China

Entrevista con Yu Zhang, secretario general del PEN chino independiente

Represión preventiva antes de los Juegos Olímpicos

El Periódico, 18/07/08

Este científico es defensor de los más de 40 escritores y periodistas chinos encarcelados por el gobierno de Hu Jintao.

–Solo faltan 21 días para la inauguración de los Juegos Olímpicos...

–Yu Zhang: Y el gobierno de Pekín está dispuesto a pagar unas vacaciones en el extranjero a los disidentes con tal de no tenerlos dentro del país durante los Juegos.

–Algunos llevan meses en prisión.

–Son 41 los escritores y periodistas encarcelados.

–¿Cuál es el caso más impactante?

–Quizá el de Shi Tao, redactor del diario Dangdai Shang Bao (Noticias del Comercio Contemporáneo). El 20 de abril del 2004 envió un correo electrónico fuera de China con el resumen de un documento del departamento de propaganda del Partido Comunista, clasificado, según ellos, de jue mi (top secret).

–¿Qué revelaba ese documento?

–Advertía de los peligros de desestabilización relacionados con el regreso de algunos disidentes con ocasión del 15° aniversario de la masacre de Tiananmen. Daba recomendaciones expresas sobre cómo se debía informar.

–Lo delataron...

–La oficina de Yahoo en Pekín entregó a la autoridad china informaciones detalladas sobre su cuenta personal de correo. Dieron con Shi Tao y lo condenaron a 10 años de cárcel. Pero hay otros casos no menos impactantes.

–Adelante...

–Está el caso de Hu Jia, un activista que empezó defendiendo a los enfermos de hepatitis y a los afectados por el VIH, y que fue detenido el pasado diciembre. En abril fue sentenciado a tres años y medio de prisión por "difamar el sistema político y social chino e instigar a la subversión contra el Estado".

–¿Qué hizo el señor Jia para una condena de nombre tan largo?

–Expresar a medios extranjeros su preocupación por los abusos cometidos por la policía en Pekín, como la detención del activista en favor del derecho a la tierra Yang Chunlin y el defensor de los derechos humanos Lu Gengsong. Ha sido una sentencia ejemplarizante para asustar al resto de periodistas. Intentan fomentar la autocensura.

–¿Lo consiguen?

–Muchos emplean seudónimos, otros dan rodeos. Pero la censura no solo afecta a los temas políticos. También están mal vistos los periodistas que hablan de cosas desagradables.

–¿Cómo de desagradables?

–Los que intentan informar sobre los afectados por la expropiación del suelo para las obras olímpicas, por ejemplo. O sobre enfermedades peligrosas. Hace tres años acusaron de terrorista a un periodista que anunció la infección de 100 personas a causa de la picadura de un mosquito. Lo condenaron a tres años de cárcel. Este tipo de castigo a menudo funciona como un aviso a otros informadores.

–¿Son duras las cárceles chinas?

–Han mejorado respecto a cómo eran hace 30 años, pero las condiciones siguen siendo pésimas. Muchos de los funcionarios son corruptos. A menudo exigen una mordida a cambio de un trato correcto. Sin embargo, el problema es otro.

–Usted dirá...

–En los centros de detención puedes pasar cuatro años a la espera de un juicio. Hay gente que renuncia a la sentencia con tal de evitar los centros de detención.

–No hay censura sin estructura policial. La de china será apabullante...

–Solo la policía de internet cuenta con 50.000 efectivos que trabajan a tiempo completo. Es una fuerza independiente con permiso para efectuar detenciones.

–¿Qué pasa si uno pone en un correo electrónico palabras subversivas?

–En un correo ordinario es posible que nada. Si las publica en artículos, sobre todo en el extranjero, puede ser tachado de subversivo e ir a la cárcel.

–En este escenario, ¿la prensa podrá informar con libertad?

–La prensa extranjera no tendrá problemas para informar y hacer entrevistas, pero la china no tendrá la misma suerte. Por eso yo le pido a los periodistas que cubran los Juegos que cuenten lo que vean, que expliquen los efectos colaterales del acontecimiento. El Gobierno de Hu Jintao mostrará el gran escaparate, pero tienen que hacer un esfuerzo por ahondar en la verdad .

–No tiene usted miedo...

–Vivo en Estocolmo...

–No puede entrar en su país.

–Desde el año pasado. Todo empezó cuando mi padre, miembro del Partido Comunista desde los años 40, fue detenido por escribir cartas a los líderes del partido en las que manifestaba sus críticas a las políticas del Gobierno. Entre otras, reprochó a Deng Xiaoping el aplastamiento de los manifestantes de Tiananmen. Yo me puse en contacto con Amnistía Internacional. Y empecé a ganar conciencia. Mi padre fue liberado en 1990. Poco después murió.