Polémica

La fabricación de mitos en medio de una crisis mortífera del capitalismo

Steve Jobs: ¿”nos cambió la vida”?

Por Claudio Testa
Socialismo o Barbarie, periódico, 13/10/11

Acaba de fallecer Steve Jobs, empresario estadounidense billonario, que entre otros negocios era el principal accionista de Walt Disney Co.

Sin esperar la venia de Su Santidad Benedicto XVI, fue instantáneamente beatificado y elevado a los altares por los medios de falsificación masiva. En este operativo a escala mundial, participó gente muy variada: desde vulgares charlatanes de la TV hasta sesudos columnistas de la “prensa seria”, políticos del régimen, y profesores y ensayistas de alquiler. Pero además de estos mercenarios, hay también mucha gente bienintencionada que cree honestamente la fábula de que él y Bill Gates han sido los inventores de una serie de aparatos y tecnologías, como las computadoras (ordenadores) y la informática “que nos cambiaron la vida”... para mejor.

Se necesitarían muchas páginas para recapitular las tonterías publicadas en los medios. Quizás la copa del mundo la podría ganar el “filósofo” porteño que, en Clarín (07/10/11), declara que “Jobs fue nuestro gran chamán” y que “no sabe si Jobs es el Leonardo o el Picasso digital del siglo XXI”, que “con su estética, cambiaría el mundo y nos convertiría a nosotros en sus hijos adoptivos”. ¡Nada menos!

Pero incluso hasta en el mismo reportaje donde habla este “filósofo”, un investigador del CONICET [Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas] intenta finalmente introducir algo de sensatez: “Son ingredientes de la elaboración del mito la atribución de méritos que están lejos de la verdad. Jobs estaba inserto en una megacorporación, con reglas muy rígidas y sistematizadas. De allí las cosas no salen con la firma de una sola persona, no existe esa posibilidad... También el propio Jobs hizo mucho para edificar su mito, entre otras cosas, con su histrionismo y sus cualidades de orador.” Clarín (cit.)

En verdad Jobs no fue, por supuesto, ni Leonardo ni Picasso ni tampoco un gran inventor ni descubridor de nada. Fue un gran empresario, que tuvo “ojo clínico” para ver oportunidades de mercados y ganancias... aprovechando los desarrollos científicos y técnicos de otros.[1]

Así, vio que gigantes como IBM sólo se ocupaban de enormes computadoras para grandes empresas y dejaban un vacío: el de computadoras para el hogar y pequeños negocios. Allí entró Jobs... pero las computadoras personales Apple I y Apple II con que inició su saga empresarial, ni siquiera las ideó ni construyó él, sino el ingeniero Steve Wozniak, un empleado de Hewlett Packard donde habían rechazado su propuesta de fabricar ordenadores para el hogar.

Pero ahora, en los panegíricos a San Steve Jobs en la prensa, radio y TV, nadie habla de Wozniak!!!

Tiene razón el investigador del CONICET que citamos, al señalar “la elaboración del mito” y “la atribución de méritos que están lejos de la verdad”. Efectivamente, el mito que se nos presenta en los medios, tiene tan poco que ver con la realidad como las películas “El Rey León” o “101 Dálmatas”, producidas por la otra gran empresa de Steve Jobs, Walt Disney Co.

Llora el New York Times: ¡Falta un Steve Jobs en la política!

Thomas L. Friedman, columnista del New York Times (08/10/11), hace esa reflexión, ante el deprimente cuadro de fenomenal crisis económica y política que presenta EEUU (y también la Unión Europea y el conjunto del capitalismo).

Esto nos remite al escenario mundial en que se ha levantado el mito post mortem de Steve Jobs, y también arroja luz sobre su contenido, que trasciende al personaje.

Efectivamente, la crisis mundial (que implica desempleo de masas, superexplotación, miseria y desigualdad escandalosas), junto con otros desastres del sistema (guerras imperialistas, dictaduras sanguinarias o “democracias” estafadoras), va generando una profunda crisis de legitimidad del capitalismo como sistema social, y también de su personal político, en EEUU encabezado por payasos como Obama o por fascistoides estilo Tea Party.

Frente a este cuadro desolador –donde en el horizonte asoma hasta la cuestión de la supervivencia de la humanidad–, la canonización de Steve Jobs pretende contarnos otra historia muy diferente y más alegre: que el progreso tecnológico, por sí mismo, nos cambia la vida a todos para mejor.

¡Cómprese un iPod y sea feliz, aunque haya perdido el empleo y su vivienda hipotecada va a remate, o, si es un joven, no tenga mayores posibilidades de lograr un trabajo decente en toda su vida!

Progresos técnicos y regresión social

Marx había advertido cómo el sistema de explotación capitalista, a diferencia de otros modos de producción anteriores, se caracteriza por una febril búsqueda del progreso técnico. Esto no obedece a que pretenda hacer feliz a la gente, sino a su necesidad imperiosa de aumentar la productividad de la fuerza humana de trabajo. ¡Producir mucho más en menos tiempo de trabajo!: ¡ése el quid de la ganancia capitalista, que alimenta insaciable voracidad!

En otro sistema de producción posible, por ejemplo, en una “sociedad de productores libres” que sean dueños de las fábricas y las tierras, y donde todos trabajen, el progreso técnico –al aumentar la productividad del trabajo– tendría como consecuencia la progresiva disminución de la jornada laboral.

Pero en el capitalismo, donde las fábricas y las tierras son propiedad de una minoría (cada vez más ínfima) de explotadores, las consecuencias son mucho más contradictorias: son cada vez más aberrantes. El progreso técnico lleva al despido de los trabajadores “sobrantes”. Y para los que aún conservan el empleo, facilita el aumento de la explotación e incluso el alargamiento de la jornada de trabajo.

Así, Marx había advertido que, bajo el capitalismo, el “desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo” se transforma en su contrario, en “fuerzas destructivas” del hombre y en especial de los trabajadores.

¡Esto se redobla en épocas de crisis! Así la OIT (Organización Internacional del Trabajo), que no es precisamente una institución anticapitalista, ha anunciado que el desempleo mundial está en un piso histórico. En EEUU, el país de Steve Jobs, el desempleo también bate records. El único “remedio” de Obama es “dibujar” las estadísticas como hace aquí el INDEK: el verdadero desempleo (el de “largo plazo”) supera el 25%. ¡Y en los jóvenes, negros e hispanos es mucho peor!

La única “tecnología” que puede arreglar esto es la lucha independiente y revolucionaria de los trabajadores y las masas populares. El surgimiento de Occupy Wall Street y otros movimientos va a ser más eficaz en ese sentido que cualquier tecnología.


Nota:

 

1.- La misma caracterización es aplicable a San Bill Gates, con la diferencia de que éste “filántropo” es un verdadero “pirata del asfalto” (o más bien del software), que robó y/o copió los sistemas operativos y programas con que estableció un intolerable monopolio mundial.