos discusiones políticas

Frente a los vergonzosos delirios electoralistas, desde estas páginas alertábamos que iba a ser una elección muy difícil para la izquierda revolucionaria. Lo mismo señalamos en un reportaje reproducido en el diario La Nación el 7 de julio pasado. Y más aún, hace meses venimos planteando la necesidad de una campaña unitaria contra la proscripción a la izquierda.

En ese sentido, ante al vacío político de la campaña del Frente, nuestra campaña, aparte de apoyar todas las luchas de trabajadores y populares, instaló los ejes de la necesidad del derecho al aborto libre, legal, seguro y gratuito y para romper la proscripción a la izquierda. Utilizamos las elecciones de manera revolucionaria, llevando adelante una campaña por un reclamo sentido por el movimiento de mujeres y contra el régimen político comandado por el kirchnerismo.

Nuestra campaña en Provincia de Buenos Aires va a seguir el mismo método, y en este caso centraremos también en la lucha contra la proscripción, al tiempo que denunciamos al gobierno y su burocracia sindical y peleamos para darles paso a los nuevos delegados obreros. Y mientras el PO vuelve a repetir la misma lógica de la Capital y dice “Pitrola: la izquierda a la Provincia”, las candidaturas de Héctor “Chino” Heberling y Jorge “Chupete” Ayala a diputado y senador nacional serán expresión de sendas campañas políticas.


Notas:

1. Prensa Obrera 1184.

2. Prensa Obrera 1183

3. Prensa Obrera 1184

4. Prensa Obrera 1183

5. La Verdad Obrera 434