Economía mundial

Pese al esfuerzo de los bancos centrales

Los mercados de deuda a corto plazo vuelven
a hundirse

Por Liz Rappaport, Joellen Perry y Deborah Lynn Blumberg
Wall Street Journal,07/03/08

Pese a las reiteradas dosis de medicina inyectadas por los bancos centrales, los mercados de préstamos a corto plazo en buena parte del mundo están volviendo a hacer agua.

Tanto en Europa como en Estados Unidos, las tasas que se cobran los bancos para préstamos a corto plazo siguen siendo altas, una señal de la cautela que mantienen los bancos respecto al uso de su capital.

Los inversionistas están percibiendo malas señales en otros mercados. Por ejemplo, el costo de comprar un seguro en contra de la cesación de pagos de la deuda de un banco está subiendo: en algunos llega a más de 20 veces el valor de hace un año.

Esta inquietud se está traspasando a otros tipos de préstamos, incrementando las tasas de interés de una serie de activos, desde los bonos municipales a la deuda corporativa. Las renovadas turbulencias en el sistema crediticio constituyen la réplica más reciente de la caída en el valor de los inmuebles estadounidenses y la crisis en el mercado de hipotecas de alto riesgo o subprime.

Los bancos están en el ojo del huracán. Aunque ya han asumido miles de millones de dólares en rebajas contables ligadas a valores hipotecarios, muchos bancos parecen no haber terminado el proceso de identificación de sus pérdidas. Esto los ha dejado con menos capital del que les gustaría y los ha vuelto reacios a prestar dinero.

Otras preocupaciones no se han disipado, como la salud financiera de las aseguradoras de bonos, las cuales garantizan el pago de buena parte de la deuda hipotecaria morosa en poder de los bancos. El miércoles, Ambac Financial Group Inc., la segunda aseguradora de bonos de EE.UU., anunció su intención de recaudar US$ 1500 millones en capital fresco. La noticia provocó un desplome de 18,8% en su acción, que ayer otro 14,71%, para cerrar en US$ 7,42 en la Bolsa de Nueva York.

Los mercados de dinero a corto plazo son el aceite que hace que los engranajes de los mercados financieros se muevan sin inconvenientes. Los bancos y otras instituciones financieras acuden a ellos todos los días para recaudar dinero y asegurarse de que los clientes tengan dinero cuando necesitan pagar sus cuentas, firmar cheques de nómina o aprovechar oportunidades de inversión.

Muchas tasas de interés no están tan altas como en diciembre, cuando tuvieron lugar las últimas convulsiones del mercado. Entonces, los bancos centrales de EE.UU. y Europa actuaron con decisión para inyectar efectivo al sistema y ahora parecen preparados para volver a entrar en acción en caso necesario.

La Reserva Federal y otros bancos centrales han desplegado una serie de medidas para calmar a los mercados de préstamos a corto plazo desde que la crisis del crédito comenzó a trastornarlos el año pasado, incluyendo recortes a las tasas de interés e inyecciones especiales de efectivo. Sin embargo, una ola de aversión al riesgo está contrayendo la disponibilidad del crédito, contradiciendo el empeño de la Fed por ampliar la disponibilidad de crédito. Esto sugiere que los bancos centrales podrían profundizar las medidas adoptadas o ensayar nuevas herramientas.

"Aún hay una gran crisis de liquidez", dice Dominic Konstam, director de estrategia monetaria de Credit Suisse. "Los bancos no quieren seguir prestando contra un colateral deficiente, cuando están preocupados de que ellos mismos puedan necesitar ese dinero."

Un signo de tensión se puede apreciar en el precio que los inversionistas pagan por comprar contratos que equivalen a un seguro contra una cesación de pagos. Por ejemplo, el costo de comprar tal seguro sobre una deuda de US$ 10 millones de Citigroup, que se haría efectivo si Citigroup deja de hacer sus pagos, ha subido de menos de US$ 72.000 anuales en enero a más de US$ 190.000 en la actualidad. El costo era de apenas US$ 9700 en junio del año pasado. Estos seguros están subiendo para muchos otros bancos en proporciones similares, sugiriendo "un creciente riesgo sistémico percibido en el sistema financiero", escribió en un informe Hans Mikkelsen, analista de Banc of America Securities LLC.

La presión en los mercados ha aumentado, pese a los persistentes esfuerzos de los bancos centrales por mantener la calma. El Banco Central Europeo no ha seguido el ejemplo de la Fed de recortar las tasas de interés, pero ha mantenido al sistema bancario de la zona euro nadando en efectivo al proveer préstamos a mayor plazo para que los bancos obtengan financiamiento. El Banco de Inglaterra, que ha reducido las tasas, también ha tomado más medidas para mantener a los mercados de dinero funcionando sin problemas. Esto ha incluido el permitir que los bancos usen una gama más amplia de activos como colateral para préstamos a más largo plazo, como las hipotecas de alta calidad.

La Fed, además de reducir las tasas de interés, ha tratado de hacer que el efectivo a corto plazo esté disponible para los bancos a través de un mecanismo de subastas, en el que las instituciones financieras pueden obtener préstamos en efectivo y usar una amplia serie de activos como colateral. Funcionarios de la Fed a menudo han indicado que se trata de una herramienta exitosa y es probable que siga funcionando. También es posible que la Fed expanda su uso si las condiciones del mercado de dinero empeoran.


Los bancos, temerosos de perder capital, exigen nuevas garantías; algunos fondos no pueden cumplir

La crisis toca las puertas de los fondos de cobertura (edge funds)

Por Carrick Mollenkamp y Serena Ng
Wall Street Journal, 07/03/08

Después de sobrevivir buena parte de la crisis financiera sin muchos sobresaltos, los fondos de cobertura y otros inversionistas están enfrentando una nueva amenaza: los bancos que les prestan dinero están pidiendo su devolución.

Los préstamos de los bancos y corredores han permitido que los fondos de cobertura, que administran cerca de US$ 1,9 billones (millón de millones) en dinero de sus clientes, multipliquen esa cantidad en diferentes inversiones, desde acciones de empresas suizas a bonos hipotecarios.

Sin embargo, a medida que el valor de algunas de esas inversiones ha caído en las últimas semanas, los prestamistas están exigiendo más garantías para protegerse contra las pérdidas.

Las demandas, conocidas en la jerga de Wall Street como margin calls, o demanda de depósito, podría aumentar los valores difíciles de vender en posesión de los bancos que ya les han costado cerca de US$ 140.000 millones en rebajas contables.

El tema cobró relevancia ayer, cuando Carlyle Capital Corp. Ltd., un fondo del conglomerado de capital privado Carlyle Group, reveló que no cumplió las demandas de depósito en los préstamos que respaldan parte de su portafolio de US$ 21.700 millones en valores de alta calificación emitidos por las agencias hipotecarias semiestatales estadounidenses Fannie Mae y Freddie Mac. El anuncio contribuyó a una caída de 1,75% en el Promedio Industrial Dow Jones.

La noticia se produce una semana después de que las demandas de depósito ocasionaran la implosión del fondo de cobertura londinense Peloton Partners LLP, que según los cálculos de los analistas podría dejar a sus 14 acreedores, incluyendo Deutsche Bank AG, Goldman Sachs Group Inc., Lehman Brothers Holdings Inc., Merrill Lynch & Co., Morgan Stanley y UBS AG con hasta US$ 17.000 millones en problemáticos valores hipotecarios en sus carteras.

Los precios de hasta los bonos más seguros subieron ayer en EE.UU. en medio de los temores de que la menor disponibilidad de crédito obligue a algunos inversionistas, en particular los más endeudados, a desprenderse de incluso los valores de mejor calificación, reduciendo los precios y desatando nuevas demandas de depósito.

"La sensación es increíblemente mala", dice Gregory Peters, estratega de crédito de Morgan Stanley en Nueva York. "El entorno actual ya está muy temeroso y eso se refuerza a sí mismo."

En una señal de lo mucho que está en juego, la calificadora de riesgo Fitch Ratings calcula que los fondos de cobertura orientados al crédito, los más golpeados por las demandas de depósito, controlan más de US$ 1,5 billones en activos, la mayor parte adquiridos con dinero prestado. El impacto no se limita a los fondos de cobertura. Esta semana, la hipotecaria Thornburg Mortgage Inc. anunció que no pudo cubrir parte de los US$ 500 millones en demandas de crédito, una cesación de pagos que podría motivar a su acreedor, J.P. Morgan Chase & Co., a incautar y vender miles de millones de dólares en préstamos hipotecarios en un mercado que ya pasa apuros.

Contagio

Las dificultades resaltan las crecientes repercusiones que se presentan a medida que los bancos, que enfrentan cientos de millones en posibles pérdidas por inversiones que se han desvalorizado, buscan conservar efectivo y alejarse del riesgo.

Sus esfuerzos están agregando tensión a la tradicionalmente amigable relación entre bancos y fondos de cobertura, en la que los bancos cobraban comisiones por proveer servicios a los fondos y éstos recibían la financiación que necesitaban para magnificar los retornos que obtienen sobre las inversiones de sus clientes.

Los inversionistas que enfrentan las mayores presiones son los que poseen valores de renta fija, particularmente los fondos que usan mucho apalancamiento. El fondo de Carlyle gestionaba apenas US$ 670 millones en dinero de sus clientes, pero aprovechó el apalancamiento para incrementar su portafolio de bonos a US$ 21.700 millones, lo que quiere decir que tenía un apalancamiento de 32 veces su capital.

Peloton utilizó el endeudamiento para cuadruplicar o quintuplicar su portafolio. Muchos fondos de cobertura "estaban tratando de recoger un poco de aquí y un poco de allá entre una gran cantidad de pequeñas valuaciones erróneas en los mercados de deuda y estaban apalancando significativamente sus ganancias. Ahora enfrentan un evento de esos que suceden una vez en la vida y que ellos pensaron que nunca ocurriría", asegura Brad Alford, fundador de la firma de asesoría en inversiones Alpha Capital Management.

Los problemas de Carlyle son una preocupación particular, debido a que extienden la crisis a una clase de valores que antes no había sido afectado: bonos emitidos por Fannie Mae y Freddie Mac, agencias que los inversionistas percibían que tenían el total respaldo del gobierno estadounidense.

"El hecho de que esto le esté sucediendo con papeles de agencia de alta calidad es muy preocupante", afirma Tim Bond, estratega de Barclays Capital en Londres. "Está marcando una expansión de esta tensión al grupo de inversionistas que sólo ponen su dinero en los valores hipotecarios con el respaldo más seguro", dijo.


La crisis global del crédito deja al desnudo las fallas
de las nuevas reglas de la banca

Por Damian Paletta y Alistair MacDonald
Wall Street Journal, 05/03/08

Algunos de los principales cerebros de la banca en todo el mundo invirtieron casi una década en el diseño de una nueva normativa para ayudar a las instituciones financieras globales a eludir descalabros.

¿Pero qué sucedería si buena parte de sus ideas están equivocadas?

Una versión de sus nuevas directrices, conocidas como Basilea II por la ciudad suiza en la que fueron diseñadas, se disponía a ser implementada gradualmente en Estados Unidos el próximo mes. Su principal cambio era que los bancos deberían tener más libertad para decidir por su cuenta cuánto riesgo financiero están dispuestos a asumir, ya que ellos están en una mejor posición que los reguladores para tomar esa decisión.

Sin embargo, las turbulencias financieras globales causadas por el estallido de la burbuja inmobiliaria en EE.UU. están poniendo de cabeza algunas suposiciones fundamentales sobre el riesgo. Las instituciones en todo el mundo han juzgado equivocadamente la seguridad de inversiones que van desde las hipotecas de alto riesgo, o subprime, a los complejos valores financieros estructurados. Estos es particularmente cierto en el caso de Europa, donde muchos bancos ya operan bajo los estándares de riesgo de Basilea II.

Varios países latinoamericanos han comenzado a implementar los protocolos de Basilea o han definido un calendario para ello. Argentina prevé dar inicio al pilar I del acuerdo en enero de 2010, mientras que Chile y México comenzaron a incluir las nuevas normativas en 2005 y Colombia lo hará en 2006.

En lo que constituyó un mal augurio premonitorio, Gran Bretaña sufrió el año pasado su primera corrida contra los bancos desde 1866, cuando la hipotecaria Northern Rock PLC fue tomada por sorpresa después de que los mercados de crédito se congelaran durante las crisis. Conforme a los principios de Basilea II, Northern Rock había anunciado unos meses antes que aumentaría el dividendo que paga a sus accionistas en 30%, una decisión que reduciría su capital, incluso mientras los reguladores comenzaban a preocuparse por la salud de la firma. El mes pasado, Northern Rock fue nacionalizada por el gobierno británico.

Incluso en Suiza, de donde provienen las nuevas reglas de Basilea, los banqueros han sido golpeados por sus malas inversiones. UBS AG registró rebajas contables por US$ 18.000 millones debido a errores en la forma en la que el banco gestionaba su riesgo. (UBS no comenzó a operar bajo los principios de Basilea II sino hasta el 1 de enero).

Ayer, el Comité de Banca del Senado estadounidense cuestionó a los reguladores federales sobre lo que salió mal. ¿Los bancos sabían cuánto riesgo estaban asumiendo? ¿Sabían cuánto capital necesitaban para protegerse de la cartera incobrable? ¿Se prepararon adecuadamente para la evaporación de la liquidez, es decir su habilidad para vender fácilmente sus valores o préstamos?

La respuesta a las tres preguntas parece ser "no"

Los recientes golpes financieros no han provenido de los fondos de cobertura, cuya escasa regulación ha preocupado a Washington por años, sino de los bancos supervisados por los gobiernos nacionales. Citigroup Inc. anunció en el cuarto trimestre del año pasado su peor pérdida trimestral y tuvo que recaudar más de US$ 20.000 millones de inversionistas externos para apuntalar sus finanzas, luego de una serie de malas inversiones en valores hipotecarios. Citigroup se abstuvo de hacer comentarios.

Donald Kohn, vicepresidente de la Reserva Federal de EE.UU. dijo ante el Comité de Banca del Senado, que el banco central falló al calcular el riesgo que asumía el sistema financiero antes de que estallara la actual crisis y que se está revisando la forma en que la Fed regula las instituciones financieras.

Mientras los reguladores de todo el mundo comienzan a buscar las lecciones del colapso, el resultado tal vez implicará, al menos temporalmente, un mayor escrutinio del gobierno y supervisión regulatoria a los bancos.

Las normas de Basilea tienen su origen en la década de los 80, cuando las regulaciones bancarias variaban radicalmente de país a país, haciendo que fuera difícil la competencia de los bancos fuera de sus fronteras. Los banqueros centrales del mundo se reunieron en Suiza para crear estándares básicos, los cuales fueron presentados en 1988.

Una segunda ronda de deliberaciones, Basilea II, se concentró en expandir esas directrices, en particular las que buscaban formas para defender el sistema financiero de los nuevos y complejos productos de inversión que se hacían cada vez más comunes en los bancos. Las reglas entraron en vigencia en los países europeos el año pasado. Es probable que el inicio de la implementación limitada de estas reglas en EE.UU., programada para el próximo mes, sea postergada.

En la banca, pocas cosas son tan importantes como el capital con el que cuenta una institución para protegerse de las pérdidas. En su esencia, es lo que previene que un banco entre en bancarrota. Bajo las reglas anteriores a Basilea II, establecer el nivel de este colchón financiero es un proceso relativamente fácil: los bancos deben mantener una cantidad específica de capital, que se calcula según el tipo de activos que poseen. Por ejemplo, los activos ligados a hipotecas no requieren mucho capital porque por mucho tiempo se consideraron como seguros. Las nuevas reglas habrían cambiado eso, permitiendo que los bancos calcularan su necesidad de reservas de capital basado en parte en sus propias valoraciones de riesgo y la opinión de las agencias calificadoras de crédito.

Basilea II tiene apoyo. Algunos funcionarios de la Fed han argumentado que sus estándares le dan a los bancos incentivos para fortalecer su gestión de riesgo. Kohl dijo que el banco central podría volverse "más enérgico" con las instituciones que supervisa.

Además, Basilea II requiere que las instituciones mantengan una red de seguridad de capital para protegerse en contra de problemas con los valores "fuera de sus balances" que puedan tener, un tema que ha escapado al escrutinio de los reguladores en otras ocasiones. El contralor de moneda de EE.UU., John Dugan, asegura que los problemas del mercado de crédito fortalecerán a Basilea II al darle a los bancos valiosos datos para incluir en sus modelos.