Japón

Explotación laboral estalla en Fukushima

Por Suvendrini Kakuchi
Desde Tokio
Inter Press Service (IPS), septiembre 2011

El desastre ocurrido en la central nuclear de Fukushima brindó la primera oportunidad en décadas en Japón de llevar justicia a miles de trabajadores no calificados que se exponen a la contaminación radiactiva.

El terremoto y posterior tsunami que el 11 de marzo devastaron Japón destruyeron varios reactores de esa planta, causando una catástrofe nuclear.

"Fukushima creó conciencia pública sobre un sector de los trabajadores nucleares" castigados con ese riesgo pero que "constituyen el oscuro punto débil de una industria que depende de ellos", dijo Minoru Nasu, portavoz del Sindicato de Jornaleros de Japón.

Aunque la industria nuclear funciona en gran medida gracias a esos trabajadores no calificados, ha dejado su reclutamiento como jornaleros en manos de subcontratistas de antecedentes delictivos, afirmó Nasu, activista de larga data.

Esa práctica, común desde hace varias décadas, puede describirse como una suerte de "remate humano", dijo Nasu a IPS. Los obreros se reúnen al alba en lugares como parques públicos y allí son seleccionados por matones que los llevan a las plantas nucleares.

Según las cifras disponibles en la Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial –reguladora de alcance nacional–, de las más de 80.000 personas que trabajan en 18 centros nucleares comerciales de Japón, 80 por ciento son contratadas. En 2010, 89 por ciento de los 10.000 trabajadores en la planta de Fukushima estaban sujetos a contratos.

Los hombres son contratados para realizar durante varios meses seguidos trabajos peligrosos y no calificados dentro de las plantas nucleares. No hay garantías en caso de accidente, ni un seguro de salud a largo plazo contra enfermedades como leucemia u otras formas de cáncer, que pueden surgir años después de exponerse a la radiación.

"Cuando terminan su trabajo se espera que simplemente desaparezcan. No le importan a nadie", dijo Nasu.

El ex trabajador nuclear Seizi Saito, de 71 años, tomó la inusual decisión de reclamar un cambio.

Este plomero trabajó durante 15 años reparando filtraciones en las cañerías de refrigeración de la planta nuclear de Tsuruga, en la occidental prefectura de Fukui.

"Las condiciones laborales en la planta eran aterradoras, demandantes y peligrosas. Pero lo peor era la falta de protección para los trabajadores", señaló en una reunión con sindicalistas y activistas contra la energía nuclear, agregando que estaban bajo las órdenes de "autoridades inescrupulosas".

Saito, quien sobrevivió a un cáncer de tiroides, dijo a los presentes que se necesitan sindicatos especializados que se ocupen de los jornaleros que realizan tareas de limpieza en las plantas nucleares.

En la reunión hubo consenso en cuanto a que el sistema actual está demasiado afianzado como para que los trabajadores tengan esperanzas de salvación en el futuro cercano.

Los trabajadores tienen demasiado miedo para denunciar la situación, dijo Mikiko Watanabe, del Centro Ciudadano de Información Nuclear, que asesora a los guardias de seguridad de la planta de Fukushima.

"Temen perder sus empleos y ser discriminados en una sociedad que menosprecia a las víctimas de la radiación", explicó Watanabe a IPS.

Según ella, esos temores hacen que a los subcontratistas les resulte más fácil explotar a los trabajadores e ignorar sus derechos.

La Compañía de Electricidad de Tokio (Tepco), operadora de la planta nuclear, se esfuerza por contener el desastre de Fukushima. Miles de personas tuvieron que ser evacuadas de las áreas residenciales ubicadas en las cercanías de los reactores dañados, volcando a la opinión pública contra la energía nuclear y contra la laxitud con que se manejan los recursos humanos de las centrales atómicas.

Si bien la mayoría de los jornaleros también fueron evacuados de Fukushima tras el terremoto y el tsunami, muchos tuvieron que volver para efectuar las operaciones de limpieza por salarios más elevados, que según algunos medios de prensa llegan incluso a 300 dólares diarios.

En las últimas dos semanas, los problemas de Tepco aumentaron cuando otros cuatro trabajadores subcontratados quedaron expuestos a la radiación mediante el desborde de agua contaminada.

Según Saito, fue un accidente similar ocurrido en 1981 en la planta nuclear de Tsuruga lo que le hizo ver la realidad. En esa ocasión se produjo un derrame de agua contaminada que expuso a varios trabajadores a la radiación.

El gobierno ordenó clausurar el reactor de Tsuruga, lo que dejó sin trabajo a 1.500 trabajadores subcontratados como Saito. "Entonces decidí crear un sindicato y denunciar la situación", dijo.

Pero ese sindicato no duró mucho, principalmente porque los trabajadores no calificados no pudieron manejar las cuestiones administrativas.

De todos modos, el activismo de Saito le hizo ganar nuevos seguidores en los últimos tiempos, señalando el primer intento nacional de reunir a trabajadores vulnerables para luchar contra estos problemas.

Mitsuo Nakamura, director de la Unión de Trabajadores Corporativos, que representa a los jornaleros, explicó que es la oportunidad de ganar dinero la que hace que la gente asuma esos riesgos.

"Los jornales en la industria nuclear son más altos que en la construcción. Esto es un atractivo, especialmente para los hombres mayores que no pueden hallar otros trabajos", dijo.

Nakamura pronosticó una rápida reducción en la cantidad de trabajadores dispuestos a asumir riesgos inaceptables, luego de quedar públicamente expuestas las condiciones laborales en Fukushima.