Colombia

 

FARC versus ELN

Semanario Brecha, Montevideo, 09/02/07
Enviado por Correspondencia de Prensa, 11/02/07

Las fotografías lucen envejecidas. El blanco y el negro han ido variando a un gris empantanado. Las barbas tupidas y sin canas de los personajes hablan de que fueron tomadas en un momento lejano, por más que el tiempo de la montaña corre más lento que el de la ciudad. Sin embargo, el mayor anacronismo de esas instantáneas de los años de la Coordinadora Guerrillera parecen ser las pancartas que proclaman la unidad entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Las dos principales revistas colombianas de actualidad, Semana y Cambio publicaron en sus ediciones de la semana pasada extensos informes especiales sobre una guerra silenciosa que estaría enfrentando a las FARC contra el ELN. (Redacción de Correspondencia de Prensa: incluimos a continuación de la nota de Brecha, las crónicas integras aparecidas en las revistas colombianas)

Las versiones son incompletas y a veces contradictorias. La procedencia oficial de algunas de las fuentes vuelve potencialmente desmentibles ciertos detalles, pero circulan con insistencia. Según Semana, el vicepresidente de la república, Francisco Santos, denunció que las FARC estarían dispuestas a terminar con el ELN y aseguró que "van más de 500 muertos" en esta disputa. La publicación señala que los organismos de inteligencia son más conservadores y hablan, en un informe confidencial, de 150 muertos de las FARC y 30 del ELN.

La portada de Cambio titula "Muerte al ELN" resumiendo una situación en la que, según asegura en las páginas interiores, las FARC "buscan aniquilar los reductos del ELN" con el objetivo de "consolidar su poder en zonas petroleras y controlar corredores estratégicos para el negocio del narcotráfico".

Ambas revistas detallan diversos episodios de traiciones mutuas en los que mandos medios de ambos grupos habrán caído en emboscadas tendidas por el otro bando. Pero cuando se trata de un análisis de fondo que explique el enfrentamiento, parece primar la tesis oficial de la incidencia del narcotráfico. Semana, por ejemplo, sitúa los orígenes del problema en 2002, cuando las fumigaciones de los cultivos de coca en zonas dominadas por las FARC habrían desplazado a esta fuerza hacia territorios que tradicionalmente se consideraban como área de influencia del ELN: "En ese entonces el ELN, por convicciones revolucionarias, no aprobaba financiarse con dichos cultivos", relata Semana en la nota de portada del viernes pasado, por lo que "hubo varios roces armados y diversas reuniones para intentar frenar el baño de sangre".

En 2005 el alto el fuego habría llegado de la mano de la decisión del ELN de "hundirse hasta el cuello en la economía de la coca" debido a la crisis de financiamiento que estaba atravesando. Esta tregua duró sólo un instante, ya que al poco tiempo "las dos guerrillas competían ferozmente" por controlar las tierras cultivables y las rutas de transporte.


Farc contra ELN: Las dos principales guerrillas están en una guerra a muerte por todo el país

¿Por qué se están matando?

Revista Semana, 03/02/07

Hace 40 años, 'Tirofijo' y Fabio Vásquez fundaron las Farc y el ELN con un claro ideal revolucionario: derrocar el Estado colombiano. Manuel Marulanda era un joven de 34 años cuando en las montañas del sur del Tolima decidió crear un grupo guerrillero de 140 hombres que sería la semilla del más poderoso ejército revolucionario del país. Al mismo tiempo, en Santander, en el otro lado de la cordillera, Gabino –de 14 años– se convertía en el guerrillero más joven que empuñaba un fusil en las filas del recién fundado ELN. Hoy, en el ocaso de sus vidas, estos dos legendarios guerrilleros, que podrían haberse unido para tomarse el poder, terminaron en una cruenta guerra por dinero y territorio. Irónicamente, las mismas armas que un día se alzaron desde las Farc y ELN con el fin de cambiar el país, hoy se levantan para matarse entre sí.

Hasta ahora los colombianos sólo conocen la guerra entre enemigos declarados. Militares y policías contra guerrilleros. Paramilitares contra insurgentes. Militares contra paramilitares. Lo que es difícil de imaginar es una batalla entre ejércitos que parecían hacer parte del mismo bando. Esta guerra de guerrillas es tan cruel como silenciosa. Sus muertos no salen en la prensa, sus vejámenes no son denunciados por las organizaciones de derechos humanos y sus victorias militares sólo se celebran en lo profundo de la selva. Lo que empezó como escaramuzas entre mandos medios, se ha convertido en una ofensiva por todo el país, comandada por los más curtidos y sanguinarios jefes de cada guerrilla.

'Grannobles', el temido hermano del 'Mono Jojoy', comanda las tropas del oriente con la orden de aniquilar al ELN en Arauca y Casanare. En el suroccidente, región bajo la influencia de Alfonso Cano, los combates contra el ELN han dejado cerca de 200 muertos en los últimos tres meses. En el Catatumbo, el fuego cruzado entre ambos grupos ya llegó hasta suelo venezolano. Y hay traslado de combatientes hacia las selvas de Chocó, donde las autoridades vislumbran más enfrentamientos. A tal punto ha llegado la rivalidad, que el propio 'Tirofijo' dijo en el mensaje de fin de año a sus tropas que "el ELN mantiene la misma concepción política de los partidos tradicionales, con el agravante de que mantiene diálogos con el gobierno en medio de semejante crisis de gobernabilidad y guerra contra el pueblo, lo que no permite acuerdos de unidad de acción, mucho menos como aliados estratégicos en la lucha contra el sistema. Si sus mandos depuran su organización enemiga, la situación puede que mejore a largo plazo". Los sangrientos episodios de esta historia podría servir de guión para una película de gángsters. Pactos que se traicionan, fusilamientos públicos, alianzas con la mafia y una desaforada codicia por el botín de esta guerra: la coca. En el trasfondo, sin embargo, está en juego un quiebre muy importante en los escenarios militar y político del conflicto colombiano.

Hace 43 años Manuel Marulanda Vélez, alias ‘Tirofijo’, y Nicolás Rodríguez alias ‘Gabino’ eran dos jóvenes revolucionarios que pretendían por la vía de las armas cambiar el Estado. ‘Tirofijo’ fundó las Farc y ‘Gabino’, con tan sólo 14 años de edad ingresó al naciente ELN. A comienzos de los años 90 los dos grupos guerrilleros se unieron en la Coordinadora Guerrillera. En una época en la que Farc y ELN eran amigos. Hoy los dos grupos son enemigos mortales y se enfrentan por todo el país

La guerra entre las Farc y el ELN ha dejado un número indeterminado de muertos en cada bando. Algunos estiman en el último que la cifra puede pasar de 500 subversivos muertos en esta guerra entre guerrillas. La orden de aniquilar al ELN provino del propio ‘Tirofijo’, quien en diciembre pasado les ordenó a sus hombres borrar del mapa a los elenos

La mala hierba

Las alarmas sobre la intensidad de este enfrentamiento se encendieron el 18 de enero pasado, cuando se rumoró con insistencia que el ex congresista Luis Eladio Pérez, secuestrado por las Farc en junio de 2001, había recobrado la libertad en el sur del país. La información que corría de boca en boca era que en medio de los combates entre las dos guerrillas, Pérez había logrado escapar de sus captores. Otras versiones decían que había quedado en poder del ELN y que éste se disponía a entregarlo a su familia como un gesto humanitario. Todo resultó ser falso. Pero quedó en evidencia que la guerra de las guerrillas estaba en su momento más cruento. En Nariño se produjo un desplazamiento masivo a causa de esta conflagración armada. El vicepresidente de la República, Francisco Santos, denunció que las Farc querían acabar al ELN y aseguró que "van más de 500 muertos". Los organismos de inteligencia son más conservadores y hablan en un informe confidencial de "150 de las Farc y 30 del ELN". Un alto oficial de la Policía de Cauca le dijo a SEMANA que "todos los días hay que recoger muertos que dejan tendidos en los caminos".

La situación se empezó a agudizar entre los dos grupos desde hace cuatro años cuando, a raíz de la fumigaciones de los cultivos de coca en Caquetá y Putumayo, y de las operaciones del Plan Patriota, las Farc se desplazaron en masa hacia Nariño y Cauca e inundaron de coca la región. En ese entonces, el ELN, por convicciones revolucionarias, no aprobaba financiarse con dichos cultivos. Hubo varios roces armados y diversas reuniones para intentar frenar el baño de sangre. En 2005, se logró un acuerdo de no agresión, cuando el ELN, asfixiado económicamente, decidió hundirse hasta el cuello en la economía de la coca. Sus frentes empezaron a cobrarles cuotas a los campesinos cocaleros, a regular los precios y a hacer negocios con los intermediarios de la mafia. Las dos guerrillas competían ferozmente por controlar las zonas más cultivadas, las rutas de transporte de coca y a la población. La relación era tensa en el Valle, en Cauca y, por supuesto, en Nariño, tanto en la frontera con Ecuador como en la costa Pacífica.

La fricción permanente era insostenible. Hasta que el primero de diciembre del año pasado, 'Ramírez', jefe del Octavo Frente de las Farc, y 'Óscar', comandante de uno de los frentes del sur del ELN, se reunieron en lo más recóndito de las selvas de Cauca. La reunión, que debía servir para distensionar el ambiente entre ambos, al parecer terminó en traición. Según denuncia del propio Secretariado de las Farc, después de una larga conversación, los dos hombres se despidieron y acordaron volver a reunirse cuando pasaran los operativos del Ejército sobre la zona. Pero cuando 'Ramírez' se retiraba con sus hombres, habría sido asesinado por hombres del ELN que le tendieron una emboscada. La muerte de este jefe guerrillero es un episodio muy confuso. Campesinos de la región aseguran que efectivamente fueron los 'elenos' quienes le tendieron una celada. Sin embargo, la Tercera Brigada del Ejército reportó que este había sido dado de baja en combate por sus tropas, en medio de intensas operaciones militares.

Las Farc consideran sospechoso que en esa ocasión "no se presentaron enfrentamientos entre el ELN y el Ejército y que éste no los persiguiera". Incluso acusan a sus rivales del ELN de tener un acuerdo con el gobierno y con la mafia para destruirlos a ellos. Independientemente de las dudas que hay alrededor de la muerte de 'Ramírez', este episodio fue el detonante para desatar una verdadera batalla campal entre los dos grupos guerrilleros.

La venganza de las Farc no se hizo esperar. A finales de diciembre emboscaron a un grupo del ELN en la región del río Mira, Nariño, y mataron a cuatro guerrilleros, incluido 'José Luis', uno de los más respetados jefes de ese grupo. "Los cogieron a mansalva porque había un acuerdo de no agresión", dice un guerrillero del ELN en una comunicación radial interceptada por los organismos de seguridad. "Iban a solucionar el problema de Cauca (la muerte de 'Ramírez') pero, como siempre, nos atacaron de manera traicionera, por la espalda... se trenzó un combate que duró casi una hora", continúa el informe.

Los reclamos mutuos no paran allí. En cada enfrentamiento se presentan saqueos de armas y dinero. En conversaciones interceptadas a las Farc durante la primera semana de enero, un guerrillero se queja ante su jefe inmediato. Dice que: "los elenos nos capturaron a tres que traían un encargo... una metra. Los tienen amarrados y dicen que no los entregan". A lo que el jefe responde sin titubear: "vamos a ver cómo es la vaina. Todos pendientes. Eleno que miremos por ahí, hay que cascarle".

Lo más grave es que se está afectando la población civil. El ELN, que había accedido a levantar las minas en la región de Samaniego, Nariño, ahora ha vuelto a sembrar la zona con explosivos, para defenderse de las Farc. Los enfrentamientos ya ocasionaron el desplazamiento de 280 campesinos, y la cifra tiende a crecer. Según Harold Montúfar, alcalde de ese municipio nariñense, "cerca de 1.500 personas les dejarán las veredas vacías para que sigan matándose entre ellos. Hoy parecen pueblos fantasmas, pues no volvieron los profesores ni los funcionarios de salud, y el desabastecimiento es enorme". Los pobladores han denunciado que el ELN no deja ingresar comida a las zonas donde hay presencia de sus nuevos enemigos.

Las Farc acusaron públicamente al ELN de haberse aliado con el capo de la droga Wílber Varela, que tiene a su servicio los grupos de pistoleros 'Los rastrojos' y 'Águilas negras', ambos bandas sanguinarias que se dedican al narcotráfico en esa misma región. Un alto dirigente del ELN negó a SEMANA que hubiese alianza con la mafia, pero admitió que comparten territorio con varios de estos grupos emergentes, con los que conviven pacíficamente. "No podemos darnos bala con todo el mundo", dijo.

Todos estos ingredientes reunidos están convirtiendo a Nariño y Cauca en un peligroso polvorín. "Que se maten entre ellos" o "en ese enfrentamiento no hay bala perdida", piensa mucha gente. Pero el asunto no es tan fácil. En la guerra de guerrillas la población civil siempre es el centro de gravedad. Y la que lleva la peor parte.

Rencor, viejo rencor

Las hostilidades entre las dos guerrillas que se viven en el sur del país no son las primeras que han tenido las Farc y el ELN. Durante todo 2006, Arauca fue testigo de una estratagema similar, y en Antioquia una confrontación peor en 2005 tuvo un insólito desenlace.

Arauca fue durante muchos años un territorio controlado por el ELN, que tenía capturadas las alcaldías y la gobernación; recibía ingresos millonarios por extorsiones y secuestros a las compañías petroleras y ostentaba uno de los frentes guerrilleros más poderosos y mejor armados del país, el Domingo Laín. Hasta cuando llegaron las Farc a disputarles las jugosas rentas de las regalías. Hubo tensiones, muertos y amenazas durante mucho tiempo. A los pocos años, el gobierno intervino en Arauca y desbarató las redes de políticos que estaban al servicio de los insurgentes. Sin las regalías en la mochila, las guerrillas se volcaron al control de las rutas por donde sale la coca para Venezuela.

El capítulo más feroz de esta larga historia se vivió el año pasado, cuando un mando medio del ELN, 'la Ñeca', sacó su pistola y asesinó a sangre fría a un veterano jefe de las Farc, conocido como 'Che'. El hecho ocurrió cuando, en medio de algunos tragos, trataban de limar asperezas. Lo que siguió después fue una pugna violenta donde hubo emboscadas, incendios a casas, amenazas a líderes de organizaciones sociales aliadas de un bando o de otro, e incluso un concejal de Arauquita fue asesinado por cuenta de esta lucha. Las Farc no lograron aniquilar al ELN como lo había ordenado 'Grannobles'. Pero lograron el control sobre la ribera del río Cravo, la ruta más importante para transportar insumos y cocaína. Las Farc querían quedarse solos en la región y controlar totalmente la frontera con Venezuela, pero no lo lograron. El ELN tiene en Arauca una de sus retaguardias históricas y pudo resistir la arremetida de las Farc.

Hace pocas semanas, 'Grannobles' les transmitió a sus hombres la orden que recibió del Secretariado de las Farc: "Lo importante es resguardarse para que no les den golpes, y golpearlos donde puedan... tanto a los de las tres letras (ELN) como a los otros (Ejército)". Un mensaje sin lugar a equívocos. Para la cúpula de las Farc, el ELN se ha convertido en un enemigo, y como a tal lo combatirán.

El otro antecedente de esta guerra ocurrió en el oriente antioqueño. Todo comenzó en 1999 cuando, según versiones de las Farc, el ELN se quedó con el dinero de un secuestro que habían hecho de manera conjunta. A pesar de múltiples reclamos, al parecer el dinero se quedó en las arcas elenas. Un tiempo después ocurrió otro episodio propio de una tragicomedia. En uno de los muchos secuestros masivos que realizó el ELN en la carretera Medellín–Bogotá en esa época, cayó un importante guerrillero de las Farc que iba vestido de civil. A pesar de que el hombre dijo mil veces que era de la otra organización, y de que las propias Farc intercedieron para su liberación, el ELN no quiso devolverlo hasta que no pagaran por él.

Incidentes de este tipo desataron una guerra sin cuartel en la que las Farc no escatimaron en combates, masacres ni muertes selectivas de importantes líderes. La situación era especialmente grave para el ELN porque el Frente Carlos Alirio Buitrago, que operaba en Antioquia, era el que más secuestros realizaba y aportaba la mayor financiación para el Comando Central de esa organización. Esa guerra, finalmente, la ganaron las Farc.

El ELN, que había estado en el oriente de Antioquia por más de 20 años, tuvo que salir de allí y desplazarse hacia el Eje Cafetero. Lo que no sabían es que allá los estaba esperando 'Karina', una especie de Nikita de las Farc, que los persiguió sin piedad. Finalmente tuvieron que replegarse en el norte del Tolima. El golpe final a este frente se lo dio la Policía cuando capturó a 'Byron', su principal jefe, hoy detenido en Itagüí, y quien asegura con amargura que las Farc "son un ejército de ocupación".

Otro dirigente del ELN detenido en esa prisión describe a sus más recientes enemigos como unos totalitarios que "donde somos fuertes nos piden apoyo. Donde somos iguales nos piden que coordinemos, y cuando nos ven débiles, nos atacan".

¿Qué es lo diferente en este nuevo capítulo de guerra intestina entre insurgentes?

Por un lado, todo apunta a que la guerra va para largo en todo el país. En Chocó los organismos de inteligencia han reportado un inusual incremento de hombres y armas de ambos grupos, y el traslado hacia allí de 'Timoleón', uno de los más aguerridos comandantes del ELN, quien además es un enemigo acérrimo de las Farc, desde que éstas atacaron su campamento el año pasado y casi lo matan de un tiro en la cabeza.

En Norte de Santander se puede repetir una situación similar a la de Nariño por la cantidad de cultivos de coca que hay allí y la cercanía con la frontera venezolana. Por último, las autoridades prevén que en Bolívar, una zona donde las dos guerrillas han actuado conjuntamente y en armonía, se acabe la luna de miel. En manos de los organismos de inteligencia hay evidencia de que 'Martín Caballero', el hombre fuerte de las Farc en los Montes de María, está recopilando información sobre posibles blancos de combate de los 'elenos'.

Pero lo más revelador es que estos roces de mandos medios ya no son locales. Ahora el Secretariado de las Farc ubica al ELN como parte del bando enemigo. Y no le perdona que mantenga diálogos con el gobierno de Álvaro Uribe. Paradójicamente, esta guerra de guerrillas se puede convertir en un catalizador para la negociación. El ELN, con sus 3.000 hombres y las finanzas debilitadas no puede sostener una confrontación en varios frentes, y se verá obligado a ponerle el acelerador al proceso. Esta semana el gobierno aceptó al nuevo vocero de esa organización, Pablo Beltrán, a quien los analistas ven como el verdadero estratega de la negociación. La encrucijada del ELN es grande. No puede seguir en la guerra sin el apoyo de las Farc, y no puede salirse de ella si las Farc optan por atacarlos una vez desarmados. De todas manera, mientras los diálogos sigan avanzando, la guerra está declarada."De aquí hasta que el ELN se desmovilice es difícil que esta confrontación disminuya", dice Antonio Navarro, secretario general del Polo Democrático.

Cuesta abajo

Los increíbles sucesos aquí relatados revelan un quiebre importante en el conflicto. En primer lugar, una degradación profunda de las estructuras guerrilleras, que como nunca parecen haber perdido su norte y su esencia política. Su guerra interna está más motivada por la codicia y el desagravio que por diferencias ideológicas o políticas de fondo. El final más deseable de esta historia es que el ELN se decida por fin a integrarse a la vida civil. De lo contrario, su ingreso al mundo del narcotráfico, que ya parece estar consumado, podría corroerlo con mucha más facilidad que a sus contrincantes. El ELN tiene menos disciplina interna y unidad de mando, y en una alianza con la mafia su fragmentación militar sería inminente. Con un ELN fuera de la guerra, las Farc sin duda coparían los territorios de sus otrora aliados. Pero, paradójicamente, todo el esfuerzo del gobierno se concentraría en ellas. Y ese es el mejor escenario para las Fuerzas Armadas. En todo caso, este es un epílogo decadente para dos guerrilleros legendarios que, cuando se alzaron en armas irradiaban la llama revolucionaria y hoy sólo encarnan el lado más oscuro del ser humano: la barbarie de la guerra.


Exterminio al ELN

Revista Cambio, Bogotá, 03/02/07

En vísperas de la navidad de 2006, monseñor Carlos Germán Mesa Ruiz, obispo de Arauca, llegó con báculo y ornamentos a un paraje del pie de monte llanero para cumplir una cita con los jefes del bloque nororiental del Eln. Antes de sentarse a la mesa dispuesta para la reunión, el prelado se puso su estola, inició una oración por la paz y clamó para que cesara la sangrienta ofensiva que este grupo guerrillero libra contra las Farc desde hace ya 10 meses.

Los sacerdotes Teodoro González Bustacara y Deyson Mariño, párrocos de Arauca y del corregimiento Panamá de Arauquita, lo asistieron con las lecturas en medio del silencio de sus interlocutores. Cuando concluyó la breve ceremonia, los miembros de la comisión del Eln anunciaron que presentarían algunas propuestas para propiciar un acercamiento con las Farc, pero antes lanzaron una proclama en la que acusaron a sus adversarios de haber asumido una actitud prepotente e ideado "una concepción hegemónica, que los hace creer dueños únicos de la lucha revolucionaria en Colombia".

"En todo caso, hablamos más de Marx que de Cristo", le dijo a CAMBIO monseñor Mesa, quien explicó que esa fue una de las cinco reuniones realizadas desde agosto del año pasado por una comisión de diálogo pastoral de la Iglesia con representantes del Eln, empeñado en defender a sangre y fuego un territorio donde se hizo fuerte en épocas del boom petrolero y en enfrentar la ofensiva militar de las Farc para aniquilarlos. Se trata de una guerra a muerte que aunque ha pasado desapercibida para la mayoría de los colombianos, ha dejado ya cerca de 300 muertos y ha tenido graves consecuencias para la población civil, como lo confirman organismos de derechos humanos.

Durante este mismo lapso, otra comisión de la Iglesia encabezada por el padre Darío Echeverri, secretario de la Conferencia Episcopal y miembro de la Comisión Facilitadora que promueve un acuerdo humanitario con las Farc, gestionó contactos con este grupo subversivo en busca de mitigar el impacto de la confrontación con el Eln no sólo en Arauca, sino también en Cauca y Nariño.

La comisión ha buscado el apoyo de conocidos dirigentes sociales y de izquierda, como Carlos Lozano, director del periódico Voz, pero el acceso a las áreas de influencia de Grannobles, hermano menor del Mono Jojoy y cabeza del Bloque Oriental –frentes 10 y 45 y una columna móvil–, no ha sido fácil dada la radical postura de las Farc. Hasta ahora sólo ha sido posible un encuentro en el que sin lecturas bíblicas previas ni ceremonias religiosas, los comisionados de buenos oficios escucharon la versión que dieron jefes de las Farc sobre el florero de Llorente que, dicen, los empujó a la guerra.

Las Farc sostienen que en marzo de 2006, un guerrillero del Eln conocido como La Ñeca, responsable del trabajo de masas en Arauca, manchó con sangre el propósito de una visita de emisarios de las Farc encabezados por El Che, que ese día fue asesinado. Tras estos hechos, el bloque nororiental del Eln se negó a entregar a las Farc el cadáver, ni permitió que su viuda lo viera y tampoco quiso entregar a La Ñeca para hacerle un juicio.

De acuerdo con la misma versión, pese a que el Eln se comprometió a castigar al homicida, contactos de las Farc lo vieron primero en Venezuela y luego en Bucaramanga, donde se movía con plena libertad y por eso decidieron "ajusticiarlo". Pero el Eln dice que esa muerte fue un error de los comprometidos, que optaron por ventilar diferencias mientras se tomaban unos tragos.

Entre dos fuegos

Independientemente de cuál sea la verdad de las muertes de El Che de las Farc y La Ñeca del Eln, la realidad es que el enfrentamiento Farc–Eln va más allá y está relacionado con control territorial, uso de corredores estratégicos para el narcotráfico y la proximidad de la campaña para la elección de gobernadores y alcaldes.

Según cálculos de los dos bandos y verificaciones hechas por la Defensoría del Pueblo y organismos de derechos humanos, la cifra de muertos de esta guerra que libran en Arauca, Cauca y Nariño, llegaba el pasado 31 de diciembre a 280. Sin embargo, fiscales que llevan procesos de derechos humanos advierten que puede haber un subregistro alto, porque es común que las guerrillas oculten el número de sus muertos.

Por su parte, funcionarios de la estructura de apoyo judicial que funciona en la XVIII Brigada del Ejército aseguran que ese subregistro podría explicar el reciente hallazgo de fosas comunes en zonas rurales de Arauquita. "Hace una semana, por ejemplo, encontramos una fosa en la finca Dios Verá, de San José de Arauquita –le dijo a CAMBIO un fiscal–. Contenía los cuerpos de tres hombres vestidos con uniformes y arneses de campaña, tenían brazaletes o algún otro distintivo, pero mostraban las características de un clásico ajusticiamiento".

En Arauca hay mucha preocupación por la guerra que libran Farc y Eln, pues cada grupo tiene entre sus objetivos militares a profesores, líderes campesinos, presidentes de juntas de acción comunal e incluso representantes de ONG. Germán Samudio Puerto, procurador regional de Arauca, dice que el "pistoleo y el sicariato" son frecuentes y dolorosas expresiones de asesinatos selectivos, que van aparejados con amenazas de docentes y desarraigos de campesinos, y se lamenta por la indeferencia de las autoridades  "Puedo dar fe de la indolencia con la que altos servidores públicos miran el problema –le dijo a CAMBIO–. Durante un Consejo de Seguimiento Electoral, realizado por los días en que se iniciaba esta guerra, le oí decir a uno de ellos que había que dejar que los grupos se mataran. Como si fuera fácil aislar del conflicto a los civiles indefensos...".

Según Giomara Gómez, del programa de Acción Social de la Presidencia de la República, durante el segundo semestre de 2006, el desplazamiento por esta causa creció 80%, fenómeno que confirma Alicia Castillo, vocera de las mujeres desplazadas y quien explica que las cifras empezaron a crecer desde agosto del año pasado, cuando las Farc recorrieron varias veredas de Tame y Fortul anunciando un reclutamiento masivo de niños mayores de 10 años, como parte de la represalia contra milicianos del Eln. "Lo que hicieron algunos padres fue enviar a sus hijos a las cabeceras municipales en busca de amparo", le dijo a CAMBIO un funcionario del Instituto de Bienestar Familiar.

Por su parte, Pedro Julio Quintero Quintero, representante de Arauca ante la Asociación Nacional de Desplazados, anuncia para el 15 de febrero una marcha de 4.000 personas para protestar porque, según él, la Gobernación ha calificado a los desplazados como guerrilleros y porque la única ayuda tangible que han recibido en materia de capacitación laboral han sido cursos para la fabricación de muñecas de trapo, sin ninguna posibilidad de comercialización.

Llegan cartas

Monseñor Mesa y los padres González y Mariño tienen en sus manos cartas y declaraciones de las Farc y el Eln en las que se hacen acusaciones mutuas de "crímenes de guerra" y de asesinatos de miembros de comunidades que les daban soporte social.

Según el frente Domingo Laín, históricamente el más poderoso del Eln y hasta hace poco el mejor armado en Arauca, el frente 45 de las Farc masacró el 28 de octubre del año pasado a una comisión de 15 milicianos del frente nororiental en la región del alto San Joaquín, y tres días después reunió a los indígenas de Alto San Miguel y amenazó con someterlos a juicios sumarios como colaboradores del Eln. "¿Hasta dónde llega el atropello contra los indígenas incluyéndolos en el conflicto?", pregunta el frente del Eln en una las cartas. El 29 de diciembre hubo otra masacre contra sus milicianos en una zona rural de Betoyes.

En otras cartas, las Farc contraatacaron y acusaron al Eln de estar asesinando sin fórmula de juicio a civiles inermes en las regiones de Delicias, Mordisco y Alto Caranal, denuncia a la cual los emisarios del Eln respondieron en la reunión de diciembre con monseñor Mesa, diciendo que los "civiles inermes" que mencionaban las Farc eran, en realidad, milicianos que robaban, chantajeaban y secuestraban en la carretera Saravena–Tame. "Todas nuestras acciones militares se explican dentro de la apelación a la legítima defensa", dijeron los guerrilleros del Eln.

Monseñor Mesa dice que la posibilidad de un arreglo que ponga fin al enfrentamiento entre los dos grupos subversivos y detenga lo que considera una "tragedia humanitaria", depende en buena medida de que las Farc envíen a una mesa de diálogo o de amigables componedores a personas con capacidad de decisión. "Los mandos medios viven plegados a un discurso radical y sectario que no incluye la palabra concesión", asegura el obispo.

Los jefes del Eln hablan de una "solución sin sometimiento" que comprometa a las partes a respetar la integridad física y moral de la población civil y a responder por los daños y perjuicios económicos causados. Y además se declaran dispuestos a aceptar la presencia de testigos de la comunidad internacional que garanticen los acuerdos. Sin embargo,  Grannobles, de las Farc, ha dicho a los comisionados que no habrá acuerdos posibles mientras el Eln busque apoyo de paramilitares y acepte la "infiltración del Ejército en sus filas" con el propósito de conservar dominio e influencia en zonas donde sus cuadros han sido aniquilados.

Por lo pronto, las posibilidades de solución parecen difusas y los contrincantes no ahorran esfuerzos para estigmatizar inclusive a muertos y organizaciones sociales. Por ejemplo, las Farc difundieron la especie de que el presidente del Concejo de Arauquita, José Manuel Roa, asesinado en noviembre pasado, tenía nexos con un sector político del Eln llamado Asociación de Jóvenes Emprendedores Revolucionarios. Y le han puesto el mismo inri a la ONG Joel Sierra de derechos humanos, unas de las organizaciones que en Arauca han pagado una alta cuota de sacrificio.

El Eln ha hecho blanco de sus ataques a la Asociación de Campesinos de Arauca, a la que señala de ser un apéndice de las Farc y les ha puesto a sus miembros el rótulo de "objetivos militares". Y ante el asesinato de por lo menos cuatro presidentes de juntas de acción comunal, algunas de esas juntas, lo mismo que pequeñas cooperativas de labriegos han tenido que disolverse para proteger la vida de sus afiliados.

Analistas consultados por CAMBIO  creen que la ofensiva de las Farc contra el Eln, que a comienzos de la década de los 90 fue su aliado dentro de la llamada coordinadora guerrillera Simón Bolívar, tiene, como única explicación posible, la intención de consolidarse en territorios que ofrecen nuevas y mayores perspectivas para la financiación de su aparato militar. En Arauca han encontrado nuevas reservas de petróleo y en Cauca y Nariño, contrario a lo que dice el discurso oficial, la erradicación de cultivos ilícitos está rezagada en el cumplimiento de sus metas.

No obstante el panorama descrito, el general José Rafael González Villamil, comandante de la XVIII Brigada del Ejército, ve la situación menos dramática. Según él, los frentes de los dos grupos guerrilleros –sobre todo el de las Farc– buscan mejores posiciones a lo largo de los 420 kilómetros de frontera con Venezuela y esa lucha por el territorio fronterizo es el único lunar en materia de orden público que se presenta en Arauca. Para probarlo apela a cifras y dice que el 31 de enero se cumplieron 636 días sin ningún atentado contra el oleoducto y más de 400 sin voladuras de torres de energía, cuando en el año más crítico que fue 2002, se presentaron 126 atentados contra el oleoducto y 60 contra las torres de energía. Y agrega: "El hecho de que durante 2006 hayan sido abatidos 56 guerrilleros, capturados 258 y se hayan desmovilizado 22, hacen que en Arauca se respire un nuevo clima".

Bipartidismo armado

No obstante la mirada positiva del Comandante de la XVIII Brigada del Ejército, el gobernador Julio César Acosta y monseñor Mesa coinciden en que el enfrentamiento entre las dos organizaciones guerrilleras acabó con el esquema bipartidista de repartición del poder, que empezó a ser disputado por aliados de esos grupos.

El gobernador Acosta, representante de Cambio Radical, lo explica así: "Aquí hubo un día en que el Eln se adueñó de la administración pública y del Partido Liberal, y las Farc le echaron mano al conservatismo, a la frontera agrícola y a la coca".

Para monseñor Mesa, los dos grupos son hoy como dos partidos que le exigen a la gente que se defina y no parecen dispuestos a admitir que haya neutrales. "El fenómeno ha cobrado tal magnitud, que incluso la Iglesia se ha visto afectada por esa polarización –reconoce el obispo–. Los propios grupos dicen que hay sacerdotes que los apoyan o que son más que simpatizantes, y yo, con franqueza, no estoy en condiciones de negarlo. Ese es otro factor que explica la urgencia del diálogo pastoral".

Por lo pronto no hay indicios de que alguno esté dispuesto a ceder: las Farc están empeñadas en su proyecto de expansión y el Eln, aunque debilitado militarmente, se resiste a perder el último de sus bastiones, que en los tiempos del cura Pérez fue el más poderoso.

Pero es un hecho que para consolidar su poder en zonas petroleras y controlar corredores estratégicos para el negocio del narcotráfico, las Farc buscan aniquilar los reductos del Eln no sólo en Arauca, sino en Cauca y Nariño. Y esta situación, de abierta desventaja militar para el Eln, permite preguntarse si al grupo no le convendría más acelerar el inicio de un proceso de paz formal del que puedan sacar ventajas políticas.

En Cauca y Nariño

Arauca no es el único escenario de la guerra Farc–Eln. En Cauca y Nariño la situación es similar y allí un hombre clave de las Farc, conocido como J.J o Jurga Jurga, ha sido encargado por el secretariado de sacar al Eln a sangre y fuego.

La ofensiva ha incluido ataques para derribar lo que alguna vez el cura Manuel Pérez, fundador de la organización, llamó "talanqueras morales de la organización" y por eso, y a sabiendas de que el Eln siempre ha negado cualquier relación con el narcotráfico, la semana pasada las Farc hicieron circular en sus zonas de influencia un comunicado según el cual ese grupo ha organizado retaguardias con el apoyo del cartel del norte del Valle con el fin de garantizar su supervivencia militar y económica.

Pero las acusaciones no paran ahí. Mientras J.J. mueve el aparato militar y selecciona blancos, una comisión de propaganda de las Farc también le atribuye al Eln alianzas con el Ejército y con bandas emergentes de paramilitares. Por eso la semana pasada, en una declaración que publicó en su página web, las Farc calificaron de curioso el hecho de que mientras resistían una ofensiva de las tropas de la III Brigada del ejército, el Eln hubiera asesinado a un comandante del frente 60.

En Cauca la población ha visto multiplicar los riesgos. Los habitantes del Eje, El Bordo, Argelia y Patía han sido testigos de la llegada de la columna Jacobo Arenas, una de las principales estructuras de las Farc, mientras que el Eln ha pedido refuerzos que han tenido dificultades para pasar la Cordillera Occidental.

La situación es de mucha tensión y por eso la Defensoría del Pueblo promovió la firma de un acuerdo humanitario en el que, en principio, representantes de los dos grupos se comprometían a respetar a la población civil.

Samaniego, en Nariño, es otra población en la mira de las Farc, no solo por razones estratégicas sino también simbólicas. Ese municipio se convirtió el año pasado en un laboratorio no declarado de paz, cuando el Eln se comprometió con las autoridades y con la gente a facilitar la limpieza de campos sembrados con minas antipersona.Ese desminado humanitario hoy hace parte hoy del patrimonio de una paz en construcción, según lo ha destacado en sus análisis el observatorio especializado en el tema que funciona en la Vicepresidencia de la República. Dar al traste con ese logro es entonces uno de los propósitos de las Farc, una guerrilla que se desboca en su política de tierra arrasada.

Las comisiones que intentan la mediación han fracasado, por ahora, a la hora de invocar un principio que las guerrillas de otros tiempos decían acatar: el de la ética de la guerra. Sin embargo, sus integrantes confían en que un futuro acuerdo entre los bandos pudiera también favorecer los propósitos de llevarlos a una mesa de diálogo productivo con el Gobierno.