China

Una década de cambios del movimiento obrero

Las huelgas y manifestaciones no van a desaparecer

Por Andrea Pira
China Files, 01/05/2012

China, 2000–2010: los trabajadores son más conscientes de su poder de negociación, tienen mayor confianza en su capacidad para organizarse y protestar, y están mejor instruidos y motivados que antes. Estas son las conclusiones de “A Decade of Change – The Workers’ Movement in China 2000–2010”, el informe de China Labour Bulletin, la organización hongkonesa fundada por el líder sindical de Tiananmen, Han Dongfang.

A principios del siglo XXI, decenas de millones de trabajadores rurales llenaban las fábricas del sur de China. Mano de obra barata, dispuesta a trabajar largas horas en condiciones de pobreza, con pocas oportunidades de dar marcha atrás, mientras que el gobierno hacía poco para protegerla.

A finales de la década, el panorama es diferente. Continúa el abuso, pero los trabajadores son rápidos en defender su caso para desarrollar formas que se asemejan a la negociación colectiva. Al mismo tiempo, Beijing ha adoptado una serie de medidas para reducir las desigualdades y aumentar el salario mínimo. 

Para comprobarlo, el China Labour Bulletin ha examinado 553 quejas. De ellas más del 70 por ciento provenía el sector de la manufactura, el que precisamente ha impulsado el crecimiento económico de China en la última década. Las huelgas y protestas son ahora más "fáciles" de organizar en las fábricas donde se concentra un gran número de trabajadores que comparten los mismos problemas y dificultades.

 Las protestas están saliendo incluso de las fábricas grandes y se han manifestado especialmente entre los maestros y el sector del transporte, facilitadas por el uso de las redes sociales para organizarse y ponerse en contacto.

Al inicio de la década, por lo menos siete millones de maestros de escuelas comunitarias en zonas rurales fueron enviados a casa sin la posibilidad de encontrar un nuevo empleo. Durante los últimos diez años, sin embargo, los maestros de las escuelas en las diferentes provincias realizaron cientos de huelgas para exigir que su sueldo sea equivalente al de los funcionarios públicos.  

En el ámbito del transportes público el suceso más dramático fue la huelga de nueve mil conductores de taxi en la ciudad de Chongqing en 2008, que desencadenó manifestaciones en otras ciudades del país en contra de las sumas que estaban obligados a pagar a la cooperativa, de la subida del precio de la gasolina y de la competencia desleal de los taxis sin licencia. 

La última década también marcó un paulatino declive de las protestas en las grandes empresas públicas en proceso de reestructuración, convertidas en gigantes que monopolizan sectores enteros como el de la energía y las finanzas, y que por lo tanto requieren de trabajadores altamente cualificados. 
Pero, ¿qué piden los trabajadores? Hasta la primera mitad del decenio, los pedidos más comunes eran el respeto de los derechos y el pago de cotizaciones. En los últimos cinco años, en cambio, han pasado a exigir más derechos y mejores salarios. 

Por ejemplo, a principios de la década los 8700 trabajadores de un campo petrolífero en la provincia de Henan fueron despedidos durante el proceso de reestructuración de la empresa. Las protestas exigiendo los salarios adeudados se han extendido hasta agosto de 2011, y a las últimas se habían unido un millar de nuevos empleados que pedían aumentos y mejores condiciones de trabajo.  Los trabajadores chinos, señala el informe, ya no se contentan con el salario mínimo fijado por el gobierno, ni tampoco parecen tener confianza en la capacidad de representación de la Asociación Nacional de Sindicatos de China (ACFTU), vinculada al Partido Comunista.

Además de los métodos tradicionales para expresar la disidencia, como la entrega de peticiones a las autoridades, los trabajadores han desarrollado nuevas y creativas formas de protesta.

En marzo de 2009 los trabajadores de una fábrica japonesa en Shenzhen comenzaron a recoger la basura del parqueadero para exigir el pago de horas extras y los bonos obtenidos por los trabajadores despedidos. O en marzo de 2010 los empleados de Jalon Electronis decidieron acampar dentro de la fábrica para desafiar el aumento desproporcionado de los horarios de trabajo decidido después de un aumento salarial. A menudo, las protestas están saliendo de las plantas para ocupar calles y carreteras. 

En cambio, sólo un 2,7 por ciento de los casos concluyó con la destrucción de maquinaria y de equipos, o con ataques contra funcionarios. El carácter no violento de las manifestaciones ha hecho que el gobierno central sea también más cauto y conciliador en la solución de conflictos, concluye el informe. Esa ha sido, de hecho, una posición frecuentemente escogida por Wang Yang, líder liberal del Partido en la rica provincia costera de Guangdong.  Sin embargo, las huelgas son a menudo consideradas un peligro para la seguridad pública y son tratadas conforme a la ley para la respuesta de emergencias de 2007.

La "sociedad armoniosa" teorizada y pregonada por el gobierno chino se podría conseguir, concluye el informe, sin tensiones sociales. Para que esto suceda, las nacientes formas de negociación colectiva deberían encontrar un sistema estable e institucionalizado que permita satisfactoriamente el diálogo entre empleadores y trabajadores. Eso sí, las huelgas y manifestaciones no van a desaparecer.