Colombia

Cumbre en Santo Domingo - Se superó la crisis regional luego de un áspero debate

Uribe pidió disculpas y al final estrechó las manos
de Chávez, Correa y Ortega

Por José Ignacio Lladós
Enviado especial
La Nación, 08/03/08

Santo Domingo.– Un guión que pareció de telenovela venezolana convirtió en cuestión de minutos un conflicto de consecuencias impredecibles en una ceremonia de pacificación regional.

Después de siete horas de insólitas y permanentes acusaciones en una reunión televisada a todo el mundo, los presidentes de Ecuador, Rafael Correa, y de Colombia, Alvaro Uribe, dieron por superada la “gravísima crisis” que los enfrentó desde que Colombia invadió Ecuador, en la madrugada del sábado pasado, para asesinar al jefe guerrillero Raúl Reyes.

En la Cumbre del Grupo de Río, Uribe pidió disculpas por haber “violado la soberanía ecuatoriana”, descartó llevar al venezolano Hugo Chávez ante los tribunales de La Haya, y todos los presidentes presentes rubricaron un acta para que “estas situaciones no se repitan”. La cumbre, que apuntaba hacia un papelón internacional histórico, se convirtió, de pronto, en un éxito.

Cristina Kirchner colaboró con la misión tranquilizadora, pero no se erigió en una mediadora oficial, como pretendía el Gobierno.

Uribe y Correa se estrecharon la mano como símbolo de la distensión, aunque no se permitieron el más mínimo resquicio para una sonrisa. Acuerdo, sí. Amigos, no. Y es que durante las siete horas previas habían discutido a los gritos.

Hubo acusaciones de Correa a Uribe, de Uribe a Correa, de Daniel Ortega (Nicaragua) a Uribe, de Chávez a Uribe y de Uribe a Chávez. Además, opinaron sobre el conflicto Cristina Kirchner, Michelle Bachelet (Chile), Felipe Calderón (México), Leonel Fernández (República Dominicana), Alvaro Colom (Guatemala), Martín Torrijos (Panamá) y Evo Morales (Bolivia).

El canciller brasileño, Celso Amorim, trajo el mensaje "de paz" de la ausencia más llamativa de la reunión: Luiz Inacio Lula da Silva, afectado a una agenda tan diferente como inmodificable. Curiosamente, el tema de la cumbre era la situación energética. Quedará para otra ocasión.

En el palacio de la cancillería dominicana, Correa exigió a Uribe que pidiera disculpas "por haber ultrajado la soberanía" ecuatoriana. Un día antes lo había acusado de haber sido el promotor del paramilitarismo en Colombia. Dijo además que "el gobierno colombiano debió informar a Ecuador sobre el operativo contra las FARC".

Acusaciones cruzadas

Uribe lo desestimó. Le aclaró que, de haberlo puesto en autos, "la operación hubiera fracasado, porque Correa nunca colaboró en la lucha contra el terrorismo". Y señaló que desde 2004 hubo 40 ataques desde el territorio ecuatoriano.

Fue más lejos: "Tenemos información de que un ministro de Correa, Gustavo Larrea [de Seguridad], se reunió con los más altos jefes de las FARC y que dijo que lo hacía en nombre de Correa. Por eso no puedo aceptar que él diga que no tiene relación con las FARC. ¿Quién las tiene, si no?".

Correa pidió allí una especie de derecho a réplica. Se le concedió. "Cuidado, dominicanos, que si hay un guerrillero acá, Uribe viene y los bombardea", arrancó. Hubo risas de varios. No de Uribe, lógicamente.

"Tengo las manos limpias y sin sangre", respondió Correa. E inmediatamente acusó a Colombia: "Nosotros no podemos ser víctimas de un conflicto ajeno. Rechazo la infamia de que colaboro con las FARC. Nada, repito, nada justifica la violación de la soberanía", agregó.

Uribe abrió ahí la posibilidad de un acercamiento, pues se mostró abierto a pedir disculpas. "Reconozco que no se puede minimizar la violación del territorio ecuatoriano", dijo. Pero pidió equiparar tal concepto con el del "derecho a la seguridad del pueblo colombiano, que es permanentemente atacado por las FARC desde Ecuador".

Correa intercedió: "No caigamos en la trampa de Uribe. Su insolencia hace más daño que sus bombas asesinas. Acá el primer país que debe colaborar con Colombia es Colombia. Uribe, sepa cuidar su frontera. Si hay guerrilleros en Ecuador es porque salieron desde Colombia".

Era tal el clima de tensión en ese momento que tomó el micrófono el presidente de México, Felipe Calderón. Se ubicó, dentro del escenario político, en el espacio que el Gobierno pretendía para Cristina Kirchner.

"Aquí hay agravios personales que dañan y son obstáculos. Propongo que respaldemos el trabajo de la OEA", sugirió. Uribe estuvo de acuerdo con enviar a Ecuador una misión investigadora de la OEA.

Pareció que surgía un resquicio para la normalidad, pero no. No lo quiso el nicaragüense Daniel Ortega, otro de los presidentes en conflicto con Colombia: "Ambos reconocieron que pasó lo que pasó, así que no sirve mandar una comisión a investigar lo que ya está aclarado. El problema aquí es que lo que hizo Uribe fue terrorismo de Estado, como lo del Plan Cóndor. Ir a matar a alguien a otro país, eso es peligroso".

Habló inmediatamente Cristina Kirchner. Reclamó "no combatir la ilegalidad con más ilegalidad" y pidió "no tomar la doctrina de la unilateralidad", en una crítica que, si no lo buscaba, igual ligó a Colombia con los Estados Unidos. Uribe, luego, rechazó ambas acusaciones (ver aparte).

El fin del culebrón

La Presidenta también solicitó que no se descartara "el canje humanitario" de secuestrados políticos por guerrilleros detenidos. Pero Uribe lo descartó: "No lo podemos aceptar".

Faltaba Hugo Chávez, otro de los involucrados en el conflicto. Después de haber ordenado el despliegue de tropas en la frontera con Colombia, el líder bolivariano empezó con un mensaje esperanzador: "Estamos a tiempo de frenar esta vorágine. Nos hemos dicho cien cosas. ¿Vamos a seguir? ¿Es la paz o es la guerra?". Después miró fijo al presidente colombiano: "Te digo, Uribe, que arrogarse el derecho de violar la soberanía ajena puede conducirnos a la hecatombe".

No parecía haber salida para el conflicto, hasta que Uribe aceptó firmar en la declaración final un pedido de disculpas. También liberó a Chávez de una anunciada demanda en La Haya. "Entonces, como país, damos por superado este gravísimo conflicto", respondió Correa. Y así finalizó una cumbre con mucho de telenovela.

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Los presidentes rechazaron la "violación a
la integridad territorial de Ecuador"

La Nación, 08/03/08

Santo Domingo (AP).– En la declaración final, los presidentes rechazaron la "violación a la integridad territorial de Ecuador" y ratificaron el precepto de "no ocupación militar directa o indirecta, cualquiera que sea el motivo, aun de manera temporaria".

Expresaron además su "satisfacción" por las disculpas ofrecidas por el presidente Uribe y por su compromiso "de que estos hechos no se repetirán bajo ninguna circunstancia".

Reiteraron su "compromiso con la convivencia pacífica en la región" y el propósito de "combatir la amenaza a la seguridad de todos los Estados de organizaciones criminales".

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El escenario

Un final inesperado

La Nación, 08/03/08

Santo Domingo (De un enviado especial).– Se esperaba cierto grado de tensión. Las últimas declaraciones públicas de Rafael Correa, Alvaro Uribe y Hugo Chávez así lo anticipaban. Uno era un supuesto amigo de la guerrilla; otro, el creador del paramilitarismo; el tercero, un incitador a la guerra. Nadie, sin embargo, suponía que en la cancillería dominicana se vería semejante sucesión de agravios, gritos y acusaciones.

Había TV en directo, además. Y aquel “por qué no te callas” del rey Juan Carlos a Chávez permanecía fresquito. No había margen para otro show internacional. Sí había…

El primer indicio del papelón surgió con la foto “de la familia latinoamericana”. En ella faltó Uribe. Resulta que todos los presidentes lo esperaron durante casi una hora y, cuando decidieron bajar a tomarse la imagen sin el mandatario colombiano, Uribe apareció por una puerta lateral. "Un abrazo al pueblo de Ecuador", dijo, no más. Y se dirigió al centro de reuniones.

Gestos adustos, movimientos nerviosos y mucha tensión enmarcaron el encuentro. Todos buscaron en Correa, Uribe y Chávez alguna muestra de serenidad. No la hubo hasta que, tras siete horas de cruces dialécticos, se dieron la mano.

Empezó Correa. Apuntó con su índice derecho a Uribe, que respondió con ceño fruncido y una mueca de disgusto.

Después habló Uribe. Dijo que Correa tenía vínculos con las FARC. Correa puso cara como diciendo "mirá vos". Uribe lo vio y repitió la acusación.

El presidente colombiano señaló luego que las FARC atacaban su país desde Ecuador. Correa lanzó una sonrisa que, de tan irónica, fue captada por las cámaras. Y por Uribe, claro, que se la enrostró inmediatamente: "Ante su sonrisa, presidente, le digo que nosotros no tenemos nada que ocultar". Correa, a los gritos, señaló: "¡Qué difícil es creerle a Uribe!".

El tema Ecuador–FARC continuó. De hecho, durante un lapso bastante prolongado el presidente colombiano centralizó su discurso en el supuesto pacto del gobierno ecuatoriano con la guerrilla liderada por Manuel Marulanda. Dijo, por ejemplo, que traía consigo documentos que probaban que las FARC habían financiado la campaña presidencial de Correa.

"Tengo aquí los papeles, si quiere se los doy para que los analice. Tal vez me pasaron mal la información, o usted nunca se enteró", le dijo.

Pareció una ironía, y así lo tomó el mandatario de Ecuador, que trató de "infamia" y de "trampa" aquello que le estaba proponiendo Uribe. En la despedida, en cambio, Correa retomó el tema y se dio otro intercambio, algo más amable, con interrupciones incluidas, pero sin tanto nervio tensado.

–Le tomo el ofrecimiento. Se lo voy a dar a la oposición para que lo investigue –adelantó Correa.

–No, no, presidente, es para que lo tenga usted –interrumpió Uribe.

–No, yo se lo voy a dar a la oposición para que no queden dudas –insistió Correa.

Correa se levanta

Hubo más: como la exposición de Uribe se extendió por más de una hora, casi toda con acusaciones a Correa y a Ecuador, en un momento el mandatario ecuatoriano se aburrió, se levantó y desapareció de la reunión. O eso creyó Uribe, que suspendió su alegato.

"No sigo hasta que no vuelva Correa. Estuve una semana sin contestarle y ahora le quiero decir las cosas en la cara", explicó.

Lo invitaron a seguir igual. "Hable de otro tema hasta que vuelva", sugirió el anfitrión, Leonel Fernández. Que no.

Apareció la canciller ecuatoriana, María Isabel Salvador: "El presidente Correa se fue al baño. Ya viene". Uribe no le creyó demasiado: "Bueno, entonces esperemos". Y hubo que esperar, con mucho cotilleo en la sala y nervios a punto de estallar.

Los demás presidentes advirtieron que la situación se había desvirtuado y pretendieron interceder. Lo hizo primero el mexicano Felipe Calderón y más tarde las presidentas Cristina Kirchner y Michelle Bachelet. Pidieron ceñirse a datos precisos, sin adjetivaciones.

Pero no hubo caso. Correa ironizó con un posible bombardeo de Uribe a la República Dominicana y el intercambio se largó otra vez.

"Cinismo comunista"

"No venga con el cinismo comunista", interrumpió Uribe, que también pidió terminar con "el infantilismo latinoamericano de la Guerra Fría". El mensaje tenía dos destinatarios: Correa y Chávez, que lo habían acusado de ser "un títere" de los Estados Unidos y un mandatario que encarnaba "la derecha latinoamericana".

Varias horas después, el jefe de Estado colombiano pidió disculpas por la violación de la soberanía ecuatoriana y Correa dio por terminado el conflicto.

Se levantó todo el auditorio, llovieron los aplausos, casi la ovación, y Uribe recorrió todo el recinto hasta darles la mano a Correa, primero, y a Chávez, después. Con el mismo rostro duro y serio, los tres se saludaron. Sin abrazos. Con una muestra de cordialidad institucional que parecieron perder hasta quince minutos antes.

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Cristina Kirchner no logró imponerse como mediadora

La Nación, 08/03/08

Santo Domingo (De un enviado especial).– La presidenta Cristina Kirchner no tuvo el papel mediador que pretendía. Colaboró con un mensaje pacificador en la Cumbre del Grupo de Río, pero dejó en el mexicano Felipe Calderón el juego de moderador principal.

La mandataria argentina tuvo, además, un intercambio respetuoso pero duro con su par colombiano, Alvaro Uribe, quien rechazó algunas de las acusaciones que ella había formulado.

Cristina Kirchner se sumó desde el principio de su intervención al pedido de evitar adjetivos y acusaciones personales realizado minutos antes por Calderón. "Pido que la adjetivación no esconda la argumentación. Hagámoslo por respeto a nosotros mismos, pero también a las sociedades que representamos", señaló.

Reclamó a Uribe, a Correa y a Chávez "datos precisos" en lugar de interpretaciones, y luego ensayó sobre el comienzo de esta escalada entre colombianos y ecuatorianos, a los que durante la semana se les sumó el gobierno bolivariano.

"Las FARC están ahí desde hace 40 años. ¿Por qué aparece ahora esto que terminó con una violación territorial, algo inédito en la historia de la región? Porque empezó a discutirse el canje humanitario", analizó.

Sin posibilidades de canje

Reclamó, allí, que el gobierno de Colombia no destierre la posibilidad del intercambio de guerrilleros presos por rehenes de las FARC. Uribe se ocupó de rechazar el intento: "No hay ninguna posibilidad".

No fue su único cruce con el líder colombiano. La Presidenta también exigió "no caer en la doctrina de la unilateralidad".

Uribe respondió: "Yo tampoco estoy de acuerdo con la unilateralidad. En todo caso, me gustaría que todos se comprometieran con la lucha contra el terrorismo". La Presidenta no respondió.

Cristina Kirchner exhortó a Uribe, también, a que "no combata la ilegalidad con más ilegalidad. El terrorismo no se combate con la violación masiva de los derechos humanos. No sirve el ejercicio manu militari . Hay que enfrentar al terrorismo desde la institucionalidad".

Otra vez, el presidente de Colombia preparó unas palabras para desarticular el concepto de la mandataria argentina: "Nosotros no combatimos la ilegalidad con ilegalidad".

Agregó una sucesión de ejemplos sobre cómo ha trabajado Colombia en la causa contra la guerrilla. Aquí tampoco encontró nuevas intervenciones de la Presidenta.

Cristina Kirchner volvió a dirigirse a Uribe cuando le explicó que "Europa considera terroristas a los guerrilleros, y, sin embargo, Francia y Suiza tienen negociaciones de paz con las FARC". Más claro: le pidió que no eliminara las conversaciones con los grupos insurgentes y que pensara en la posibilidad de un canje humanitario. Desde la primera fila seguían atentamente su exposición Yolanda Pulecio, madre de la secuestrada Ingrid Betancourt, y la senadora colombiana Piedad Córdoba, militante de la causa del intercambio de rehenes por guerrilleros presos.

Discurso de género

La Presidenta, que se llevó a Buenos Aires una declaración de respaldo de la región hacia el reclamo de la soberanía en las islas Malvinas, concluyó su discurso con una especie de complejo de género: "Nos acusan a las mujeres de que se nos vuelan los pájaros o de histeria, pero ciertas escenas que vemos nos convierten en las personas más razonables del mundo". Se dirigía a Uribe, Correa y Chávez, que igual la aplaudieron como si los hubiese elogiado.

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La tensa cumbre

El Grupo de Río nació durante la Guerra Fría

La Nación, 08/03/08

Santo Domingo (AFP).– El Grupo de Río, que reúne a 20 países de América latina y el Caribe, es un mecanismo de diálogo y concertación política nacido en los años de la Guerra Fría para resolver problemas o conflictos que afectan a la región, y que ahora busca su reformulación.

Creado el 18 de diciembre de 1986 en Río de Janeiro por la Argentina, Brasil, Colombia, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela, el grupo se propuso respaldar y consolidar los procesos democráticos regionales tras sus exitosas gestiones diplomáticas por la paz en América Central.

Después de la era de dictaduras militares en América del Sur y guerras civiles en América Central, cuando la agenda latinoamericana era dominada por los esfuerzos de democratización, el foro se convirtió en un espacio de comunicación y contacto personal entre jefes de Estado y cancilleres.

Esta instancia contribuyó a fortalecer la presencia y capacidad de negociación latinoamericana ante la comunidad internacional, es el mecanismo político más representativo de América latina y el Caribe y principal interlocutor frente a otras zonas geográficas, como la Unión Europea (UE).

Integración

El grupo busca soluciones para problemas o conflictos que afectan a la región, así como impulsar los procesos de integración y cooperación en América latina.

El Grupo de Río está integrado por la Argentina, Belice, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Haití, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.

En su XX reunión cumbre, instalada ayer en Santo Domingo, República Dominicana, el grupo puso a prueba su efectividad para mediar en conflictos regionales, al servir de espacio para debatir sobre la crisis diplomática que enfrentó a Ecuador y Venezuela con Colombia, y que dio ayer lugar a un áspero intercambio de acusaciones.


Tras un duro cruce de acusaciones, Uribe se vio obligado a pedir disculpas a Correa

Titanes en la Cumbre después de la batalla

Por Martín Piqué
Desde Santo Domingo
Página 12, 08/03/08

Fue un debate inédito. Y productivo. La polémica entre los presidentes culminó con el triunfo de la presión latinoamericana contra la doctrina “antiterrorista” creada por Bush y defendida por Uribe, que tuvo que retroceder. Igual siguen las tensiones.

Las siete horas que duró el debate quedarán para siempre en la historia latinoamericana contemporánea. Lo que había comenzado con durísimas acusaciones entre el presidente de Ecuador, Rafael Correa, y su par colombiano Alvaro Uribe, terminó con un apretón de manos para las cámaras. Todo muy teatral. Para hacer posible el gesto, Uribe aceptó pedir disculpas por escrito y comprometerse a no violar la soberanía de ningún otro país. Esos dos puntos fueron incorporados a la declaración de jefes de Estado que se difundió al final. “Rechazamos esta violación a la integridad territorial de Ecuador y reafirmamos el principio de que el territorio de un Estado es inviolable y no puede ser objeto de ocupación militar ni de otras medidas de fuerza tomadas por otro Estado”, acordaron todos los países participantes en el punto 2 del documento.

El acercamiento tuvo su puesta en escena por pedido del mandatario dominicano, Leonel Fernández. Uribe caminó hacia donde estaba Correa. El ecuatoriano lo recibió con el semblante serio. Estiró la mano. Hubo aplausos. “Hoy Santo Domingo se ha convertido en la capital de la paz de Latinoamérica”, festejó el presidente de Honduras. “Los problemas siguen latentes”, advirtió Correa. “Yo no nací para la política. Esto tiene mucho de farsa”, había dicho Uribe.

La reconciliación sorprendió a la mayoría de los periodistas. En las horas que había durado el debate se habían escuchado palabras muy duras. Correa había tratado a Uribe de “mentiroso”, “insolente”, “portavoz de expresiones infames” y “promotor de calumnias y falacias”. El colombiano había acusado a Correa de colaborar con las Farc, basado en correos electrónicos hallados en las cuatro computadoras portátiles que le habrían encontrado a Raúl Reyes. También había dedicado a Correa frases insospechadas para un foro de este tipo. “Dejemos de lado ese infantilismo latinoamericano de la guerra fría. Cada vez que hay un problema lo imputan a Estados Unidos”, dijo Uribe citando al peruano Mario Vargas Llosa. “No me aplique el cinismo que tienen los nostálgicos del comunismo”, fue quizá el epíteto más comentado. Ese comentario irritó incluso a otros presidentes.

Pero el debate no se limitó a un mediático intercambio de descalificaciones. Detrás de la superficie de adjetivos se desnudó una discusión de fuerte contenido ideológico, como hace mucho tiempo no se escuchaba en estos foros. Correa cuestionó la violación de la soberanía territorial por parte de Colombia. Con documentos e imágenes, demostró que la incursión en su territorio había existido. “Me hago absolutamente responsable”, dijo Uribe. El colombiano también admitió que no había informado a Correa de la incursión del otro lado de la frontera. Dijo que no lo había hecho porque tenía sospechas de que el gobierno ecuatoriano habría advertido a los guerrilleros. “De haberle dicho al gobierno ecuatoriano habría fracasado el operativo”, cargó.

Uribe defendió sus posiciones ideológicas con un fervor que luego le fue reconocido por el propio Correa. A pesar de no coincidir con sus visiones, también en la delegación argentina admitieron que, aun “aislado”, había sostenido su defensa. Uribe aseguró que el principio de la seguridad de los pueblos debía equipararse con el de la intangibilidad de la soberanía. Exhortó a los países de América latina a considerar “terroristas” a los miembros de las Farc, una definición a la que se niegan Brasil, Argentina, Chile y la mayor parte de los estados de la región.

Cuando el nicaragüense Daniel Ortega lo acusó de estar reeditando la Doctrina de la Seguridad Nacional y la coordinación represiva del Plan Cóndor, el colombiano dijo que lo suyo era la “seguridad democrática”. Todos conceptos que suelen aparecer en los discursos de la administración de George Bush. También citó los compromisos en la lucha contra el terrorismo firmados tras el 11 de septiembre y la caída de las Torres Gemelas.

Con un lenguaje más propio de un militar que de un jefe de Estado, Uribe defendió la acción bélica contra la guerrilla. “Quiero decir lo siguiente: para nosotros lo que hemos hecho no es lo ideal. Aunque de lo que estamos convencidos es que hay que operar”, confió.

La intervención de Uribe, sobre todo las acusaciones contra el gobierno ecuatoriano que leyó de los correos electrónicos de Reyes, irritaron a Correa. Mientras Uribe leía el contenido de las computadoras, el ecuatoriano sonreía de rabia. El colombiano llegó a acusarlo de enviar un emisario a negociar con el frente 48 de las Farc, que dirigía justamente Reyes.

–Investígalo presidente, si era o no era tu emisario –lo desafió.

No fue ése el único cruce que desbordó la lista de oradores.

–Serénese, presidente –le aconsejó Correa más adelante.

–No me aplique el cinismo que tienen los nostálgicos del comunismo –respondió Uribe.

Dale la mano

El debate seguía con caras tensas, gestos nerviosos al tomar papeles o acomodarse los anteojos. Testigos mudos al principio lo seguían con atención la mayoría de los mandatarios de la región. Salvo Luiz Inácio Lula da Silva, que había enviado a su canciller. Después de que Correa y Uribe se intercambiaran el uso de la palabra, llegó el tiempo de los otros participantes. Fueron hablando el mexicano Felipe Calderón, el nicaragüense Ortega y Cristina Fernández de Kirchner (ver aparte). Siguieron Bachelet y el otro plato fuerte de la jornada, Hugo Chávez. El venezolano comenzó su discurso reconociendo la “crudeza” con que se estaban debatiendo las posiciones. Recordó que en su juventud combatió a la guerrilla como soldado del Ejército. También rememoró las acusaciones que le habían hecho los ex presidentes Ernesto Samper y Hugo Banzer. Ambos mandatarios lo habían vinculado con el financiamiento de la guerrilla. En los dos casos, según Chávez, las imputaciones habían estado inspiradas por Washington. Entonces puso como ejemplo al bolivariano Banzer, quien llegó a pedirle disculpas durante un viaje al mirador de Carabobo en Venezuela. “Hugo, oye, te quiero pedir perdón y ofrecer excusas”, le dijo el ex dictador en aquella oportunidad. Chávez usó ese ejemplo para invitar a Uribe a hacer lo mismo. La intención fue respaldada por el presidente dominicano. Cuando habían terminado los discursos, Fernández propuso a Uribe que se comprometiera a no agredir nunca más a un país soberano. Cuando todos los presidentes ya pensaban en el regreso, Uribe aceptó disculparse por escrito y entregarle a Correa la documentación contenida en las computadoras de Reyes.

–Denos esos papeles, presidente, se los voy a dar a la oposición política –prometió Correa.

–Son para su manejo –contestó Uribe.

–Con esto queda superado este gravísimo incidente –remató el ecuatoriano.