Economía mundial

Los fondos especulativos se van a pique

Por Joseph Halevi (*)
Il Manifesto, 13/11/07
Traducción de Anna Garriga Tarrés
Sin Permiso, 18/11/07

La crisis financiera de julio–agosto está viajando inexorablemente en las arterias y en las venas del sistema económico estadounidense y mundial, con la excepción temporal de la China. Aunque también esta última esté expuesta a la crisis, el contrapeso de sus fondos soberanos (las sociedades financieras estatales llenas de dinero proveniente del surplus de su balanza de pagos) es tal que por ahora la economía china tiene un cojín de protección notable.

Los “fondos soberanos” chinos son vistos en Occidente de forma ambivalente, que revela un miedo difuso de una crisis mucho más grave. Por una parte son temidos porqué confieren poder político–económico a la China; Por otra parte, sin embargo, son bien aceptados precisamente porqué están en manos de un estado que no tiene intención de jugar a los juegos de azar en la ruleta de los mercados.

Exceptuando este caso la crisis está penetrando en todas partes, a pesar de que los bancos centrales hayan auxiliado a los mercados más allá de toda expectativa arrojando en ellos cantidades de dinero asombrosas. No obstante las inyecciones de “droga”, los mercados europeos no se hubieran salvado si no se hubiera recuperado inicialmente el de Wall Street.

Sin embargo, las violentas oscilaciones actuales derivan del hecho de que esta vez la crisis tiene sus terminales en los ingresos de las familias americanas endeudadas, que al no poder seguir refinanciándose pierden la casa y/o deben venderla. La desvalorización de los valores “colaterales” lleva a pérdidas en el subprime que aumentan de día en día. Hoy se habla de 400.000 millones de dólares, cifra cuatro vez superior a la prevista por Bernanke cuando estalló la crisis, amplificando así el miedo y la incertidumbre de los mercados.

Sabemos que nadie conoce la composición de los complejos instrumentos de inversión constituidos por trozos de papel con denominaciones ambiguas, heterogéneas y no medibles, o sea no comercializables. Esta es la cuestión. Gran parte de los valores actuales y futuros de las Collateral Debt Obligations y de las piezas de papel se basan en imputaciones sin posibilidad de convalidación. En el momento en que la crisis de los subprime ha deshecho los instrumentos de inversión y está imponiendo una convalidación de mercado, los mercados desaparecen.

Tomemos, por ejemplo, las llamadas “acciones respaldadas por hipoteca”, es decir, títulos basados en un préstamo hipotecario. El bien colateral es la casa, cuyo valor se hunde al aumentar el número de viviendas que los bancosy sociedades financieras se reapropian, o que son vendidas directamente por quienes intentan salir del endeudamiento.

Los títulos ligados a préstamos hipotecarios se emitían suponiendo que se mantendrían hasta el final de su maduración. Que era lo que efectivamente ocurría. Puesto que en esta categoría no existen títulos iguales, el mercado carece de homogeneidad y por lo tanto de transacciones continuas. Por lo tanto no existe ningún registro para saber quien posee estos títulos ni la cantidad de los mismos.

Debido a ello, la autoridad competente de los USA – la Us Securities Exchange Commission – permite la estimación de estos títulos sobre una base virtual. Pero esto es válido en condiciones normales, no cuando hay muchas casas para ser lanzadas al mercado. La consecuencia es que no se tiene ni una mínima idea de lo que vale una acción respaldada por una hipoteca.

Este estado de cosas genera una incertidumbre superior a las inyecciones de droga. Mientras que la imagen genérica se concentra en las fluctuaciones de los índices bursátiles, la especializada se centra en los fondos especulativos. Su papel ha sido el de transformar la deuda en beneficio: una familia obtiene un préstamo para comprar una casa, el banco transforma este préstamo en una CDO que el mismo banco vende (con beneficio) a un fondo especulativo que a su vez se endeudaba con el mismo banco para multiplicar las operaciones “apalancadas” de inversión financiera. Obviamente, cuando el valor del “bien colateral” se hunde respecto al virtual, la secuencia se desmembra y los fondos especulativos entran en crisis. En realidad se hunden en continuo ocasionando un gran perjuicio  a los fondos de pensiones que son plenamente copartícipes de los juegos de azar.

Sin embargo es ilusorio creer que la crisis de los fondos especulativos llevará al restablecimiento de las inversiones normales, fundadas en la dinámica de los réditos efectivos, no drogados por el endeudamiento, y sobre los beneficios no distribuidos. Este tipo de capitalismo, sobre el que se alzaban las orquestas keynesianas, ya sea de derechas (Usa–Modigliani) o de izquierdas (británico–cambridgeana) está muerto definitivamente.


(*) Joseph Halevi es profesor de Economía Política en la Universidad de Sydney y está asociado al Institut de Recherches Economiques sur la Production et le Développement (IREPD) de la Universidad Pierre Mendès France de Grenoble, France. Es miembro del consejo editorial internacional de Economie Appliquée (Paris) y del consejo editorial de Cahiers d'Economie Politique (Paris). Está vinculado también al centro IREPD (Institut de Recherches Economiques sur la Production et le Développement) de la Universidad de Grenoble perteneciente al CNRS (Centre National pour la Recherce Scientifique) francés. Desde 1990 colabora regularmente con el periódico de la izquierda italiana Il Manifesto en Roma.