Bolivia

Declaración de Socialismo o Barbarie Bolivia

Referéndum revocatorio del 10 de agosto

Vote “NO” a los prefectos opositores y en blanco
para presidente y vice

Para derrotar a la oligarquía, construir un camino independiente 
del gobierno de Evo Morales

La lucha de clases en Bolivia está viviendo un nuevo pico de tensión en estas jornadas previas al Referéndum revocatorio del próximo domingo 10. No se trata sólo del acostumbrado enfrentamiento gobierno–oposición patronal que acaba de tener un nuevo episodio en Tarija (el Comité Cívico local impidió la llegada de una visita de Chávez y Cristina K en apoyo a Morales). Se trata de la emergencia de una creciente movilización obrera y popular alrededor del rechazo a la reforma de Ley jubilatoria que sostiene el gobierno y en defensa del proyecto que ha presentado la COB [Central Obrera Boliviana].

Es que la cuestión de las jubilaciones es un reclamo muy sentido entre amplias porciones de los trabajadores del país. Una lucha que –caracterizada falsamente por Morales como “haciéndole el juego a la derecha”– acaba de cobrarse la vida de dos mineros asalariados de Huanuni (Hernán Montero y Miguel Antonio Alegre). Es un hecho que desde Socialismo o Barbarie Bolivia repudiamos, haciendo responsable al gobierno masista por lo ocurrido.

¿Puede caer el gobierno de Morales y Linera en este referéndum?

En el marco que acabamos de señalar, se realizará entonces el Referéndum revocatorio del presidente y vice y de 8 de los 9 prefectos de Bolivia. Según todas las estimaciones, tanto Morales y Linera como varios de los prefectos opositores serian confirmados en sus cargos.

La convocatoria a esta jornada que confirmaría al gobierno, paradójicamente vino de la mano de una Cámara de Senadores controlada por la oposición. La misma fue realizada después de la derrota gubernamental en el referéndum autonómico en Santa Cruz del 4 de mayo pasado. Es que la oligarquía, envalentonada con el resultado cruceño, lanzo este desafió con la expectativa de que sería posible voltear así al gobierno masista. Morales, después de algún titubeo inicial, salió a aceptar el convite. ¿Cuál es la explicación de esto?

La razón es que el gobierno del MAS se encuentra seguro en el escenario electoral nacional. En los referéndums autonómicos (Santa Cruz, Pando, Beni y Tarija) el gobierno salió derrotado (con un importante índice de abstención y un voto por el “NO” que estuvo lejos de ser despreciable). Lo mismo en la elección de nuevo prefecto en Chuquisaca, donde el oficialismo perdió pero por estrecho margen. Pero el escenario electoral nacional es otro cantar. Esto, porque Morales sigue gozando de la confianza de amplios sectores campesinos y también de sectores populares urbanos, que lo siguen considerando su gobierno.

Al mismo tiempo, la circunstancia es que los prefectos opositores de Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando serían confirmados en sus cargos. Y si hasta hace unos pocos días se podía especular con la salida de los opositores “Pepelucho” Paredes (prefecto de La Paz) y Reyes Villa (de Cochabamba), una reciente resolución de la Corte Nacional Electoral (precisando que solo saldrían de sus puestos si tuvieran el voto de la mitad mas uno por el “NO”), permite aventurar que quizás prácticamente todos los prefectos no oficialistas sobrevivirán a la prueba del domingo.

En todo caso, el resultado del referéndum eventualmente mejoraría la legitimidad del gobierno de Evo Morales, concediéndole un cierto triunfo político luego de 5 derrotas electorales seguidas, permitiéndole –a la vez– recuperar alguna prefectura al oficialismo. Sin embargo, difícilmente cambie las relaciones de fuerzas entre el oficialismo y la oposición de derecha.

El surgimiento de un tercer actor

En todo caso, la polarización gobierno–derecha es parte del paisaje en el país. Además, ante un escenario como el que se preanuncia para este 10 de agosto, no parece que nada esencial vaya a cambiar. Esta realidad es la que hace más “rutilante” una novedad que ha venido desde otro lado: la irrupción –como prácticamente no se veía desde el 2005– de una lucha independiente de trabajadores, casi desbordando a la dirección de la COB, alrededor de la Ley de jubilaciones.

Es decir, frente a la brutal polarización política que se viene viviendo en el país entre el MAS y la derecha autonomista, un reclamo sentido por la inmensa mayoría (como es el tema de las jubilaciones), termina desatando una masiva e inesperada acción independiente que cuestiona por la izquierda al gobierno de Morales y García Linera. Esta es la movilización que –a diferencia de la blandura de Evo frente a la oligarquía y la derecha–  ha cosechado una tan dura respuesta de parte del oficialismo que, acaba de cobrarse la vida de dos compañeros mineros.

Insistimos: se trata de un escenario inesperado y que apunta a quebrar por el lado izquierdo el asfixiante clima de polarización política entre dos fracciones que son defensoras, en ultima instancia, de algún tipo de variante capitalista para el país.

En estas condiciones, la disputa alrededor del tema jubilatorio ha decantado tres posiciones:

1) La oposición patronal que defienden a ultranza la ley privatista 1732 de los ’90 (3.400 millones de dólares están en manos de las aseguradoras privadas y sólo está “cubierto” el 10% de la población económicamente activa)

2) El sistema “mixto” que postula el gobierno de Morales (el fondo pasaría a manos del Estado pero las jubilaciones seguirían siendo miserables).

3) El proyecto de la COB de retorno a un sistema jubilatorio solidario, administrado por las organizaciones obreras, reduciendo en diez años la edad jubilatoria y con una suba sustancial de los haberes. 

“El sistema en vigencia beneficia a muy pocos. Los datos del INE revelan, en números redondos, que solo el 10% de la fuerza laboral boliviana cotiza en el sistema de pensiones y está habilitada para tener algún día su [miserable] jubilación, otro 10% ha dejado de cotizar y su situación es incierta, mientras que el restante 80% está totalmente al margen del sistema de pensiones y, si todo sigue igual, nunca tendrá una jubilación. En cifras absolutas, esto quiere decir que en el actual sistema privado, 3.8 millones de ciudadanos, que hoy trabajan o buscan trabajo, no tienen derecho a la jubilación, que otro medio millón de bolivianos tendrán serios problemas a la hora de obtener una renta para la vejez y que solo otro medio millón estará en condiciones de recibir un [miserable] apoyo económico cuando ingrese a la tercera edad” (Econoticiasbolivia, 25–07–08). Son datos que sirven para ver el verdadero rostro de explotación y la injusticia a la medida del capitalismo boliviano!

A esto se le debe agregar que en ultimo período se ha verificado una mayor actividad en lo que hace a luchas especificas de sectores obreros. Ese es el caso de MANACO [multinacional del calzado] en Cochabamba y determinados sectores de los fabriles y recolectores de la basura de El Alto [empresa Trebol].

El propio gobierno no tiene vergüenza en reconocer que los sectores trabajadores asalariados son la “agenda pendiente del gobierno del MAS”: “La protesta fabril en Cochabamba adquiere gran trascendencia política en este momento de transición. El obrero y el asalariado de clase media se han distanciado del gobierno de Morales porque sus condiciones de vida no han mejorado, a diferencia de otros sectores sociales campesinos e indígenas que han sido beneficiados con bonos y programas de asistencia estatal. En una reciente reunión nacional, los maestros rurales, una de las bases sociales más importantes del MAS explosionaron al constatar que Morales no ha cumplido ninguna de sus promesas y niega categóricamente cualquier posibilidad de reajustar los sueldos en función a la inflación. En la transición política en Bolivia, es un problema sin resolver, una deuda pendiente del gobierno, como reconoce el vicepresidente García Linera en referencia al «núcleo asalariado con salario fijo»” (Bolpress, 07–07–08).

El gobierno lo reconoce de palabra... pero en los hechos no hay una sola medida mínimamente encaminada a resolver esta “deuda pendiente”!

El reformismo capitalista de Morales y Linera no puede derrotar a la oligarquía

Hay además un problema de fondo. En dos años y medios de gestión, el gobierno masista no ha hecho más que retroceder y retroceder frente al ascenso creciente de la reaccionaria oposición patronal que encontró en la bandera autonomista su elemento de legitimación. Escudados detrás de la critica al “centralismo de La Paz”, lo que defiende lo más granado de la patronal del país –mas allá de contradicciones subordinadas por su distinta radicación regional– son las condiciones de explotación y esclavitud que conquistaron en la década neoliberal del ’90. En esta disputa, están llegando a poner en riesgo la mismísima unidad nacional.

Ni siquiera las muy tibias medidas de reformismo capitalista del oficialismo son aceptadas. Desde el proyecto de nueva Constitución hasta el reparto de las regalías hidrocarburiferas (IPH), pasando por los bonos Jacinto Pinto y Dignidad (para lo niños en edad escolar y los viejos), prácticamente todas las medidas que ha venido tomando el gobierno del MAS para reabsorber la rebelión popular del 2003 / 2005 son cuestionadas por la burguesía, que tiene su fracción más agresiva y reaccionaria en los Comités Cívicos de la Media Luna.

Una y otra vez, frente a una amenaza reaccionaria que ha llegado al punto de dotarse de gobiernos y normativas propias que ponen en riesgo cierto la unidad del país, el gobierno no ha hecho mas que retroceder. Un reciente ejemplo –uno entre muchísimos– es lo ocurrido en oportunidad del Referéndum del 4 de mayo en Santa Cruz. Si bien los autonomistas ganaron el mismo, la abstención y el voto “NO” fueron enormes. Además, el día anterior se realizaron movilizaciones de masas de repudio en todas las ciudades del occidente del país. El gobierno de MAS, en lugar de llamar a profundizar esta movilización que podría haber aplastado en seco a la reacción, jugó todas sus fichas al desvió del referéndum del próximo domingo 10 de agosto. Este referéndum, a lo sumo, lo único que hará es dejar las cosas (el “empate catastrófico”) más o menos como están hoy.

Para colmo, sigue insistiendo en la búsqueda de un “gran acuerdo nacional” precisamente con esta misma oligarquía, que sólo quedará satisfecha con una rotunda derrota del movimiento popular y de masas que se puso en pie en octubre del 2003.

Es que el gobierno de Morales y Linera (como ha sido el caso de todos los gobiernos de frente popular que en la historia ha habido), es orgánicamente incapaz de derrotar las fuerzas de la reacción burguesa. Su política y sus medidas tienen dos profundos limites “estructurales”: Por un lado, tiene terror a llamar a una verdadera movilización de las masas contra la derecha que lo termine desbordando. Por el otro, está el límite estricto de su reformismo, que consiste en mantener en pie y sin cuestionamiento alguno las bases fundamentales del raquítico capitalismo boliviano. A este capitalismo boliviano lo ha rebautizado, en forma rimbombante, como “andino” o “comunitarismo de estado”. Pero esto cambia poco las cosas, porque sigue basado en las multinacionales petroleras y gasíferas, la agroindustria, la minería grande y mediana, y la banca.

Es que sin tomar medidas de fondo –como la expropiación de los latifundistas y agroempresarios del Oriente y una nacionalización efectiva de las multinacionales gasiferas, petroleras y mineras– es imposible quebrarle el espinazo a la burguesía y el imperialismo. ¡Estas medidas –contenidas en la agenda de octubre del 2003– sólo podrán ser llevadas adelante por un gobierno obrero, originario, campesino y popular! ¡Jamás por el tibio reformismo de Evo Morales!

Ni oligarquía ni Evo

Es un hecho que la continuidad del gobierno de Morales no está en riesgo. Es decir, no hay condiciones hoy para que caiga en manos de la reaccionaria y oligárquica oposición.

Pero además, está el hecho de enorme importancia, que se ha notado en los últimos días: alrededor de la pelea por la ley jubilatoria ha comenzado a catalizarse un cuestionamiento al oficialismo, pero no ya por la derecha sino por la izquierda! Esto se está dando de la mano de la COB y de importantes sectores de la clase obrera del país, como son los mineros asalariados de Huanuni y los docentes urbanos de La Paz, entre otros.

El otorgar un voto “SÍ” al gobierno en el referéndum, tiene el irremediable problema de que significa un apoyo político completamente equivocado a un gobierno que, en estos dos años y medio, no ha hecho mas que desmontar la rebelión popular del 2003 / 2005, al mismo tiempo que dejó que la oposición patronal fuera ganando más y más fuerzas. Ésta ha llegado a controlar la mitad del territorio nacional y ha recuperado el apoyo de franjas mayoritarias de las clases medias e incluso de sectores de masas.

En estas condiciones, desde Socialismo o Barbarie Bolivia, creemos que –a nivel del referéndum sobre la presidencia– se debe privilegiar el emitir un voto en blanco o nulo, como expresión de la más completa e intransigente independencia política de clase frente al gobierno del MAS. Al mismo tiempo, creemos que se debe votar por el “NO” a los prefectos reaccionarios. Este planteo no lo hacemos “en el aire”: existen franjas importantes al interior de la COB, mineros, docentes urbanos y otros sectores de trabajadores que se están expresando en el mismo sentido.

Sin embargo, como se ha podido observar alrededor de eventos de importancia en Latinoamérica, otra vez el Referéndum esta dividiendo las aguas entre las corrientes de izquierda de la región con importantes sectores defendiendo un “voto critico” a Morales y Linera (dentro de Bolivia esta llamando a lo propio Roberto de La Cruz Flores, del M–17 e integrante de la Alianza Revolucionaria Antiimperialista).

En esta oportunidad, al menos, no parece haber –como el pasado 6 de diciembre en Venezuela– sectores de izquierda que llamen a votar en conjunto con los “escuálidos” bolivianos. Sin embargo, hay algunas corrientes que, bajo diversos argumentos, están llamando a un apoyo más o menos “crítico” al gobierno de Evo Morales. Este es el caso de la “Revista de América” (ligada al MST argentino y al MES de Brasil), de la LIT (ligada al PSTU del Brasil), del PO de la Argentina y otros grupos menores (como la UIT–Izquierda Socialista, de Argentina).

Nos parece un grave error: si bien el voto es un instrumento táctico, en las condiciones en que va a ser ratificada la continuidad del gobierno de Morales, otorgarle graciosamente un “voto crítico” desarma a la hora de lo que es absolutamente necesario y que ya se está expresando en las calles en Bolivia: la imperiosa necesidad de poner en pie una perspectiva independiente, como el único camino en que podrá ser derrotada la reacción.

En esta vía, es imperioso –de una vez por todas– tomar la iniciativa de llamar a la formación de un Instrumento Político de los Trabajadores, a partir de organizaciones obreras como los mineros de Huanuni y la COB, en la perspectiva de la construcción de una Asamblea Nacional, obrera, popular y originaria. ¡Manos a la obra!

Socialismo o Barbarie Bolivia
La Paz, 5 de agosto de 2008