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1985: los mineros toman La Paz... para irse con las manos vacías

 

En marzo de 1985, los trabajadores bolivianos enfrentaron con una huelga general de 16 días al gobierno de Hernán Siles Zuazo, el antiguo líder de la "izquierda" del MNR, que ahora encabezaba la UDP (Unión Democrática Popular), un "frente popular" de partidos patronales y reformistas que desde 1982 gobernaba al servicio de la burguesía. El gobierno de Siles y la UDP habían profundizado hasta el colmo la crisis económica y social, cuyas principales víctimas eran los obreros y campesinos que, después de las fallidas experiencias con el MNR y los militares "progresistas", habían depositado sus esperanzas en ese "frente de izquierda".

Lejos habían quedado los días en que el triunfo del golpe de Banzer de 1971, inaugurara casi una década de estabilidad burguesa bajo su dictadura. En 1978 estalla la crisis y caída del banzerismo. Desde entonces hasta 1982, se suceden ocho gobiernos, algunos de los cuales sólo duran días. Entre ellos, dos dictaduras sanguinarias, la del general Natusch Busch (16 días) y la del general-narcotraficante García Meza (un año).

Un nuevo ascenso obrero y popular se traduce en 1982 en la subida de Siles Zuazo y la UDP. Esta vez, las ilusiones cuidadosamente sembradas entre las masas trabajadoras se basan sobre el tema de la "democracia". Pero tres años después, en marzo de 1985, las masas están duramente enfrentadas a su gobierno "de izquierda", en una huelga general de 16 días.

En su transcurso, 10.000 mineros armados con dinamita ocupan la capital. mientras el Ejército permanecía dividido y vacilante, sin atinar a reprimir. Hasta se llegó a ocupar la misma sede de gobierno. En Oruro, una ciudad fundamental porque concentraba a su alrededor las minas más importantes, los trabajadores desalojaron del poder al Prefecto. Entre tanto, los campesinos apoyaban al movimiento obrero bloqueando los caminos, la población de La Paz se solidarizaba con los mineros y el movimiento estudiantil luchaba al lado de los trabajadores.

Otra vez se planteada la cuestión del poder para la COB y las organizaciones de masas campesinas y populares. Pero también nuevamente actuaban, por un lado, las ilusiones, esta vez en el nuevo "régimen democrático", y por el otro, las direcciones traidoras. Esta vez Lechín transforma la movilización revolucionaria, que instala nuevamente una situación de doble poder, en un miserable regateo salarial, que la hiperinflación devora en días. La lucha es así desactivada. Después de tomar La Paz, los mineros se van con las manos vacías.

El nuevo "régimen democrático" demuestra finalmente su eficacia contrarrevolucionaria. Siles Zuazo adelanta un año el fin de su mandato y llama rápidamente a elecciones. La movilización revolucionaria de las masas es desviada y engullida por el pantano electoral. Y en agosto asume la presidencia otra vez Víctor Paz Estenssoro.

El nuevo gobierno del MNR da el golpe de gracia al ascenso obrero. Una nueva huelga general lo enfrenta en septiembre, pero es categóricamente derrotada. El último gobierno de Paz Estenssoro, con el "Goni" Sánchez de Lozada al frente del equipo económico, cumple un papel similar al de Menem en Argentina: inaugura el ciclo neoliberal. Comienzan las privatizaciones y el cierre masivo de las minas. El proletariado minero, la columna vertebral de la clase trabajadora boliviana, es diezmado con los despidos en masa.

La conciliación de clases –esta vez bajo las esperanzas en un gobierno patronal de "izquierda" y en el "régimen democrático"– logró así contener el tercer proceso revolucionario iniciado por los trabajadores bolivianos. Habrá que esperar casi quince años para que en el 2000 se reinicie el ascenso con la "guerra del agua".