Colombia

 

Erradicación de los cultivos de coca

La política de Simón el bobito

Por Álvaro Sierra
Revista Cambio,19/06/06

En 1995, había 51.000 hectáreas de coca sembradas en Colombia. Desde entonces, se han fumigado casi un millón de hectáreas (930.198, para ser exactos). Hoy hay 86.000. Lo cual significa que, a un costo promedio de 500 dólares por fumigar una hectárea, en estos diez años se han pagado 465 millones de dólares para que la superficie de coca cultivada en Colombia aumentara en 70 por ciento. Un negocio, sencillamente, digno de Simón el bobito.

Ernesto Samper, asediado por su visa, inició una política que ha convertido a nuestro país en el único del mundo que acepta asperjar con glifosato los cultivos de coca y amapola (ni en Afganistán aceptaron hacerlo). Bajo su gobierno se fumigaron algo más de 84 mil hectáreas, y el cultivo aumentó en casi 30 mil. Andrés Pastrana más que triplicó la tarea: hizo fumigar 263 mil hectáreas, y la coca pasó de de 102 mil hectáreas (1998) a 145 mil (2001). Al precio de asperjar más del doble, 583 mil hectáreas, Álvaro Uribe redujo el cultivo a las 86 mil hectáreas que un recién publicado estudio de Naciones Unidas afirma que hay en el país (el gobierno prefiere no mencionar otras mediciones, como la de la CIA, que sostiene que hay 144 mil hectáreas sembradas).

Año a año, la relación costo/beneficio viene bajando. Cada vez hay que fumigar más para lograr una reducción cada vez menor del cultivo. Hasta llegar a la perfección de 2005, el año de Simón el bobito, cuando se fumigaron casi 140 mil hectáreas y se erradicaron manualmente otras 30 mil para obtener el fantástico resultado de que la coca cultivada aumentara en 6 mil hectáreas frente a 2004.

Después de fumigar un millón de hectáreas, Colombia tiene hoy más coca que hace 10 años.

Ante semejante aritmética, ¿qué hacen los gobiernos de Colombia y Estados Unidos? Exactamente lo que se esperaría de gente con la inteligencia estratégica de los señores Uribe y Bush: redoblar la fumigación. El presidente Uribe fue a Washington y pidió dinero y aviones para ese fin. Su colega, Bush, se los concedió de inmediato. Por tanto, es de esperar que el año 2006 se fumiguen unas 250 mil hectáreas y, de pronto, hasta los parques nacionales. Para que, como resultado, nos queden, más o menos, las mismas hectáreas de hoy. O algunas más.

Pero hay algo aún peor. El estudio de Naciones Unidas 'descubrió' que la productividad de los campos colombianos de coca es mucho mayor de lo que se sospechaba. Se creía que una hectárea de coca sembrada producía, en promedio, 4,7 kilos de cocaína pura por hectárea. Error: se producen 7,7 kilogramos por hectárea.

Esto tiene dos agravantes. El primero es local: donde la productividad más elevada es en Meta–Guaviare, región que es un bastión de las FARC. Es decir, mirado en los desnudos términos de la economía –la única forma como puede entenderse el fantástico negocio del narcotráfico– esta guerrilla tiene todas las ventajas competitivas.

El otro agravante es que, gracias a estos niveles de productividad, la región andina (y la perspectiva y las cuentas regionales, no las colombianas, son las únicas aceptables para entender las dinámicas del negocio) sigue hoy, después de diez años de política antidrogas, con sus millonarias inversiones y esfuerzos represivos, entregando al mercado mundial casi la misma cantidad de cocaína pura que hace una década. En 1996, año pico, se produjeron 950 toneladas métricas de cocaína. El año pasado, 910. Colombia fabricó 640 toneladas. Lo cual, pese a decomisos, extradiciones, interceptaciones y demás técnicas represivas da para abastecer casi tres veces lo que las narices estadounidenses demandan en un año.

Solo Simón el bobito seguiría con una política que produce semejantes resultados.

“Lo enviaron por agua, y él fue volandito

“Llevando el cedazo para echarla en él

“Así que la traiga el buen Simoncito

“Seguirá su historia pintoresca y fiel.”

¿Aplica?