Bolivia Arde

 

1952: Los obreros derrotan al Ejército

 

Del 9 al 12 de abril de 1952 se produjo en Bolivia una de las revoluciones obreras más grandiosas de la historia. Todo comenzó como un intento de golpe de estado, frecuentes en las crónicas de Bolivia. La intervención del proletariado minero lo transformó en revolución.

Gobernaba una dictadura militar, la del general Hugo Ballivián Rojas. El año anterior, el 6 de mayo de 1951, se habían realizado elecciones presidenciales. Había ganando Víctor Paz Estenssoro, candidato del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Pero el MNR, un movimiento parecido a lo que fue originariamente el peronismo en nuestro país, no era del agrado de las grandes empresas mineras del estaño, ni del capital extranjero, ni de la embajada de EEUU.

Ante la victoria del MNR, el presidente saliente, Mamerto Urriolagoitía, da un autogolpe diez días después, conocido en la historia como el "mamertazo". Anula las elecciones y entrega el poder a una Junta Militar, encabezada por el general Ballivián.

Con semejante tara de nacimiento, la dictadura de Ballivián va rápidamente a la crisis. Uno de sus propios ministros conspira con el MNR para dar un nuevo golpe de estado. El 9 de abril de 1952, estalla el golpe, con la sublevación de parte de los carabineros y de la policía, unidos a militantes civiles del MNR.

Comienzan en La Paz duros combates. El golpe de estado, como tal, es derrotado. Los principales regimientos del Ejército permanecen fieles al dictador Ballivián. La ciudad de La Paz va siendo rodeada y desde El Alto comienzan a cañonearla. Centenares de civiles mueren en el bombardeo y los combates. Algunos de los jefes del golpe huyen para asilarse en las Embajadas. Otros piden la mediación de la Iglesia.

Pero el fracasado golpe se convierte en revolución. Al empezar los combates, los mineros habían comenzado a marchar hacia La Paz y se concentran en Milluni, a 15 kilómetros de la capital. La línea de armamento de los trabajadores, formación de piquetes armados y organización militar de los sindicatos, votada en 1946 en las Tesis de Pulacayo (ver recuadro), iba a dar sus frutos. Los mineros se apoderan de un tren repleto de armamento y municiones que se dirigía a abastecer a los militares. Reforzados con esas armas, atacan por detrás a los regimientos que están sitiando La Paz. Tomados entre dos fuegos, el 12 de abril los militares huyen o se rinden a las milicias obreras. Los prisioneros son obligados a desfilar por La Paz en calzoncillos, custodiados por las milicias de la FSTMB (Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia).

Se abre así una situación política peculiar. Durante varios años, la única fuerza armada de Bolivia serán las milicias de la FSTMB y de la COB (Central Obrera Boliviana, fundada días después del triunfo). Pero la clase obrera no toma el poder. Apoya que Víctor Paz Estenssoro, el líder del MNR, asuma la presidencia. Es que la mayoría de los trabajadores tenía confianza en ese partido procapitalista, que se presentaba como "antiimperialista", enemigo de la oligarquía minera y amigo de los obreros. Se estableció así una situación de "doble poder" ya vista en otras revoluciones: por un lado, el poder de la COB y sus milicias, única fuerza armada. Por el otro, el nuevo gobierno patronal que gobernaba sólo gracias al apoyo de la COB. La Central Obrera tenía al frente a uno de los burócratas más hábiles y siniestros de la historia: Juan Lechín Oquendo. Él serviría de principal instrumento del gobierno y los capitalistas para sostener esa situación y contener los "desbordes".

Un hecho agravó este panorama. El POR, el partido trotskista de Bolivia, autor de las Tesis de Pulacayo y con influencia en sectores minoritarios del movimiento obrero, no se dio una política de oposición al nuevo gobierno patronal, sino de "apoyo crítico". Contra las enseñanzas de Trotsky, seguía así la orientación nefasta de quienes dirigían en esos años la IV Internacional. Su línea en relación a Paz Estenssoro fue que "lo apuntalamos para que resista la embestida de la Rosca [la oligarquía minera], y llamamos al proletariado internacional a defender incondicionalmente a la revolución boliviana y a su gobierno transitorio..." [1]

¡El POR ponía un signo igual entre la revolución obrera boliviana –que, en efecto, había que defender incondicionalmente– y el gobierno patronal del MNR, dispuesto a sepultarla!

El error se agravaba porque el "doble poder" en Bolivia no era un mero esbozo ni estaba "en germen", como ha sucedido en muchos procesos revolucionarios. Era una realidad de carne y hueso (y "fierros"), expresada no sólo en las milicias, sino también en el hecho de que la COB era mucho más que y muy distinta de un sindicato "clásico", corporativo. En ella se organizaban no sólo los mineros y obreros fabriles, sino también los estudiantes y amplios sectores populares y campesinos. Era un "frente único" obrero, campesino y popular, de características "soviéticas". La consigna de "¡El poder a la COB!" tenía el respaldo de esa realidad.

Por supuesto, la preocupación de los gobiernos del MNR que se sucedieron desde 1952 fue la reconstrucción del Estado capitalista y la liquidación del "doble poder". El eje de esto fue la progresiva reconstitución del Ejército, hasta que estuvo en condiciones de medirse con el movimiento obrero y derrotarlo. Al mismo tiempo, el MNR, sobre todo al principio, hacía toda clase de concesiones y tomaba medidas "progresivas", como la nacionalización de las minas, la reforma agraria, la liberación de los campesinos indígenas de la servidumbre de los latifundistas (que se mantenía casi intacta desde la colonia), etc.

Pero, como sucede en estas circunstancias, las concesiones iban dirigidas a desarmar políticamente a los trabajadores y a preparar las condiciones para derrotarlos. Sin embargo, el MNR, al cumplir esa tarea contrarrevolucionaria, iba entrando en crisis y escindiéndose (Walter Guevara Arze, funda el PRA, Lechín se va con el PRIN, Hernán Siles Zuazo, segunda figura del partido, constituye el MNR de Izquierda). El centro de gravedad del poder de los capitalistas fue pasando del debilitado y dividido MNR a las reconstituidas Fuerzas Armadas.

Así, en noviembre de 1964, el Ejército reorganizado por el MNR y encabezado por los generales René Barrientos Ortuño y Alfredo Ovando Candia, puede dar un golpe de estado. Triunfó casi sin lucha y Paz Estenssoro se limitó a huir del país.

A mediados de 1965, el gobierno militar desata una ofensiva para liquidar los restos del doble poder. El Ejército ocupa las minas y derrota una huelga general llamada por la COB. Los barrios obreros de La Paz se insurreccionan sin dirección alguna, movimiento al que se sumaron sectores campesinos cercanos a El Alto. El Ejército y la Aviación usaron todas sus armas para despejar las barricadas, donde la resistencia obrera fue desesperada.

La confianza de los trabajadores en el nacionalismo burgués del MNR había resultado fatal.

 

NOTAS:

 

1.- Citado en Néstor Taboada Terán, Bolivia: la revolución desfigurada, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1974, pág. 655.