Economía mundial

¿Cuán enferma está la economía de Estados Unidos?

Por David Wessel
The Wall Street Journal, 06/12/07

¿De qué está enferma la economía de Estados Unidos? El problema es que tiene dos males. Uno es que la economía se encamina a una recesión o, en el mejor de los casos, a una desaceleración. Esto a consecuencia de la caída en los precios inmobiliarios, el alza en los precios de la energía, el desánimo de los consumidores y la reducción de las ganancias corporativas.

El otro problema es que el mercado del crédito, el sistema circulatorio de una economía moderna, no está funcionando bien. Y esto intensifica los dolores que causa el primer problema.

Hace unas semanas, muchos decían que lo peor ya había pasado. El sector de la vivienda aún languidecía, pero tras un golpe fuerte, los mercados del crédito parecían encaminarse a una normalización. La Reserva Federal declaró tras su reunión del 31 de octubre que "los riesgos de un brote inflacionario están equilibrando los riesgos de un crecimiento menor". Si las autoridades del banco central en verdad creían eso en octubre, ahora ya no. Es probable que el próximo martes vuelvan a reducir las tasas de interés. Sólo los analistas más optimistas creen que la economía de EE.UU. se recuperará rápidamente de su desplome en el cuarto trimestre. Las opiniones ahora se dividen entre los que pronostican un crecimiento tan bajo para la primera parte de 2008, que resultará en una alza leve en la tasa de desempleo, y los que auguran una recesión en la que el desempleo se elevará más.

La Fed sabe lo que tiene que hacer: reducir las tasas de interés. Claro, decidir el momento oportuno es difícil y administrar el remedio es más complicado cuando la Fed también tiene que lidiar con el fantasma de la inflación y un dólar débil. Pero, no es una enfermedad rara. Aunque la Fed no ha podido, ni puede, evitar el ciclo de negocios, EE.UU. sólo ha sufrido 16 meses de recesión en los últimos 25 años (en el cuarto de siglo anterior, hubo 64 meses de recesión).

Sin embargo, estos tiempos no son convencionales. Durante años, los bancos e inversionistas otorgaron crédito a sus anchas. Asumían grandes riesgos por recompensas sorprendentemente pequeñas. Ahora huyen del riesgo. Los grandes bancos son reacios a prestarse mutuamente a plazos que exceden unos cuantos días y están acaparando efectivo. Un síntoma de que la fiebre financiera no ha bajado es que las tasas de interés para préstamos interbancarios de uno y tres meses han subido considerablemente. La Fed y el Banco Central Europeo ahora tienen que pensar en una medicina alternativa.

Quizás todo esto sea un artefacto del calendario, un reflejo de las ansias de los banqueros por preparar sus libros para su radiografía del 31 de diciembre. Tal vez, pero no es muy probable.

El problema va más allá de las hipotecas. La creciente morosidad en los pagos de tarjetas de crédito, hipotecas y préstamos automotores tiene el efecto de inquietar a los bancos, emisores de tarjetas y otros prestamistas. "Los bancos tienen que recurrir a su capital para amasar reservas por las crecientes pérdidas", dice John Mauldin, un comentarista financiero. "Y eso significa que tienen menos dinero para prestar."

Los préstamos apalancados magnifican las pérdidas cuando las cosas van mal. Así que los festines prestamistas son seguidos por períodos de "desempalancamiento", en los que los prestamistas e inversionistas asumen menos créditos y riesgos. Los economistas apodaron a las recientes décadas de pocas recesiones e inflación controlada "La Gran Moderación". Ahora, la economía parece girar hacia el Gran Desempalancamiento.

En el mejor de los casos, la economía estadounidense tiene una resaca y se sentirá mejor en un par de meses. Aunque esto parece más un caso de mononucleosis, una enfermedad que le impide al paciente regresar a su energía normal por un buen tiempo.


La Fed se inclinaría por volver a bajar las tasas;
¿un cuarto o medio punto?

Por Greg Ip
The Wall Street Journal, 05/12/07

En momentos en que las turbulencias económicas han vuelto a poner en riesgo los pronósticos de la Reserva Federal de Estados Unidos, es probable que la Fed anuncie la próxima semana su tercer recorte de tasas de interés.

La dimensión del recorte y el contenido del comunicado que lo acompañe probablemente volverán a ser decisiones difíciles. Por ejemplo, cuando la Fed redujo la tasa de interés a 4,5% el 31 de octubre, el comunicado sugería que no habría nuevos recortes en el horizonte.

Actualmente, los mercados de futuros esperan al menos un recorte de un cuarto de punto porcentual y asignan una probabilidad de 40% a una reducción de medio punto. Es posible que el banco central estadounidense considere un recorte más amplio, pero tendrá dificultades para justificarlo, ya que hace sólo unas semanas pensaban que ya no se necesitarían más recortes.

Algunos analistas dicen que la Fed podría lograr el efecto deseado si disminuye la tasa en un cuarto de punto y en el comunicado deja de lado la visión de octubre de que los riesgos entre un crecimiento más débil y una mayor inflación están equilibrados. Con ello, la Fed dejaría la puerta abierta para realizar recortes adicionales sin crear la presunción de que son inevitables.

Los analistas también creen que la Fed podría mejorar el funcionamiento de los mercados financieros al recortar su tasa de descuento —la que cobra por los préstamos directos que hace a los bancos— o al prolongar el plazo de esos créditos.

Fuerzas que pesan

La dificultad de la decisión de la Fed tiene que ver con las fuerzas poco comunes que afectan a la economía estadounidense. Las crecientes pérdidas de las instituciones financieras, vinculadas a complejos instrumentos hipotecarios, han provocado una caída bursátil. Además, han llevado a que los inversionistas se hayan vuelto reacios a adquirir cualquier tipo de deuda nueva, incluyendo valores respaldados por hipotecas.

Las pérdidas por préstamos incobrables han dejado su huella en el capital de los bancos mientras que, simultáneamente, los bancos se han visto forzados a expandir sus balances generales para absorber activos de las inversiones fuera de sus libros contables que se han desplomado debido a la crisis inmobiliaria y crediticia. Los bancos todavía tienen la capacidad de prestar, ya que su capital excede cómodamente las exigencias jurídicas en casi todos los escenarios, excepto los más apocalípticos. El problema es que están menos dispuestos a prestar, ya sea porque la economía estadounidense se está debilitando o porque anticipan una mayor presión sobre su capital. Incluso son reacios a prestarse entre sí. La Libor —la tasa de interés que los bancos, principalmente europeos, cobran para préstamos de corto plazo entre ellos— se ha disparado, en especial para los préstamos cuyo plazo excede este año.

La principal preocupación de los funcionarios de la Fed, encabezados por su presidente Ben Bernanke, no es la economía actual. El temor es que, tras ajustar fuertemente los términos de los créditos hipotecarios, los bancos y otros prestamistas hagan lo mismo con los créditos para empresas pequeñas y medianas y con las tarjetas de crédito para los consumidores. Bernanke ha advertido que esta actitud podría "imponer restricciones adicionales a la actividad en el mercado inmobiliario y otros sectores sensibles al crédito".

La Fed también evalúa riesgos menos probables pero más inquietantes: que los precios de los bienes raíces caigan más rápido, provocando que la tasa de morosidad se dispare, intensificando así la contracción en el mercado del crédito.

Es probable que el recorte de la próxima semana sea presentado como un seguro en contra de escenarios catastróficos como ese, similar a lo que la entidad hizo con los recortes de septiembre y de hace un mes.

A pesar de que la mayoría de los funcionarios de la Fed pensaba que con el recorte del 31 de octubre era suficiente, Bernanke y sus asesores más cercanos comenzaron a cambiar de opinión y dar discursos en ese sentido. Eso sembró rumores de que la Fed estaba dividida respecto a qué rumbo seguir.

Sin embargo, funcionarios del propio banco atribuyen los mensajes contradictorios principalmente a la volatilidad del entorno económico.