Bolivia

Contra las bandas fascistas, las masas deben organizar su autodefensa

“Nunca más nos debe ocurrir cómo en Pando”

Por Martín Camacho y José Luis Rojo
Desde La Paz
Socialismo o Barbarie, periódico, 25/09/08

“De rodillas indios de mierda’, ‘griten viva la capitalidad’, ‘Sucre se respeta carajo’, ‘Llamas, pidan disculpas’, ‘Fuera de aquí, collas de mierda”[1].

Un elemento que merece ser destacado en todo análisis acerca de Bolivia, es cómo ha avanzado el proceso de partición de hecho del país. La verdad es que él mismo parece haber recorrido ya un largísimo trecho. Esto más allá de nuevos llamados a “diálogos”, “treguas” y “compromisos”.

Porque una vez que se pone en marcha un proceso así, exacerbándose todos los ánimos de diversos sectores de clases medias y altas y masas desclasadas (las filas sociales de los cívicos), no parece haber, realistamente, retorno.

Con la enésima negociación, los cívicos sólo buscan ganar tiempo y salirse de una situación en la que no parecían bien parados.

Es que en algún momento se terminó cruzando el “rubicón”: quizás la “ficha” les cayó a los Prefectos el propio 10 de agosto pasado ante la magnitud del apoyo a Evo Morales. Aunque la verdad es que este camino se viene abonando desde mucho antes.

La Media Luna como enclave racista

Para medir lo que venimos diciendo, hay un proceso en curso gravísimo, de dimensión mas bien “social” que puramente “política”, que nos parece expresa de manera mucho más cruda y profunda que cualquier “estatuto autonómico”, la real dinámica del proceso secesionista que venimos señalando. Se trata de la política de cuasi limpieza étnica que han puesto en marcha (más abierta o enmascaradamente en cada departamento). Limpieza étnica que está generalizado situaciones como las ocurridas meses atrás en Sucre, capital del departamento de Chuquisaca.

Es decir, la masacre vivida en Pando sobre base raciales (y de clase; los compañeros eran campesinos) no pudo haber “caído del cielo”; ésta fue allanada por los crecientes hechos donde se ha hecho costumbre apalear, escupir y vilipendiar a originarios y campesinos.

Aquí hay un típico problema de enclave racista: el hecho que la población “blanca” de Santa Cruz tienda a quedar –a mediano plazo– en minoría respecto del “aluvión” poblacional que viene del Occidente del país en búsqueda de oportunidades laborales en una región cuya dinámica económica es mayor.

“Santa Cruz creció desde los años ´50 con las inversiones del Estado, préstamos extranjeros (USA), regalías del petróleo, booms agrarios y dinero del narcotráfico. Este crecimiento, así como los planes de colonización alentados desde el Estado, estimularon durante las última cuatro décadas, la inmigración de quechuas y aymarás, quienes llegan desde las más pobres regiones de los Andes. Actualmente, la población del departamento (2 millones) está constituida por más de un 25% de personas de origen andino. Las reacciones hacia este flujo de kollas (bolivianos provenientes de los Andes) se reflejan en la intensificación del sentimiento regionalista, en defensa de los cruceños como ‘cambas’ (término usado anteriormente para ‘peones indígenas’ como despectivo) y usado ahora como apelativo positivo de identidad regional”[2].

Esto es lo que está ocurriendo en todos los departamentos de la Media Luna. Una especie de reducto donde se ha agudizado al extremo el carácter no sólo capitalista sino de opresión racial que tiene el Estado boliviano en su conjunto; carácter simbólicamente atenuado hoy a nivel del Estado nacional por razones obvias pero que, como en un espejo, se ha exacerbado hasta el infinito en el Oriente del país.

“Aun cuando [para las festividades, J,L.R. y M.C.] visten como indígenas [de los llanos, ídem], las elites cruceñas tienden a enfatizar su blancura cosmopolita urbana como expresión de su aspiración de participar de una idealizada sociedad ‘global’ de consumismo de clase media alta”[3].

Por último, esta realidad tiene un “contrapeso” creciente: no sólo está el hecho de que la región del Norte Integrado del departamento cruceño es de radicación mayoritariamente originaria–campesina proveniente del Altiplano. Está la inmensa concentración urbana que representa el barrio Plan 3000, una enorme ciudadela obrera y popular de inmigrantes “collas” en el corazón mismo de Santa Cruz. Y atención: estas inmensas reservas del movimiento de masas del país muestran cada vez mayores signos de organización.

Los grupos de choque fascistas

“En El Porvenir, los sicarios se jactaban de haber liquidado a más de 100 indios y comenzaron a perseguir a los alcaldes de los municipios donde ganó el sí en el referéndum revocatorio del 10 de agosto”[4].

Junto con el anterior, un elemento novedoso en el ciclo político regional y que hay que tomar en toda su magnitud es la emergencia de importantes formaciones de choque fascistas en el Oriente del país.

Porque no todos los días emergen formaciones irregulares contrarrevolucionarias, reclutadas entre sectores del estudiantado de las clases altas del Oriente combinados con una base de masas desclasada y que tienen por método de “acción política” la lisa y llana vías de hecho contra los explotados y oprimidos.

La circunstancia es gravísima y el consejo clásico del marxismo revolucionario (y del propio León Trotsky en sus brillantes textos sobre el fascismo) es que no hay que dejar que levanten cabeza.

Es decir, a las vías de hecho hay que enfrentarlas en su propio terreno: con el fascismo no se discute, se lo combate. Es la enseñanza más clásica y verificada por la historia de la lucha de clases en este terreno.

La propia existencia de estos grupos derechistas irregulares que se dedican habitualmente a apalear a hombres, mujeres y niños por sus rasgos originarios, es otra expresión de lo lejos que ha llegado la situación guerra civil larvada que se vive en el país.

También es un claro indicador del creciente curso cada vez más abiertamente  contrarrevolucionario de la oligarquía cívica del Oriente. Porque está claro que si estas formaciones irregulares existen y se sostienen en el tiempo es porque ¡alguien les da de comer! Y la que les da de comer no es otra que la burguesía de la Media Luna.

Pero incluso más: a decir verdad, formaciones como la Unión Juvenil Cruceñista tienen años de existencia; son una verdadera “institución” dependiente del Comité Cívico regional; incluso muchos de sus actuales dirigentes, cuando jóvenes, pasaron por la “unión”. Un claro indicador de esta “institucionalidad” es que la Unión Juvenil tiene su propia comparsa llamada “Kerembas” (“guerreros” en guaraní) y cuyo lema es “nuestra identidad perdurará si la juventud lucha por su pueblo”…

Organizar la autodefensa armada

Frente a la emergencia de estas formaciones, un hecho de enorme valor son las expresiones de sectores campesinos de la propia región en general, y de Santa Cruz en particular, que parecen comenzar a organizarse para su autodefensa. Incluso, en fotos de distintos medios se ha visto a varios campesinos armados de fusiles. Esto está muy bien: ya mismo hay que formar a nivel de todos los sindicatos obreros y campesinos comités de autodefensa armados.

Este paso se debe dar por dos razones: a las clases explotadas y oprimidas no hay quién las pase por arriba si están organizadas; y, además, la mejor “receta” frente a las formaciones irregulares fascistas siempre ha sido escarmentarlas antes que crezcan. Es decir, el movimiento de masas tiene que ver que ellos también la “ligan”[5]; caso contrario, lo que se puede comenzar a imponer es una grave desmoralización.

Lo que venimos señalando se agrava cuando estas circunstancias quedan impunes; ésta viene siendo la tónica hasta la última masacre en Pando, donde el clamor popular ha sido tan fuerte, que al gobierno no le quedó más remedio que encarcelar al Prefecto de dicho departamento, lo que no ha dejado de ser una conquista popular (siempre y cuando no se les ocurra dejarlo en libertad en dos o tres días…).

Incluso la detención de Fernández muestra los procedimientos gubernamentales: de ninguna manera llamar a las masas para aplastar a los sediciosos; por el contrario, una sistemática política de decirles que se queden en sus casas dejando que “las instituciones hagan su trabajo”.

Una última razón de la existencia de formaciones del estilo de UJC y otras, tiene que ver con la situación donde todavía las diversas fracciones burguesas no pueden (o no logran) apelar abiertamente a las Fuerzas Armadas contra la población civil. En estas circunstancias, se apela entonces a estos grupos fascistas para que vayan haciendo el trabajo sucio.

En todo caso, ésta es también una enseñanza y experiencia que se debe tener en cuenta en otros países de Latinoamérica donde si bien la situación no es tan polarizada, están en desarrollo rasgos reaccionarios.


[1] Estas fueron las consignas impuestas por un grupo de jóvenes chuquisaqueños que mediante patadas y puñetes obligaron a cerca de 50 campesinos quechuas a quitarse las camisas, ponerse de rodillas y quemar la bandera del MAS y la wiphala (símbolo de las naciones originarias) en pleno frente de la Casa de la Libertad ubicada en la plaza principal de Sucre. Informe de Alex Contreras Baspineiro, ALAI, 26–05–08.

[2] Bret Gustafson, Willka nª2, La Paz, 2008.

[3] Bret Gustafson, ídem.

[4] Sergio Aghemo, ídem. 

[5] Se acaba de informar que Edson Ruiz Aguayo, miembro de la UJC, murió ayer (17/09) como consecuencia de las heridas recibidas en los enfrentamientos con campesinos en El Torno. Así debe ser la ley implacable de la lucha de clases: ojo por ojo diente por diente, por cada caído explotado u oprimido debe caer un fascista!