Arde Bolivia

 

A cinco meses de la insurrección de octubre

¿Hasta cuándo Carlos Mesa?

Por Carla Punkoya (Socialismo o Barbarie-Bolivia) y Roberto Sáenz,
Socialismo o Barbarie, periódico, 02/04/04

“Eustaquio Pichacui Collaca, un ex obrero de la mina Siglo XX en Huanuni, desocupado y con cuatro hijos, era una de las víctimas de la reforma del régimen jubilatorio implementada por el gobierno de Sánchez de Lozada entre 1995 y 1997. En octubre pasado, el mandatario debió dimitir en medio de una alzamiento obrero y campesino que dejo casi un centenar de muertos. El nuevo régimen del presidente Carlos Mesa no pudo mejorar la situación de crisis que convierte a Bolivia en el país más pobre de Sudamérica.” (1)

Así informa un matutino argentino (por boca de su corresponsal aquí, en La Paz), acerca de la tremenda tragedia ocurrida el martes 30 frente al Congreso, donde un compañero minero, harto de su situación, se “explotó”. Este es el reflejo trágico y brutal de la responsabilidad del gobierno de Mesa (y de todas las direcciones que le han dado la “tregua”, como bien dice este corresponsal), en nada ha solucionado los agudos problemas que derivaron en la insurrección de octubre.

Es fundamentalmente esta realidad la que está detrás de la primera crisis seria que atravesó el gobierno de Mesa durante el mes de marzo, que combinó elementos de crisis política en las alturas, el desarrollo de un sinnúmero de conflictos de los trabajadores y dos importantes marchas de la COB en La Paz.

Crisis en las alturas

La crisis comenzó a inicios del mes de marzo. Combinó las marchas y contramarchas alrededor del paquete impositivo de Mesa (anunciado en su discurso del 4 de febrero) y tuvo una importante manifestación con la caída del ministro de Hidrocarburos y Minería, con la consecuente postergación del plebiscito por el gas, que inicialmente se iba a realizar en abril.

El Parlamento amenazó con retirar apoyo parlamentario al gobierno, negándose a votar las tibias medidas impositivas que afectaban a las petroleras y a las clases altas y medias altas: el impuesto a las transacciones financieras (finalmente se terminó votando con una alícuota menor, que afecta principalmente a los pequeños comerciantes), un tibio aumento al 18% de las regalías petroleras (aún en veremos) y un impuesto a los bienes inmuebles, que terminó recortado. Por el contrario, en febrero sí se dio curso al comienzo de graduales aumentos a las naftas y el gas, vía la “desregulación” de sus precios, que obviamente afectan directamente al consumo popular.

En el caso del gas, el parlamento rechazó el proyecto de referéndum de Mesa anunciando que haría uno propio, y postergó el tratamiento de la nueva Ley de Hidrocarburos, expresando directamente los intereses de las petroleras, que se oponen a cualquier cambio en la política hidrocarburífera y de exportación del gas, y que –obviamente– no quiere pagar un peso más en regalías y menos que menos ver afectada su propiedad sobre este jugoso negocio.

En medio de esta situación, el domingo 14/3 Carlos Mesa realizaba su tercer discurso en lo que va de su gestión. Apelando directamente a la población (sobre todo a las clases medias que lo siguen apoyando), realizó un discurso de crisis, con el objetivo de embretar a la clase política tradicional. El discurso fue algo así como una reflexión colectiva ante la clase dominante de no forzar las cosas, de no quitarle el apoyo, de no llevarlo al abismo, de enderezarse “empresarios y dirigentes sindicales” hacia el “pacto social”, porque la alternativa podrían ser... “nuevos octubres”, como ha escrito la revista Pulso.

Conflictos y marchas de la COB

Por abajo, la población trabajadora también se manifestó en contra de los aumentos en los impuestos. En los diálogos en la calle se pone en el centro a las transnacionales, a los corruptos políticos, a los partidos de régimen. No se quiere saber nada del aumento de los tributos.

En este marco, es un hecho que ha pasado el verano comenzó el año político. Y con este comienzo, la crisis económica y social se ha vuelto a hacer evidente. Prácticamente no hay sector que no haya entrado en conflicto. La Universidad Mayor de San Andrés por presupuesto, los jubilados, los médicos, los maestros, los transportistas, los gremiales. Además, hubo importantes movilizaciones en Cochabamba de vecinos y gremiales, en contra de la política tributaria del gobierno central.

Pero lo más importante han sido las dos marchas convocadas por la COB en marzo, la del 17 y la de las antorchas del 25. En la primera participaron unos 5000 trabajadores y en la segunda cerca de 10.000. Lo más destacado en ellas ha sido su composición: abrumadora mayoría de trabajadores, como para desmentir que la clase trabajadora boliviana estaba muerta y enterrada. De trabajadores fabriles del El Alto, de la carne, textiles, del cuero, del importante gremio de los docentes de La Paz. Lo que viene a confirmar la existencia de una reconfiguración de la clase trabajadora, de una nueva clase trabajadora que a partir de octubre se comienza a hacer presente (2).

Sin embargo, lamentablemente, hasta ahora crecen las movilizaciones pero por separado, sólo con reivindicaciones sectoriales. Esto es por la clara responsabilidad de Jaime Solares, dirigente de la Central Obrera Boliviana, que no da una verdadera perspectiva de unificar las luchas frente al gobierno de Mesa como claro enemigo de clase. Esto es importante porque no ha habido una clara diferenciación de la oposición de clase de los trabajadores respecto de los empresarios que también están en contra de los impuestos, pero desde intereses diametralmente opuestos y a favor de hacer ajustes a los trabajadores. Todo el mundo ha estado en contra de la política tributaria. Pero en esa pelea (por responsabilidad de la COB), los trabajadores no han diferenciado sus propios intereses.

Basta de tregua. Democracia de las bases

A la crisis del gobierno y las movilizaciones obreras se suma la inmolación de un compañero minero desocupado frente al Congreso, hecho sin precedentes que es una muestra tremenda de la gravísima crisis social que atraviesa al país. Crisis que no ha tenido ninguna solución en estos 5 meses de gobierno de Mesa, que pretende maniobrar y disolver el verdadero contenido de la “agenda de octubre”: esto es, del conjunto de reivindicaciones que la insurrección puso sobre el tapete y que hasta ahora se han ido postergando y maniobrando. En primer lugar, respecto de la propiedad efectiva del gas.

En esto ha sido fundamental el rol de todas las direcciones del movimiento de masas, que van desde el “apoyo crítico” al gobierno en el caso del MAS de Morales, hasta la “tregua” acordada por Felipe Quispe (borrado de la escena nacional) y la COB de Solares. Para ellos también la trágica inmolación del compañero minero es una señal de atención. Porque, junto con Mesa, son responsables de la misma, en la medida en que, más abierta o más soterradamente, han venido alimentando ilusiones en Mesa o –como mínimo– insisten en que su perspectiva no puede ser ir contra el capitalismo.

Esto mismo es lo que ha permitido el envalentonamiento de la derecha. Esto es, de los viejos partidos de la “megacoalición” que sostuvo a Goñi, que no están de acuerdo con hacer siquiera las mínimas concesiones tramposas que quiere poner en marcha Mesa. Es el caso del MNR, del MIR, de la ADN y el MFR, que han logrado ir trabando medidas de vida o muerte para Mesa, como el plebiscito por el gas, o creando incertidumbre alrededor de la fecha y las características de la propia Constituyente, en principio planificada por el gobierno para mediados del año que viene.

En todo caso, está claro que no es de la mano de las actuales direcciones que podrá venir una alternativa para los trabajadores, los campesinos y la población originaria. Es un dato muy importante de las recientes movilizaciones de trabajadores convocadas por la COB que muestran que en Bolivia existe una nueva clase trabajadora que se está poniendo de pie. Es a ella a la que hay que apelar para imponer desde abajo formas de decisión democrática y de lucha independiente de la clase trabajadora, que no dependan de la reiteración de los viejos mecanismos de presión a la burocracia de la COB que caracterizaron siempre al POR (3). Porque hay que apoyar con todo el actual renacimiento de la COB, pero precisamente esto implica pelear por una estrategia de democracia de base que permita el desplazamiento de la dirección burocrática actual.

Esto pasa por la exigencia de realización del asambleas con mandato en los lugares de trabajo, por el planteo de que se rompa de inmediato la tregua con Mesa, de que no hay Pacto Social con el gobierno que pueda servir a los trabajadores, y que de los tramposos plebiscitos y constituyentes organizados por Mesa y el régimen no puede venir la solución para los explotados y oprimidos.

Sólo desde las organizaciones de los trabajadores, de un gobierno provisional de estas mismas organizaciones (en primer lugar, de la COB), se podría convocar una verdadera Asamblea Constituyente que dé respuesta a los reclamos democráticos de los pueblos originarios y de los campesinos, sobre la base de la destrucción del actual régimen político y del mismo Estado racista blanco, en la perspectiva de una Bolivia Socialista obrera, popular, campesina y originaria.

Notas:

(1) Clarín, 13/03/04.

(2) Ver «Crítica al romanticismo ‘anticapitalista’» en revista Socialismo o Barbarie N°16.

(3) Partido Obrero Revolucionario, el más importante partido de tradición trotskista del país en la segunda mitad del siglo XX.


Último ampliado de la COB

Discurso altisonante para presionar

Se llevó a cabo el día miércoles 10 de marzo en la UPEA (Universidad Pública de El Alto). Asistieron 40 de las 60 federaciones o gremios afiliados. Habría unas 200 personas. Estuvieron la CSUTCB (Central Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia), los transportistas (que no están afiliados a la COB) y el Movimiento Sin Tierra (MST).

Debería haber comenzado a las 10 de la mañana pero se retrasó. La apertura la hizo Solares a las 13 horas, luego de la lectura de adhesiones. Todo arrancó con una maraña de discusiones internas. Por ejemplo, la COR (Central Obrera Regional de El Alto) no estuvo. Mejor dicho, estuvo presente Roberto de la Cruz, quien acusó –y de hecho se hizo público frente a los medios– a Cori y Melendrez (dirigentes de la Federación de Juntas Vecinales, también de El Alto) “de estar con el MAS”. Obvio que Melendrez y Cori dijeron que “no iban a estar en el ampliado”.

A la una abrió Solares con una caracterización de la situación actual. Todo en un tono “súper revolucionario”. Comenzó señalando “que aún no hemos derrotado al enemigo interno, que es la oligarquía, que junto con el FMI y el BM son nuestros enemigos, pero que estos cuentan con los lacayos criollos sirvientes”.  Que hasta ahora “el Gobierno no habló de empleo, de salarios, que es una burla el aumento de salarios del 3%”. Que “nos dicen ahora los neoliberales que si no vendemos gas nos quedamos sin mercado, pues que le vayan a mamar a su abuela (...) Que aquí no hay ‘tercera vía’, o somos capitalistas o socialistas”. Que “lo que no viene voluntariamente desde arriba, viene involuntariamente desde abajo. Y ahí estarán ustedes en el poder” (sic). “¿Cómo lo hacemos? Fortaleciendo los sindicatos, las juntas de vecinos, con hombres honestos (...) Porque por eso pudieron hacer esto desde el 85, derrotando a mineros y comprando a dirigentes”. Y que “hay que prepararse para la batalla final, pero que la decide el pueblo” (...), y “a partir de hoy vamos a ver cómo madura esto (...) los 10 días son para ver cómo madura esto, y si hay respuesta y si no se llaga a nada, bueno, la toma del poder”...

Como es un clásico en muchos ampliados de la COB, luego de que Solares se mandó su discurso hiperrevolucionario hasta “la toma del poder”, empezaron a hablar los demás dirigentes. Aburridísimo. Se la pasaron hablando y contando los problemas particulares de cada sector. Sólo hubo un par de intervenciones que hablaron con relación a que estructuralmente sigue todo en pie y que eso es lo que hay que derrotar.

Está claro que si se siguen las palabras de Solares, cuando se trata de la “insurrección popular” y de la “toma del poder”, eso queda librado abstractamente a las masas en general y a su espontaneidad, porque la dirección de la COB, a pesar de sus palabras altisonantes, no está para nada por esa perspectiva, como no lo estuvo ni en febrero ni en octubre del año pasado. Ni siquiera por poner en marcha seriamente la “huelga general indefinida” que votó el ampliado de la COB en enero. Su orientación sólo busca presionar a Mesa por una concesión aquí o allá.

Sin embargo, frente a tantos problemas que se comenzaron a desarrollar en marzo (y como un sector pedía medidas a este ampliado) no le quedó otra que comenzar con algunas como la marcha del 17/03 y la de las antorchas del 25/3, dejando agendado un nuevo ampliado para el 7 de abril en Huanuni (Oruro), para evaluar la respuesta del gobierno y si se entra o no a la huelga indefinida.

Pero no se puede confiar en que Solares vaya a dar las respuestas que se necesitan. Para imponerle un curso correcto a la COB, hará falta desarrollar verdaderos mecanismos de democracia de las bases.

Carla P. (desde La Paz)

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