Honduras

4º Informe desde algún lugar de Honduras
Por Roberto Sáenz, 25 de septiembre de 2009, 18:00 horas

Toque de queda en las calles, “diálogo” en las alturas y posibilidad
de caída del régimen golpista

¡Repudiamos el abrazo de Mel Zelaya con los gorilas!
¡Ninguna negociación con los asesinos!

¡Las elecciones del 29/11 están muertas!
¡Asamblea Constituyente, ya!

Los acontecimientos se mueven muy rápido en Honduras. El comienzo de la semana estuvo marcado por la euforia del regreso de Zelaya. Luego, promediando la misma, se descargó una durísima represión con un toque de queda permanente que suspendió incluso la actividad económica del país. Hoy, a estas horas, la pauta la está dando un esbozo de “diálogo de reconciliación nacional” para superar la crisis.

La expresión más palmaria de esta negociación ha sido el escandaloso abrazo de Mel Zelaya con los cuatro candidatos golpistas, que fueron a visitarlo en la embajada del Brasil y que está hoy en la tapa de todos los diarios.

Esta actitud de Zelaya ha provocado el justo repudio de porciones enteras de la Resistencia. La razón es obvia: no se trata sólo del “detalle” que en las calles rige el toque de queda, que sigue habiendo muertos, heridos y detenidos y que Zelaya se abraza con connotadas figuras golpistas… Se trata de que en estos abrazos lo que se está jugando es la entregada de la heroica lucha popular y sus reivindicaciones más sentidas.

Este es explicable: la realidad es que la polarización de la situación y la maduración de la resistencia han planteado un escenario donde eventualmente está en juego la caída revolucionaria del régimen golpista. De ahí que todos esos actores políticos –incluyendo al mismísimo Zelaya– están corriendo para impedir esto; en primer lugar, la susodicha “comunidad internacional”.

Hay una situación crítica, porque los gorilas no han puesto en pié instituciones propias… Simplemente, todas las instituciones del régimen anterior (que era una suerte de democracia muy restringida, “oligárquica”), se transformaron en las bases fundamentales del régimen golpista. Desde las FFAA hasta el Cardenal; desde los partidos patronales, el Congreso y el poder judicial hasta la mayoría de los medios de comunicación e incluso el encargado nacional de los “derechos humanos”, todos ellos están en el golpe. Entonces, este andamiaje del estado burgués, amenaza, de conjunto, con venirse abajo si la movilización de masas tumba a la dictadura gorila... si no se los rescata a tiempo con la “reconciliación”.

Es que, simultáneamente, frente al golpe gorila, emergió otra “institucionalidad”: el movimiento popular de la resistencia y el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP). Se podría decir, insistimos, que se esboza como una red de otra “institucionalidad”. En verdad, el desarrollo organizativo y político de la resistencia todavía no llega a tal madurez. Pero el hecho es que, por un lado, está el régimen golpista (con todas las instituciones burguesas del país) y, por el otro, la resistencia (que hasta incluye medios de comunicación propios). Esto deja márgenes muy estrechos para la negociación, precisamente por lo que señalamos: porque está en juego la caída de todo el régimen político de Honduras, de todas sus instituciones. Y, como es obvio, esto es sumamente peligroso para los de arriba.

Frente a ese peligro, y bajo la presión de los organismos internacionales (que tienen pavor al desborde revolucionario), la negociación ha sido puesta en marcha. Sin embargo, esto no quiere decir que vaya a ser nada fácil ni sencilla. El “simple” abrazo de Zelaya con los cuatro candidatos golpistas despertó un intenso y hondo repudio. La gente tiene el justificado temor de que en sus “abrazos” Zelaya entregue el núcleo duro de las reivindicaciones populares. Y estas reivindicaciones tienen la virtud, efectivamente, de poner en entredicho todo el régimen existente. Es que las demandas más hondamente sentidas son el castigo a todos los golpistas y la puesta en pie de una Asamblea Nacional Constituyente.

En ese escenario, insistimos, la negociación no será nada sencilla: sus “actores” tienen márgenes muy estrechos. Una entregada muy escandalosa de las reivindicaciones de la lucha de parte de Mel Zelaya, amenazaría con abrirle un importancia flanco izquierdo. Sería algo que hasta ahora no se ha visto en América Latina con gobiernos y movimientos afines, como Chávez o Evo Morales, que son las versiones más “izquierdistas” del progresismo regional.

Este “flanco izquierdo” podría vertebrarse alrededor de la figura de Carlos H. Reyes –dirigente sindical que encabeza las “Candidaturas Independientes”–, cuya figura se ha prestigiado mucho por su destacado papel en la resistencia. También, en ese “flanco izquierdo” está, entre otras organizaciones, el PST (Partido Socialista de los Trabajadores), aunque la acumulación orgánica de esas corrientes sea aún muy pequeña.

Pero también para los golpistas los márgenes son estrechísimos. Ni siquiera están de acuerdo entre ellos –al menos por ahora– en la restitución de Zelaya. Menos aún admiten una Constituyente, que en estos momentos aparece como una instancia “revolucionaria” que podría barrer con todas las instituciones golpistas.

Por el contrario, Micheletti y el régimen golpista, incluyendo sus cuatro candidatos, están jugadísimos a la legitimación de todo lo actuado (y también de las instituciones golpistas) vía las elecciones del 29 de noviembre. Todo es “negociable” salvo eso: estas elecciones son vistas como la tabla de salvación para que el régimen no caiga.

Como se ve entonces, las negociaciones siguen marcadas por una intensa contradicción: es que está en juego, efectivamente, la continuidad del régimen. A esta continuidad, los golpistas se aferran con uñas y dientes. Y, para Zelaya, amén de su reinstalación, necesitaría algunas reformas.

Es que Zelaya, evidentemente, no se puede conformar con nada menos que su reinstalación en la presidencia. Pero a estas alturas, es difícil que se conforme sólo con una reinstalación por algunas semanas, además del problema político de entregar la reivindicación de la Constituyente, que es la más sentida entre las masas populares.

Al mismo tiempo, para reinstalar a Zelaya, Micheletti tendría que “volar”. Además, casi inevitablemente, habría que al menos postergar el calendario electoral. Esto abriría las puertas a todo tipo de incertidumbres.

Asimismo –también inevitablemente– aunque sea muy parcial por las eventuales entregadas de Zelaya, sería visto por las masas como un triunfo de su resistencia.

En estas condiciones, la política de los socialistas revolucionarios pasa por empujar una caída revolucionaria del régimen gorila: derrotarlo en las calles y con la huelga general. Repudiar toda salida negociada con los fascistas. Llamar al rechazo activo a las elecciones del 29 de noviembre, impulsando una Asamblea Constituyente que liquide todas las instituciones golpistas, discuta una reorganización de arriba abajo del país al tiempo que se construye el FNRP como eventual institución alternativa de poder.