Arde Bolivia

 

A las calles en apoyo a los alteños

¡Constituyente revolucionaria ya!

Por Carla Punkoya y Roberto Sáenz
Socialismo Revolucionario nº 0, marzo 2005
periódico de Socialismo o Barbarie Bolivia

Desde comienzos de este año se ha abierto una nueva coyuntura de crisis política en Bolivia, el país más inestable de todo el Cono Sur latinoamericano. El gobierno de Carlos Mesa venía envalentonado con su triunfo en el referéndum del gas en julio del 2004 y los resultados de las municipales de diciembre, que expresaron un contradictorio conservadurismo electoral.

En estas condiciones, midiendo definitivamente mal la verdadera relación de fuerzas abierta con el Octubre del 2003 y aún presente, descargó un aumento del precio de los combustibles de entre el 10 y el 23%. La respuesta popular no se hizo esperar. Desde varias regiones del país, y en particular de la ciudad de El Alto, comenzó a desarrollarse una enorme movilización popular, la más fuerte en meses, retomada el 2 de marzo.

Entre los alteños, el reclamo contra el "gasolinazo" se combinó con la exigencia del retiro de la empresa privada del agua "Aguas de Illimani" [1] (de la multinacional francesa Suez, la misma que está a cargo de Aguas Argentinas en nuestro país). Ya en enero se había concretado un fuerte paro cívico de tres días que dejó totalmente paralizado a El Alto, y que se retoma ahora.

Desde el otro extremo del país, a fines de enero la burguesía de Santa Cruz de la Sierra encontró la oportunidad para desencadenar una fuerte ofensiva política sobre el gobierno nacional. Instrumentalizando genuinas reivindicaciones populares como el rechazo al aumento del diesel, logró poner en marcha una movilización de masas contra el gobierno de Mesa bajo la bandera reaccionaria de la “autonomía regional”, movilizando el 28 de enero unas 200.000 personas.

La reivindicación de “autonomía” está enteramente planteada como forma de garantizar su control sobre los recursos del gas y el petróleo, así como la propiedad monopólica de la tierra y los negocios de la agroindustria.

En estas condiciones, el gobierno de Mesa, jaqueado por movilizaciones de masas a izquierda y derecha, vio adelgazar aceleradamente su base social, dejando abierta una crisis política de perspectivas aún inciertas que se está profundizando.

Como un intento de cerrarla, semanas atrás cambió parte de su gabinete estableciendo uno más a la derecha, con el objetivo de pasar un acuerdo con la burguesía del Oriente boliviano. La forma que ha tomado esto es la de una “negociación” entre  las “agendas” del Octubre boliviano (aún bajo la deformada y democrático-burguesa interpretación de Mesa) y la “agenda Bolivia”, invento cruceño para condicionar y liquidar completamente lo que se esboza como cuestionamiento al monopolio de la renta del petróleo, del gas y de la tierra por parte de la gran burguesía de la región y las multinacionales. La defensa de estos privilegios es, entonces, la base material y la verdadera razón del reclamo autonomista.

Creciente polarización

En julio del 2004, el triunfo de Mesa en el "tramparéndum" [2] pareció abrir una nueva situación de relativa estabilización del régimen político luego del cataclismo de octubre de 2003. El gobierno aparentaba lograr la legitimidad buscada desde que asumió, cerrando el momento más candente de la rebelión. En esta empresa había contado con la tregua otorgada por todas las direcciones del movimiento de masas [3] y el sistemático apoyo político del MAS de Evo  Morales.

Las elecciones municipales del 5 de diciembre parecieron abonar la misma dinámica, dando lugar en general a un resultado conservador [4], imponiéndose la reelección de prácticamente todos los intendentes que estaban en sus cargos cuando el Octubre.

En síntesis: con Evo Morales como principal sostén de Mesa y el régimen, todo simulaba marchar según el plan de Mesa de reabsorción democrático-burguesa del Octubre. O sea, según el calendario establecido para esto: referéndum por el Gas, municipales, constituyente en este año 2005 y elecciones presidenciales en el 2007. Con el nuevo presidente electo por el voto popular y superada la crisis, se podría declarar el fin de la rebelión popular y el éxito de la gestión estabilizadora de Mesa.

Sin embargo, el comienzo del año 2005 ha venido a poner las cosas en su lugar. Los meses de enero y febrero han sido los de una importantísima crisis política; de una creciente polarización a izquierda y derecha de la situación de la lucha de clases; circunstancia reveladora de que la crisis abierta en el 2003 está presente y acechando la vida política del país. Esta situación parece no haber hecho más que poner en crisis el calendario político establecido por el gobierno para reabsorber la rebelión.

Es en estas circunstancias que se ha abierto una nueva coyuntura política, marcada por una polarización política y una pugna creciente alrededor de la realización de reformas o contrarreformas Constitucionales respecto del futuro del país [5], pugna que en última instancia es de clase, pero que toma una forma “regional”.

Como dice respecto de la actual coyuntura un reciente documento de la “Coordinadora del Gas” [6]:

“La crisis estatal iniciada hace 4 años atrás ha debilitado y hecho retroceder la hegemonía neoliberal instaurada desde 1985. Sin embargo, este debilitamiento ha dejado irresuelto el nuevo liderazgo nacional. Por una parte, las ideas conservadoras del orden establecido se han atrincherado y reforzado en las regiones del oriente y el sur del país (Santa Cruz, Beni, Tarija), en tanto que las ideas y proyectos renovadores y progresistas han avanzado y logrado un liderazgo en las zonas occidentales del país. Sin embargo,  ninguno de estos dos proyectos políticos logra irradiarse ni expandirse como proyecto nacional, lo que ha dado lugar a una regionalización de los liderazgos.

“Esto ha dado lugar a que emerja un tipo de gobierno ‘centrista’, que busca acomodarse entre estas dos polaridades, buscando atenuarlas y articular un proyecto neoliberal reformista que mantenga la estructura general de las políticas aplicadas desde hace 19 años, pero incorporando algunos elementos de las demandas y críticas que vienen del polo indígena popular.

“Este reformismo neoliberal logra ampliarse en su base social en la medida que las polaridades atemperen sus posiciones, pero se estrecha a medida que las polaridades radicalizan sus posiciones. Este reformismo neoliberal, si bien busca atenuar las conflictividades, es incapaz de resolver la crisis de liderazgo nacional, de hegemonía (...) lo que da lugar a un tipo de creciente orfandad política de este centro reformista[7].

Efectivamente, la irresolución de este liderazgo entre el propio Mesa, los partidos reformistas indigenistas, la burguesía cruceña y las organizaciones de masas dirigidas por los “radicales” [8] sobre la base material de la presión que constantemente introduce la falta de solución a las demandas populares, es lo que ha abierto esta nueva coyuntura de crisis. Polarización y pugna entre agendas en medio de las cuales, como “hecho un sándwich”, ha quedado el gobierno, aunque más bien tendiendo a recostarse hacia la derecha, a pasar un pacto reaccionario con la burguesía cruceña, totalmente de espaldas a los reclamos y aspiraciones de las masas populares, originarias y obreras.

Santa Cruz como polo reaccionario

Con los alteños en las calles y la generalización de reclamos y luchas en todo el país, por un lado, y el reaccionario reclamo autonomista cruceño, por el otro, la situación política no hace más que dinamizarse y radicalizarse. Es un clásico que los procesos revolucionarios se radicalizan por estas circunstancias de choques y polarización. Por esto, los gobierno burgueses “centristas” como el de Mesa (o a su manera Kirchner en la Argentina) buscan siempre “hacer la plancha”, evitar estas situaciones de choques y contradicción abierta de intereses que puedan volver a despertar la rebelión popular. Esto es lo que parece estar pasando por estas horas en Bolivia, llegándose a poner en cuestión, nuevamente, la permanencia de Mesa en el gobierno.

Es en este marco que entra el rol de Santa Cruz como polo reaccionario. La consiguiente polarización en torno a la reivindicación autonómica se montó en el reclamo de rechazo al aumento de diesel, que fue conducido hacia el reclamo de “autonomía” por parte de las elites cruceñas. No se trata de un reclamo real de autodeterminación de los sectores populares o indígenas. Por el contrario, el reclamo autonómico de las burguesías cruceñas y tarijeñas sólo busca ocultar y preservar los intereses de la explotación del gas y el petróleo en sus solas manos, así como sus relaciones con las multinacionales que explotan actualmente estos recursos. Todo esto al son de un discurso racista que enfatiza la supuesta existencia de “dos Bolivias”, la oriental, “camba”, productiva y con paz social, y la occidental, “colla”, conflictiva, a la que “no le gusta trabajar”.

“Lo que viene sucediendo en Santa Cruz es una clara sublevación empresarial-regional contra el gobierno, un levantamiento burgués: se trata de una serie de manifestaciones, movilizaciones y acciones directas dirigidas por el empresariado regional (...). Lo llamativo es que esta convocatoria tiene recepción social, apoyo regional de sectores laborales y sociales, lo que permite hablar de la presencia activa de una hegemonía, de un liderazgo empresarial en la región.

A diferencia de lo que sucede en las zonas de occidente, donde los movimientos sociales populares e indígenas han construido un sentido común generalizado que explica las carencias sociales (...) y las crisis debido al "modelo neoliberal", en oriente los mismos problemas que atraviesan a los sectores subalternos, son explicados por el "centralismo", que es una ideología y visión del mundo administrada por las elites empresariales, lo que permite entender su liderazgo y base social" [9].

Efectivamente, lo que ha irrumpido en medio de la crisis en Bolivia y de su irresolución es una inmensa polarización social y política que tiene un polo en la movilización de la región del altiplano y sobre todo El Alto, y otro polo, reaccionario y emergente, en el oriente, bajo la conducción del sector burgués mas fuerte y dinámico del país.

Porque "el poder económico ascendente se ha trasladado del occidente al oriente, pero el poder sociopolítico de movilización, se ha reforzado en occidente, dando lugar a una nueva incertidumbre geográfica del poder estatal en los próximos años".[10]

Polarización que aun estando presente e incipiente desde hace décadas en el país, ahora ha dado lugar a una nueva resultante que inestabiliza más el país y quita sustento y / o facilita un giro a la derecha de Mesa. Pero, sobre todo, puede anticipar, como ya está mostrando, fuertes choques populares y de clase para el futuro próximo.

En esta perspectiva, la ubicación de ninguna manera puede ser (como ocurre con el MAS y la mayoría de las direcciones del movimiento de masas) el “apoyo crítico a Mesa”, a la “democracia” o al “Estado Boliviano”. No. Se trata de sostener la más absoluta desconfianza, independencia y oposición implacable tanto a la burguesía cruceña como al actual gobierno patronal de Mesa, en estos mismos momentos jaqueado por los alteños. La perspectiva debe ser abrir una vía independiente de todo sector burgués: una Bolivia socialista, obrera, originaria, campesina y popular que asegure los verdaderos derechos de autodeterminación nacional de sus poblaciones originarias, pero no la desmembración y mayor inviabilidad del país en manos de sus burguesías y en particular de la cruceña, sino, por el contrario, en la vía de la unidad socialista de América Latina.

Piedras en el camino de la Constituyente

En estas condiciones es que se pone sobre la mesa el tema de las agendas y la realización de la Constituyente, postergada sine die.

Por agendas lo que se entiende es el pliego de reclamos que colocó sobre la palestra el Octubre boliviano: la nacionalización del gas, una Constituyente que asegure el acceso a la vida política de la población originaria, el castigo a Goñi y a todos los asesinos, etc. Esta agenda ya venía siendo “reinterpretada” y convenientemente “adelgazada” en clave burguesa por Mesa con el apoyo de Evo Morales, dando lugar a trampas como la del Referéndum por el Gas de julio pasado, donde se hizo votar a la población la continuidad de su explotación en manos de las multinacionales.

Al mismo tiempo, para procesar este reclamo, así como para ajustar el Estado boliviano a una representación que contemple mayor incidencia de la población y comunidades originarias, es que se planteó la Constituyente, concebida para instrumentar reformas sólo a nivel del régimen político, pero sin plantearse un solo objetivo de transformación social: esto es, la sola constitución de Bolivia en estado (capitalista) multiétnico.

Ni siquiera esta timorata agenda (con diversos grados de “radicalización” democrática) meneada por Mesa, Evo Morales, el MIP de Quispe e incluso de intelectuales de peso como García Linera pasa por la cabeza de los cruceños. Temen todo tímido y limitado “cuestionamiento” a su monopolio (y de las multinacionales) del gas, el petróleo y la tierra, y, contra un “Estado multiétnico”, buscan asegurar su completa autonomía, so pena de amenazar con la “escisión”.[11]

Es en este marco que Mesa viene hablando de Constituyente “racional”, habiendo pasado un acuerdo reaccionario y antidemocrático, de espaldas a las masas, con la burguesía cruceña, a la que le garantizó la elección de prefectos y el referéndum vinculante por la autonomía antes de la realización de la Constituyente.

Esto significa en los hechos la postergación incluso de la timorata y amañada Constituyente que pensaba convocar, y que en caso de realizarse –lo que está en cuestión– venga aún más condicionada, distorsionada e impotente que el proyecto inicial. Esto es, con las cuestiones fundamentales ya saldadas y consumadas: una nueva ley de hidrocarburos totalmente inofensiva, la elección de los prefectos (gobernadores) ya consumada el 12 de junio próximo y la autonomía de Santa Cruz y Tarija. O sea, una Constituyente que no resuelva nada de nada.

En este marco, está claro que no coincidimos con ninguna de las “Constituyentes” que están en danza, porque en ningún caso los problemas de Bolivia se pueden resolver en el terreno puramente democrático-burgués: hace falta la transformación social de Bolivia, acabar con la Bolivia capitalista, para poder abrir paso realmente incluso a la realización consecuente de las demandas democráticas de las poblaciones originarias, sean urbanas o rurales. Y esto sólo puede lograrse con el paso del poder a manos de las organizaciones obreras, originarias, campesinas y populares.

En esta perspectiva, sólo una constituyente impuesta por la movilización directa de las masas, y convocada no por Mesa (en acuerdo con el corrupto e ilegitimo parlamento del MNR, MIR, NFR y los “comités cívicos”), sino por la COB, COR, Fejuves, la CSUTCB, las Federaciones Cocaleras y la Coordinadora del Agua puede garantizar su verdadera libertad y soberanía, así como crear el poder fáctico (obrero, originario, campesino y popular) para poder aplicar las medidas que allí se resuelvan.

Pliego único y coordinación de todas las luchas

Basta de Carlos Mesa

Al cierre de esta edición, nuevamente El Alto está en “paro cívico” por la expulsión de la empresa multinacional del agua. El gobierno de Mesa, como era de esperar, no sólo no cumplió con su promesa de sacarle la concesión a la empresa francesa, sino que puso al frente del ministerio que debe atender este tema a un personaje que había sacado una solicitada personal en los diarios oponiéndose al retiro de la empresa. Toda una provocación. Los argumentos de Mesa para volver a desmentir su “compromiso” son conocidos: que “los contratos no se pueden romper” , que “sacar a Aguas de Illimani costaría fortunas”, etc.

Estos mismos argumentos son los que esgrime el gobierno para impedir y trampear el amplísimo reclamo de nacionalización inmediata de las empresas de petróleo y gas. Es que el gobierno se ha colocado como garante de los intereses de las multinacionales y el imperialismo y busca defenderlos contra viento y marea.

En estas condiciones, la primer tarea es apoyar incondicionalmente la lucha de la población de El Alto. Los contratos imperialistas contra los intereses populares no sólo se pueden sino que se deben romper. Además, esto corresponde ser llevando adelante sin indemnización alguna: bastante se ha enriquecido ya esta empresa y todas las multinacionales que viven de la succión del esfuerzo y recursos naturales de la población laboriosa.

Por otra parte, junto con intentar quebrar la nueva lucha alteña, Mesa está pactando de espaldas a la población trabajadora llevar adelante un acuerdo reaccionario que pone en cuestión incluso la timorata agenda formulada por el mismo hacia una Constituyente amañada. Esto profundiza aún más la crisis y polarización política que vive el país.

Pero al mismo tiempo abre una oportunidad y enorme responsabilidad para las organizaciones de masas y sus direcciones: la de desarrollar una amplia y unitaria movilización obrera, originaria, campesina y popular, coordinando a todos los sectores y organizaciones populares detrás de un pliego único de reivindicaciones, que abran las puertas a la realización de una huelga general.

Pliego único que contemple el rechazo al pacto reaccionario de Mesa con los cruceños, la nacionalización sin indemnización de la propiedad de los pozos petroleros y gasíferos bajo control de los trabajadores, la expulsión inmediata de Aguas de Illimani de El Alto, el aumento general de los salarios y el rechazo a los tarifazos y gasolinazos, así como la realización de una Constituyente Revolucionaria convocada y garantizada por los sectores en lucha que logre que esta sea verdaderamente Libre y Soberana.

La movilización de masas sobre bases democráticas, junto con las reivindicaciones contra las multinacionales como las de Aguas de Illimani, los aumentos de tarifas y por la nacionalización del gas, es lo que puede derrotar los zarpazos reaccionarios de la burguesía cruceña, así como decirle BASTA al gobierno impotente y continuista de Carlos Mesa. Esto es, abrir la perspectiva de un gobierno de la COB, la Fejuve y la COR de El Alto, la CSUTCB, la Coordinadora del Gas, el gremio del magisterio de La Paz y demás organizaciones de masas.

El problema es que el MAS de Evo Morales, así como la mayoría de las direcciones obreras y campesinas y la propia COB de Solares, están en contra de esta perspectiva, al tiempo que viven sosteniendo a Mesa y la “democracia”. A ellos les cabrá la responsabilidad de que los cruceños avancen en imponer sus condiciones reaccionarias y liquiden la agenda surgida del Octubre.

Por nuestra parte creemos que de la propia experiencia real deberán surgir verdaderas instancias de democracia de base, puntos de apoyo entre los trabajadores que permita superar estas direcciones en el transcurso de una verdadera movilización de masas por estos objetivos.


Notas:

1. Recordamos que en abril del 2000 (anunciando la nueva etapa política que se estaba abriendo en Bolivia luego de 15 años de derrotas) ocurrió la “guerra del agua” en Cochabamba contra la contratista multinacional Aguas del Tunari.

2. Se llamó así popularmente al referéndum llevado a cabo en julio del 2004, mediante el cual, instrumentalizando y desvirtuando un reclamo democrático de la población y los movimientos de lucha y con el entero apoyo del MAS de Morales, Mesa, a través de una serie de preguntas tramposas, hizo votar a un importante sector de la población la ratificación de la continuidad del gas en manos de las multinacionales hasta el año 2034, desvirtuando y socavando así el principal reclamo del levantamiento de Octubre.

3. Ese apoyo fue otorgado a Mesa inmediatamente después de asumir y a lo largo de todo el verano  del 2004, tanto por la COB de Solares como por la CSUTCB de Quispe, así como por los cocaleros y el MAS de Evo Morales.

4. Como dice Pablo Stefanoni: “Los resultados de las nueve capitales de departamento, más la ciudad de El Alto, muestran que la mayoría de la población urbana ha optado por la continuidad de las actuales administraciones, más allá del color ideológico de las mismas (...). Esta tendencia continuista fue capitalizada por tres bloques políticos: el centro izquierda en La Paz, Potosí y Sucre; asociaciones ciudadanas encabezadas por antiguos políticos de centroderecha reciclados en El Alto, Santa Cruz de la Sierra, Cochabamba y Oruro; y partidos tradicionales, en Tarija (MIR), Beni y Pando (ADN) (...). El MAS logró una victoria moderada: pese a no haber ganado en ninguna de las ciudades capitales ni en El Alto, su votación lo ha consolidado como el primer partido a nivel nacional, obteniendo representación municipal en casi todo el país. Por su parte, los sectores radicalizados, del movimiento social –debilitados tras el fracaso al boicot al referéndum del 18 de julio– apenas se expresaron en las municipales en el área urbana, con excepción de Roberto de la Cruz, quien obtuvo el 10% de los votos en El Alto”. Enfoques Alternativos nº28. Agreguemos que el MAS boliviano había jugado toda su perspectiva a obtener intendencias y no lo logró. Y si bien, efectivamente, se alzó con un resultado que lo coloca como el principal partido nacional, su votación total cayó del 21% en las elecciones presidenciales de agosto de 2002 al 18% en las municipales. Esto abrió una cierta crisis de cara a cómo manejarse para las elecciones presidenciales, alfa y omega de toda la “estrategia” de Evo Morales.

5.  Ver el recuadro específico sobre Constituyente.

6. La Coordinadora es un organismo de frente único integrado sobre todo por las organizaciones sociales y políticas ligadas al MAS y al MIP, ambos partidos indigenistas reformistas, o sea no consecuentemente anticapitalistas.

7.  “Hay que desmantelar ahora el neoliberalismo”. Tomado de www.econoticiasbolivia.com, 22/02/05.

8. Se trata, sobre todo, de los dirigentes que están a la izquierda del MAS, como Solares de la COB, Quispe de la CSUTCB y otros, pero que vienen muy desprestigiados por la propia inconsecuencia de un nacionalismo o indigenismo radicalizado, pero que tampoco es anticapitalista y mucho menos socialista.

9.  “Hay que desmantelar ahora el neoliberalismo”, cit.

10. Pablo Stefanoni, cit.

11. Cabe recordar que Bolivia es un estado unitario y no federal como el argentino. Aunque esto ha sedimentado como algo más bien formal que real (como es el mismo caso argentino), evidentemente la reivindicación de la autonomía de las burguesías cruceñas y tarijeñas en su caso no tiene nada de formal, sino la búsqueda de mecanismos efectivos que aseguren gran independencia de gestión y decisión.

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