Economía mundial

Los problemas de Estados Unidos contagian a
las bolsas del mundo

Por E.S. Browning, Greg Ip,
Alistair MacDonald y Jonathan Cheng
Wall Street Journal, 22/01/08

Los temores a una recesión en Estados Unidos derrumbaron a las bolsas de todo el mundo, sembrando dudas sobre la teoría de que los mercados internacionales eran inmunes a los problemas que han agobiado a Estados Unidos. Los índices de empresas líderes cayeron 7,2% en Alemania, 5,5% en el Reino Unido y 7,4% en India.

Tales temores podrían ser puestos a prueba nuevamente hoy, cuando los mercados estadounidenses reanuden sus operaciones después de un lunes festivo. Los futuros del Promedio Industrial Dow Jones cayeron un 4,3% ayer en Londres.

El Dow Jones acumula una caída de 15% frente a su máximo de 14.164,53 puntos alcanzado en octubre y se acerca al declive de 20% que los analistas suelen considerar como la definición de un mercado a la baja. El indicador cerró el viernes en 12.099,30 puntos.

Los inversionistas estadounidenses han trasladado miles de millones de dólares fuera del país con la esperanza de que las florecientes economías de Asia y América Latina no se vieran afectadas por los problemas económicos en EE.UU. y protegieran a la economía mundial de una recesión. Ahora, algunos mercados fuera de EE.UU. anotan caídas más pronunciadas que la del Dow Jones y se teme que ningún mercado bursátil saldrá ileso.

Los flujos de dinero de inversionistas estadounidenses hacia fondos que invierten fuera de ese país han superado con creces los flujos dirigidos a los fondos que invierten en acciones estadounidenses durante muchos meses. En noviembre, el último mes del cual hay cifras disponibles, los fondos que invirtieron fuera de EE.UU. recibieron un ingreso neto de US$ 4460 millones, mientras que los fondos dedicados a EE.UU. vieron una salida de capitales de US$ 15.340 millones, según Investment Company Institute, entidad que agrupa a la industria de los fondos mutuos.

Ahora, dicen los analistas, los inversionistas estadounidenses y europeos están repatriando el dinero invertido en los países en desarrollo, lo que ha contribuido al derrumbe de esos mercados. Los analistas advierten que el retiro de fondos está lejos de terminar. Andrew Freris, economista jefe para Asia de BNP Paribas, dice que buena parte de las pérdidas en la Bolsa de Hong Kong fueron probablemente ocasionadas por fondos de EE.UU. y Europa que retiraron dinero de uno de los mercados más profundos y líquidos de Asia.

Las turbulencias en los mercados globales podrían empañar uno de los aspectos positivos de la economía estadounidense: sus relativamente robustas exportaciones. Sin embargo, la Reserva Federal de EE.UU. parece concluir que la crisis fuera de EE.UU. exagera los verdaderos riesgos que enfrentan las economías de esos países, lo que hace improbable que la Fed altere su proyección en forma importante. Su mayor preocupación sigue siendo la economía doméstica y la amenaza de un ciclo marcado por estándares de crédito más estrictos, menor gasto y empleo, caída en los precios de las viviendas y más préstamos impagos.

Los escépticos han advertido durante varios meses que las bolsas de los mercados emergentes parecían una burbuja a punto de reventar. Cuando los Índices Russell revisaron su base de datos de empresas globales en busca de los títulos de mejor rendimiento del año pasado en dólares, 48 de las principales 100 compañías eran de India, China, Brasil o Rusia. Sólo seis acciones de EE.UU. entraron en la lista.

Los principales indicadores de India, Brasil, Turquía e Indonesia subieron más de 40% el año pasado. En China, un frenesí especulativo ayudó a impulsar en 97% el Índice Compuesto de Shanghai el año pasado, aunque el mercado es bastante cerrado a los inversionistas extranjeros.

Algunos inversionistas creen que las economías latinoamericanas podrán capear el temporal mejor que en el pasado, cuando estos países eran sinónimo de crisis financieras y cesaciones de pagos. Países como Brasil, México y Chile han incrementado sus reservas, reducido su deuda externa y controlado la inflación en los últimos años, lo que los protege contra un bajón económico global.

Brasil ha sido uno de los predilectos de los inversionistas debido a sus crecientes ventas a China en los últimos años. Los inversionistas que apostaron al auge de las exportaciones ayudaron a sextuplicar el valor del Bovespa, el indicador que agrupa a las acciones líderes, desde 2002. Sin embargo, las exportaciones podrían perder fuerza si la expansión china baja el ritmo a causa de una desaceleración global.

La Bolsa Mexicana de Valores ya se encuentra un 20% por debajo de su máximo alcanzado en octubre. Las exportaciones a EE.UU. representan cerca de un 25% del PIB de México, por lo que el país tiene una alta exposición a una desaceleración en su vecino del norte.

Los inversionistas le restaron importancia al paquete de estímulo fiscal que anunció el presidente George W. Bush el viernes y, en cambio, se enfocaron en sus propias fallas para detectar los problemas que se avecinaban.

"Los indicadores globales negativos fueron ignorados por algún tiempo, y ahora se pusieron al corriente", dijo Ketan Karani, vicepresidente de investigación de Kotak Securities, en Mumbai, India.

"No existe un desacoplamiento total en este mundo global. Se trata de los mismos jugadores invirtiendo en EE.UU. o Asia. No creo que ningún mercado se salve", dijo Jing Ulrich, presidente de renta variable en China para J.P. Morgan Securities.


El mundo sale al rescate de Wall Street; infusión de capital a Citigroup y Merrill

Por David Enrich, Robin Sidel y Susanne Craig
Wall Street Journal, 16/01/08

Inversionistas con abundantes cantidades de efectivo en sus bolsillos, acumulado durante el apogeo de las bajas tasas de interés, han acudido al rescate de instituciones financieras estadounidenses que alimentaron ese auge, pero que ahora necesitan una inyección de capital.

La profundidad de la crisis quedó en evidencia ayer, cuando Citigroup Inc. y Merrill Lynch & Co. anunciaron inyecciones de capital por un total de US$ 21.100 millones. El efectivo les da a ambas compañías mayor margen de maniobra para enderezar el rumbo después de gigantescas pérdidas vinculadas a sus inversiones hipotecarias. Citigroup reportó una pérdida de US$ 9830 millones en el cuarto trimestre vinculada principalmente a estas apuestas fallidas. En total, las pérdidas generadas por la crisis hipotecaria suman US$ 92.000 millones y se espera que excedan los US$ 100.000 millones cuando Merrill y otras instituciones anuncien sus resultados la semana entrante.

La diversidad de los inversionistas que participaron en las inyecciones de capital de Citi y Merrill deja de manifiesto un giro radical de poder entre los mayores inversionistas del mundo.

Después de inundar el mundo con capital que estimuló el crecimiento económico, las entidades financieras estadounidenses ahora están siendo auxiliadas por países y empresas que pasaron o están pasando por sus propios apuros económicos. Mizuho Financial Group, por ejemplo, divulgó una pérdida de US$ 630 millones en el semestre fiscal cerrado el 30 de septiembre, relacionada con sus inversiones en créditos hipotecarios de alto riesgo, conocidos como subprime. De todos modos, el banco japonés aportó dinero para ayudar a Merrill Lynch.

A pesar de los problemas por los que atraviesan, ni Citi ni Merrill tuvieron inconvenientes para captar inversionistas, según fuentes cercanas. Además de los inversionistas extranjeros, que han sido los proveedores tradicionales de capital para las firmas de Wall Street, en esta ocasión parte de los fondos provino de Estados Unidos. Citigroup, por ejemplo, vendió participaciones a su ex presidente ejecutivo Sandy Weill y a la división de inversión del estado de Nueva Jersey.

El alto interés es un signo de que el dinero en busca de retornos atractivos aún abunda en el sistema financiero, Merrill Lynch, por ejemplo, ofreció un dividendo de 9,9% sobre los US$ 6600 millones en acciones preferentes que acordó emitir. "Hay activos de primer nivel disponibles por muy poca plata", dice Claire Gruppo, una de las fundadoras de Gruppo Levey & Co., firma que asesora a los fondos soberanos de inversión.

Aún no es claro si las últimas inyecciones de efectivo serán suficientes. Las acciones de empresas financieras cayeron ayer ante los temores de que los problemas crediticios se estén contagiando de las hipotecas a las tarjetas de crédito, los préstamos automotrices, los préstamos comerciales y otras clases de crédito.

Entre los inversionistas en Merrill Lynch figuran Korean Investment Corp., Kuwait Investment Authority – dos fondos soberanos—y el banco japonés Mizuho Financial Group Inc. que compraron a un precio de US$ 52,40 la acción. "Una de mis prioridades principales en el curso de las últimas semanas ha sido cerciorarme de que el balance de Merrill Lynch es fuerte y estas transacciones aseguran que Merrill esté bien capitalizada" , dijo John Thain, el presidente ejecutivo de Merrill en un comunicado. Thain asumió la presidencia ejecutiva en noviembre, tras la salida de Stanley O´Neal.

Esta última ronda de recaudamiento de capital fue mayor a lo que esperaban los analistas y Merrill ha indicado, en privado, que podría reportar una rebaja contable de hasta US$ 15.000 millones cuando anuncie sus resultados este jueves.

Michael Hecht, analista de Bank of America, dijo que la inyección de capital diluirá a los actuales accionistas pero debe ser considerada como algo positivo, puesto que "elimina el estigma negativo de la acción, le da a Merrill amplia flexibilidad financiera y resalta la persistente confianza" en el nuevo equipo de gestión.

El día después de que Citigroup anunciara una inversión de US$ 7500 millones por parte del brazo de inversión del gobierno de Dubai, a fines de noviembre, representantes del fondo de pensiones del estado de Nueva Jersey llamaron a la sede de la compañía. "Si van a realizar una nueva ronda de financiamiento, queremos formar parte", le dijeron a un ejecutivo de Citi, según una fuente al tanto. Un mes más tarde, en la semana de Navidad y Año Nuevo, un grupo de altos ejecutivos del banco ultimaron los detalles de la segunda ronda de financiamiento.

Citigroup necesitaba recursos frescos para apuntalar sus niveles de capital. Cuando el banco anunció ayer una inyección de capital de US$ 12.500 millones, la lista había crecido a siete inversionistas.


En esta ocasión, la recesión en EE.UU. sería más profunda que en 1991 y 2001

Por Justin Lahart
Wall Street Journal, 21/01/08

Estados Unidos sólo ha padecido dos recesiones en los últimos 25 años y ambas fueron cortas y leves. Hay buenas razones para temer que la recesión que se avecina, si es que llega, pueda ser peor.

El sector inmobiliario está en medio de su peor bajón desde los años 70. Eso ha provocado el desplome del mercado hipotecario y Las firmas financieras, que tratan de contener sus pérdidas, han dificultado la entrega de créditos, incluso a los prestatarios poco riesgosos.

La combinación de fuertes cargas de deuda, los altos precios de la energía y los alimentos y un mercado laboral que se debilita ha llevado a que los hogares estadounidenses se ajusten el cinturón. El gasto de los consumidores, que durante mucho tiempo ha sido un motor de la economía, se está tambaleando.

Este escenario presagia algo más grave que la recesión de 2001, que sólo duró ocho meses, afirma el economista de Merrill Lynch David Rosenberg. Durante ese bajón el Producto Interno Bruto declinó un suave 0,4%, pero el gasto de los consumidores no se contrajo durante ningún trimestre, sólo se desaceleró.

La recesión de ocho meses que terminó a comienzos de 1991 podría ser una mejor guía. La economía se vio afectada por un bajón en el mercado inmobiliario y problemas de crédito. Entre su punto más alto y más bajo el PIB se contrajo 1,3% y el gasto de los consumidores decayó.

La crisis inmobiliaria actual es peor, afirma Rosenberg, y la consiguiente crisis financiera es mucho más severa que la de inicios de los años 90.

Los economistas Carmen Reinhart, de la Universidad de Maryland, y Kenneth Rogoff, de la Universidad de Harvard, concuerdan con este diagnóstico. Afirman que la actual crisis parece encaminada a ser al menos tan severa como los cinco mayores descalabros financieros que han afectado el mundo industrializado desde fines de la Segunda Guerra Mundial.

En un reciente artículo, ambos economistas sostienen que, si las experiencias pasadas sirven de guía, entonces la economía estadounidense está en problemas. "Si Estados Unidos no experimenta una desaceleración significativa y prolongada de su crecimiento, (el país) bien podrá considerarse con mucha suerte o incluso aún más ‘especial’ de lo que sugieren las teorías más optimistas", dice el documento.

El problema de no saber

Una razón por la que las grandes crisis causan tanto daño es que las instituciones financieras tienen dificultades para manejar y proyectar sus pérdidas, lo que las vuelve reacias a prestar dinero. La semana pasada, Citigroup Inc. y Merrill Lynch & Co. reportaron miles de millones de dólares en pérdidas, las que se suman a las multimillonarias pérdidas registradas en el segundo semestre de 2007. Citigroup dijo que está aplicando estándares más estrictos para sus tarjetas de crédito.

"Una parte del problema es el no saber", dice Carmen Reinhart. "Mientras más tiempo pase sin saber cuáles serán las pérdidas, más tiempo demorará encontrar una resolución". Japón fue el ejemplo más extremo, dice, ya que la incapacidad del país de juzgar de manera apropiada las pérdidas del colapso bursátil e inmobiliario de inicios de los 90 llevó a "una década perdida" en cuanto a crecimiento económico.

Una diferencia crucial entre EE.UU. y Japón es que la Reserva Federal está recortando las tasas de interés y parece dispuesta a realizar reducciones aún más profundas.

El Banco de Japón, en cambio, continuaba elevando las tasas un año después del estallido de la burbuja. Además, tanto el Congreso como la Casa Blanca han prometido un paquete de estímulo fiscal, mientras que el presidente de la Fed, Ben Bernanke, ha presionado a favor de un plan que ayudaría a impulsar el gasto este año.

Las empresas, al menos las que no pertenecen a la industria bancaria o de bienes raíces, también podrían contribuir a aliviar una recesión. Sus finanzas están mucho mejor ahora que en 2001 y aún disponen de un amplio acceso al crédito. Luego de apuntalar sus balances generales tras la crisis de 2001, las compañías estadounidenses fueron más lentas en contratar a nuevos empleados. Esto significa que no podrán realizar profundos recortes de puestos de trabajo, afirma el economista de Goldman Sachs Jan Hatzius.

Una víctima: el consumidor

Robert Gordon, economista de la Universidad Northwestern, en Illinois, y miembro de la Agencia de Investigación Económica (el órgano que suele determinar cuándo comienzan las recesiones, aunque normalmente mucho después de los hechos), tiene la esperanza de que el crecimiento internacional refuerce la economía estadounidense. Destaca que las exportaciones estadounidenses —que han crecido con rapidez y que representan una participación del PIB que es el doble a la de la construcción de viviendas— continuarán a un paso fuerte, aliviando el impacto del declive inmobiliario.

Aun así, piensa que se avecina una recesión y que los desafíos que enfrentarán los consumidores serán más severos que en las dos recesiones previas. Además de los problemas en el mercado de las viviendas e hipotecas, los mayores costos de los alimentos y la energía afectarán el presupuesto de los hogares.

"Si bien la energía ya no es una parte tan importante del presupuesto de los consumidores como lo fue en los años 70, y tampoco los alimentos, el apretón afectará el consumo de todo lo demás", afirma. "Creo que veremos una constante presión sobre las ventas minoristas ajustadas a la inflación."

Robert Barbera, un economista de la firma de servicios de corretaje Investment Technology Group Inc., con sede en Nueva York, concuerda: "Los consumidores formarán parte de esta recesión de una manera como no ocurrió en 2001".