Colombia

Caricatura de democracia en Colombia

Los narcopolíticos y los “paras” salieron ganando

Por Juan Diego Restrepo
Desde Bogotá
Agencia Periodística del Mercosur, 18/03/10

Fraudes, ocultamientos y toda una batería de violaciones a la ley y al principio de soberanía popular en las recientes elecciones parlamentarias. La maquinaria uribista en pleno funcionamiento.

Tantos escándalos juntos dejan un sabor amargo en la boca del votante colombiano ¿Tras doce años de gobiernos conservadores, ha avanzado el país en materia electoral?

“Somos la fuerza más importante del país”, declaró el candidato presidencial Juan Manuel Santos, ex Ministro de Defensa de Álvaro Uribe y jefe del Partido de la U, el ganador de las elecciones legislativas.

La U logró el mayor número de escaños en el Congreso, seguida del Partido Conservador, su aliado en el gobierno.

La del domingo pasado fue una de las jornadas electorales más decepcionantes de los últimos años. No sólo porque se hayan reelegido las maquinarias tradicionales que apoyan al presidente de la República sino por la cantidad de hechos lamentables que constituyen una traición al electorado y demuestran el fracaso rotundo del sistema. Además, legitiman la acción de las maquinarias políticas que le ganaron al llamado “Voto de Opinión”.

El pueblo colombiano acudió masivamente a las urnas. Cumplió con su responsabilidad al participar de los comicios y reducir la abstención. Votaron 13,1 millones de colombianos, un aumento de 2.700.000 con respecto a las elecciones anteriores.

Lo primero que hay que establecer es que hubo un retraso poco usual en el conteo de votos que se puede justificar por la cantidad de tarjetones. El domingo pasado se votó para el Senado, la Cámara de Representantes, el Parlamento Andino, y las consultas de los partidos Verde (progresista) y Conservador.

La cifra de votos nulos fue de 1.403.913 y hubo 473.351 tarjetones no marcados. Los tarjetones resultaron demasiado confusos para los votantes. Estamos hablando de casi dos millones de colombianos que no pudieron expresar su opción a elegir.

El caso más grave fue la reelección del poder paramilitar. La Revista Semana llama al PIN el Partido de las Sombras y dice “La estigmatización que se ganó el PIN no es gratuita. Sin excepción conocida, sus principales cuadros guardan una estrecha relación (familiar, ideológica o ‘padrinaje’ político) con para–políticos de todo el país, muchos de ellos concentrados hoy en la cárcel La Picota de Bogotá donde purgan penas de hasta 40 años”. Los narcopolíticos se acercaron al millón de votos.

La hermana del “Gordo” García, Teresita García Romero, aseguró una curul en el senado obteniendo, 48.636 votos en regiones que han denunciado la compraventa de votos. El “Gordo” García está preso y condenado a 40 años por participar en la masacre de Macayepo en los Montes de María. Macayepo es un pequeño caserío que en el año 2000 vio como asesinaron a machetazos a 15 campesinos y 200 familias fueron desplazadas del territorio. La cifra de desplazados en Colombia oscila entre los 2 y los 4 millones de personas, según las fuentes oficiales y no oficiales. Ver en APM El drama de cuatro millones de desplazados.

Como el caso de Teresita García, hay 25 senadores más que son familiares de los paramilitares y heredaron su poder político. Nerthink Mauricio Aguilar no tiene experiencia política alguna y llegó al Congreso por ser hijo de un militar retirado, ex gobernador de Santander, investigado por nexos con los paramilitares. Héctor Julio Alfonso es el hijo de la empresaria encarcelada conocida como “La Gata”, una de las mujeres más peligrosas del país: desfalcos al Estado, nexos con los paras, actividades ilegales en el negocio del chance.

Se trata entonces de toda una estructura para seguir controlando el país. No son casos aislados como nunca lo fueron y como lo ha querido presentar el Gobierno.

Igual de graves son las denuncias sobre consumo de licor en los cuarteles generales de la Registraduría el día de las elecciones. En los medios circulan fotos en la que aparecen vasos de whisky en los cuarteles generales del conteo de votos instalados en Corferias, Bogotá, aún cuando regía la Ley Seca y estaba prohibido beberse sus traguitos. Las fotos apoyan varias denuncias de testigos que informaron sobre el consumo de licor.

Pero hay más, en la elección al Parlamento Andino ganó el voto en blanco, superando a todos los partidos, reflejo del desconocimiento por la elección para esta instancia internacional.

Las elecciones fracasaron porque no hubo una pedagogía eficaz para explicarle a la gente cómo votar. Sin embargo, aunque el voto en blanco ganó, no alcanzó la mayoría, que según la ley hubiera obligado a repetir las elecciones con otros candidatos diferentes, porque ninguno satisfizo al pueblo. Mejor dicho, el voto en blanco ganó pero no ganó y quienes quedaron segundos ocuparán los puestos y recibirán en sus cuentas casi 11.600 dólares mensuales.

Más grave aún fue la violación al postulado de que el voto es secreto. La Misión de Observación Electoral de la OEA denunció varios casos sobre este hecho. De la misma manera la compra de votos: en Cundinamarca se repartieron sándwiches acompañados de billetes de 20.000 después de cada voto; en Magangué fueron detenidas tres personas en principio involucradas en esas maniobras; en todo el departamento del Valle, una de las regiones más pobladas del país, el jefe del tradicional partido liberal, el candidato Rafael Pardo pidió un reconteo de votos denunciando irregularidades. La opinión pública conoció fotos y grabaciones del gobernador del Valle ordenando votar por el candidato conservador Andrés Felipe Arias. Violando la prohibición de los funcionarios en participación electoral.

Por otro lado, y enredándolo todo, a los mismos liberales los cuestionan en Santander por la supuesta participación del tres veces candidato presidencial, Horacio Serpa.

Sobre una consulta del Partido Conservador para elegir candidato interno no hubo resultados claros y el conteo se postergó por orden del Registrador. Esta consulta es fundamental para las presidenciales.

Oficialmente, la candidata Noemí Sanín superó antes del conteo oficial por 404 votos al candidato Andrés Felipe Arias. Este último denunció que se encontraron votos entre la basura en Florencia, Caquetá. Quien gane de los dos tiene una posibilidad real de alcanzar la presidencia porque el Partido Conservador tiene una maquinaria electoral aceitada desde hace 160 años y es el partido con más presidentes en el poder: gobernaron sin cesar de 1880 hasta 1930; ahora lo hacen desde 1998.

La incertidumbre tiene dividido al partido. Arias, (a quién los medios llaman Uribito por su insistencia en imitar al presidente en el tono de la voz, los ademanes de las manos, los lentes y las ideas políticas), fue criticado fuertemente por Estados Unidos por los escándalos de Agro Ingreso Seguro, en los que préstamos para el agro habrían ido a parar en manos de los hombres y mujeres más ricos de Colombia; entre ellas, la directora del diario El Colombiano, Ana Mercedes Gómez Martínez.

En la campaña de Noemí no salen del asombro pues sus cálculos electorales la daban por ganadora. Noemí es una experimentada política que ha estado con la mayoría de los gobiernos en el poder, cambiando de partido político sin pudor alguno, y saltando de cargo en cargo. Se recuerdan las durísimas declaraciones contra Álvaro Uribe en la campaña presidencial de 2002 sembrando dudas sobre los nexos de este y el paramilitarismo.

Cuando Uribe ganó la presidencia, Noemí aceptó un cargo en el servicio diplomático y luego ella misma propone la primera reelección del presidente. Ahora aterrizó en el partido Conservador: partido que criticó y quiso derrotar en las presidenciales de 1998 –a las que también se presentó– y con el que fue ministra de Comunicaciones, durante el gobierno Betancur (1982–1986): se recuerda el papel de la ministra en la censura a medios durante los trágicos hechos del Palacio de Justicia.

Ocho años de gobierno de Uribe derechizaron a la nación. Parece consolidarse el proyecto de narcoestado. Los fraudes electorales de la jornada pasada fueron descarados. La Misión de Observación Electoral denunció falta de capacitación de los jurados, carencia de testigos electorales, distorsión en los datos preliminares, compraventa de votos y falta de pedagogía hacia la gente.

¿Será que puede avanzar un acuerdo entre liberales, verdes, polistas e indígenas para evitar la “reelección” presidencial? Porque es cierto que Uribe no va como candidato, pero su poder se consolida, y ninguno de sus candidatos lo apartarán del mismo.