Honduras

La situación política bajo el gobierno de Lobo

Los asesinatos selectivos y el “paquetazo” contra
la clase obrera y el pueblo

El Socialista Nº 76, PST de Honduras

Con los últimos asesinatos, en especial el de Manuel Flores y la ofensiva contra la clase obrera tanto a nivel económico como represivo (encarcelamiento de sindicalistas de la Universidad Autónoma) el Comité Central del PST considera que estamos ante una nueva coyuntura política caracterizada por:

1. Consolidación del régimen

El cada vez mayor reconocimiento internacional logrado por el gobierno de Pepe Lobo le ha permitido ganar legitimidad internacional. A medida que va pasando el tiempo se va rompiendo el aislamiento que tuvo el régimen golpista en el gobierno de Micheletti.

Lo anterior le permite contar nuevamente con el apoyo del FMI y otros organismos de financiamiento internacional que se traduce en una política articulada con el imperialismo alrededor del modelo neoliberal y en el marco del llamado “Plan de País”, y cuyo resultado inmediato es el flamante “paquetazo”.

En el plano nacional, algunos sectores han firmado una especie de tregua tácita con el gobierno, como es el caso de las organizaciones campesinas que en el marco del conflicto del Aguán le dan un respaldo político al gobierno (en contra de los cuestionamientos de la ultra derecha) que se suma a la política de apoyo brindada por UD con su incorporación al gobierno así como el de un sector magisterial.

Otro factor clave íntimamente ligado al anterior es la desmovilización de la resistencia. Las movilizaciones de cada fin de mes han sido asimiladas por el gobierno en la medida que se trata de marchas pacíficas sin organización y que se convocan por un simple llamado radial.

Estas movilizaciones no cuestionan el orden vigente, como sí lo hacían las del primer mes del golpe de estado. Son marchas de oposición que además no están articuladas nacionalmente y tampoco confrontan a la policía.

Lo anterior no quiere decir que la resistencia como sujeto social haya desaparecido. Las marchas en la capital son numerosas y en algunos casos combativas, como la del 25 de marzo que luego de estar en la Universidad Autónoma se dirigió al Ministerio Público.

Tampoco ha desaparecido una amplia vanguardia que participa en las actividades cotidianas del Frente Nacional. Actividades saturadas de reuniones de todo tipo en cualquier lugar del país para definir estrategias y planes que muchas veces sólo quedan en el papel. Sin embargo, estas marchas y actividades mantienen a media máquina la resistencia sin articular un verdadero plan de lucha.

La estrategia central sigue siendo resistir hasta llegar a las próximas elecciones y participar en las mismas.

2. Ofensiva contra la clase trabajadora

La consolidación del régimen se traduce en la aprobación del duro paquetazo económico que busca recuperar las ganancias de la burguesía golpista y fortalecer los recursos del estado mediante un golpe directo a la clase obrera y al pueblo en general con el alza de impuestos. Este paquetazo se suma al dado con los planes de arbitrio de las municipalidades y los constantes aumentos al combustible.

Acompañando estos golpes económicos hay una ofensiva contra los sindicatos cuya máxima expresión ha sido el encarcelamiento y proceso contra la Junta Directiva del Sitraunah [sindicato de la Universidad Autónoma], además del asesinato de varios directivos sindicales en los últimos meses, y el asesinato y persecución de periodistas independientes o críticos.

En este contexto, la represión tiene un objetivo absolutamente claro: golpear a la clase y sus dirigentes (gremiales, sindicales y políticos) como forma de impedir que la resistencia tome un marcado carácter de independencia de clase combinando la lucha por la Constituyente con el conjunto de demandas populares.

3. Cooptación del oportunismo

La otra cara de esta política es la continuación del intento de cooptación de los dirigentes de la Resistencia para asimilarlos al régimen, mediante la repartición de cargos en el gobierno.

Tal el caso del Partido Unificación Democrática con César Han en el INA, Marvin Ponce en la Junta Directiva del Congreso Nacional y Martín Pineda.

El reconocimiento de Pepe Lobo a Mel Zelaya como presidente cuando autorizó su salida del país y la ratificación y nombramiento de Jorge Arturo Reina como embajador en la ONU y muy posiblemente ante los países que integran el ALBA son parte de la misma política.

Esto coloca a los dirigentes del Frente en una contradicción, dado que mantienen una estrecha alianza con los liberales melistas que están reconociendo poco a poco al régimen. En una reunión del Frente en la capital, Rasel Tomé, recientemente llegado al país de Dominicana y vocero directo de Mel Zelaya, planteó que había que ir contemplando el reeconocimiento de Pepe Lobo, para no ser responsabilizados por el gobierno ante la crisis económica y falta de recursos.

La discusión fue cortada y no se analizó.

Todo indica que el gobierno se juega a tratar de enamorar a la dirigencia liberal mientras golpea duro al movimiento popular y en especial su ala izquierda.

4. ¿Quién gobierna?

La escalada represiva en el gobierno de Pepe plantea el interrogante si es éste quién está gobernando y tomando las decisiones; el ala micheletista o los militares.

Descartamos que sean los militares como dirección política, aunque es evidente que debido al carácter más represivo del régimen surgido del Golpe de Estado, el rol de las Fuerzas Armadas y todos sus organismos legales o paramilitares juegan un rol determinante y de primera fila. Sin embargo, consideramos que no estamos ante una dictadura o un régimen militar tal cual fueron los de la década de los 70 y 80 en Latinoamérica. Las Fuerzas Armadas juegan su papel en el actual régimen pero no toman las decisiones.

El régimen surgido del Golpe de Estado tiene una serie de características muy inestables y que no terminan de asentarse.

Se trata de un régimen del conjunto de la burguesía y el imperialismo (con todas sus instituciones) que, para quitar un presidente burgués, tuvo que romper violenta y militarmente su propio orden democrático burgués, poniendo en precario todo el orden burgués vigente.

Su intento de “democratizarse” vía las elecciones de noviembre no logra legitimar y “normalizar” el régimen debido a la masiva Resistencia popular, que no fue más allá por la dirección burguesa del melismo.

Debido a lo anterior, todas las fuerzas burguesas, que tienen diferentes tácticas para hacerle frente a la crisis, se mantienen unidas debido fundamentalmente al rol del imperialismo norteamericano que es el gran árbitro entre esas facciones.

De tal manera que en los meses que van del gobierno de Pepe hemos visto cómo el imperialismo presiona para que se cumplan los acuerdos de San José y Tegucigalpa negociando permanentemente: reconocimiento de Mel como presidente constitucional tras asumir Pepe y su inmediata salida del país; amnistía y procesamiento de los militares involucrados en el golpe acompañados de sobreseimiento definitivo; retiro del general Romeo Vásquez como Jefe del Estado Mayor Conjunto y su nombramiento como gerente general de la estratégica Hondutel; retiro de Micheletti como presidente del Partido Liberal sin ningún tipo de deducción de responsabilidades; y sobre todo denuncias de corrupción y un manto de silencio e impunidad frente a la misma para mantener el botín de los golpistas.

En este ajedrez, que refleja las enormes dificultades de la burguesía para seguir gobernando como hasta ahora, cada facción burguesa tiene cuotas de poder y autonomía que buscan incrementar para convertirse en hegemónicas, sin que lo hayan logrado hasta ahora.

Por detrás de ellos los grandes empresarios y políticos (los Facussé, Ferrari, Callejas, Nazar y otros) apoyan a uno y a otro según los vaivenes de sus intereses y de la lucha de clases.

En este contexto, no podemos afirmar claramente que es la facción de Pepe Lobo en el poder quien impulsa la represión selectiva o si son los grupos de extrema derecha (vinculados a la derecha colombiana, venezolana y cubana) que actúan por su propia cuenta. Nos parece que en todo caso se trata de políticas que el gobierno de Pepe tolera y encubre, independientemente que de la orden o no, mientras se consolida y negocia cuotas de poder.

En la medida que la represión va dirigida contra la clase obrera y los sectores populares y de izquierda se mantiene en el marco de un acuerdo general de la burguesía en su búsqueda de recuperar la gobernabilidad, recuperar sus ganancias y desmovilizar la resistencia.

5. La situación no se ha cerrado. No todo está resuelto

Creemos que si bien hay una consolidación del régimen y una desmovilización de la resistencia con incremento de la represión selectiva hacia la clase obrera y el movimiento popular y la izquierda, la situación abierta con el golpe no se ha cerrado.

Las diferentes coyunturas que se van dando responden a la correlación de fuerzas y de alianzas de las clases enfrentadas, pero no podemos hablar de derrota todavía. Las contradicciones del frente burgués en medio de una profunda crisis económica lo vuelven inestable y lo obligan a derrotar a la clase y en particular a al resistencia.

Ésta, por su parte, con la profunda crisis en la dirección que no le garantiza ningún triunfo, aun mantiene su disposición de lucha (más débil que en los meses posteriores al golpe) y con la obligación de hacerle frente a la ofensiva represiva y económica del gobierno.

Esto genera sumas tensiones entre la dirigencia que por todos los medios busca mantener la unidad con el liberalismo melista y una base que exige movilización y posiciones más claras, pero que no rebasa a sus dirigentes.

En esta lucha hay dos sectores claramente identificados: el melismo liberal y la Coordinadora Nacional junto con otros dirigentes que buscan la independencia de la dirección liberal. Entre medio hay una amplia gama de grupos y corrientes populares y de izquierda oportunista que privilegian la unidad policlasista a la independencia de clase.

6. Nuestra política y orientaciones

En este contexto, el Comité Central considera que hay que hacer un ajuste a nuestra política para la coyuntura poniendo como eje los aspectos democráticos contra la escalada represiva, en primer lugar; entrelazados con los ejes económicos derivados del paquetazo.

Este debe ser el eje ordenador de toda nuestra política general y sectorial, buscando como siempre los más amplios acuerdos que apunten a la movilización. Para ello peleamos por la más amplia democracia e independencia del movimiento obrero y popular.

En esta pelea política debemos ser muy firmes políticamente pero amplios en el debate, para evitar caer en el oportunismo y el sectarismo. Por eso, cada equipo debe discutir muy detenidamente hacia quienes va a orientar su actividad política y la forma de hacerlo. No basta con ir a plantar bandera. Es necesario buscar la claridad política y la unidad de acción para movilizar.