Bolivia

 

Grave crisis en la vía pactada para la Constituyente

La unidad nacional en riesgo

Por Martín Camacho y José Luis Rojo
Socialismo o Barbarie, periódico, 31/08/07

En los últimos días se ha evidenciado nuevamente la gravísima crisis y polarización que enfrenta al gobierno de Evo con las oligarquías del Oriente. En menos de una semana se pasó del acuerdo de 14 puntos en el Congreso, que supuestamente debería encaminar las tareas de la Constituyente, a la "guerra" a trompadas entre los diputados del mismo Congreso Nacional, al paro de la medialuna oligárquica del 28, poniendo otra vez en crisis a la Constituyente.

El artículo que estamos presentando es parte de otro que publicamos anteriormente. Muestra cómo los elementos de enfrentamiento entre ambos contendientes en las alturas, comienzan a poner en riesgo la unidad nacional del país.

Es en estas condiciones que se ven los límites estrictamente reformistas del gobierno del MAS. Desde el vamos, aun antes de asumir, García Linera señalaba que en Bolivia habría un "empate catastrófico" en las relaciones de fuerzas y que "no habría otra alternativa" que ir a una salida "pactada" de la crisis... El propio Evo Morales cuando inauguraba la Constituyente el 6 de agosto del año pasado señalaba que "La Asamblea Constituyente no es para subordinar a nadie, el movimiento campesino originario jamás ha sometido a nadie, pero ha sido sometido; jamás ha discriminado a nadie, pero ha sido discriminado. No se trata de revanchismos, sino cambios concertados para des-colonizar y des-neoliberalizar Bolivia".

"Cambios concertados". He ahí, fielmente reflejado, el programa del MAS en la Constituyente y más en general, en lo que hace a su acción de gobierno. De ahí, precisamente, la estrategia de la búsqueda de una Constituyente pactada. Y como directa consecuencia de ello, vinieron las "cláusulas cerrojo" y todas las garantías suplementarias a la Media Luna.

Pero esto encierra un problema y una grave contradicción que de manera recurrente se ha venido haciendo presente. Es que al tiempo que se pacta y se re-pacta la Constituyente con la derecha, el gobierno del MAS tiene la necesidad de conceder algo a las masas originarias y populares que siguen mirando con mucha expectativa lo que de la Constituyente pueda salir. No queremos decir que esto haya sido un obstáculo para que el gobierno masista no haya ido vaciando de contenido –una a una– las reivindicaciones del octubre. Así ha venido ocurriendo con la falsa "nacionalización" del gas (que, en el fondo, no se trató más que de una renegociación de los contratos con las petroleras) o el caso de la anunciada –con bombos y platillos– "revolución agraria" y que no llega siquiera a una mera reforma consecuente.

Pero sin embargo, cada artículo que se pone en discusión, da lugar a debate y contradicción. Porque existen contradicciones y tensiones reales a la hora del reordenamiento del país que se hacen difíciles (pero no decimos que sea imposible) saldar.

Porque hay –en las alturas– un choque entre dos tendencias contrapuestas: la del MAS, que pretende imponer lo más que pueda de su agenda "reformista" (que incluye un determinado nivel de autonomía para los pueblos originarios); y, la de la derecha y los cruceños, que pretende acotar los aires "reformistas" a su mínima expresión, con la expectativa, suplementaria, de imponer su propia agenda.

Los cruceños pretenden dar estatus constitucional a las autonomías departamentales. El MAS, para "negociar" pero también para dar alguna satisfacción a su base social (básicamente campesina-originaria) "contraataca" con el planteo del reconocimiento de 45 autonomías originarias y 36 idiomas oficiales... La derecha, entonces, dice que las autonomías departamentales "quedarían en papel mojado"... y el conflicto queda planteado.

Como señala el semanario Pulso: "La vedette del debate de fondo de este momento de crisis es, sin duda, la autonomía (...). Mario Orellana Mamani, asambleísta masista de la comisión de "Visión de País" asegura que ‘el nuevo tipo de Estado que proponen, el Plurinacional, unitario y comunitario y el de la comunidad de naciones (...) tiene que ver con la mayor participación que los pueblos indígenas tendrán en el Congreso o Asamblea Plurinacional". Pero –mostrando la contradicción existente entre ambas "autonomías"– luego agrega que "los comités cívicos y los prefectos de la autodenominada Media Luna, seguramente pretenden imponer un modelo de autonomía departamental que, por un lado, no comparta sus recursos financieros con las provincias y, por el otro, no permita que los pueblos indígenas desarrollen dinámicas autonómicas" y subrayan que "ahora no queda duda que el principal objetivo del modelo de autonomía que propugnan los cívicos cruceños es la captura del control de los bosques y la tierra".

A esto se le agregan otros elementos de "disputa". El gobierno coloca el planteo de la votación a partir de los 16 años; del voto para los inmigrantes que viven en el exterior del país; de la re-elección presidencial ilimitada con el mecanismo del referéndum revocatorio... Y la oposición lanza entonces la acusación de que Morales pretendería "erigirse en un dictador estilo Hugo Chávez".

Las contradicciones anteriores ilustran entonces los problemas recurrentes que enfrenta la vía "pactista" y abren interrogantes respecto del éxito de la misma. Vía, que sin embargo, es la que se pretende que, finalmente, y luego de muchos "amagues" de ambas partes, llegue a buen puerto... El final está abierto.

Constituyente, etnia y clase

Sin embargo, superpuesto a lo anterior, hay –a nuestro modo de ver– una contradicción que es más básica y fundamental. Esta no tiene que ver con la pelea en las alturas, sino con la relación entre el gobierno del MAS, la Constituyente y las propias masas explotadas y oprimidas. Porque la Constituyente boliviana está cruzada por el problema que enfrentan –en el límite– todas las constituyentes, por más "soberanas" que las mismas se declaren. Es que por más "derechos" que se otorguen en el papel, si las condiciones sociales básicas de la vida y explotación de los obreros y campesinos no cambian, estos derechos –por mínimos que sean– no podrán ser realmente utilizados.

En este sentido, Silvia Rivera Cusicanqui, señala que desde los sectores populares del campo y la ciudad se ha llegado a concebir la Asamblea Constituyente como "una suerte de talismán o varita mágica, mediante la cual se revertirían radicalmente todos los procesos de degradación de la democracia y erosión de las condiciones de vida de la población".

Pero aquí está justamente el gran problema: se podrá declarar una y mil veces el carácter "multiétnico", "pluricultural" e, incluso, "plurinacional" del país; se podrá decretar la "igualdad étnica" de las personas. Pero resulta ser que si el originario es a la vez un obrero o asalariado explotado por un patrón, en la medida que Bolivia siga siendo capitalista... su condición social básica de explotado cambiaría poco y nada. Mientras que el patrón seguirá viviendo de la explotación del trabajo de obrero, éste seguirá padeciendo en la miseria y no hay derecho ni dios "igualitario" que pueda cambiar esto, por más que esté sancionado en la "ley de leyes"!

El propio Félix Patzi Paco, reconocido intelectual indigenista y ex Ministro de Educación del gobierno del MAS, se interroga: "¿Ustedes creen en la Constitución Política del Estado? Cuando se habla, en el artículo primero y en el 171, del reconocimiento (de los derechos indígenas) ¿qué implicancia tiene este reconocimiento?, ¿será que reconoce la diversidad, la multiculturalidad con toda su implicancia en cuanto sistema económico y político?".

Precisamente, ya hace dos años atrás alertábamos que los planteos de reforma meramente "democráticos-formales" (como los que enarbola –y aún así, muy tibiamente– el MAS en la Constituyente) tienen el talón de Aquiles, de que "al no cuestionar las bases sociales del Estado capitalista boliviano, de ninguna manera pueden crear las condiciones para una verdadera solución del problema nacional indígena".

Es decir, siquiera los problemas democráticos más elementales tienen solución bajo la continuidad de una Bolivia capitalista y dependiente, aunque ésta sea la Bolivia "reformada" por el MAS. Y agregábamos al respecto que: "lo que constituye un error y una recaída idealista es perder de vista que toda sociedad se basa en determinadas relaciones materiales de intercambio del hombre con la naturaleza (y, entre sí) a nivel de su formación social. Si se pierde de vista esta articulación (...), lo que se perderá es la formación de clase de la sociedad (...). El hecho de que en Bolivia exista una cuestión nacional de importancia inmensa como es la cuestión indígena, no puede hacer perder de vista sobre qué relaciones de producción y explotación se apoya esa misma sociedad". Porque, en última instancia, si no se solucionan los problemas a nivel de la base material de la misma sociedad, no habrá derechos democráticos que alcancen. Pero está claro que este es el límite del tímido reformismo del MAS: de ninguna manera está dispuesto a cuestionar el carácter capitalista del país.

Por una Bolivia Socialista, obrera, originaria, campesina y popular

En el contexto de pugnas y pactismo en las alturas que venimos señalando, no es casual que Morales haya convocado a un desfile militar... en Santa Cruz en la semana de la independencia. Es que Morales (a no olvidarlo) es –al mismo tiempo que un símbolo, obviamente, más virtual que real, de "poder" originario-campesino–, el actual... jefe de Estado de la Bolivia capitalista. Bolivia que –históricamente- ha tenido una conformación unitaria y que el proyecto de Constitución del MAS viene a ratificar.

Es decir, el gobierno masista se presenta como el garante de la unidad del país. Y no es casual tampoco que la principal institución del mismo Estado, las Fuerzas Armadas (y a la cual Morales viene dedicando importantes esfuerzos de reconocimiento a lo largo de toda su gestión) también sean presentadas (y, de hecho, lo son, por lo menos en lo que hace a la actual conducción) como "garantes de esa unidad nacional" del país. De ahí el nada casual desfile oficialista en Santa Cruz y el discurso de Wilfredo Vargas (Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Bolivia) que se plantó contra los que "amenazan la institucionalidad y unidad del país"…

En estas condiciones, y a pesar de las múltiples contradicciones ampliamente descriptas aquí, para nada se puede descartar el hecho que la perspectiva más probable sigue siendo que, aún cruzada por múltiples presiones, contradicciones y crisis, finalmente se arribe a algún tipo de pacto constitucional entre ambas fracciones. Insistimos, a pesar de todos los pesares, ésta sigue siendo la perspectiva más probable, como se evidencia en el acuerdo de postergación al 14 de diciembre. Esto es así, incluso por consideraciones políticas que hacen al momento de "mediación" que se sigue viviendo hoy en el ciclo de las Rebeliones Populares en Latinoamérica.

Sin embargo, también hay que tener presente la otra alternativa (que expresa otra de las tendencias actuantes en la región): la eventualidad del desencadenamiento de elementos de enfrentamientos físicos y/o de guerra civil con base territorial y con sectores patronales divididos entre los dos "bandos". Es que al tiempo que se hacen presentes los elementos de "mediación", la crisis de fondo que ha dado origen a este verdadero ciclo de rebeliones populares regional y local, no ha sido resuelta. Y las contradicciones podrían –en cualquier giro de las circunstancias– polarizarse. Ahora mismo, estamos señalando cómo ambos contendientes siguen jugando de aprendices de brujo al poner en las calles –desde arriba– ingentes sectores de masas alrededor de la pugna por la capitalidad de La Paz o Sucre.

En estas condiciones, lo importante es subrayar que frente a cualquiera de las dos circunstancias, cada vez se hace más perentorio e imprescindible, que los trabajadores den pasos por poner en pie una alternativa independiente, de clase.

En este sentido, es muy grave el curso crecientemente adaptacionista de la COB y el hecho que salvo los contingentes mineros asalariados de Huanuni, los docentes urbanos de La Paz, algunos sectores universitarios y lugares de radicación de la nueva clase obrera de El Alto, todas las demás representaciones están cooptadas crecientemente por el gobierno masista.

Pero el hecho es que ni el gobierno de Frente Popular, ni la oligarquía cruceña expresan realmente los intereses más profundos de las masas explotados y oprimidas del país. Con "pactismo" o con guerra civil, los trabajadores de la ciudad y el campo NO deberán embanderarse con alguno de los "campos" (burgueses) en pugna, sino construir un camino independiente y de clase. Una Bolivia Socialista, obrera, originaria, campesina y popular.